El Terror de Arthur Machen - Julia Duce

 


Arthur Llewelyn Jones (1863-1947) nació en Carleon on Usk en Gales. Era hijo de un sacerdote anglicano, Machen era el apellido de su madre. Pronto se vio atraído por el estudio de las tradiciones de su entorno celtas, romanas y por un paisaje abrupto y solitario. Fue también afín a las las modas espirituales de su época, como el paganismo, lo sobrenatural y se introdujo en la Orden Hermética de la Aurora Dorada, aunque no permaneció en ella mucho tiempo. 

Tiene, pues, desde el principio, una vocación hacia lo fantástico y la mística de lo oculto, y su literatura se ha convertido en un referente para autores tan importantes como Borges, Lovecraft y Stephen King. Su mitología del terror sigue muy presente en muchos autores contemporáneos. Lovecraft reconocía a Machen como un punto de inflexión en la literatura de lo sobrenatural y contribuyó de forma decisiva a  construir el universo lovecraftiano posterior:

Su poderosa producción de horror, a finales del siglo XIX y principios del XX, sigue siendo única en su clase, y marca una época distinta en la historia de este género literario.

 

La atracción hacia el tipo de terror que cultiva Machen de Lovecraft hace que comparta el universo mítico y arcaico del autor: Gales. Con esa simbiosis entre las tradiciones ancestrales y el paisaje abrupto con la modernidad, construye un universo innovador para este tipo de literatura ajeno a los monstruos y la parafernalia clásica de la literatura gótica y de terror, unido a los intentos de explicar lo sobrenatural con prácticas herméticas olvidadas de tinte científico, como apuntaba Rafael LLopis en su introducción a Los mitos de Cthulhu de Alianza Editorial (1985)

Es un terror cotidiano en el que la lógica se escapa por las grietas de lo inexplicable, entre los datos puntuales que desconciertan a protagonistas y lectores. Los protagonista o narradores son personajes racionales que tratan de usar recursos detectivescos o científicos, aunque sus deducciones sean descabelladas. Siempre da más seguridad una explicación que lo desconocido, de alguna manera es menos horror, aunque las respuestas sean absurdas.

Cultos extraños, seres mitológicos vistos con otros ojos, alejados del endulcoramiento de los cuentos tradicionales, en los que se asimilan con razas pre humanas, lugares que atraen el mal. Zonas en el límite en las que perviven tradiciones y seres extraños. Puntos de encuentro en los que la razón fracasa, pero dentro de escenarios conocidos lo que resulta aún más perturbador: el árbol extraño del jardín, las voces que surgen de un bosque amable poco tiempo antes, la casa del acantilado de vistas relajantes.




Pero estando todo esto presente, es mucho más inquietante la solución que nos propone Machen en El terror, el origen del mal está en el mismo hombre y en sus acciones y renuncias. De una forma muy potente la solución que nos propone da un giro que nos deja con el alma en vilo por la incertidumbre y que encuentra un enorme paralelismo con estos días de pandemia y encierro que estamos viviendo.

Después de dos años recurrimos una vez más a las noticias de cada mañana con una sensación de anhelo y buenas expectativas. Al comenzar la guerra nos estremecimos por el miedo a aquel cataclismo que parecía a la vez increíble y cierto. (…) Luego sentimos la emoción del júbilo cuando llegaron las buenas noticias de que la horrible marea había retrocedido (..) y el mundo estaba a salvo, durante algún tiempo al menos. Luego esperamos durante varios días más noticias, tan buenas como esas o mejores (…) Más los días se convirtieron en semanas, las semanas se alargaron en meses. (…) De vez en cuando se hacían cosas que parecían alentadoras, con la promesa de acontecimientos todavía mejores. Pero (…) quedaron reducidos a decepciones cuando se contó todo.

 

En plena Gran Guerra, en una zona del norte de Gales una serie de hechos inexplicables altera el estado de ánimo de la población ante la hermética respuesta de las autoridades. Solo llegan rumores y retazos de información de forma dispersa a quienes tratan de buscar una explicación razonable a las muertes y desapariciones que se suceden.

El Terror nos cuenta una epidemia diferente, no es una enfermedad física, pero su repercusión en el estado anímico de los habitantes es idéntica y hay mucho de actualidad en lo narrado. El miedo a lo desconocido, la incertidumbre, la aceptación sin contestar de las medidas adoptadas con disciplina, la creencia en conspiraciones externas y las sospechas y certezas en el origen de la maldad y de la inteligencia humana como el origen de todo lo que pasa. Hay, como ahora, un control absoluto de lo que está sucediendo por el poder político, que con mano firme dosifica y reprime informaciones sesgadas y la población ante el miedo, obedece y calla en una conspiración de autocensura, replegándose en sus hogares.

