Diseño portada: Isabel Palacio
Uno de los géneros más populares de la literatura es el de la novela de intriga policiaca. Supongo que a estas alturas es una obviedad que no descubre nada nuevo. Dicen que el genero como tal nace con Poe, también hay quien lo retrotrae a las novelas de aventuras o al gótico realista. Poco importa su origen o sus clasificaciones, las diferentes caras con las que se presenta en la actualidad: la novela negra, la de misterio enmarcada en un contexto histórico, la de intriga política, la tecnológica, el terror, la romántica, la social…, hay como en todos los géneros una suerte de mestizaje que añade para algunos un valor añadido y que para a los mas puristas los aleja de algunos autores. Pero en el fondo los ingredientes son más o menos los mismos: un misterio con tintes criminales las mas de las veces, más o menos dosis de violencia, y un protagonista que consigue resolver un misterio a través del que el autor nos ha conducido dejando las pistas a modo de rompecabezas que el lector va reconstruyendo a la par que se identifica con el investigador.
Hay en este juego de inteligencias enfrentadas un algo que nos invita a la evasión y que nos relaja, que nos conduce dentro de la trama y nos convierte de alguna forma en cómplices, protagonistas y en espectadores a la vez.
Muchos matices se cruzan. Dicen que hoy los nuevos monstruos del terror son en gran medida esos psicópatas que protagonizan estas nuevas versiones mas gores de las novelas de misterio. Y es que violencia, la crueldad y los miedos atávicos, cada vez son mas los protagonistas de este tipo de novela.
Lo que es evidente es que encontrar al protagonista ideal de una serie es de alguna manera una garantía de éxito. Sus personalidades, sus maneras, sus métodos nos fidelizan tanto o mas como unos escenarios repetidos o una época que entroniza un nuevo subgénero, el de la novela histórica de detectives.
Hay dentro de este panorama un elemento que me parece importante señalar: marcar las diferencia entre el género negro y el de detectives. Porque la novela negra tiene indudablemente unas características definidas.
El género negro surgió como consecuencia de la crisis de valores de la primera mitad del siglo XX, en buena medida el descalabro del 29. Raymond Chandler, uno de los padres del género, lo definió como la “novela del mundo profesional del crimen”, en "El simple arte de matar." En esencia, se diferencia del género policíaco, en que en ella se produce una especie de degeneración desesperanzada, y moralmente ambigua. La novela detectivesca es más bien una reivindicación del uso de la razón para restablecer el orden social.
En la novela negra lo importante no es tanto la resolución del misterio como su clima, su ambiente de hampa, de protagonistas derrotados, decadentes, que se dejan engatusar por mujeres fatales, que básicamente subsisten gracias al whisky doble sin hielo y que buscan encontrar la verdad. Las fuerzas del orden no son tan razonables y aseadas como en la novela policiaca o detectivesca, sino que su representante si bien suele tener una nobleza de fondo, también un lado oscuro. Y en ocasiones, muy profundo y muy oscuro. Ejemplo actual de este género negro tal vez sería ese híbrido que consigue John Connolly y su personajes a los que añade como novedad el elemento sobrenatural y que conserva sin embargo todas estas características definidas, o en un sentido mas convencional Michael Connelly. La incapacidad para distinguir entre lo que está bien o mal es un tema recurrente, o mas bien, un cierto planteamiento del todo vale con tal de pillar a los malos en medio de una corrupción entre los que nominalmente representan al orden es habitual; las traiciones de unos a otros y de uno a sus propios principios.
Si en el género detectivesco no se puede ocultar un cierto optimismo basado en la confianza, en la capacidad racional del ser humano. En el género negro lo que abunda es el nihilismo y, en el mejor de los casos, cinismo y la desesperanza.
Vamos a intentar dar en este número una visión amplia de lo que es el panorama de las novelas policíacas: desde los clásicos de la novela negra, a la novela detectivesca de tono mas literario o sociológico.
Como género de consumo masivo, esperamos responder a las expectativas.
La Dalia Negra, de James Ellroy - Gabo
Vernon Sullivan: el negro de Boris Vian - Cuscurro
Por la senda de la perdición: El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain - Sue Storm
La pared vacía, de Elisabeth S. Holding - Mistral
Ambrose Bierce y la reina de picas, de Oakley Hall - Julia Duce
Sleeper, superhéroe en clave negra - Eduardo M.
