Océano mar, de Alessandro Baricco - hierbamora



He traspasado la frontera azul de los límites del color. He emergido al blanco. Junto a mí, camaradas navegantes, naden en esta infinitud. ¡Naden! El mar libre y blanco, el infinito está ante ustedes. 
Kasimir Malevich


La verdad es siempre inhumana

Alessandro Baricco






Entre las pasiones de Alessandro Baricco (Turín, 1958) se encuentran la música, el cine, el mundo de Homero y los cuentos exóticos que le llevaron un día a crear un libro como Seda (1996), con el que se consagró a nivel mundial. Licenciado en Filosofía, y autor de novelas como Tierras de cristal (1991), City (1999), Homero, Ilíada (2006), y del monólogo teatral, Novecento: un monólogo (1994), compagina la escritura con otras actividades como lecturas públicas de sus textos acompañadas de actuaciones y música. Pero si algo supera todas sus aficiones es la enseñanza. Desde hace años es fundador de la “Scuola Holden”, (en honor al protagonista de El guardián en el centeno, de Salinger, uno de sus referentes), de la que han salido autores de best sellers como Paolo Giordano, con La soledad de los números primos. Con ello da impulso a lo que según sus propias palabras ha sido "el proyecto más excitante de toda mi vida". Además, y desde el 2010, junto con otros escritores italianos como Umberto Eco, Andrea Camilleri o Stefano Benni, anglosajones como Ali Smith, Dave Eggers o Yiyun Li, e incluso el Nobel Mario Vargas Llosa, se embarca en el proyecto de reescribir obras maestras que enganchen a los niños. “Son historias maravillosas que de pequeño no puedes leer. Y alguien tiene que contárselas”, dice.





Alessandro Baricco con sus alumnos en el curso de escritura impartido por él.

"Scuola Holden" fundada en Turín en 1994



Cierra los ojos, ¿lo oyes?. Cierra lo ojos, ¿sientes el rumor del oleaje?, ¿y ahora? La brisa transmite un húmedo ósculo y agujerea tu tibio cuerpo. El viento fresco y suave del mar sobre tu rostro, el mar, el mar...siempre el mar. Difícil hablar de una novela tan ¿evanescente?, ¿vaporosa?, ¿frágil?


Lo primero es mi nombre, Savigny...”


Había una vez un pintor que trataba de pintar los ojos al mar. “Una vez que se dibuja los ojos...[...] todo lo demás sale por sí mismo, es como si todos los demás elementos surgieran solos en torno a ese punto inicial, ni siquiera es necesario...[...] mirar al modelo, todo sale por sí mismo […] Pero lo fundamental es empezar por los ojos” (p. 78). El mar es calmo, y bravo; hay mares interiores, turbulentos y con olas. El aireo embriagador del mar como medicina y alivio para una chica enferma de profunda tristeza. ¿Puede la tristeza no ser insondable?, ¿ser tenue, leve, o sutil? Los ojos de Plasson, el insólito pintor, buscando otros ojos de naturaleza inexistente. Arduo ejercicio que se desvanece en cada una de la orillas del mundo. Pues, ¿tiene ojos el mar, o sea, principio, u origen? Atávica tarea filosófica desde los albores del tiempo. El remedio tan cerca, y a la vez, a tantos kilómetros y épocas. La enfermedad. Lo inaprensible. El vacío. Otra vez el mar. Elisewin, la chica sufriente. El excéntrico Plasson que pinta cuadros en blanco, y que “cuando hablaba, nunca terminaba una frase” (p. 76). Ann Deverìa, una aristócrata mujer que escapa, o que busca, lo mismo da, que camina por la orilla, una especie de reinsertada Madame Bovary o Lady Chatterley alejada del adulterio y la lujuria. ¡Son tantos los infructuosos intentos por un ápice de felicidad! Podríamos decir que Océano mar (1993) reúne a un cúmulo de personajes, ¿son 7?, ¿8?, ¿quién es el húesped de la séptima habitación?, ¿otro personaje? buceadores en busca de sentido. Una especie de pirandellos desnortados, o en extinción.


Lo primero es mi nombre, lo segundo esos ojos..”


Este libro es un viaje a un tiempo onírico, y a un lugar quimérico, casi ilusorio, al estilo de Castroforte del Baralla, nombre de la ciudad ficticia creada por Gonzalo Torrente Ballester, en su magistral novela La saga/fuga de J.B. Un lugar que en vez de extenderse en vertical y sobre el aire, ancla y echa raíces, imana a quien lo habita. Un sitio donde uno puede curarse de la realidad, voltearse por entero y vaciarse de uno mismo (¡siempre tan repetitivo!), donde todo horizonte es posible. "Ésta es la orilla del mar, padre Pluche. Ni tierra ni mar. Es un lugar que no existe". Una posada: Almayer. Y el mismo mar que la rodea, un espejo para todos. Alicia, allí, bien podría pasar por una niña normal y hasta lógica.

