Un escritor maldito: Rául Barón Biza - Julia Duce Gimeno



“La obra de arte es un medio gracias al cual el hombre exterioriza lo que es”. Hegel


Hay  escritores  ágrafos, sin obras. Así definían a Pepín Bello,    miembro de pleno derecho de la generación del 27,  inspirador  e inventor de juegos y palabras que el tiempo atribuyó al grupo o alguno de los otros.  Los hay que hacen de su vida una forma de vivir la literatura, y en los que sus libros  no importan tanto como ellos mismos y sus propias vidas.  El Diccionario de literatura para Esnobs de Fabrice Gaignault  recoge una buena colección de esos personajes en los que su mejor obra son ellos mismos.

A veces lo de  navegar por internet es como  desempolvar historias familiares en las que de repente descubres  joyas  desconocidas que brillan dejándote sin aliento.  Hace tiempo leí La literatura nazi en América,  de Roberto Bolaño,  uno de esos libros   que crean universos paralelos y que llevan a confundir los límites entre la realidad y la ficción. Hubiera deseado que alguno de esos sorprendentes escritores, salidos de la imaginación del genial Bolaño fueran realidad para buscar sus obras delirantes. Me llama lo raro  en literatura de vez en cuando, como a veces me llama lo más obvio.

 Baron Biza y Myriam Stefford en 1955
Y de repente, un extraño para  mí, cobró consistencia y uno de esos personajes se hizo real: llegué a descubrir su existencia  tirando del hilo de Aurora Venturini. Buscando información sobre la autora de esa novela que tanto me gustó, Las primas, me tropecé con una polémica apasionada a raíz de unas  declaraciones sobre un personaje también digno  del mito que parece,  la actriz  austríaca  Myriam Stefford  pseudónimo de Rosa Margarita Hoffman  y sobre todo descubrí al artista,  a su marido Raúl Barón Biza.


Y es que en Barón Biza todo es desmedido y apasionado. El hombre  irreal y exuberante,  vital, don Juan,  desequilibrado.  Subyugante en la distancia.  Pariente lejano del Che Guevara  por el lado de su hermana,  inspiró tangos, tal vez  una locura latente.  Tenia alma rebelde y genes suicidas que dejó en herencia.  Tal vez fuera asesino, al menos lo intentó, era antisemita, y  dice Emilio Fernández Cicco, que era en literatura el equivalente a Ed Wood en el cine,  “nunca, dicen, hubo en la literatura  otro igual; nunca hubo otro tan malo”, pero seguramente era mucho mejor de lo que se dice. 

Reconozco ante todo que no he leído nada de él, no sé si sus obras me habrían  llegado  o no, aunque es muy probable que me acerque a ellas, solo por curiosidad y tal vez me enganche como me pasa  con frecuencia con la literatura bizarra y  perversa, como una  aventura de la que no espero más que el  viaje hasta ella. Pero es   el hombre el que me retuvo, sus  provocaciones y giros inesperados, sus evidentes desequilibrios. ¿Cómo calificar  si no sus actos dignos casi de tragedia clásica o de un culebrón de principios de siglo? Su vida es ¡tan irreal, tan estéticamente absurda!  Como un traje cortado a medida para el mito.

Poco me importará entonces que sus escritos sean solo provocación o contengan una literatura sublimemente perversa, porque será  la imaginación de un hombre-obra de arte en sí mismo quien la creo...
La distancia y el encuentro en la niebla de la lejanía, me permiten acercarme solo a la estética de la figura  sin la fealdad de la realidad, que tal vez algún día tenga  la posibilidad de contrastar. Es simplemente una puerta que se abre. Creo que en el fondo,  muchos de nuestros mitos literarios se construyen así, a base de trazos aislados que no permiten ver un conjunto más prosaico, menos sugerente: Dominan  los rasgos más heróicos o más canallas, ocultando la cruda cotidianidad del  protagonista. 

Pregunte a un   conocido de Facebook  argentino,    muy ligado al mundo  de la cultura y  licenciado en Letras y me comentó que era una figura desconocida allí también, probablemente debido a su filiación política y a su radical activismo político. 

Raúl Barón Biza, nació  en Córdoba, Argentina,  en una familia  muy adinerada en 1899. Estudió en Estados Unidos, y  estuvo muy ligado a la política,  comprometido con  Hipólito Yrigoyen, líder radical, fue un hombre de negocios  exitoso  y un play boy  atractivo  y pasional. En Europa lleva un estilo de vida turbulento y bohemio entre  la cocaína y el alcohol, y en Viena conoció a  una joven actriz prometedora de 23 años: Myriam Stefford y al poco tiempo se  casaron en  la catedral de San Marcos de Venecia. De ella dice:


Era bonita, como un pecado de amor.

No tendría más de veinticuatro años, de cabellos blondos, de grandes y rasgados ojos grises; ojos con destellos de pecado y cocaína; ojos que tenían un algo de Satán y un algo de Dios, engarzados en profundas ojeras, pinceladas de insomnio, sobre la piel rosa-oro.
Boca pequeña, de labios pintados, tibios y húmedos, dejaban entrever al sonreír sus dientes pequeños y perlados... Boca de carmín, tenía ese rictus, embustero, delicioso y un poco canalla de todas las bocas nacidas para mentir y besar; labios de mujer, de boca cansada de besar.
 Las manos suaves, afiebradas y húmedas, pálidas y largas, manos de enferma, que ella cuidaba suntuosamente, como las basílicas bizantinas con berilos y caledonias que fulgían cual si fueran pupilas de gatos endemoniados. El escote atrevido, casi siempre exagerado, dejaba al descubierto el nacimiento de sus senos, ánforas de alabastro tibio, que se adivinaban macizos tras la tenue seda; senos de hembra, senos para besar y morder.
Vestía entre el polvo y los harapos del pueblo, con telas suntuosas: rojo cardenalicio, morados sombríos, negros bordados en oro... y sin embargo, su aspecto era el de una de esas heroínas de novela moderna; un poco romántica, un poco artificial, un poco perversa... que aman el éter, la nafta, el haschisch y las aberraciones de la gran Cleopatra.
Pero lo más divino era su cabello. Aquellos rizos que le enmarcaban las sienes en un nimbo de coquetería, de bertinismo artístico, de oro, enmadejado; cabellera encrespada, como olas magníficas y luminosas.
¿Qué escena de locura, placer o drama, qué ráfaga de dolor y tristeza, qué capricho o tragedia obligaron a aquella extranjera a llegar hasta mi pueblo?
Pueblo en desacuerdo con la naturaleza. Pueblo de enfermos, de mujeres pálidas, de hombres demacrados, que tosían como ladrando a una luna invisible, o a un rival imaginario.

