Una novela Francesa. Frédéric Beigbeder - Camino Huarte



Todo el mundo piensa que a menudo he contado mi vida, cuando apenas acabo de comenzar. Me gustaría que se leyera este libro mío como si fuera el primero. No digo que reniegue de mis obras anteriores , al contrario, espero que un día se percibirá.... bla, bla, bla. Pero hasta aquí he descrito un hombre que no soy, el hombre que me habría gustado ser, el seductor arrogante que hacía fantasear al pijo reprimido que llevo dentro. Creía que la sinceridad era aburrida. Es la primera vez que he intentado liberar a alguien mucho más encerrado.

Esto es lo que dice Beigbeder en uno de los últimos capítulos del libro, después de todo un ejercicio reflexivo interior. No obstante, y aunque lo dice él, siempre queda la duda de si habla en serio o no, porque en varias ocasiones manda mensajes contradictorios o envueltos con tanta ironía y humor, que a veces cuesta tomarle en serio.  Con su estilo desenfadado, fluido,  y gran cantidad de frases lapidarias, nos presenta a su familia y como él es quien es por ella y su infancia. 

El autor en este libro, no solo recuerda su infancia y su familia, sino que aprovecha para criticarse a sí mismo, pero sin lamentaciones, ni intención de cambio.  La portada del libro es el retrato que en 1974, con 9 años, le pinta madame Ratel. Se siente observado, juzgado y despreciado por el niño del cuadro. El chiquillo angelical contempla su propia decadencia con turbación. Le mira con reproche. Es como El retrato de Dorian Grey, pero al revés.


 Pero si solo hablase de eso, quizás el libro no tendría mayor interés a no ser que se sea su fan número uno y se quiera saber todos los detalles, triviales o no, de su vida.  Aprovechando el repaso a su infancia, saca a colación diversos temas muy interesantes:  la familia como institución y germen formador, el estado, las drogas, el amor, la literatura, divorcio, ...etc. Pero sobretodo es reflexivo, se mira dentro, se humaniza y se asemeja al la gente común, eliminando los artificios o máscaras que se ha creado como personaje famoso y para el marketing de sus libros. Y quizás por eso, porque quien habla es un tipo normal, conecta enseguida con el lector, y consigue que se empatice con él.  En el fondo, el placer de la autobiografía es casi inverso del de la novela: lejos de de perderse en el universo del autor, el lector de una autobiografía no se olvida en ningún momento de sí mismo; se compara, se confronta, verifica, página tras página, su pertenencia a una humanidad común. 


 El prólogo a cargo de su amigo y también escritor, Michel Houellebecq, es una reseña perfecta de lo que es el libro, una reconstrucción de una historia familiar, la de Beigbeder, honesta. En él hay un momento en que dice : El niño no se reconoce en el adulto en quien se ha convertido. Y esto, probablemente, vuelve a ser verdad: el niño no es el padre del hombre. Existe el niño, existe el hombre, y entre ambos no hay ningún nexo. Es una idea triste, melancólica, pero que esta presente en el libro y de la que Beigbeder intenta escapar. Aunque no se quiera y se intente romper con el pasado, uno no puede desconectarse eternamente de sus raíces, Beigbeder lo recuerda varias veces.  No niega que la familia tenga que ver con su persona, pero entonces por otro lado ¿cómo pueden ser él y su hermano tan distintos con una infancia semejante?. Tiene una mirada un poco negra sobre la familia, aunque sin querer destila cariño o añoranza, pero la ve un poco negativa, mas como un lastre, incluso habla de alergia a la familia. ¿Para qué sirve la familia? Para separarse. La familia es el lugar de la no palabra. (...) La familia es una sucesión de obligaciones, una jauría de personas que te han conocido demasiado temprano, antes de que estuvieras terminado, y los mas viejos, sobre todo son los que están en mejor disposición para saber que todavía no lo estás.
 
   Una noche de fiesta, Beigbeder es detenido y enviado a prisión preventiva por consumir en la calle, en público, cocaína. Desde luego las medidas de aislamiento que toman con él y los dos días que pasa detenido parecen excesivos, y él también lo piensa, de hecho se lamenta y se angustia un poco exageradamente por ello. Pero como personaje público conocido quieren dar ejemplo con él. Es en el calabozo, aislado, sin poder dormir, sin poder parar de pensar,  donde empieza a hacer repaso a su pasado, a su infancia.  Asemeja su situación en la cárcel con la infancia: Los nostálgicos de la infancia son aquellos que añoran la época en la que se ocupaban de ellos. En el calabozo, le hacen todo y él nada, le desnudan, le visten, le dan de comer, .....De ahí que se acuerde de su infancia. 
Curiosamente lo primero que dice es que no tiene memoria de ella, que no se acuerda de su infancia.  Y  eso le angustia, porque no sabe si no se acuerda porque no hay nada que recordar o porque fue una pesadilla y olvidando esquiva el dolor. Ademas la memoria es traicionera, ya que deforma la realidad para hacerla mas o menos interesante, según convenga. Esta falta de memoria es una sensación bastante común: ¿cual es el primer recuerdo que tenemos?¿nos acordamos nosotros mismos o  es porqué nos lo han contado? o simplemente, no queremos recordar, a veces es mas fácil.  La amnesia es una mentira por omisión. A raíz del divorcio de sus padres y de las sucesivas parejas de los mismos, él y su hermano tienen también que amoldarse y aparentar que no hay problema para no disgustar o preocupar a sus padres. A esto achaca él su amnesia en gran parte, desarrolla la capacidad de olvido como estrategia de supervivencia.  Sin embargo, sí se acuerda,  en el calabozo y con la idea de escribirlo va recordando.
 
