Las uvas de la ira de John Steinbeck - hierbamora






"Si la miseria de nuestros pobres no es causada por las leyes de la naturaleza, sino por nuestras instituciones, cuán grande es nuestro pecado."

Charles Darwin




¿Por qué preguntas como la dignidad siguen cuestionándose?, ¿qué hace a un estado injusto, y por ende, a sus habitantes desgraciados?, ¿por qué normalizamos la degradación social a extremos de inmundicia?, ¿son los escombros que nos rodean síntomas del malestar que acampa a sus anchas?. Muchos considerarán a Steinbeck (1902-1968) un radical, -planfletario y oportunista-, que no entiende de grises, gamas o matices, y que explica el mundo en el que vivíó en categorías como blanco/negro, bueno/malo, rico/pobre. Estigmatizado como anticapitalista, y comunista por mostrar apoyo a los trabajadores pobres, el autor de Las uvas de la ira (escrita con 37 años, al final de la Gran Depresión1), y premio Nobel en 1962, ya sabía quiénes eran los culpables. Porque, ¿quién en su sano juicio no es crítico con un sistema socioeconómico que dice ser racional y que ha generado y genera numerosas desigualdades económicas y sociales? Pues, pasados ya 70 años desde la publicación del libro, ¿no es cierto que hay cosas que vuelven a repetirse?. En este sentido, la novela de Steinbeck, miembro relevante de la llamada generación perdida es de gran actualidad; en un sentido desgraciadamente cruel, pues nos recuerda lo que parece no cambiar. Una obra polémica y discutida, elogiada, prohibida y quemada. Un libro que arde en las entrañas: una verdadera arma arrojadiza, y de conciencia social. ¿Qué esconde sus palabras?

La novela describe las dificultades que atraviesan una familia de pobres granjeros blancos, los Joad, en el éxodo desde Oklahoma, donde son expulsados de sus tierras hasta California buscando mejores condiciones de vida, como la recolecta de la fruta. Y como de retratos de familia trata el presente número de la revista veámos de qué familia se trata.



Desde el principio de la historia se describen escenas de escasez, rabia e injusticia, pero un brillo alumbra los desolados y áridos días de esta familia: la cohesión. En palabras de uno de los hijos, Tom Joad: "Pero ahora sé que un hombre no sirve para nada si está solo". [Steinbeck, 2002: 600]. Saben o intuyen que no todo está perdido si se mantienen unidos, y aquí, el concepto de hombre, lejos de ser individualista, o egoista, es altamente altruista. Si tuviera que resumir el libro en un línea -horrenda labor-, sería acaso la historia del paso del "yo" al "nosotros", del poder potencial del hombre común si se convierte en "nosotros". Esta será la apuesta de Steinbeck: "El peligro está aquí, porque dos hombres no están tan solos ni tan perplejos como pueda estarlo uno. Y de este primer "nosotros" surge algo aún más peligroso: "tengo un poco de comida" más "yo no tengo ninguna". Si de este problema el resultado es "nosotros tenemos algo de comida", entonces el proceso está en marcha, el movimiento sigue una dirección". [Steinbeck, 2002: 219].

Decía León Tolstoi que "todas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas, lo son cada una a su manera" [Tolstoi, 1999: 11]. En Steinbeck la desgracia será común, y compartida por todas y cada una de las familias encontradas por la ruta 66. Todas las familias pobres se parecen entre sí. Las ricas son distintas, y quizás raras, valdría decir en este caso. La pobreza y la escasez tiene la peculiaridad de hacer a todos iguales, compañeros y hermanos. Da igual que la manta sea tuya o mía, si la necesitas, tómala. No podemos hablar sin más de un familia desgraciada y desestructurada (al estilo de las historias de Dickens), decadente (Los buddenbrook), o repercusoras de falsas morales (La casa de Bernarda Alba, o Madame Bovary), tampoco de familias carentes de escrúpulos (veáse El baile de Némirovski). Los Joad son una extensa familia, compuesta de tres generaciones, los abuelos, el matrimonio y seis hijos; y si bien ellos son los protagonistas, el significado de sus vidas sirve para reflejar las vicisitudes de las 300.000 familias más que en la década de los años 30 abandonaron Oklahoma en busca del sueño dorado californiano.

Un dato interesante en el proceso de creación de la novela: cuando John Steinbeck decide escribir sobre las difíciles condiciones de vida de los trabajadores agrícolas se marcha a vivir con una familia y con ellos viajará hasta California. Ello pone en evidencia que el autor de La perla (1947) y De ratones y hombres (1936), bebe directamente no tan sólo de su propia experiencia (fue recolector de fruta en su juventud), sino de los personajes y los casos reales que conoció.