Abandonó su  profesión para instalarse en Argentina  donde dicen que se paseaba por las calle de Buenos Aires con un leopardo amaestrado.   Sustituye la interpretación  por la aviación,   dos días antes de su primer aniversario de bodas a la muerte en un trágico accidente  mientras buscaba una gesta imposible. Como en  un culebrón,    Raúl  erige  de  obelisco de Alta Gracia en mitad del desierto, en el mismo sitio donde el avión,  un  monumento funerario con ecos faraónicos. Despropósito de  granito y mármol y en su  cripta junto a  los restos de su amada. Se dice que  provocó el accidente movido por los celos, tenía un amante y  había tenido  una misteriosa llamada de amenaza, el día anterior al accidente.  Dice la  leyenda  (y los testimonios de los presentes), que con ella entierra sus joyas, incluido un inmenso diamante,  el “Cruz del Sur”, sobre un suelo  minado para que nadie ose  acercarse y arrebatarle  su fúnebre ajuar funerario.   Esta relación es descrita por Aurora Venturini :

Vida breve la de esta criatura superada por las leyendas que suscitó. En realidad, la débil mujer se vió envuelta en un tipo de locura satánica, muy extraña, devenida del hombre que la arrancó de sus hábitos europeos trayéndola a un sitio inhóspito. Es posible que antes de inducirla a pilotear, este hombre, adelantándose a la catástrofe, hubiera maquinado in mente la construcción del monumento más alto de nuestro país, el monstruoso obelisco de Alta Gracia.


Inicia poco tiempo después una relación sentimental con  la hija de un importante político radical,  Clotilde Rosa Sabattini, con la que se casa cuando ella tenía 17 años en 1935.   Se trasladan a Suiza donde Clotilde  acabará sus estudios, y se convertirá en una figura importante en la pedagogía argentina. Mujer brillante  y tenaz tuvo ella también una brillante carrera política que eclipsó a la de su marido y tal  vez provocó el resentimiento además de muchos roces. El matrimonio fue perseguido por el peronismo,  Barón Biza siempre visceral  y con valores absolutos, ataco a Perón  y a su mujer con mucha agresividad,

Y así llegó el Anticristo. Aquél que terminaría incendiando los templos y dignificando su amante. No fue como el Maestro que perdonara a la Magdalena arrepentida, la cortesana que dejara sus joyas, palacios y amantes, para seguirle. Fue un pacto entre ella, con su rencor a los hombres y a la vida, y él, con su ambición de tiranuelo y una sonrisa dentífrica.

Podía también haber triunfado en las tablas. Pero el aplauso reducido de una sala, no satisfacía su ambición.
Añoraba el aullido de las masas que había escuchado en la Plaza de Venecia y en los estadios germanos. En el cuartel, había aprendido que los hombres marchan a la voz de orden. Había contemplado en la Italia del Duce cómo se enloquecían las muchedumbres, cómo se las llevaba al hambre y a la guerra con sólo presentarse con un disfraz o una camisa negra. Había estudiado, seguido paso a paso la vida del gran Hitler.
Clotilde Sabattini, cuando era presidenta del Consejo Nacional de Educación, en 1958

Tal vez eso explique el ostracismo al que aún se somete a  la figura  de escritor. Tenían tres hijos en una relación tormentosa de amor-odio en la que siempre estuvieron en medio la familia de ella. En 1964,  en una cita para tratar la separación legal,  Rául  arroja a su esposa un vaso con ácido clorhídrico, produciéndole unas enormes quemaduras y se suicida después. Lo enterraron bajo un olivo cerca del  monumento funerario de su primera mujer.  El escritor había tratado de suicidarse tres veces, y era  capaz de lo mejor y lo peor. Su generosidad es aún recordada por amigos que  están reivindicando su figura y su literatura. 

Tanto su segunda esposa como dos de sus hijos terminaron suicidándose también.




Había tenido una provocadora actividad literaria que le condujo a varios procesos por obscenidad.  No  es demasiado valorado y de su obra quedaba poco testimonio y rastros de gestos  epatantes: Su novela más conocida es  "El derecho de matar", novela pornográfica y filosófica. Prepara el libro revistiendo su encuadernación en plata, en  la portada  una calavera y una hoz con  ilustraciones art-decó de Teodoro Piotti.  Barón Biza envía un ejemplar al Papa, para burlarse de él y provocarlo. Y no es para menos en ella encontramos: incesto, necrofilia, lesbianismo, justificación para el asesinato,
El derecho de matar 3ª  edicion 


No fue un escritor prolífico,  y sus obras inencontrables en este momento  están siendo rescatadas por amigos  en un proceso de reivindicación de su figura. Del ensueño (1917), Alma y carne de mujer (1923), Risas, lágrimas y sedas (1924), Por qué me hice revolucionario (1932), El derecho de matar (1933-1935), Punto Final (1942), La gran mentira (1959), Todo estaba sucio (1963).  Tienen todo ese tinte provocador y maldito, encierran  la rabia y la impotencia, el resentimiento y la ira.

A  la obra de Raúl Barón Biza,  se le impone la leyenda.  Aún su figura se mueve entre las bambalinas de la historia de la literatura, pero seguro que dentro de nada  podremos acceder a su legado. 

Bibliográfia: 
Emilio Fernández Cicco (2007): Raúl Barón Biza, el exterminador. Bogotá, Revista Gatopardo Nº 21.
Christian Ferrer (2007): Barón Biza. El inmoralista. Buenos Aires: Sudamericana. ISBN 978-950-07-2792-1


Odiseo, más allá del mito - Sandra Municio López



¿Quién no ha oído hablar de Odiseo y de sus aventuras y desventuras? Todos conocemos  las hazañas de este héroe griego caracterizado por su astucia y su ingenio, pero ¿acaso es la Odisea el mero relato de su tortuoso regreso a Ítaca? Ciertamente no. Este sucinto escrito  expondrá la siguiente teoría: la Odisea como ese largo peregrinaje de un ser humano para recuperar su identidad y ser alguien en el mundo.  Para ello, se emplearán diversos pasajes de este poema homérico, con especial interés en el canto 9, para su demostración.  Este canto no sólo es importante por ser el comienzo de la historia del propio Odiseo narrada por él mismo, sino también  por contener elementos claves para la comprensión y articulación de este escrito. Antes de comenzar con el desarrollo del presente trabajo, se presentará la siguiente tríada de conceptos a modo de guía para una mayor aprehensión del mismo.  A saber: olvido- sueño- muerte. Estos tres conceptos son muy relevantes y están presentes a lo largo de todo el poema homérico, sobre ellos se articulará la problemática de la identidad y la ineludible necesidad de Odiseo por superarlos y volver a ser el que es.