    Toda la novela tiene un aire nostálgico. Hace notar el paso rápido del tiempo y el cambio de las cosas y parece decir aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor. Sus padres aristócratas y burgueses, tenían un estilo de vida cómodo, lujoso, que hoy en día es difícil de sostener y no es bien mirado en muchos casos. Además, su madres con la separación pasa altibajos económicos y se ve obligada a trabajar como traductora de Harlequin . Estos cambios, lo que el llama el desclasamiento, son difíciles de digerir. ¿Como se las arregla uno para desembarazarse de una educación refinada, sin prejuicios, sin complejos,...?. Perdiendo la memoria. 
 
    Quizás cuando se lamenta sobre su encierro es cuando recuerda mas al Beigbeder  mediático. Sufre claustrofobia, llora, se angustia, se indigna, se enfada, incluso piensa en suicidarse. El mismo se da cuenta de que exagera, pero por otro lado quiere que le comprendamos. Se queja del sistema francés, de las condiciones de los calabozos, pero no inspira lástima y lo sabe. Tengo plena consciencia de que esta aventura es ridícula y que no soy mas que un niño mimado al que se le ha privado de su confort como castigo por sus excesos de hijo de papá rezagado. No desprecies mi sufrimiento: el confort ha sido la gran batalla de los franceses desde la Liberación. Eso que llamamos libertad era sobre todo una lucha por una vida más cómoda que la de las generaciones precedentes. Así pues, mi dolor no es tan despreciable (...) el confort es el único progreso del siglo XX. El confort es el abandono a través del sofá Knoll. En este trozo se ve su gran cinismo, pero el tema de la libertad, es recurrente.
   
   Beigbeder se descubre como un tipo común que ha construido una fachada pública a disposición del marketing. Pero en el fondo es bastante normal y por eso desde el principio conecta con el lector, se hace familiar, conocido, piensa cosas que todos pensamos en algún momento. Además,  nombra y saca del olvido, películas, música, libros, marcas de comida, juguetes o juegos que hacen recordar al lector y sentir afinidad con él de alguna manera.  El lector sentirá que tiene algo en común con el escritor, sin olvidar que él es francés. Películas como Mi nombre es nadie, El gendarme de Saint Tropez o El jardín de los Finzi-Contini, las comedias  de Mel Brooks, los westerns, Ben-Hur, los hermanos Marx o como no podía parar de llorar cuando vio Papillon. Los dibujos animados de Tom y Jerry, Bugs Bunny, el Correcaminos. En varias ocasiones hace alusión a canciones que recuerda y asocia con su pasado: Don’t sleep in the subway de Petula Clark, Oh Lori de Alessi Brothers, Dream a little dream of me de Mamas and the papas, los Beatles, Beach Boys, etc,.... Explica como grababa cintas, Basf, en casa de su padre para ponérselas a su madre, como nexo de unión entre ellos una vez divorciados. 

Mientras él está en la cárcel, a su hermano le conceden la Legión de Honor por ser un emprendedor capitalista. Beigbeder señala particularmente a su hermano como referente opuesto a lo que él es. Reconoce que la relación amor odio con su hermano le ha marcado, que le daba sentido a su vida: Me he construido por oposición a él. Sin Charles, no sé quién soy, es mi referencia. Un hermano mayor, mas guapo, mas listo y mas perfecto, al que todo le sale mejor. Pero quizás la forma de hacerse notar es hacer lo contrario. Y por eso mismo se acaba distanciando de él. 