Infierno, de Patrícia Melo - Gabo
El caballero y la muerte, de Leonardo Sciascia - Julia Duce Gimeno
En las redes del petirrojo - Paula Barbero
Las cosas como son... o no - Bohemio
Artículos anteriores relacionados con éste número:
El género negro llevado a la pantalla - Arantxa Ibergallartu
¿Quién mató a Palomino Molero?, de Mario Vargas Llosa - Julia Duce
El sentido del humor en Hamlet - Anna Walsh
La novela negra nórdica - Caroline
Muchos matices se cruzan. Dicen que hoy los nuevos monstruos del terror son en gran medida esos psicópatas que protagonizan estas nuevas versiones mas gores de las novelas de misterio. Y es que violencia, la crueldad y los miedos atávicos, cada vez son mas los protagonistas de este tipo de novela.
Lo que es evidente es que encontrar al protagonista ideal de una serie es de alguna manera una garantía de éxito. Sus personalidades, sus maneras, sus métodos nos fidelizan tanto o mas como unos escenarios repetidos o una época que entroniza un nuevo subgénero, el de la novela histórica de detectives.
Hay dentro de este panorama un elemento que me parece importante señalar: marcar las diferencia entre el género negro y el de detectives. Porque la novela negra tiene indudablemente unas características definidas.
El género negro surgió como consecuencia de la crisis de valores de la primera mitad del siglo XX, en buena medida el descalabro del 29. Raymond Chandler, uno de los padres del género, lo definió como la “novela del mundo profesional del crimen”, en "El simple arte de matar." En esencia, se diferencia del género policíaco, en que en ella se produce una especie de degeneración desesperanzada, y moralmente ambigua. La novela detectivesca es más bien una reivindicación del uso de la razón para restablecer el orden social.
En la novela negra lo importante no es tanto la resolución del misterio como su clima, su ambiente de hampa, de protagonistas derrotados, decadentes, que se dejan engatusar por mujeres fatales, que básicamente subsisten gracias al whisky doble sin hielo y que buscan encontrar la verdad. Las fuerzas del orden no son tan razonables y aseadas como en la novela policiaca o detectivesca, sino que su representante si bien suele tener una nobleza de fondo, también un lado oscuro. Y en ocasiones, muy profundo y muy oscuro. Ejemplo actual de este género negro tal vez sería ese híbrido que consigue John Connolly y su personajes a los que añade como novedad el elemento sobrenatural y que conserva sin embargo todas estas características definidas, o en un sentido mas convencional Michael Connelly. La incapacidad para distinguir entre lo que está bien o mal es un tema recurrente, o mas bien, un cierto planteamiento del todo vale con tal de pillar a los malos en medio de una corrupción entre los que nominalmente representan al orden es habitual; las traiciones de unos a otros y de uno a sus propios principios.
Si en el género detectivesco no se puede ocultar un cierto optimismo basado en la confianza, en la capacidad racional del ser humano. En el género negro lo que abunda es el nihilismo y, en el mejor de los casos, cinismo y la desesperanza.
Vamos a intentar dar en este número una visión amplia de lo que es el panorama de las novelas policíacas: desde los clásicos de la novela negra, a la novela detectivesca de tono mas literario o sociológico.
Como género de consumo masivo, esperamos responder a las expectativas.
La Dalia Negra, de James Ellroy - Gabo
Vernon Sullivan: el negro de Boris Vian - Cuscurro
Por la senda de la perdición: El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain - Sue Storm
La pared vacía, de Elisabeth S. Holding - Mistral
Ambrose Bierce y la reina de picas, de Oakley Hall - Julia Duce
Sleeper, superhéroe en clave negra - Eduardo M.
Infierno, de Patrícia Melo - Gabo
El caballero y la muerte, de Leonardo Sciascia - Julia Duce Gimeno
En las redes del petirrojo - Paula Barbero
Las cosas como son... o no - Bohemio
Artículos anteriores relacionados con éste número:
El género negro llevado a la pantalla - Arantxa Ibergallartu
¿Quién mató a Palomino Molero?, de Mario Vargas Llosa - Julia Duce
Libro abierto:
El sentido del humor en Hamlet - Anna Walsh
La novela negra nórdica - Caroline
Suena muy interesante ...
ResponderEliminarVoy atrasada en la lectura de la Revista, pero me ha gustado el apartado de "Artículos anteriores relacionados con éste número". Me parece una idea estupenda para repescar artículos interesantes que nos perdimos por nuestros prejuicios a un tema concreto. Espero tenga continuidad en los números posteriores.
ResponderEliminarÉste número me ha parecido estupendo.
Sora