El noveno canto presenta al primero de esos pueblos vinculados con la alteridad, con lo Otro, los lotófagos. Estos pacíficos seres preludian los peligros a los que se enfrentará este héroe griego. Al llegar a la isla de los lotófagos, Odiseo envía un pequeño grupo de hombres con el fin de averiguar quiénes habitan ahí y las costumbres que tienen. Sus compañeros no regresan, los habitantes de esta isla son pacíficos pero les ofrecen en un acto de hospitalidad un alimento cargado de fatalidad, el loto. Éste  produce el olvido no sólo de aquello de que les rodea sino también el olvido de sí mismo.  Con estas palabras lo describe Homero: “(…) El que ellos probaba su meloso dulzor, al instante perdía todo gusto de volver  y llegar  con noticias al suelo paterno;  sólo ansiaba quedarse entre los lotófagos, dando al olvido el regreso, y saciarse con flores de loto. Los conduje a las naves a la fuerza y en llanto; arrastrélos por la cala y, al fin, los dejé bien atados debajo de los bancos. Al punto ordenaba  a mis otros amigos que embarcaran aprisa en las rápidas naves, no fuese que comieran algunos la flor y olvidasen la patria.” [1] Olvido, peligrosa trampa cuyo final es la muerte. [2]

Después de esta primera etapa, Odiseo llega a la isla de los cíclopes. El enfrentamiento con el fiero Polifemo es muy importante, pues a partir de éste comienza el paulatino y progresivo borrado de su identidad. Como es sabido por todos, Odiseo vence a Polifemo empleando tres características propias del ser humano: el fuego, la agricultura y el lenguaje. Odiseo oculta su verdadera identidad presentándose bajo el nombre de “nadie”. Homero utiliza dos términos diferentes: el primero, es oudèn y el segundo es mêtis. Oudèn es el artículo indefinido griego y mêtis es un adverbio que significa “nadie”. Sin embargo, “mêtis”  también es el nombre “mêtis/-idos”. Éste significa “prudencia”, “astucia”, “ingenio”, todos ellos connotan la personalidad de este héroe griego. Éste se presentó a Polifemo como “mêtis”, y a través de este juego de palabras vence al fiero cíclope. La astucia de la razón supera la bestialidad. No obstante, Odiseo comete un error.  Su vanidad desvela su verdadera identidad. A partir de este momento, todo serán infortunios y desgracias. Poseidón le castigará [3] y estará durante un año sacro [4] vagando errante, superando múltiples trampas hasta el punto de quedar solo. Su identidad se irá diluyendo de forma progresiva, paradójicamente se irá convirtiendo de forma paulatina en “nadie”. Téngase en cuenta que los antiguos griegos  no conciben su yo interior, su identidad, como lo hace un hombre moderno. Un antiguo griego tiene conciencia del mundo exterior (objetos, animales, planetas…) pero no de su propia interioridad. La célebre máxima del Oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo” no invita a una meditación espiritual interna como se piensa. El conocimiento  interiorista comenzó con San Agustín, no en la Antigua Grecia. Actualmente muchos estudiosos e investigadores helenistas aseveran  que el yo de un griego está en relación con un otro que nos reconozca y dé una identidad. Es decir, nos conocemos a través de otros.  En palabras de J. P. Vernant: “el individuo se busca y se encuentra en el otro, en esos espejos que reflejan su imagen y que son para él cada alter ego, cada uno de sus parientes, hijos o amigos.” [5].  Este punto es muy importante porque esclarece el motivo de por qué Odiseo no sólo rechaza a la bella Calipso sino también la inmortalidad que ella misma le ofrece si acepta ser su esposo. “Calipso” deriva del verbo griego “kalyptô”, “ocultar”, por tanto, esta ninfa es la que oculta y se oculta.  Ella mantiene lejos de la mirada de dioses y hombres a Odiseo.  El no ser visible implica, el olvido y la desaparición del mundo de los vivos, incluso siendo inmortal estaría muerto en vida. Muy significativas son las palabras del poeta Píndaro acerca de los vencidos: “(…) ni al regreso junto a su madre, el dulce reír suscitó benevolencia en torno suyo. Por el contrario, por callejas, lejos de sus enemigos, andan a hurtadillas mordidos por el fracaso” (Pítica, 8, 83-87). En vez de disfrutar de la fama (kléos) del vencedor y de su condición de objeto de comparación, en su calidad de thaetós o ekrepês, “admirado” y “destacado”, el perdedor ha de sufrir ocultación y olvido.” [6] Odiseo si aceptase vivir junto a Calipso, perdería su kléos, su fama y su dignidad que le hace ser el que es. Dejaría de ser rey de Ítaca, ser esposo de Penélope, perdería su oikòs donde es amo y señor, nadie cantaría sus  hazañas porque reemplazaría ese ideal de “muerte bella” por una muerte anónima (incluso siendo inmortal) cayendo en el más profundo olvido y desapareciendo de la memoria colectiva. 