 Un hecho clave en su vida es la separación y divorcio de sus padres, por él mismo , y porque lo compara con su propio divorcio e hija. Se conocieron en Guetaria, un flechazo, un amor a primera vista, pero caduco.  Como muchos, no quiere pensar demasiado en las relaciones físicas de sus padres, lo imagina algo mas espiritual, aséptico. Fue una separación silenciosa, un no-tema,  no les contaron la verdad, que su madre se había enamorado de otro.  Entonces su vida se dobla. Por un lado los días con su padre, un burgués que comienza una vida de soltero con fiestas y viajes, un ambiente indisciplinado, y por otro, la vida con su madre con  las rutinas, lo cotidiano. En esta comparación sale perdiendo su madre, la vida con su padre es mucho mas estimulante y divertida. A su madre le toca la parte aburrida. Pero además él tiene una sensación de culpa, como no se lo explican bien, para no hacerle daño, cree que se han separado por aburrimiento de ellos, porque la familia no les bastaba. Sus padres lo hacen para protegerles a ellos y así mismos. Y lo único que le enseñan con eso es a evitar el dolor, a no sufrir, a no afrontar sus emociones. Tienen miedo y además no se atreven a decirle la verdad, que su madre se ha enamorado, se lo ocultan. Queriendo proteger a sus hijos por amor, mis padres les enseñaron el arte de no comprometerse. A no manifestar su pena ni sus reproches. Me enseñaron a contener en mí cualquier dolor. Por amor, me enseñaron a desamar; queriendo protegernos, nos endurecieron. Y además, ellos, los hijos, se encuentran en medio de sus padres por lo que cuando están con uno u otro también tienen que tener cuidado de lo que dicen o muestran de su otra vida. 


 Periódicamente aparecen en los medios teorías sobre el divorcio y los hijos de divorciados o separados en las que se cantan las alabanzas de esta situación para los hijos. Beigbeder reconoce el egoísmo de los hijos, su tiranía, que no quieren que nada cambie y por supuesto, no quieren que sus padres se separen, pero desde luego con su experiencia no lo considera beneficioso para los hijos, y menos para su hija. Pero no se lamenta por ello, se considera enamoradizo, y de hecho sus separaciones son porque se enamora de otra, no lo oculta, aunque a su hija le parezca Barba Azul.


 Con el tiempo Beigbeder, se entera de que su padre también engañaba a su madre. Pero en cambio la avergonzada era solo su madre. Su padre se escuda en Schopenhauer y su teoría de que el adulterio en la mujer es contra natura, y en el hombre es perdonable. El propio Frédéric, con un gran sentido del ridículo, intenta usar el mismo argumento con sus parejas, hasta que se convence de que es un ADM (Argumento De Mierda). 


  Al estado sobreprotector, la biopolítica, también le da su ración de crítica, y muy acertada en mi opinión. Está en desacuerdo con una sociedad y un estado paternalista que quiere proteger a las personas de sí mismas, y mas en el país de la Libertad. Con ese sistema considera que las libertades han disminuido. Los últimos capítulos, con tono exaltado,  son un alegato a favor de la libertad individual frente al estado paternalista. Prefiero que mis placeres sean prohibidos. Y también vuelve a sus padres pero en esta ocasión, para hacerles en cierta manera justicia. Mi padre probó el sueño capitalista y mi madre probó la utopía feminista: fueron duramente castigados por haber querido ser libres. 


 También se ríe del chauvinismo francés.  Cuando habla de su  bisabuelo, Thibaud de Chasteigner, que luchó y murió en la batalla de Champaña por Francia, lo desmitifica y lo considera no ya un héroe sino un mártir suicida, asesinado por sus superiores por la patria. Este descendiente de los cruzados fue condenado a imitar a Jesucristo: a dar la vida por los demás. Desciendo de un valeroso caballero que fue crucificado en las alambradas de Champaña. Se ríe de los héroes de guerra mientras resalta a los héroes anónimos, como su abuela, que acogieron y escondieron a judíos, mientras Francia se entregaba porque era mas fácil o mas cómodo. A los españoles tampoco nos olvida, antes éramos solo mujeres de la limpieza, conserjes bigotudos, que contaminábamos los ríos. Ahora somos modernos, almodovarizados. 


 A lo largo de libro reflexiona varias veces sobre la literatura, el oficio de escritor y los lectores. Habla de la literatura como herramienta de recuperación de la memoria, para el escritor y para quien lo lee. La literatura se acuerda de lo que nosotros hemos olvidado: escribir es leer en uno mismo. La escritura reaviva el recuerdo. Desde pequeño escribe en libretas su vida, los viajes que hace con su padre, lo hace para después recordar los momentos efímeros. También ve en el ejercicio de escribir un libro una manera de decir cosas que no se atreve en persona o que no las ha dicho. Por ejemplo, a sus padres, con quienes piensa que ha sido injusto en algún momento de su vida. Así, aunque a lo largo del libro vuelve sobre ellos, reconociéndoles y criticándoles, hay una capítulo especial hacia el final, en el que hace un listado con las cosas que él piensa que tiene de uno y otro. 


