Diseño portada: Isabel Palacio
Algo tienen las épocas pasadas que nos atraen de forma inevitable. ¿Quién no se ha descubierto a si mismo soñando con vivir aventuras imaginarias en la Grecia clásica, en el Egipto de los constructores de pirámides, en la Edad Media, o en la Francia de los tres mosqueteros. ¿A quién no le apetece pasearse por la Historia como espectador en primera fila?
El Boom de la novela histórica actual comenzó con la publicación de El nombre de la rosa de Umberto Eco. Desde entonces no ha dejado de dar a títulos en las mesas de novedades editoriales.
Es difícil definir que es la novela histórica, creo que cada uno de nosotros tiene una idea al respecto, pero es en definitiva, ese asomarnos a tiempos del pasado, lo que nos atrae, se trate de novela de intriga, la interpretación de un hecho histórico, la reconstrucción de la vida de un personaje, o incluso la invención de una historia alternativa. En una interpretación amplia, todo es posible.
Nos gustan las historias de amor ambientadas en la Edad media o en la Inglaterra Isabelina, las aventuras de capa y espada en el Madrid de siglo de Oro o en la Francia de Richelieu. Nos fascina el busto de Nefertiti, hermoso y hechicero, como el día que salió de las manos del artista y su belleza intemporal ha dado pie a la reinvención del personaje una y otra vez, de la mítica reina o de reinas semejantes en la civilización perdida.
Nos atraen morbosamente el horror de las guerras, la maldad de los dictadores megalómanos, y esta fascinación no solo ha dado pie a que se escriban novelas bélicas, también a Ucronías, que contemplan un mundo construido a partir del triunfo de los perdedores en esas batallas reales, un "lo que pudo ser". Novelas magnificas como Patria de Robert Harris o El hombre en el Castillo de P.K. Dick.
Nos atraen morbosamente el horror de las guerras, la maldad de los dictadores megalómanos, y esta fascinación no solo ha dado pie a que se escriban novelas bélicas, también a Ucronías, que contemplan un mundo construido a partir del triunfo de los perdedores en esas batallas reales, un "lo que pudo ser". Novelas magnificas como Patria de Robert Harris o El hombre en el Castillo de P.K. Dick.
La historia la construyen los triunfadores, La Ilíada reinterpretó una guerra de intereses comerciales, convirtiendo en mitos eternos a reyezuelos y caudillos que eran poco más alcaldes de pueblo, El Poema de Mío Cid dio a a un mercenario el significado de un héroe mítico. En Tirante el Blanco se construyó una novela de caballerías a partir de los desechos de una sociedad que solo sabían guerrear, incómodos para los monarcas que los utilizaba como carne de cañón, mandados al fin de los imperio conocido para deshacerse de ellos.
Y la otra mirada, la del testigo que vive la historia, desde dentro. Testimonios que con el paso del tiempo adquiere un nuevo valor, el del recuerdo tamizado por otros presentes. Testigos del horror de las batallas y las trincheras, de las relaciones brutales en los campos de concentración, de las intrigas de los gobiernos, serán los nuevos bardos. Transmisores de leyendas que construirán nuevos pasados de sus vivencias de presentes lejanos al lector.
No es nueva esa mirada vuelta al pasado y la memoria de los tiempos. La historia reinterpretada, manipulada con intereses políticos al servicio del poder, de la filosofía, de la fantasía y el entretenimiento, pero historia al fin y al cabo, que se troca en divertimento o instrumento de eficaz recurso narrativo.
Queda el rigor para unos y la libertad para imaginar con más o menos verosimilitud para otros, pero la etiqueta de novela Histórica es un aval que atrae a lectores.
Daremos pues a nuestros artículos de esta entrega la libertad de interpretar la etiqueta y os invitamos a entrar en un pasado diferente.
Realidad y ficción en la novela histórica - Olalla García
El folletín de capa y espada: Manuel Fernández y González - Sue Storm
Flavio Josefo. Mireille Hadas-Lebel - MISTRAL
"...De aquélla nos consuela y cura ésta". Galdós y los Episodios Nacionales - RAOUL
Inventario de atrocidades. La Primera Guerra Mundial según Jacques Tardi. - Eduardo M
El eslabón perdido del género histórico: Ramiro, conde de Lucena - Miguel Ángel Maroto (topito)
El folletín de capa y espada: Manuel Fernández y González - Sue Storm
Flavio Josefo. Mireille Hadas-Lebel - MISTRAL
"...De aquélla nos consuela y cura ésta". Galdós y los Episodios Nacionales - RAOUL
Inventario de atrocidades. La Primera Guerra Mundial según Jacques Tardi. - Eduardo M
El eslabón perdido del género histórico: Ramiro, conde de Lucena - Miguel Ángel Maroto (topito)
Este número promete.
ResponderEliminarSobre todo para los que nos cuesta acercarnos a la novela histórica. Interesante lo de la memoria de los testigos ya que si algo bueno ha aportado el periodismo al mundo es que la historia ya no sólo la explican los vencedores.
Has conseguido que empecemos a salivar.
Sora91
No leo mucha novela histórica pero me encanta, seguro que de este número me llevaré una buena cantidad de títulos para disfrutar. Por cierto que la portada está preciosa. =) Abrazos.
ResponderEliminarMe interesa un montón este número. No soy lector habitual de novela histórico, sin embargo me interesa. A ver si saco unas cuantas buenas recomendaciones.
ResponderEliminarLa portada una maravilla. No conocía el castillo de Loarre -creo que es el de la fotografía- hasta que lo "sacó" Ridley Scott en "El reino de los cielos". Qué pena que haya sido uno de fuera el que nos haga descubrir estas cosas.
Juvarema, es uno de nuestros referentes monumentales en Aragón.
ResponderEliminarLo será, lo será, pero no me parece que tenga una imagen muy divulgada como el castillo de la Mota, el de Belmonte o el de Coca.
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