Kalpis (hidria) con figuras en rojo, procedentes de Pestum (sur de Italia), Último cuarto de siglo V A.C.
Nápoles, Museo Nazionale,Cat.2899


Téngase en cuenta cómo en Ítaca su identidad se encuentra en esta situación. Nadie sabe nada de él, es como la figura de un espectro. Su propio hijo, Telémaco, desearía  que hubiese muerto en Troya para al menos haber sido honrado y recordado entre todos. [7] Llegados a este punto es preciso señalar la importancia que tiene  la visión y el oído en relación con esta problemática. Los antiguos griegos, como se ha podido comprobar en este artículo, otorgan un gran papel a la visión. Tal es su relevancia que es equivalente de conocimiento.  Aquello que se conoce es lo que está presente, a la vista, por el contrario lo desconocido es lo oculto. Es más, el verbo theoreîn aplicado al conocimiento significa “visión”. Por tanto,  como acertadamente señala Charles Segal “el sujeto cognoscente se construye como alguien que ve; lo desconocido es también lo no visto, ya sea la oscuridad cubierta de niebla tras el sol poniente (Odisea, 10, 190; 11,13ss) o las profundidades del Hades bajo la tierra (Eurípides, Hipólito, 190 ss). Estar vivo es “ver la luz del sol”. La omisión y el olvido, lêthê, pertenecen a la oscuridad, donde la gloria o la fama se encuentra rodeada por un resplandor (aglaìa)”. [8]  No obstante,  no es suficiente ser visto y estar presente en el mundo, es absolutamente imprescindible una reciprocidad, un reconocimiento entre lo visto y el que lo ve. Por tanto, la identidad de un individuo se encuentra en esta misma dialéctica. Además de esto, en este juego del reconocimiento es necesario el oído para pervivir en la memoria colectiva. Los aedos  recitan aquello que es digno de ser cantado [9] para que perdure en el tiempo. Por tanto, como bien señala Segal, “el peor destino que puede acontecer a un hombre en Homero es morir aklêês, sin dejar la historia que podría preservar su memoria en una comunidad de hombres”.[10] Éste es el gran peligro al que Odiseo se ha estado encontrando hasta su regreso a Ítaca.  La parte del poema perteneciente a este punto es muy importante porque implica el reconocimiento de su comunidad para volver a ser aquel que es. A su llegada a Ítaca, nadie le reconoce, han pasado unos 20 años desde su marcha y su apariencia física no es la misma. ¿Cómo consigue recuperar ese reconocimiento de su comunidad? A través de hechos  y señales,  pràgmata, que connoten  el hombre “Odiseo”.  Por eso, en primer lugar, muestra su cicatriz a la sirvienta Euriclea porque, como señala Fenik, “(…)wants to be recognized and picks out the one person who will surely do it”[11] Euriclea, al ver la antigua cicatriz de su amo, le reconoce y le devuelve su identidad perdida.  Otros momentos de esta reciprocidad y del desvelamiento de la identidad de Odiseo ante su comunidad, oikòs, se encuentran en el episodio de la matanza de los pretendientes o en la correcta resolución del enigma del lecho de su esposa Penélope.

Por tanto, tal y como se ha expuesto, este poema homérico no es la simple narración fantástica de los viajes del  héroe Odiseo  hasta su regreso a Ítaca. Más bien, es el largo peregrinaje en el cual deberá superar múltiples trampas  y peligros procedentes de la alteridad, de lo Otro para recuperar su identidad y volver ser el que es.

Bibliografía:

Homero, “Odisea”, Ed. Gredos, Madrid, 2000
Vernant, J. P., “El individuo, la muerte y el amor en la Antigua Grecia”, Ed: Paidós, Barcelona, 2001
Vernant,J. P., “Ulises / Perseo. Breve conferencia sobre los heroes de la Antigüedad”, Ed. Paidós, Barcelona, 2010
Vernant, J. P., “La muerte en los ojos. Figuras del Otro en la antigua Grecia”, Ed. Gedisa, Barcelona, 2001
Vernant, J. P. (coord.), “El hombre griego”, Ed. Alianza, Madrid, 1991
Cabrera, Paloma y Olmos, Ricardo (Coords.), “Sobre la Odisea. Visiones desde el mito y la arqueología”, Ed. Polifemo, Madrid, 2003
Fenik, Bernard “Studies in the Odyssey” en Hermes-Einzelschriften, vol.30, 1974
Crane, GregoryCalypso: Backgrounds and conventions of the Odyssey”, Athenäum, Frankfurt, 1988
Wulff Alonso, Fernando, “Calipso y Odiseo: Diosas y hombres” en Baética. Estudios de Arte, Geografía e historia, 10, 1987, PP.247-259
Lessing, Erich “Las aventuras de Ulises. La Odisea de Homero narrada en imágenes”, Ed. Herder, Barcelona, 1970


[1] Homero, “Odisea”, canto IX, VV. 93-102, Ed. Gredos, Madrid, 2000, Pág.133
[2]  Como se verá más adelante, el olvido y la muerte se encuentran estrechamente relacionados, pues ambos aniquilan la identidad del individuo. 
[3] Es preciso matizar cierto detalle. Poseidón no le levanta el castigo, pero sí el resto de los dioses. En el primer canto del poema, Atenea insta a su padre Zeus su suspensión, no porque sea injusto, sino porque ese año sacro de pena está expirando. Recuérdense las palabras de la propia Atenea sobre la naturaleza de los infortunios de los hombres: “Es de ver cómo inculpan los hombres sin tregua a los dioses achacándonos todos sus males. Y son ellos mismos los que traen por sus propias locuras su exceso de penas”. Homero, “Odisea”, canto I, VV. 32-34, Ed. Gredos, Madrid, 2000, Pág.2
[4] Apolodoro menciona que las ofensas cometidas a los dioses se pagan a través de un año sacro de exilio, el equivalente a ocho años mortales. Justamente, los mismos años en los que Odiseo se encuentra  alejado de su querida  Ítaca (sin contar con el tiempo que estuvo en Troya). Odiseo no es el primer caso de este castigo, se encuentran otros ejemplos en  Cadmo y en Heracles.
[5] Vernant, J. P. “El individuo, la muerte y el amor en la Antigua Grecia”, Ed: Paidós, Barcelona, 2001, PP. 215-216.
[6] Segal, Ch. “El espectador y el oyente” en “El hombre griego” (coord. J. P. Vernant), Ed. Alianza, Madrid, 1991, Pág. 219
[7] Homero, “Odisea”, Canto I, VV. 230-248, Ed. Gredos, 2000, Madrid, PP. 8-9
[8] Segal, Ch. “El espectador y el oyente” en “El hombre griego” (coord. J. P. Vernant), Ed. Alianza, Madrid, 1991, Pág. 221
[9] La fama, klèos, deriva del verbo griego klýein, oír.
[10] Segal, Ch. “El espectador y el oyente” en “El hombre griego” (coord. J. P. Vernant), Ed. Alianza, Madrid, 1991, Pág. 215
[11] Fenik, Bernard “Studies in the Odyssey” en Hermes-Einzelschriften, vol.30, 1974, Pág. 43

El futuro del libro. Desayuno con Rosalina Díaz Valcárcel

Foto cedida: Europa Press

Un libro. ¿Qué es un libro? Un libro es algo que escribe uno, que lo edita otro, lo distribuyen algunos, lo prestan varios y lo venden muchos. Poner de acuerdo a todos esos sectores es una tarea ardua pero en este contexto de crisis y bajada de ventas de libro se hace necesario el diálogo. 