 Pero mas interesante que su visión como escritor es la que tiene del lector y la literatura, además  él mismo ha sido en su infancia y adolescencia un ávido lector, y lo sigue siendo.  Lector de ciencia ficción, en la lectura de novelas encuentra un refugio, una manera de engañar a la realidad. Especialmente tras el divorcio de sus padres. Dentro de este género lee a Gallimard, Bradbury, Stevenson, Wells, Barjavel y su rubia frígida congelada. Destaca el libro de A. E. Van Vogt , Los No-A, los no-aristotélicos, donde un niño cree que su vida no es la verdadera. Después se pasa a la novela policiaca  con James Hadley Chase y Carter Brown. Guiado por su tío Denis,  llega a la conclusión de que lo importante de un libro no es el argumento, sino el autor,  quien nos habla. Lo que aporta la literatura es el escuchar una voz humana. Lee a Blondin, Celine, Rabelais,...., lo que él llama la derecha literaria. Goza alejándose del mundo, para él es casi como una droga. Parar de leer novelas exige mucha fuerza. Hay que tener ganas de vivir, de correr, de crecer. (...) Me interesé antes por los libros que por la vida. Desde entonces, no he cesado de utilizar la lectura como un medio para hacer desaparecer el tiempo, y la escritura como un medio para retenerlo. 


Playa de Cenitz, Guetaria.
 Crea un círculo completo con su pasado, su infancia, su presente y su hija, el futuro. Aunque no habla mucho de su hija directamente, es parte principal del libro. Casi parece que lo hubiera escrito para ella. Es su orgullo, su risa, su medicina.  Chloe le hace mirar su infancia con nostalgia y se da cuenta de que lo que ella vive hoy, él también lo ha vivido en un mundo diferente. El mirar atrás para ver quien es él hoy, también le hace mirar al futuro para ver como será su hija y para comprender que todo el amor de sus padres no le evitará tropezar con obstáculos. Uno de sus primeros recuerdos, el mas vivido y al que tiene un especial cariño es a sus tardes en la playa de Cénitz, en Guetaria, con su abuelo Pierre de Chasteignier, aprendiendo a hacer cabritillas en el agua. Hay un momento en que visita a este abuelo moribundo en el hospital que es conmovedor. Es significativo que solo relata la  muerte de ese abuelo.  Guetaria es un lugar importante en su vida, por su abuelo y porque allí sus padres se conocieron. El libro acaba con Frédéric      enseñándole a  su hija las cabritillas en el mismo sitio, cerrando el círculo. 
El autor se considera a sí mismo hedonista y materialista, tremendamente burgués y capitalista, todo lo que es placentero es obligatorio. En alguna ocasión se ha dicho que el autor hace apología de las drogas. No lo creo. Explica porque él lo hace o porque piensa  que la gente lo hace. Para él es una manera de engañar a la soledad. Con la cocaína consigue perder la memoria, vivir el presente, no recordar, no esperar, ni pasado, ni futuro. Una síntesis de nuestra época en la que lo que mas importa es el presente, vivirlo intensamente.

Fédéric Beigbeder, suena a nombre de filósofo, y desde luego filosofa y hace sentencia sobre muchas cosas en este libro, pero con un tono ácido, descreído, que le resta seriedad. Envuelve sus verdades con una prosa dinámica y divertida, llamativa y a veces irreverente, es un provocador con sentido del ridículo.  Pero no por ello lo que dice es menos real. 

4 comentarios:

  1. Creo que, leyendo este artículo, incluso los que no somos "fans" del autor podemos intrigarnos con esta novela. Además, por lo que dices, trata temas interesantes, independientemente de cuánto conozcamos su obra, y las citas que pones tienen buena pinta.
    No sé, esa idea del niño y el hombre, como si fueran distintos, y no una "conversión" o evolución, me ha gustado, por ejemplo. Si siembra muchas ideas así a lo largo del libro, tiene que ser una gran lectura para reflexionar y debatir (en grupo o con uno mismo).

    Me ha gustado mucho el artículo, y con toda esa reflexión sobre la familia, tal vez con una visión un poquito gris, creo que es una obra perfecta para este número de las familias ;)

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  2. Tati, no conocía al autor, pero estaba en la estantería de novedades de la biblioteca y me llamó.
    No hace falta conocer su obra para leerlo, aunque es posible que los que le hayan leído antes o le conozcan, se sorprendan. Habla, reflexiona, se posiciona y critica temas muy comunes. Personalmente he coincidido bastante con él, pero lo hace de una manera muy informal, ironizando, riéndose y ridiculizando a veces, lo que para leerlo está muy bien, es muy ameno, pero quizás le quita seriedad.

    Sí que la familia a veces la pinta gris, pero mas que a los particulares a la institución, pero va evolucionando y al final lo que hay es cariño y un poco de melancolía. Habla mucho de libertad, y creo que para él la familia se la quita un poco.

    Gracias, Tatiasha, un abrazo :).

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