La pared vacía, de Elisabeth S. Holding - Mistral

Elisabeth Sanxay Holding nació en Nueva York en 1889 en el seno de una familia acomodada que le proporcionó una esmerada educación. A los 24 años contrajo matrimonio con el diplomático británico George E. Holding, cuya profesión le llevó a frecuentes viajes por América y el Caribe, llegando a vivir varios años en las Bermudas. Publica su primera novela en 1920, Invincible Minnie: una historia un punto melodramática y escabrosa sobre una mujer ambiciosa y dominante que utiliza el sexo como instrumento de poder. Desde entonces, y con discreto éxito y buenas críticas, publicó hasta 1928 otras cinco novelas. La Gran Depresión de 1929 afectó al nivel de vida de los Holding y, sobre todo a la carrera literaria de Elisabeth. Al cesar las ventas de sus novelas convencionales, su editor le propuso escribir novelas de misterio, que al menos gozaban de un mercado regular. Holding se puso a la tarea y desde entonces y hasta su muerte entregó dieciocho novelas de misterio, la primera fue Miasma en 1929, y que ahora acaba de editar Lumen en nuestro pais. La pared vacía está considerada como una de las mejores de esta etapa, y junto con Nido de arañas son las tres que han sido publicadas en España. La pared vacía ha sido adaptada al cine en dos ocasiones: con el título de Almas Desnudas dirigida por Max Ophuls en 1949, y como En lo más profundo en 2001. En total fueron dieciocho novelas de suspense, algunas de ellas por capítulos en revistas y también un buen número de relatos cortos. Hasta su muerte en 1955 fue considerada una de las mejores escritoras de su género si bien algunas de sus obras ya eran difíciles de encontrar. Raymond Chandler la denomino en una carta a su editor británico como “la mejor escritora de suspense”.


Las novelas de Elisabeth S. Holding oscilan entre el misterio y el suspense, un suspense psicológico, un misterio muy cercano a la novela negra y hábilmente dosificado, en donde lo importante no es saber quien lo hizo sino por qué lo hizo, esto es especialmente patente en La pared vacía, novela en la que tenemos dos crímenes (uno fortuito y otro intencionado) pero en donde lo que crea el desasosiego es el interior de los personajes enmarañados en un cúmulo de circunstancias asfixiantes. Pero son personajes tan reales, con unos pensamientos tan cotidianos y unos diálogos tan verídicos, que nos hacen identificarnos y sentirnos nosotros mismos atrapados.

Según la clasificación que Gempo Giardinelli hace de la novela negra, La pared vacía, sería una novela escrita desde el punto de vista de la víctima, porque aquí la víctima es la persona que continúa viviendo, pero también esconde una novela psicológica, y una novela de crítica social.

Los personajes de Elisabeth S. Holding son verdaderos, están psicológicamente bien resueltos:
Lucia es un ama de casa con un matrimonio convencional, pero es también una mujer sola “era cordial y respetuosa por naturaleza, pero tenía poco que contar. No se desenvolvía bien en sociedad, y tampoco lo deseaba”, su marido Tom está en la guerra en Europa y ella es la cabeza de familia con dos adolescentes y su padre mayor dentro de un pequeño pueblo americano en el que todo el mundo se conoce y donde todo lo que se sale de lo normal tiene resonancia.
La autora transmite bien su soledad y su sacrificio y también su inseguridad, a pesar de que las cartas que escribe a su marido en el frente no reflejan nada, no deja traslucir ni la menor preocupación para hacer la lejanía de Tom más llevadera: “nada que su marido pudiera leer entrelineas. Creo que no, se dijo. Se parece a las demás cartas. Palabrería insustancial”. En seguida se ve que es la antitesis de Tom, hombre resuelto y directo. Ella no es así, prefiere no entrar de frente en las cosas rodearlas, dilatarlas aunque sus reflexiones sobre su propia personalidad son certeras, no se engaña: “Tendré que conocer al vecindario por el bien de Bee, pero se me da tan mal; es tan difícil sin Tom” “No sabía que fuera tan sensible; es vergonzoso ser tan sensible. Me tenía por una mujer dura, pero está visto que no lo soy. Al menos cuando salgo al mundo. Entonces me convierto en una pánfila”

La vida de esta mujer se ve trastocada cuando su hija adolescente es objeto de las atenciones de un hombre de reputación dudosa. El intento de hacer comprender a su hija su error desencadena una sucesión de hechos que la llevan a la ocultación de una muerte fácilmente malinterpretable agravada por un chantaje del que nuestra protagonista no tiene fácil salida: “La de veces que había tenido que enfrentarse a accidentes, enfermedades repentinas, averías. Llevaba años siendo la encargada de las emergencias” “Independientemente de lo que le pasara a ella, independientemente de lo que ella sintiera, siempre tenía que pensar, ante todo, en la forma de hacer frente a su propio mundo. Su pequeño mundo, sus hijos, su padre”

Los intentos por salir de esta situación la hacen tomar conciencia de su vida “No tenía intimidad alguna. Nunca había tenido intimidad, pensó, sorprendida. Durante toda mi vida la gente ha estado al tanto de todo lo que hacía, de los lugares adonde iba. No estoy diciendo que la agente fuera fisgona o desconfiada, es solo que siempre ha vivido de una manera pública, siempre a la vista de todos”, todo lo que hace debe parecer normal, adaptarse a patrones cotidianos, no llamar la atención. No puede contar con nadie, su hija la desprecia: “no pienso tener una vida como la tuya, si se puede llamar vida a casarse a los dieciocho, recién terminado el instituto, sin haber visto ni hecho nada. Sin aventuras, sin cambios. Supongo que ten gusta sentirte segura, pero yo no quiero sentirme así” “Cualquier cosa antes de ser como yo, pensó. Soy, sencillamente, un ejemplo horrible”