Ante esta situación, el próximo octubre se celebrarán unas jornadas de todos los implicados en el libro -libreros, editores, distribuidores e instituciones- para hablar de la situación del sector “y plantear todos los puntos de vistas sacando los problemas a la luz”, comentó Ramón Alba, miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Editores de Madrid (AEM). 

En un desayuno organizado en la nueva sede de la Asociación, Alba mencionó a los libreros –por la bajada de ventas- y a los bibliotecarios, por la congelación para adquirir novedades; como los más afectados por la crisis. Una crisis que según la presidenta de la AEM, Rosalina Díaz Valcárcel, se extiende al ebook ya que convertir un libro de papel a digital “es caro” y la inversión no sale rentable por “el insuficiente marco legal”. 

Una de sus principales preocupaciones es la piratería (descarga de libros por internet) y la falta de conciencia por parte de algunos lectores que se descargan los libros gratis sin preocuparse del daño que hacen al sector. “Es una cuestión de prioridades, unos ven caro comprar un periódico o un libro, mientras usan un iPhone 4S”, comentó la presidenta, quién mostró su decepción por la supresión del canon digital ya que “muchos consideran que al comprarse una tableta, la inversión hay que amortizarla descargándose libros gratis”. 

Además, ha señalado que mientras las ventas de tabletas electrónicas, desde las cuales se pueden leer libros digitales, "no paran de crecer", no sucede lo mismo con las ventas de "ebooks".

Los datos apuntan a que cada usuario de tableta electrónica se ha descargado "como mucho un libro digital o medio, lo cual es poco creíble", ha indicado Díaz Valcárcel, quien ha asegurado que también esperan que Bruselas equipare el IVA del libro electrónico, del 18 por ciento, al del papel, situado en el 4 por ciento.

¿Optimismo? Sin duda. El libro nunca desaparecerá porque siempre habrá gente con necesidad de leer y otros con la necesidad de escribir. La presidenta de los editores madrileños aseguró que “saldremos de esta” aunque para ello “haya que readaptarse”. Ya saben, renovarse o morir.

El mundo de Bombal - Camino Huarte








“Entonces él se inclina sobre mí y rodamos enlazados al hueco del lecho. Su cuerpo me cubre como una ola hirviente, me acaricia, me quema, me penetra, me envuelve, me arrastra desfallecida. A mi garganta sube algo así como un sollozo, y no sé por qué empiezo a quejarme, y dulce a mi cuerpo el cansancio infligido por la preciosa carga que pesa entre mis muslos”

