Retrato de Antonio Tabucchi por Jordi Berenguer Barrera |
El escritor italiano Antonio Tabucchi se hizo mundialmente famoso con su novela portuguesa del año 1994 Sostiene Pereira, donde se narra de manera magistral la toma de conciencia política de un ser anodino y casi anónimo. En cambio, poca gente conoce su novela muy italiana Tristano muere, publicada diez años después, en la que un héroe nacional va haciendo recuento de su pérdida de conciencia política y de los ideales que un día le hicieron echarse al monte a combatir. El detonante para escribir esta novela bien pudo haber sido el presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi, con sus declaraciones de 2001 en las que situaba a los soldados de Mussolini en el mismo plano moral que los luchadores de la resistencia antifascista, algo que Tabucchi criticó muy duramente:
«Me repele esta corrección de la historia que tantas veces se produce en una sociedad rica y cínica, totalmente insensible a las cuestiones morales. Creo que el fascismo es una gran herida histórica que todavía no ha sido curada».
Tristano, excombatiente de la resistencia que ha rechazado todos los honores que le han ofrecido por pura cuestión de integridad ideológica, es un Pereira de regreso y desencantado. Moribundo de gangrena, irá a saltos y trompicones haciendo la narración de su vida para el escritor al que ha llamado junto a su lecho de muerte y que no dirá ni una sola palabra en todo el libro, tan solo sabemos de su presencia por ese "usted" con el que el narrador Tristano se dirige a él. Y esta narración es la que vamos leyendo en un libro de ni siquiera doscientas páginas para una historia que bien habría podido dar para un novelón de mil quinientas. Pero la historia no llegará realmente a ser contada, al final Tristano le dice al escritor: de esta historia te contaré solo los detalles, lo prefiero, omitiré lo esencial, total, ya lo entenderás por tu cuenta...
Y así nos quedamos con las canciones, los paisajes, los pseudónimos, los colores, olores y sabores de algunos días de las vidas de unas personas de las que apenas sabremos nada. Entre sus delirios de morfina este Tristano (que ni siquiera se llama Tristano y que en tiempos más felices fue llamado Clark) va diciendo grandes verdades, y diciéndolas muy bien, tan bien como miente por momentos y mezcla fantasía y realidad. Pero como se afirma en algún lugar de la novela, también sus delirios son él mismo, mientras su vida y su mente deambulan de Rosamunda a Daphne y de Daphne a Rosamunda, las que fueron el amor profano y el amor divino de su vida. Y al final del libro el círculo se cierra y volvemos al principio, con Tristano que le regala al escritor la foto que quiere que aparezca en la portada del libro que tenemos en nuestras manos y de cuyo nacimiento hemos ido siendo testigos:
Quisiera hacerle otro regalo, ¿ve esa fotografía sobre el tocador? no, no la de la cómoda, la del tocador con espejo, junto a la campana de cristal, donde la péndula sigue moviendo sus manecillas, porque las manecillas avanzan incluso cuando nosotros nos detenemos, los relojes los hemos inventado nosotros, pero obedecen a otro amo... me refiero a esa del marco de ébano donde hay un hombre de espaldas que camina a orillas del mar... ¿ve esas casas del fondo?... en aquel pueblo vivía mi madre, mi padre está yendo a casarse, por eso va tan elegante aunque camine por la playa, después de la ceremonia se traerá a mi madre aquí, a esta casa donde nací yo y que pronto estará a la venta, cuando muera la Frau... Es una hermosa foto, se la regalo, póngala en la portada de su libro, no es Tristano pero lo es en cierto modo, dado que es su padre... Nos da la espalda como si nos dijera adiós, que es en el fondo lo que yo he estado haciendo durante todos estos días con usted , y lo que hago ahora por última vez...
Esa muerte de Tristano que se anuncia desde el principio en realidad empezó mucho antes de la gangrena, porque uno no se muere sólo por fuera, se muere sobre todo dentro. Eso es en el fondo lo que nos cuenta Tristano: cómo se fue muriendo por dentro, poco a poco, paso a paso, cuando el mundo por el que luchaba y la ideología que quiso defender con su vida demostraron no merecer tanto sacrificio. Si les gustó la toma de conciencia política de Pereira, la voz desencantada de Tristano tampoco les dejará indiferentes.
Muy interesante Carmen. Enhorabuena por el artículo.
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