Se describe así situaciones psicológicas de una generación de mujeres americanas, que no habían accedido nunca al mercado laboral y la generación siguiente radicalmente rupturista, pero como se demuestra en la personalidad de Bee carente de experiencia en la vida y con juicios temerarios a la hora de valorar la entereza de una “simple ama de casa” :"Tu vida me parece horrible-dijo Bee”.
Las relaciones conflictivas familiares al parecer eran muy apreciadas por Holding, en Nido de arañas los personajes principales de la trama son miembros de una misma familia, también nos transmite los pensamientos del desequilibrado Malcolm, como ve a su familia a través de la bruma de los fármacos que se administra.

Lucia encontrará comprensión en Sibyl, la cocinera, una mujer de color que esconde una vida sin grandes expectativas pero cuyo silencio y complicidad es su único apoyo “No se inquiete señora. A veces, en esta vida, hay golpes de buena suerte. No se pierde nada por esperarlos”. Me ha recordado en algunos aspectos al personaje de Calpurnia en Matar un ruiseñor, como es tratada en la familia en una época de segregación racial.

Los intentos para solucionar el problema y ocultar la muerte de uno de los chantajistas se producen sobre la marcha, la dilación de la solución y al mismo tiempo los intentos de Lucía por encontrar el punto flaco de aquellos con los que tiene que tratar: “Lucia quería saber que clase de hombre tenía ante ella, para poder manejarle mejor”.

Martín Donnelly es otro personaje bien diseñado, perdido en su juventud por una serie de circunstancias ha llegado al mundo del hampa dejándose arrastrar. La vuelta de la guerra desequilibra aún más el interior del personaje. “y matar en la guerra no se considera pecado (…) en aquel entonces era muy joven y cuando veía a los alemanes muertos en el campo o en un bosque me preguntaba:¿Esto lo he hecho yo?. Y ahora cuando veo a los jóvenes partir….Tengo la sensación de que el mundo está gobernado por el diablo”. En Nido de arañas, el protagonista principal también estará herido por las vivencias de la guerra.
Entre estos dos personajes surge una relación de extraña compenetración. Donnelly parece dispuesto a saldar una deuda consigo mismo o con lo que pudiera haber sido….o simplemente surge el amor. Esa transformación también la vemos en la manera de mirar de Lucia: “tuvo la impresión de que ese hombre grande y robusto, que había vivido experiencias inimaginables, era una criatura infinitamente más sensible y frágil que ella” hasta tal punto que en un momento dado piensa “ni siquiera se sentía la señora Holley”.

Creo que la película de Max Ophus hace justicia a este momento de transformación tanto de Lucia como de Donnelly, tanto Joan Bennett como James Mason hacen un papel perfecto, y nunca me ha parecido Mason un galán tan atrayente como en este film.
La relación entre los dos es la que desata el desenlace del libro, el propio Donnelly casi nos adelanta el final cuando le dice “No hay nada en el mundo que no estuviera dispuesto a hacer por usted. Nada”. Pero esta entrega también ocurre en Lucía “se sentía rara (…) presa de una extraña soledad”. “No podré olvidarlo hasta que me muera”.

En la novela se dan datos de la vida en EEUU durante la guerra: las economías familiares, el cultivo del propio huerto, los cupones de racionamiento, los taxis que llevaban a varias personas en la misma dirección para el ahorro de combustible de cara el esfuerzo bélico. La vida cotidiana impregna sin que seamos conscientes toda la novela.



Asistimos en la narración al interior de los pensamientos de Lucia en primera persona y al mismo tiempo a la voz de un narrador exterior. La autora ofrece lo que a mí me parece un recurso narrativo muy efectivo para mantener la tensión del lector: lleva nuestra expectación al límite y a continuación introduce un retazo de cotidianidad que rompe el ritmo y que por su carácter trivial nos enfada como conocedores del sufrimiento interno de la protagonista. Esta sensación la consigue Ophüs siguiendo a Joan Bennet en todo momento, con planos largos, con escaleras que multiplican la ansiedad hasta los mismos niveles que sentimos en el libro.

La autora se muestra para la época notablemente avanzada, no solo ha metido a nuestra protagonista en una situación difícil, sino que la ha hecho evolucionar desde una mentalidad moral de clase media a posiciones mas comprometidas contrarias a lo que en principio pudiera pensar, casi en el papel de una “femme fatal” que no llega de todos modos a materializarse: “no importa cuantas mentiras tenga que decir”, “-Ni hablar. Tiene una oportunidad de salvarse y voy a asegurarme de que la aproveche”. Si bien la solución final va más acorde con la época y cada cosa queda donde tiene que estar. El director alemán en cambio escamotea el castigo del culpable con un falso final feliz, triste pero no tan duro como el final de la novela.

Los libros de Elisabeth Sanxay Holding son amenos, se leen con el suspense psicológico pegado a los talones. Es de agradecer el esfuerzo de Lumen por publicar a esta autora americana de la que faltan un buen montón de novelas y relatos que editar en nuestro país: The Innocent Mrs Duff, The Obstinate Murderer, Invencible Minnie, Dark Power….etc. La última publicación de Lumen es Miasma, no me la perderé.

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