La última niebla, María Luisa Bombal
María Luisa Bombal (1910-1980), nace en Viña del Mar, Chile,  en una familia de la alta sociedad chilena. Su vida, como su obra, esta rodeada de niebla, es misteriosa e inquietante. Con 9 años pierde a su padre y poco después se traslada a París donde acabará estudiando en la Sorbona. Allí tendrá sus primeros contactos con el mundo intelectual y vanguardista del momento y se empapa de literatura francesa: Rimbaud, Baudelaire, Verlaine.  En París, hasta que se enteraron en su casa, hace teatro y tiene como maestro a Charles Dullin. 
Su vuelta a Chile  en 1931 viene marcada por su enamoramiento de Eulogio Sánchez,  con él que tendrá una tormentosa relación. Al final él se olvida de ella y María Luisa, atormentada, intenta suicidarse sin éxito. En varias ocasiones Bombal dirá que Eulogio fue su amor, su gran amor, “Me arruinó la vida, pero nunca pude olvidarle”.  Tras este episodio se va a Buenos Aires para alejarse de esa pasión. Es acogida por su gran amigo Pablo Neruda. En Buenos Aires participa de una extensa actividad cultural, coincidiendo y forjando su amistad con personajes como Gabriela Mistral, que será una gran amiga,  Federico Garcia Lorca, Jorge Luis Borges de quien acabó siendo íntima, Norah Lange, Oliveiro Girondo, Victoria Ocampo que mas adelante sería su editora,  Alfonso Reyes o  Luigi Pirandello. Allí, en la cocina de Neruda, escribe su primera novela breve La última niebla (1934). 
En 1934 se casa con el pintor y decorador Jorge Larco.  Para Bombal el matrimonio es una meta. La unión con Larco es amistosa, él es homosexual, y su doble vida hace que María Luisa se sienta humillada. El matrimonio solo duró dos años. En 1935 regresa a Chile  donde escribe La amortajada (1938) y escribe para la película La casa del recuerdo (1937) del director Luis Saslavsky. Para el argumento Bombal se inspiró en el libro María de Jorge Isaac, una tragedia  romántica referente para Bombal. Ya está muy marcado el tema que se repite en toda su obra. De hecho cuando le preguntan que autor o libro le ha influido mas en sus escritos, Bombal responde que el escritor noruego Knut Hamsun y su obra Victoria , otra tragedia romántica, un continuo desencuentro. También reconoce influencias en la forma de Prosper Mérimée, de quien además hizo la tesis, Mauriac  y gran afinidad con Hans Christian Andersen, Selma Lagerlöff , Willa Cather, Rainer María Rilke y Teodor Stove
Un año después tendrá lugar un hecho que le condicionará la vida. El 21 de Enero de 1941, María Luisa se planta delante de la casa de Eulogio Sánchez, quien a penas la recuerda, y le descarga tres tiros. No le hiere de muerte. En estado catatónico Bombal es recluida, el herido la excluye de toda culpa y es declarada absuelta, pero María Luisa se ve abocada al exilio en Nueva York. Allí vivirá durante 30 años, se casará con el francés Rafael de Saint Phall y tendrá una hija, Brigitte, en 1944. Trabaja en el doblaje junto a Ramón Sender y Ciro Alegría y como publicista y traductora.  Conoce a Sherwood Anderson que además de amigo será su representante. Escribe en inglés House of Mist (1947), una adaptación y ampliación para el publico americano de La última niebla. Bombal trabajó en su traducción pero nunca llegó a traducirla al castellano, quizás porque ella misma no estaba muy orgullosa del libro, le parecía un remedo de la original que le habían exigido los editores americanos para hacerla mas extensa y que gustase al público americano. La Paramount le propuso adaptarla para el cine, tampoco llegó a realizarse. Recientemente, en el 2012, la editorial chilena Ediciones UC la ha editado en castellano. 
Tras la muerte de su marido, regresa a Chile donde muere, en Santiago, el 8 de Junio de 1980. Sus últimos años estuvieron marcados por su adicción al alcohol, sus constantes recaídas y un estado de melancolía y tristeza. Además de sentir su fracaso en el amor a lo largo de toda su vida, nunca pudo olvidar a Eulogio, se suma el hecho del distanciamiento con su hija y las penalidades económicas que pasa en algún momento. En su correspondencia de los últimos años se la ve deprimida, agobiada, sin saber bien que rumbo tomar, pero a veces consciente de que tiene que salir de esa apatía. De hecho habla en ellas de variados proyectos o escritos en los que está trabajando, pero ninguno llega a buen puerto. “Me siento muy triste, no ya tan deprimida, pero triste siempre. (...)Dice la Biblia que la tristeza es la gran tentación del maligno. Reza por mí. Te hablo en serio. Reza porque pueda terminar mi libro en estos próximos meses”. 
En su breve obra hay elementos que son constantes, casi parece que tenga un único tema. Hay unas dualidades a modo de antítesis que se van repitiendo en sus obras. El enfrentamiento entre lógica y misterio, razón y sentimiento, progreso técnico y naturaleza, hombre y mujer, realidad e irrealidad, la presencia de la muerte envolviéndolo todo y también, la sensualidad femenina, la búsqueda y la manera de sentir la pasión de la mujer. Pero el tema estrella es el amor, un amor trágico, fracasado, frustrado por la falta de entendimiento entre el hombre, materia gris, y la mujer, todo sentimiento y corazón. 
La obra de Bombal  tiene una continua lucha entre el hombre y la mujer. Una mujer que habla de sí misma y con la voz de una mujer. Demuestra una separación  profunda entre ambos. Hombre y mujer están condenados a la incomunicación y se encuentran condicionados por sus roles sociales, determinados por el poder del hombre. El hombre y su civilización acotan la identidad femenina. Sin embargo la mujer bombalina siempre está mirando al hombre, buscando a uno con quien poder realizarse libremente. Es recurrente la dicotomía entre hombre y mujer.  El hombre, la sociedad, quiere acotar a la Naturaleza (mujer) con su progreso y es una tensión continua en la que el hombre está imponiéndose. Hombre y mujer están condenados a la incomunicación y están sujetos a las formas sociales.  Pero la mujer no puede vivir sin él, busca su realización en él, con él. 
La Naturaleza para Bombal es un símbolo de la mujer.  Es una contraposición con el mundo masculino cerrado, estático, rígido. La Naturaleza, el fuego, el agua, la niebla, la viento,  es cambiante, está viva, es fértil y sobretodo es primigenia. Otro rasgo común en las mujeres bombalinas es su pelo. Todas ellas tienen unas melenas tupidas, largas, exuberantes. La cabellera de la mujer, asemejada con las enredaderas o las algas,  es símbolo de los orígenes, de la esencia del hombre antes de ser domado por al civilización, una civilización dirigida y ordenada por el hombre. Tiene un componente mágico y misterioso.  En su relato de Trenzas  desarrolla esta imagen hasta el punto de que la perdida de las trenzas, cortarse el cabello, se asemeja a la muerte, de la mujer y de la naturaleza. Todas sus protagonistas tienen una larga melena, en trenzas o suelta, y curiosamente, aunque se la corten, tras la muerte el pelo es algo que se dice sigue creciendo. 
En la obra de Bombal hay dos elementos que van unidos y contrapuestos, la lógica y el misterio. Sus escritos tienen todos un aura misteriosa de irrealidad que a veces hace que no se sepa bien si lo que se está leyendo es real o imaginado, al menos hasta que aparece claramente el elemento real. Este a veces no lo hace hasta el final, y entonces uno se da cuenta de que todo lo anterior era soñado, una fantasía, un escape. En este sentido, una vez mas, la lógica y lo racional, el orden establecido, serían la figura masculina, y la parte de fantasía, la ensoñación, la femenina. Sus mujeres se sirven de la fantasía, lo soñado, para evadirse de la realidad y ellas mismas a veces son casi irreales. Quizás en su relato Las islas nuevas (1939) y en La historia de María Griselda (1946) es donde sus mujeres son mas etéreas, no son de este mundo.  La propia autora dice: “Todo cuanto sea misterio me atrae. Yo creo que el mundo se olvida hasta qué punto vivimos apoyados en los desconocido. Hemos organizado una existencia lógica sobre un pozo de misterios. Hemos admitido desentendernos de los primordial de la vida, que es la muerte. Lo misterioso es para mí un mundo en el que me es grato entrar, aunque solo sea con el pensamiento y la imaginación”. 
Bombal se abre paso en el mundo de la literatura en un momento en que las mujeres están empezando a ser consideradas en el mundo de las artes. Y no solo es importante que sea una escritora, mujer, sino también el tratamiento que hace del tema de la mujer. La mirada de la mujer desde el punto de vista de una mujer. Hasta hora de las mujeres hablaban ellos. Ahora es una mujer latinoamericana la que se atreve a plasmar el acto sexual con la sensibilidad y la voz de una mujer. Es una visión femenina de la sexualidad en la que el placer de la mujer es resaltado, la mujer se autoexamina, su cuerpo, su pasión, es reconocida su sexualidad y su anhelo de placer. Deja de ser  solo un objeto de seducción o de disfrute masculino. 
Se codea con los vanguardismos y mas concretamente con el surrealismo.  De hecho su literatura a veces es calificada como tal.  Rompe con la tradición criollista. A mi parecer es incalificable, transgrede cualquier canon.  La mujer se convierte en la protagonista estrella en su obra, el interior de la mujer, su sentir, sus problemas dentro de una sociedad establecida en la cual no está a gusto, pero de la que no sabe bien como salir y desarrollar su identidad particular, sus anhelos, su pasión. El hombre es tratado de manera somera, son mostrados como figuras de poder y motivo de los conflictos de las mujeres protagonistas. 
Sin embargo tampoco hay que pensar en una autora y una producción de corte feminista al estilo de Victoria Ocampo. A la pregunta de si se considera precursora  de la temática de la mujer, ella responde: “No, antes está Inés Echeverría. Yo hablo de las cosas íntimas, reales e irreales; traduzco el fondo del sentimiento de la mujer que siempre gira alrededor del hombre. Ellos son los que mandan en mis libros y los que determinan nuestros sentimientos y problemas”. Y aquí una vez mas el enfrentamiento y la dependencia entre hombre y mujer, la mujer sin el hombre no sabe ser,  se ve condicionada por él y su vida gira entorno a él. De hecho sus protagonistas buscan en varios casos su realización como esposas, a través  del matrimonio, y si eso no funciona con amantes reales o imaginados.  También da importancia a la maternidad como realización femenina. Sus protagonistas buscan su identidad asociada a una relación sentimental y pasional con el hombre. Desde luego esta idea no tiene nada de feminista y está condicionada por la sociedad del momento. Por eso el valor de la mujer de Bombal hay que verlo en que escribe sobre su interior. Para Bombal el centro de toda su existencia es el amor, el amor hacia un hombre, es su destino.  En otra ocasión dice “No me importó para nada el feminismo. Sí leía mucho a Virginia Woolf, pero porque sus conceptos los hacía novelas y no daba sermones. Además, no sentía que la mujer estaba subordinada, me parece que cada uno siempre ha estado en su sitio, nada mas. A mi me interesaban las cosas personales, pasionales, el arte; el arte social no existía para mí. Porqué tenía pasión por lo personal, por lo íntimo, por el corazón, por la naturaleza y por el misterio.”. 
Puede sonar a tópico, pero en su obra Bombal pone mucho de sí misma. En La última niebla  y El árbol  (1931) la protagonista se casa con un hombre mayor, amigo de su padre, siendo mas una figura paterna que un marido. Y así, Bombal, también se caso con un hombre mayor, que le aportó estabilidad y cariño, con quien fue feliz, pero que  era mirado a veces también como sustituto de su padre, de quien era ella su preferida y a quién perdió pronto. Regina, la protagonista de El árbol, también es como Bombal, una niña diferente a sus hermanas, no le interesan las mismas cosas, no quiere aprender música, tampoco se le da bien, y se entretiene con otras cosas. Bombal ya de pequeña escribía poesías que un día en un enfado destruyó.  En su breve relato sobre Viña del Mar añora y se lamenta de que la cosas han cambiado en su ciudad de infancia. El progreso la ha transformado como transforma y agrede a la naturaleza en varios de sus escritos. También Bombal tuvo un amor único no correspondido, él se fue olvidando de ella, le dejó de responder las cartas y acabó casándose con otra. En La amortajada, a Ana María le pasa algo similar con Ricardo. Sus protagonistas tienen un corte de heroínas románticas,  para ellas los mas importante es el amor, pero las hace desdichadas y fracasan. Y para Bombal, lo dice en varias entrevistas, el amor es lo principal, es una necesidad, un destino. Aunque tampoco ella tuvo éxito en esa empresa.  

