Diseño portada: Isabel Palacio
Es la familia la base de la sociedad, o eso dicen al menos las gentes de orden. Cimientos sobre los que se asientan los esqueletos morales del individuo, hasta nos sirven de escusas que permiten justificaciones en conductas delictivas para los componentes de esas familias disfuncionales. Origen de infancias robadas, que producen seres perversos y sin moral. Centro del universo del individuo, referente ético, refugio de infancia, paraíso perdido. Eso es la familia tradicional que se apoya, se quiere, sus miembros dan la vida los unos por los otros y constituyen clanes de sangre que hacen frente a las adversidades y alegrías juntos.
Pero hay mucho detrás de esas maravillosas familias típicas, en las que padres e hijos constituyen un núcleo solido de fuerza emocional y apoyo incondicional. Detrás de ese “happy end” que cierra la puerta al cotilleo en los cuentos de hadas, en los que chico encuentra chica y comen perdices, de las novelas románticas que acaban en boda, empieza un camino que puede tomar miles de senderos diferentes y que los escritores han sabido cristalizar en historias no tan benévolas : costumbristas y nostálgicas, o perversas y perturbadoras, terribles, aterradoras o emotivas y sensibleras.
Historias de esfuerzo, de sacrificio, de solidaridad, de degeneración y taras genéticas, de infiernos cotidianos que son el fondo mucho más reales que esas visiones edulcoradas previsibles y que nos transmiten desde la cuna como el destino que nos aguarda sólido y seguro. Historias de aspiraciones vitales en el marco de lo socialmente correcto. Ese mismo concepto que impresiona nuestras conciencias, convierte en seres semimarginales a quienes rehúyen aceptar constituirse en células nucleares de sociedades trascentes y de mundos de color de caramelo, ejerciendo el sano derecho de la libertad de conciencia y a ser ellos mismos en soledad o en asociaciones diferentes y divergentes de lo esperado. Hay quienes reivindican su derecho a la soledad y rechazan los beneficios de la estabilidad emocional, y de convivir con rutina diaria, fuente de felicidad o de aburrimiento según el cristal con el que se mire.
Con diferentes voces y tonos pasaremos revista en esta entrega a algunas familias alteradas y veremos como a veces las tornas se vuelven y las apariencias engañan, como de la inestabilidad surge la vida y el equilibrio y las fachadas de tono pastel y césped recién cortado esconden infiernos insuperables.
Sagas familiares que transmiten generación tras generación tradiciones. Familias con voluntad de hacer algo diferente, que asesinan y delinquen juntos, padres que adoptan el rol de hijos e hijos que apenas superada la primera infancia cambian su papel con sus progenitores, madres celosas de la juventud y la sensualidad de sus hijas, hijos que cosechan los pecados de sus ancestros, y héroes que superan los demonios de su infancia. Y a veces solo a veces, familias ejemplares.
¡¡Retratos de familias!!
¡Qué buen tema! XD
ResponderEliminarLeeré lo que vayáis publicando sin pestañear.
El tema promete, desde luego. Buenísima introducción, Julia.
ResponderEliminar