Títeres herméticos tras la posada Almayer. Y digo títeres, porque la fuerza y atracción de la primera parte ,-la novela se estructura en tres libros-, titulada “la posada Almayer” toma el gran protagonismo. Una zona mítica, un anti Comala, el maravilloso territorio imaginado por Rulfo, que en vez de estar “sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno”, flota sobre el agua. Extraño hospedaje. En este sentido me recuerda a la enigmática atmósfera de Trazo de tiza, la historieta de Miguelanxo Prado donde aparentemente nada pasa. Hay niños mágicos que danzan por las ventanas. Una habitación misteriosa al fondo del pasillo. Y Bartleboom, un profesor que escribe cartas, un Herzog reiventado, que busca en la palabra, al igual que Plasson con la imagen, lo que, quizá, no encuentran en la vida. Personajes erráticos, auténticos nómadas. Seres circulares.

Pero acerquémonos un poco más a la posada:

"Suspendida sobre la última cornisa del mundo, a un paso del fin del mar, la posada Almayer dejaba que la oscuridad, una noche más, enmudeciera poco a poco los colores de sus muros, y de la tierra toda, y del océano entero. Parecía -allí, tan solitaria-, como olvidada.

Así era la posada Almayer. Tenía la belleza de la que sólo los vencidos son capaces. Y la limpidez de las cosas débiles. Y la soledad, perfecta, de lo que se ha perdido".


Lo primero es mi nombre, lo segundo esos ojos, lo tercero un pensamiento..”


Hace muchos años, en medio de algún océano, una fragata de la marina francesa naufragó. 147 hombres intentaron salvarse subiendo a una enorme balsa y confiándose al mar. Un horror que duró días y días. Esto leemos en la contraportada.


Lo primero es mi nombre, lo segundo esos ojos, lo tercero un pensamiento, lo cuarto es la noche que se acerca...


El segundo libro, sencillamente, soberbio. Terrible. Hiriente. Inhumano. La cara indómita de la naturaleza. Y la otra cara nuestra, la máscara. El “homo homini lupus”. La escena de un naufragio que nos recuerda a La balsa de la medusa de Géricault, con esos hombres y mujeres abandonados cruelmente a su propia suerte, aferrándose a la vida. El mar es más que agua, es movimiento, fuerza, espíritu; en gran medida, es descrito como una entidad divina con voluntad propia. Como un dios que tiene el poder de la vida y de la muerte, provocar naufragios o tener una función terapéutica y curativa. Contada desde la desesperación de un narrador, -en un primer momento lo conocemos como jardinero-, que cree encontrar la esencia del océano mar: “Esta mar es un espejo. Aquí, en su viente, me he visto a mí mismo”. Inquietante.
"La balsa de la medusa" de Géricault (1819)

Lo primero es mi nombre, lo segundo esos ojos, lo tercero un pensamiento, lo cuarto es la noche que se acerca, lo quinto esos cuerpos destrozados,...”


Puede, y se debe cuestionar algunas irregularidades en la obra. No es una novela para leer desde el intelecto. De hecho, cualquier acercamiento explicativo requiere un acto de fe, el mar no se racionaliza, el mar es...su lectura es hipnótica para quien es capaz de leerla desde las entrañas, la emotividad o los sentidos. Abundan las sensaciones, las impresiones humeanas, la poesía, lo bello, la libertad sin más. Los personajes se camuflan entre sus propias apariencias, y hay una lucha constante con la “insoportable levedad del ser”, tan difícil, siempre, de asimilar. Personajes que buscan un lugar en el mundo, o un micromundo, que comparten con el mar las imprudencias, y ferocidades de este fantástico elemento de la naturaleza, el agua. Existe lo crudo y abrupto, lo eminentemente salvaje, como esa maravillosa y espeluznante (¿son compatibles ambos adjetivos?) travesía a la deriva por el mar descrita con la maestría de Baricco, sin contemplaciones, engaños o sucedáneos. Así que nunca catalogaría el libro de estilo naif, aunque en ella abunde la bondad, la frescura y algunos elementos mágicos. Siendo un libro singular, -atípico-, la unidad me resulta completa, original y equilibrada, no exacta (¡no todo son matemáticas!), y acoge con gran flexibilidad las formas y registros: poesía, prosa, juegos de palabras, aliteraciones, incluso una insólita oración procedente un carismático personaje, el padre Pluche. Alguien que "no decía nunca lo que debía decir. Se le ocurría antes otra cosa. Un momento antes. Pero era más que suficiente" (p.26). Al respecto de la gran variedad de técnicas, el mismo autor (y musicólogo) dice: “a cada historia debe corresponder una música particular”. En la contraportada también leemos que se puede leer como una historia de suspense, como un poema en prosa, un conte philosphique, una novela de aventuras. Totalmente de acuerdo.