Por otro lado la relación de Bombal con la muerte es despreocupada, quizás influye sus creencias religiosas, ella se reconoce religiosa, creyente, se encomienda a Vírgenes y santos, pero no es de ir a misa, ella se entiende con Dios. . Pero en su vida la muerte está presente de un modo relajado, casi a veces parece que la espera con ilusión, habla con su muertos despreocupadamente. No le da miedo, tiene muchos muertos amigos. Así mismo, también  en La amortajada, la muerte se presenta como un tránsito liberador, prometedor, feliz. Con ella todo está bien, las cosas encajan y se ponen en su sitio. 
María Luisa y Borges
La producción de Bombal es escasa, unos pocos relatos y tres novelas breves. Sin embargo supuso un ruptura, una nueva escritura, tanto por el tema como por la forma.   El tan esperado Premio Nacional de Literatura, nunca llegó, aunque ella dice que no le  importaba. Pero grandes escritores como Carlos Fuentes, Neruda o Borges la llenan de halagos y la consideran “la madre de todos los escritores contemporáneos de nuestro tiempo”. Cargada de poesía su prosa envuelve. Crea mundos atemporales en los que se mezclan realidad, fantasía y ensoñación. En una ocasión Borges le comenta que la obra que está escribiendo, La amortajada, es una novela imposible de escribir porque mezcla lo realista y lo sobrenatural. Por suerte para nosotros, ella no le hizo caso.  Era una perfeccionista de la palabra y de la economía de las palabras. A la pregunta de que porqué no escribe mas, ella reconoce que le cuesta mucho escribir, que le supone un esfuerzo, pero que es lo único que sabe hacer.  Su obra es buscada, además de por breve, por la falta de ediciones, aunque en los últimos años ha sido mas reeditada.  Como anécdota una amiga le comenta a Bombal que ya es la tercera vez que le roban uno de sus libros de su biblioteca particular. Ha sido traducida a varios idiomas, ella misma tradujo sus obras al francés e inglés, pero muy bien tiene que estar hecha la traducción para recrear las atmósferas y sensaciones de los originales. 
En Enero de 2012 se estrenó  en Chile una película, Bombal, dirigida por Marcelo Ferrarri. La sinopsis de la película describe bien a María Luisa: Bombal narra la historia real de una de las mujeres más importantes de la literatura iberoamericana. Genial escritora y amante obsesiva, María Luisa Bombal, magnética y apasionada, logró por primera vez dar voz erótica literaria a la mujer. Una creadora cuya ceguera emocional la condujo a perder la razón y hacer de su propia vida una ficción completamente desmesurada, vengando con sangre las traiciones del amor.”



Bibliografía:


- BOMBAL, María Luisa. La historia de María Griselda,  Editorial Andrés Bello, 1994, Santiago de Chile.

- VIDAL, Hernán. María Luisa Bombal. La feminidad enajenada, Ed. Clásicos y Ensayos, 1976.

BOMBAL, María Luisa. La última niebla. La amortajada, Seix Barral, 1984, Madrid. 
- BOMBAL, María Luisa/GUERRA, Lucía. Obras completas, Ed. Andrés Bello, 2000, Santiago de Chile.

Ramona. Helen Hunt Jackson - MISTRAL




Helen Hunt Jackson fue una escritora estadounidense nacida en 1830. Activista y defensora de los derechos de los indios, se la conoce principalmente por su novela Ramona que ha sido publicada en España por Alfaguara en su colección Clásicos Modernos, con prólogo de José Martí (septiembre 1887).