Vemos mucho de actualidad en esta historia ambientada en plena Gran Guerra y en los miedos que se evocan. Hay mucho también de las raíces del miedo que construye la obra de Machen en paisajes, en tradiciones y en su construcción de la naturaleza humana.

Con muy pocos elementos se va tejiendo un relato de angustia cósmica: una guerra agotadora, el control férreo de la información y la especulación de un pueblo sencillo que busca una explicación que los tranquilice y les dote de instrumentos para defenderse. Una epidemia inexplicable, "la peste".

A lo largo de esta novelita corta, nos vemos reflejados en muchas de las contradicciones de esta actualidad que estamos viviendo. El miedo y sobre todo la incertidumbre, el terror a lo desconocido, los rumores sobre lo que solo se conoce entre susurros y rumores, nuestras noticias falsas y teorías conspirativas.

Durante este último año, hemos especulado sobre el origen de la epidemia, se ha jugado con la tesis de que el hombre, creyéndose un diosezuelo, ha manipulado a la naturaleza y esta se ha rebelado. Hemos buscado la explicación en la creación de un “arma” por parte del enemigo que nos engaña en la desesperación por encontrar una respuesta. Las mismas explicaciones que encontramos a lo largo de la narración para dar solución al enigma a esas muertes enigmáticas que van sorprendiéndonos, nos inspira las reacciones ante esta pandemia en la que vivimos ahora, sin tener información comprobada y seguramente exagerando en la mirada crítica hacia quien controla la sociedad reaccionamos con el miedo o la ignorancia del problema.

El tono ecologista tan de moda en estos momentos, está ya aquí muy presente, la explicación a lo que sucede está en línea con la mirada que tenemos de la naturaleza como un alma independiente que responde a las agresiones del mayor depredador que la habita que no es otro que el hombre humano. Machen y las raíces de su literatura ligada a ritos antiguos y olvidados de origen celta y a los paisajes de su infancia agrestes y solitarios favorecen esta interpretación que en ocasiones evoca la mitología fantástica de sus orígenes y que genera un tipo de angustia que podríamos muy bien llamar ecoterror, el que nos inspira una naturaleza que se defiende demostrando su poder incontenible e indomable frente a nuestra insignificancia.

En esa naturaleza todo es posible, oculta una fuerza telúrica y sus “habitantes” una relación ancestral con su ecosistema natural: paisajes y animales cobran una inteligencia propia, se evocan seres mágicos antiguos como último recurso especulativo, pero es la naturaleza presuntamente domesticada la que terminará por rebelarse como protagonista absoluta, el mal no está en ella, solo se defiende.

Mientras, las fuerzas vivas callan, y tratan de adivinar, las más de las veces en solitario, obedecen las consignas del gobierno con disciplina e interpretan con discreción los rumores sobre estos hechos inexplicables. En todo momento la “peste”, la realidad de la existencia de la epidemia fantasma, está muy presente envolviendo el día a día de aquellos a los que ha llegado la conciencia de que "algo" hay ahí que está invadiendo todo, que en cualquier momento puede alcanzarnos. Cualquier explicación racional calmara la angustia y eso es lo que debaten los actores principales de la novela, el intelectual de ideas peregrinas y el médico que es quien da fe de que lo sucede y construye una teoría, que sin embargo no destapa una respuesta comprensible y tranquilizadora, sólo el miedo intangible que no desaparece en el que "sabe".

Al final todo acaba como empieza, se diluye y desaparece sin saber cómo y vuelve la normalidad, pero la amenaza queda flotando con la seguridad de que volverá porque los monstruos son la misma humanidad.

Ese ambiente semimágico, está muy presente en muchas de las obras de pandemias que llevan tiempo llegando a la literatura y al cine: algo que de repente nos sitia, nos envuelve en la desesperación, algo que nace de la ambición del alma humana y que emana de las crisis que sus acciones han provocado. Nos queda solo esperar a que pase, que se vaya como ha venido, como en la ficción, pero nos queda la certeza de su vuelta. Solo la comprensión y la confianza en la ciencia y en la bondad nos puede tranquilizar, pero como en El terror nos dejara ya la inseguridad para la eternidad.