Lo primero es mi nombre, lo segundo esos ojos, lo tercero un pensamiento, lo cuarto es la noche que se acerca, lo quinto esos cuerpos destrozados, y lo sexto es el hambre..”


Por otro lado, los personajes están poco trazados, son siluetas rotas, o escurridizas. Todos comparten un estado de indeterminación, cuestiones sin resolver, corroídos por alguna culpa, obsesión o venganza. La posada Almayer puede interpretarse como un purgatorio terrenal, una zona fuera del tiempo, donde quizá poder resolver conflictos y contradicciones. Para mí todo ello no es un error, sino más bien un acierto. Al igual que el mar, los personajes que habitan alrededor de ese elemento, son impenetrables, abismales, y crípticos. Creo que nuestra imaginación es una parte muy activa y rica en este libro, se despierta ante lo borroso, y difuso, que no necesariamente es oscuro ni negro. “El gris, en este caso, no es tristeza, sino equilibrio”, dice Alessandro. No hay ataduras de la lógica ni de la forma convencional, incluido un punto final. Si tuviera que asemejar Oceáno mar a un signo ortográfico este sería el de los puntos suspensivos. El libro baila en nuestras manos, resbala y salta, caótico como el mar. Novela rítmica y juguetona, inquieta y vital. Vaya, si lo es...en una palabra, una novela “vagarosa” (¡qué gana tenía de usar este adjetivo!), usando el término de mi admirado Italo Calvino en Si una noche de invierno un viajero.

¿Qué más deciros del libro? Que es mágico. Fascinante. Que aconsejo una y otra vez su lectura. Disfrutar del arrebato de locura y genialidad, -escrito a mi parecer en estado de gracia-, y de la musicalidad de las palabras. Siendo la segunda de sus novelas, y a pesar de no ser tan leída como otras, -Seda (1996) se ha traducido a diecisiete idiomas, y solo en España ya ha superado las 40 ediciones, con producción cinematográfica incluida-, esta novela experimental logra en 1993 el Premio “Viareggio” (Título original: “Oceano mare”).

Una joyita literaria. De gran simbolismo. Un imprescindible para mí. Océano mar puede llegar a ser un gran tesoro por encontrar. Ojalá este artículo sirva como brújula. Os deseo mucha suerte.


"La escritura está llena de libertad, de energía, es un oficio muy poderoso. Puedes hacer grandes cosas como escritor, confío en mi oficio de forma absoluta. Para mí, ser escritor es algo natural".

"[...] Porque escribir es un oficio solitario, demasiado solitario. Si no haces más que eso, te hundes en una soledad que perjudica gravemente la salud. Por eso hay muchos escritores que beben demasiado o son neuróticos. Se entiende que sea así, porque es un trabajo que desgasta".





Fuentes:
Baricco, Alesandro.; Océano mar. 6ª Edición. Barcelona, editorial Anagrama, 2008.








8 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu artículo, hierbamora, qué manera tan hermosa de hablar de un libro. Debe de ser muy especial para ti.

    De Baricco he leído varias novelas, pero lamento decir que esta aún la tengo pendiente. Tendré que ponerle remedio.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Precioso y poético artículo, hierbamora. Tengo que leer a Baricco ya, lo tengo pendiente desde hace mucho tiempo, pero siempre termino posponiéndolo. Gracias por acercarnos a su obra, queda apuntadísimo. Un abrazo. Eliena.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Eyre. Me alegro que te haya gustado. Un libro tierno, y a la vez, duro. Paradójico. Como la vida. Por eso me gusta tanto...

    ResponderEliminar
  4. Magnífico artículo! Felicidades.
    Baricco me gusta mucho y también recomendar su lectura a todos mis amigos. Y si lo leas en italiano, mejor todavía.
    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Gracias, Eliena. Si el artículo ha servido para acercarte un poco más a Baricco ha cumplido con creces mis expectativas. Y si, además, quieres soñar y sentir sumérgete de lleno en "Océano mar". Otro abrazo para ti.

    ResponderEliminar
  6. Gracias, Anónimo, por tus felicitaciones. Debe ser un doble o triple placer leer los libros en su idioma original, en este caso, en italiano. Quién sabe si un día...

    ResponderEliminar
  7. Muy buen artículo, Hierbamora.
    Seguro que habrás más de uno que, tras leerte, decida hospedarse unos días en la posada Almayer. Una estancia recomendable, sin duda.

    Jilguero

    ResponderEliminar
  8. Gracias por leerme, Jilguero. Un placer verte por aquí. :)

    ResponderEliminar

No hay comentarios