Su incursion en la literatura fue a través de la poesía y del ensayo; en 1830 publicó Un siglo de deshonra, una exposición de la situación de los pueblos indígenas que no causó las consecuencias que ella deseaba, por eso pensó que una novela podría conseguirlo. Se ha equiparado a Ramona con la obra de Harriet Beecher Stowe, La cabaña del Tio Tom, y de hecho ella deseó que tuviese la misma repercusión y contribuyese a la causa del indio lo mismo que la obra de Stowe fue para los esclavos americanos.

Ramona fue publicada en 1884 tras el informe oficial que sobre el estado de la misión de California, Helen Hunt hizo para el Comisionado de Asuntos indígenas; de sus experiencias sobre la zona se basan algunos personajes y detalles del libro. Tuvo un éxito inmediato entre el público, y de ella se han hecho versiones cinematográficas e incluso series televisivas.

La razón por la que sesgadamente hago referencia a esta novela dentro del epígrafe "Latinoamérica" que ¡¡Ábrete Libro!! ha elegido para esta ocasión, es debido a que tanto la autora como el libro se centran en la situación y defensa del indio acogido en el territorio español que tras numerosos avatares pasaría a ser propiedad de Estados Unidos: la baja California, con sus misiones y sedes franciscanas, que quedarían bajo hegemonía estadounidense.

California fue parte del territorio mexicano hasta la guerra entre México y Estados Unidos de 1846-1848. Al término de la guerra, y como condición para la paz, la República Mexicana fue obligada a ceder territorio a Estados Unidos en el Tratado de Guadalupe-Hidalgo.

"Nunca el pueblo americano ha llegado a entender que la anexión de California no fue sólo una conquista sobre México, sino la conquista de California misma. No era lo más amargo perder la nacionalidad que se rendía con la comarca, sino ir perdiendo la comarca (...) es una maravilla que hubiese quedado un solo mexicano en el país"

"Cada día le era más desagradable la vida en California. Los métodos y tendencias, y los elementos mismos del carácter de los americanos, señores ya del valle, le eran odiosos. Sus éxitos vociferados, la muchedumbre de sus colonias, sus planes de establecimiento y mejoras, le repelían y exasperaban. Aquella pasión por el dinero y modo desatentado de gastarlo, aquellas colosales fortunas, que en una hora se levantaban y desaparecían en otra, se le figuraban a Felipe más propias de jugadores y bandidos que de caballeros. Los abominaba. La vida bajo su gobierno le llegó a ser insoportable (...). Cada vez se sentía más y más solo. Comenzó a sentir el deseo ardiente de vivir en México, aquel México que nunca había visto, y por el que suspiraba como desterrado. Allí al fin podría vivir entre hombres de su raza y condición"

Son muchas las cosas que llaman la atención de esta novela, si el tema de fondo es el trato al indio, no lo es menos el racismo que es la fuente de la que bebe. Este racismo no se encuentra sólo en el americano conquistador, aunque se manifieste de manera más violenta, sino que nace del mismo comportamiento de los hacendados de origen español. A este respecto el personaje de la señora Moreno es memorable. Mujer dura, acostumbrada a conseguir sus fines sabiendo mover a los demás con callada voluntad sin aparecer nunca como factor de la situación. Es ella la que desencadena el drama, la que revestida de falsa piedad oculta un orgullo indomable: "cualquier raza hubiera sido menos odiosa a la señora que los americanos. Los había despreciado desde que era niña".

Ramona es la mestiza, de recien nacida llega a la familia Moreno en virtud de una promesa. La descripción del frio comportamiento hacia aquella ahijada queda muy patente en la novela, haciendo hincapié en que es el origen de su nacimiento el que la hace odiosa a la señora de la casa que "no quería tratos con sangre mestiza".

Alejandro es el indio que desata el amor prohibido de Ramona. Felipe es el contrapunto cauto y racional, ocultamente enamorado, en una situación familiar que cada vez se torna más violenta hasta acabar con la huida de los amantes. Toda la primera parte del libro no sólo es un análisis de los caracteres, principalmente femeninos de las protagonistas, sino también lo que es la vida en una hacienda. El trabajo de los indios en la esquila, en el campo, dentro de la casa, las costumbres mejicanas, sus canciones, su manera de hablar. El lenguaje es en ocasiones muy barroco, hoy en día casi podríamos decir empalagoso, lo cuenta bonito, pero creo que transcribe bien lo que Helen Hunt debió conocer de primera mano en su trato con los indios californianos.

La segunda parte de la novela son las adversidades que ambos deben afrontar en su huida hacia adelante. Aquí es donde interviene la despiadada crítica de la autora al comportamiento norteamericano en la gestión de los poblados y tierras indias en donde hubo desafueros sin tino, principalmente por falta de supervisión, ambición desmedida, y el desmantelamiento de las misiones que amparaban a la comunidad india.

"-Pero todos no han de ser malos, Alejandro. Algunos habrá buenos ¿no?
-¿Donde están los buenos?-exclamó él con fiereza-.En mi pueblo, cuando sale un indio malo,  no hay quien lo mire ni lo tenga en honor: mi padre lo castigaba, el pueblo entero lo castigaba. Si hay americanos buenos, americanos que no matan y que no roban ¿cómo no vienen a castigar a estos que roban y matan?. ¿Y por qué hacen leyes con que robar? (...)Su ley se pone del lado del ladrón. No, Majela ése es un pueblo que roba. Eso es lo que son un pueblo que roba, y que mata, por dinero"

Son muchos los personajes que salen al camino de Ramona y Alejandro en su huida, algunos de ellos americanos muy humildes (tia Ri, Jeff Hyer), con la misma pobreza que los indios, aunque sin la servidumbre del racismo.

"-No me diga los americanos, señora Majela! ¡Americana soy yo, y Jeff Hyer es americano, y Jos! y pobres somos, pero quiero saber a quén le hemos sacado con engaño un peso"

Como toda novela que quiera movilizar la repulsa del lector hacia una situación injusta, y siguiendo los pasos de Harriet Beecher Stowe, el libro tiene su buena parte de tragedia, pero también es cierto que haciendo honor a sus inicios como escritora en los que se dedicó a la poesía (le unía una gran amistad con Emily Dickinson), Helen Hunt Jackson hace una descripcion muy bonita de los paisajes del sur de California, de un modo de vida indígena en convivencia con la naturaleza, llamado por desgracia a desaparecer.


Fotograma de la película protagonizada por Mary Pickford en 1910