La máscara de la muerte roja - Edgar Allan Poe (Sinkim)

 



Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 - Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense.


Generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros precursores en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Es además considerado el inventor del relato detectivesco.

Uno de sus relatos más conocidos es «La máscara de la muerte roja», una historia en la que la misma muerte persigue a un grupo de nobles que pretendían aislarse de la peste que asolaba la región, encerrándose en la abadía del príncipe Próspero.




Próspero y otros mil nobles se han refugiado en esta abadía para escapar de la muerte roja, una terrible plaga con síntomas espantosos que se ha extendido sobre la tierra. Las víctimas mueren en menos de media hora tras horribles dolores. Próspero y sus amigos se muestran indiferentes a los sufrimientos del resto del mundo y esperan librarse de los horrores de la plaga protegidos tras los gruesos muros de la abadía y rodeados de todo tipo de lujos y excesos.

Una noche, tras seis meses de aislamiento, Próspero organiza un baile de máscaras para entretener a sus invitados. Elige siete habitaciones de la abadía y las prepara para la fiesta, las seis primeras están decoradas e iluminadas por braseros colocados delante de las ventanas lo que otorga un colorido específico a cada una: azul, púrpura, verde, naranja, blanco y violeta. La última sala está decorada en negro e iluminada por una luz de «un color oscuro de sangre». Debido a esta combinación de colores nadie es lo suficientemente valiente como para aventurarse en esa habitación. En su centro se ha colocado un gran reloj de ébano que, ominosamente, resuena cada hora, momento en que todos dejan de hablar o bailar, y la orquesta deja de tocar, reanudándose inmediatamente después la fiesta.

A medianoche hace su aparición una figura en un traje oscuro, salpicado de sangre, que asemeja una mortaja. La máscara de la figura es la cara rígida de un cadáver que muestra los estragos de la muerte roja. Los invitados, demasiado aterrados para acercarse a la figura, la dejan pasar a través de las seis cámaras mientras es perseguida por Próspero. Al llegar a la séptima habitación la figura se vuelve hacia el anfitrión que grita y cae muerto. Mientras los nobles descubren con horror que no hay nada debajo de los oscuros ropajes, sino que es la misma Muerte Roja la que se ha colado en su fiesta sin ser invitada y les ha infectado a todos.

Cuando todos han muerto, el reloj deja de sonar y las luces se extinguen. La última línea de la historia lo resume así: «Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo».

Un final devastador para los protagonistas pero que, sin embargo, deja un regusto a justicia poética en el espectador al comprobar que pese a todo su dinero y su poder tanto Próspero como sus amigos son alcanzados por la muerte que a todo el mundo iguala.

La obra ha pasado a la historia de la literatura no solo por su magnífica escritura sino también por ser una alegoría de la inevitabilidad de muerte y de la insolidaridad en épocas de crisis. De hecho, se podría sustituir perfectamente la peste roja por el Coronavirus que está asolando el mundo actualmente y comparar los comportamientos negacionistas de ciertos sectores con los protagonistas del cuento. Así como el egoísmo y el sálvese quién pueda del que es capaz el ser humano, sobre todo en los momentos más duros y cuando más fácil es pisar a los demás para escalar y alcanzar una posición segura.




Publicado por primera vez en 1842 es un relato que no deja indiferente a nadie y que ha conocido diversas adaptaciones, tanto cinematográficas, como teatrales. Siendo la más conocida la dirigida por famoso Roger Corman en 1964 y protagonizada por el gran Vincent Price y la actriz Hazel Court. Ésta fue la séptima película dirigida por Corman adaptando relatos de Poe, lo que habla del amor del director por el bostoniano.

He de reconocer que yo no soy objetivo con las películas del ciclo de Poe de Corman y Price porque me encantan todas, sobre todo ésta que nos compete ahora y auténticas joyas como: «La caída de la casa Usher» (1960), «El pozo y el péndulo» (1961), El cuervo (1963), con unos inmensos Peter Lorre y Boris Karloff y un jovencísimo Jack Nicholson en uno de sus primeros papeles; e «Historias de Terror» (1962) película esta última dividida en tres fragmentos que recogen los cuentos: «Morella», «El gato negro» y «La verdad sobre el caso del señor Valdemar». Como curiosidad, aunque sea salirme un poco de la reseña, para encontrar el gato negro que saldría en el fragmento homónimo llegó incluso a realizarse un «casting».