Tampoco los protagonistas de Steinbeck simpatizarían con frases como la de Alejando Jodorowsky, "todos los problemas vienen de la familia". Pues precisamente la familia será el punto de partida, soporte, y salvación en todo momento. Quizá con un aire idílico, la familia en la novela, será la única solución para paliar el malestar. Pero tampoco es una familia feliz al uso, como puedo serlo La familia Trapp. Lo más interesante del concepto de familia en Steinbeck es que no es una estructura cerrada ni endogámica, tampoco patriarcal. Lo que empieza siendo una familia concreta, definida y jerárquica, acaba en algo esparcido y universal, fraternal. Porque si hay un sentimiento que recorre cada una de las páginas de esta magistral novela es el sentimiento universal de la fraternidad. De ahí que las críticas al concepto tradicional de familia no valgan, y queden huecas. Tampoco la crítica al patriarcado (recuerden Casa de muñecas de Ibsen) tan unidas al concepto tradicional de familia. Al principio la familia está muy organizada y se estructura de manera jerárquica: los hombres se agrupan en un círculo, se ponen de cuclillas, trazan figuras con un palo en el polvo del patio y deciden el futuro. Mientras, las mujeres, a cierta distancia agarrando de la mano a los niños, observan sin cesar el rostro de los varones. Al emprender el viaje "Padre y el tío ocupaban los sitios de honor junto al conductor, como correspondía a los jefes del clan" [Steinbeck, 2002: 138]. A lo largo del viaje veremos como este orden en la familia se empieza a alterar poco a poco, y en ocasiones las mujeres ocuparán el lugar junto al conductor, y el reparto del trabajo: "Hay demasiado trabajo como para dividirlo en trabajo para mujeres y para hombres" [Steinbeck, 2002: 157]. Además, conforme la situación económica se complica y sea crucial, las palabras de la madre, "ciudadela de la familia" (p.108) serán decisorias: "¿Qué nos queda en el mundo? Nada sino nosotros mismos, nada sino la familia. Partimos y el abuelo se fue derecho a la tumba. Y ahora, en un momento, queréis dividir a la familia...[....] "Lo único que tenemos de valor es la familia sin dividir" [Steinbeck, 2002: 245]. Por no hablar del protagonismo final y especial que se le otorgará a la hija, Rosasharn, (o Rose of Sharon), transmisora de esperanza, -la que han ido perdiendo por el camino-, conciencia y responsabilidad.

Respecto a la estructura de la novela, se intercalan episodios y diálogos de la famila Joad, con reflexiones sobre las condiciones de explotación. "Los campos eran fértiles y los hombres muertos de hambre avanzaban por los caminos. Los graneros estaban repletos y los niños de los pobres crecían raquíticos, mientras en sus costados se hinchaban las pústulas de la pelagra. Las compañias no sabían que la línea entre el hambre y la ira es muy delgada. Y el dinero que podía haberse empleado en jornales se destinó a gases venenosos, armas, agentes y espías, a listas negras e instrucción militar. En las carreteras la gente se movía como hormigas en busca de trabajo, de comida. Y la ira comenzó a fermentar" [Steinbeck, 2002: 400].

"Y las mujeres miraron a los hombres, los miraron para ver si al fin se derrumbarían. Las mujeres permanecieron calladas, de pie, mirando. Y en donde un grupo de hombres se juntaba, el miedo dejaba sus rostros y la furia ocupaba su lugar. Y las mujeres suspiraron de alivio porque sabían que todo iba bien, que esta vez tampoco se irían abajo; y que nunca lo harían en tanto que el miedo pudiera transformarse en ira" [Steinbeck, 2002: 623].


Steinbeck describía la obligación del escritor como "sacar a la luz los sueños oscuros y peligrosos de la humanidad con el propósito de mejorarlos". Ojalá en este sentido todos fuéramos escritores. Y Steinbeck formara para siempre parte de nosotros.


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1 Hay una serie de fotografías de la época, la mayoría de ellas de Dorothea Lange (1895-1960), recogidas en los reportajes de Steinbeck Los vagabundos de la cosecha, que plasman en imágenes ese éxodo sin precedentes: campamentos improvisados, camionetas destartaladas, grupos familiares y escenas cotidianas de un dramatismo fuera de lo común. La imagen de arriba titulada Madre emigrante se convirtió en símbolo de la Gran Depresión.



7 comentarios:

  1. Muy bueno el comentario, hierbamora, y qué recuerdos más gratos de la obra de Steinbeck me has despertado ;)

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  2. Aprovecho el magnífico artículo para hacer algunos comentarios sobre la foto "Madre emigrante".

    En 1936 Dorothea Lange viaja de camino a su casa cuando decide pararse en un campo de recogedores de guisantes para tomar algunas fotografías. Había pasado de largo inicialmente, pero decidió dar la vuelta guiada por su instinto de fotógrafa. Solo permaneció diez minutos en el campamento que allí había instalado. Se acercó a una mujer, Florence, viuda de 32 años y madre de seis hijos, que había vendido las ruedas del coche para comprar comida y habló con ella mientras tomaba fotografías. La mujer le contó que sobrevivían comiendo verduras heladas de los campos y los pájaros que cazaban los niños.

    Era una de las víctimas de la ola de paro que asoló Estados Unidos después del crack del 29 y la gran depresión.

    La foto se convirtió en el símbolo de los oprimidos y todavía hoy es una de las mejores fotografías de la historia.

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  4. Me alegra que los recuerdos te sean tan gratos, Diana. Para mí Steinbeck simboliza la dosis de utopía que todos necesitamos a diario. Gracias por comentar.

    Igualmente las gracias a José Cruz, por los comentarios a la foto, de la cuál no quise extenderme, pero que me apasionó conocer en su momento. "Tirar" de Steinbeck es abrirse a un mundo maravillosamente humano, y lleno de historias. Gracias por compartir.

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  5. Hola Hierbamora! Solo he leído de Steinbeck "La perla", pero ya tengo como asignatura pendiente leerme "Las uvas de la ira". El comentario es muy interesante y me ha gustado.Saludos.

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  6. Gracias Jesús por tu comentario. Espero que pronto leas el libro y comentes tus impresiones. Desde la primera hoja te quedarás petrificado, y no podrás dejarlo. Resalto en mi memoria el capítulo V con la metáfora del banco como un monstruo que no puede dejar de comer, de lo contrario muere. Saludos.

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  7. Terrible época en EEUU. Ahora la situación se da en Latinoamérica, la migración en masa, huyendo de la pobreza

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