Aparte de esa adaptación, el relato también ha sido llevado al cine en otras dos ocasiones, ambas en 1989 y manteniendo el título del cuento, siendo dirigidas por Alan Birkinshaw y Larry Brand y ambas sin ningún valor cinematográfico.

Por otra parte, en 2013 se estrenó «Cuentos extraordinarios» una recopilación de dibujos animados con 5 historias de Poe, «La caída de la casa Usher», «El corazón delator», «La verdad sobre el caso del señor Valdemar», «El pozo y el péndulo» y «La máscara de la muerte roja». Como curiosidad el narrador del último cuento es el mismísimo Roger Corman, aunque los narradores de los otros cuentos tampoco se quedan atrás contando con Christopher Lee, Guillermo del Toro e incluso con el inmortal Bela Lugosi para «El corazón delator», obviamente con grabaciones de archivo. Esta película es bastante desconocida y es una pena porque merece mucho la pena, los dibujos son una gozada y las adaptaciones muy fieles a los cuentos originales. Una obra muy recomendable.

Diario del año de la peste de Daniel Defoe - Sebastián Fontana (Arden)

Retrato de Daniel Defoe (autor desconocido)


Daniel Foe (más conocido como Daniel Defoe) nació en Londres, probablemente el 10 de octubre de 1660 y murió en la misma ciudad entre el 24 de abril y el 5 de mayo de 1731. Le tocó vivir una época convulsa de grandes cambios políticos y religiosos en su país, los cuales le afectaron desde la primera línea al ser periodista. Vivió la cárcel por alguno de los panfletos políticos y sociales que escribió y también por deudas de su etapa de comerciante, y es considerado, además, el padre de la novela moderna inglesa, y conocido, sobre todo, por la creación del mito del Robinson, personaje de su novela Robinson Crusoe. No obstante, una de sus mejores novelas es precisamente de la que vamos a tratar en este artículo: Diario del año de la peste, donde narra la gran peste que sufrió Londres en los años 1665-66. Aunque no fue ni el primero ni el último en contar los estragos que las grandes epidemias han ocasionado a lo largo de la historia de la humanidad.

Pandemia - Julia Duce






Vivimos tiempos complejos. Este último año ha sido un año diferente que nos ha traído el miedo y la angustia del encierro y la impotencia. Ha desarmado todos nuestros recursos y nos ha sorprendido por lo inesperado. Pensábamos en nuestro orgullo de hombres civilizados que nada así podía suceder. Sin embargo, ahí estamos, sumidos en el desconcierto, esperando soluciones maravillosas que no terminan de llegar y sobre todo cansados y deprimidos. 

Las epidemias han sido una constante desde que el hombre es hombre y en el fondo las formas de combatirlas han cambiado poco: evitar el contacto humano y dejar a los sabios trabajar. Las reacciones son también las mismas: negar lo evidente, aprovechar el tiempo con una actitud de “gocemos lo que nos queda de tiempo” y el miedo que subyace a la pérdida de seres queridos y a la muerte misma, a la soledad y al aislamiento. 

Y en tiempos similares la literatura que se ocupa de hechos similares. Repasamos en este número alguno de los clásicos de la historia de la literatura sobre epidemias. Que nos sirvan de consuelo y de aviso para navegantes.

Por trece razones de Jay Asher y Un beso de Ivan Cotroneo. El acoso escolar mata. Por Sebastián Fontana (Arden)






En nuestra infancia y adolescencia el mundo es mucho más reducido de lo que es cuando crecemos y nos convertimos en adultos. En aquel momento normalmente se reduce, sobre todo en los primeros años, a la familia y la escuela, y eso incluye a los amigos, que suelen circunscribirse al ámbito escolar o a la cercanía del barrio o club deportivo que es donde empezamos a socializar y a formar parte de una comunidad. Sentirse querido y seguro es una de las premisas fundamentales para crecer fuerte desde un punto de vista personal y emocional. Ese crecimiento personal se puede ver entorpecido por muchos factores, tanto familiares como personales, siendo uno de los más importantes el acoso escolar, conocido también como “bullying”, el cual afecta a muchos de los niños y adolescentes por diferentes motivos: raciales, religiosos, por orientación sexual o identidad de género, por sexo, etc... En este artículo me voy a centrar en estos dos últimos a través de dos novelas muy diferentes: Un beso de Ivan Cotroneo y Por trece razones de Jay Asher.