La Literatura Marginal fue inicialmente
un género que integraba a diferentes escritores procedentes de la
periferia de las grandes ciudades brasileñas y que compartía como
nexo común la violencia extrema de las favelas, el narcotráfico y
las dificultades de las clases populares de los suburbios para salir
adelante. Todo ello enmarcado en un fuerte ambiente de corrupción y
desestructuración social. Esta breve aproximación al género, en el
que como en todos, no parecen sobrar creaciones oportunistas y cierta
polémica, tomará como referencia tres obras: Ciudad de Dios de
Paulo Lins, Manual práctico del odio de Ferréz e Infierno de
Patrícia Melo.
Como sucede con la mejor literatura de
género negro, la literatura marginal brasileña procede directamente
de la calle. Sus principales autores crecieron como testigos de la
violencia de las favelas, convivieron con víctimas y verdugos y se
vieron al borde de la exclusión social. En algunos casos, como el de
Paulo Lins, uno de los padres del género, nadando entre dos aguas, a
caballo entre el mundo de la marginalidad y el de la universidad, sin
acabar de sentirse integrado en ninguno de los dos mundos. Tras un
tiempo llevando una “doble vida” (ocultaba en la universidad su
origen favelado y en la favela sus estudios universitarios), Lins
obtuvo una beca de la Fundación Guggenheim para sacar adelante su
novela, que surge de su colaboración en la investigación
antropológica de Alba Zaluar, auténtica madrina de Lins y de su
novela.
Buena parte del auge de esta
literatura, que nos llega con cuentagotas a España, y generalmente
en ediciones de tiradas cortas y no demasiado cuidadas, señal de que
no ha despertado demasiado interés entre el público español, surge
del notable éxito que tuvo mundialmente la adaptación por parte de
Fernando Meirelles de la novela de Paulo Lins, Ciudad de Dios. La
obra de Lins es un inmenso catálogo de personajes y situaciones
extremas ambientado en los años '80, y en el que retrata la dureza
de la vida en la favela paulistana de Ciudad de dios, que da título
al libro. Paradójicamente, poco tienen que ver libro y novela:
mientras que la novela no ofrece un atisbo de esperanza, la película
se centra en la historia de crecimiento de un personaje tangencial
dentro de una novela coral: Busca Pé, el joven que aprende a usar una cámara fotográfica para huir de la favela, donde otros eligieron las armas, es el alter ego de un autor que
reconoce la existencia en la favela de muchos Busca Pés, a pesar de
la negatividad que rezuma la novela. Lins, que colaboró activamente
en el guión de la película, parecía interesado en mostrar algo de
luz tras la creación de una novela en extremo pesimista con respecto
a la realidad de la favela. No obstante, la obra va más allá de una
simple recopilación de elementos populares y violencia gratuita: el
autor explora en las razones de esta violencia mediante pequeñas
reflexiones que intercala en la narración, apuntando a la
desigualdad, a la injusticia social y la corrupción, que salpica a
todos los estamentos de la sociedad, hasta el punto de que policía y
delincuentes llegan a confundirse por métodos y objetivos. Lins ve
las causas de todo ello en una violencia estructural, de unos
estamentos que eluden su responsabilidad en el problema intentando
combatirlo (o no, según convenga), con los mismos métodos que
emplean los delincuentes, siendo estos con frecuencia mucho más
eficaces y competentes que aquellos en su desempeño.
Paulo Lins |
Similar al caso de Paulo Lins es el de
Ferréz en cuanto a que tiene su origen en la favela paulistana. Su
Manual práctico del odio se ambienta en una época más reciente en
el tiempo. Si Paulo Lins llega a tocar temas como la magia negra y
los Orishas, con la banda sonora de Raúl Seixas o Gilberto Gil,
Ferréz hace sonar a raperos norteamericanos y el porno “gonzo”
condiciona la vida sexual de alguno de sus protagonistas. En ambos
casos, la violencia es una constante: en el sexo, en las calles, en
las relaciones interpersonales... Sin embargo, y a pesar de que
Ferréz intenta dar una explicación a todo ese entorno, se queda
corto en su cometido: acaba justificando la actitud de los
delincuentes por el odio que genera la violencia estructural, por ese
sistema que despierta el deseo en los más pobres al tiempo que le
niega los medios para alcanzar el objeto de sus deseos.
Técnicamente, la novela de Ferréz y
la de Lins comparten ciertas características: el entorno de la
favela, la extrema violencia a veces injustificada, la marginalidad,
la coralidad de una novela rota en pequeños fragmentos que nos
ofrecen pinceladas de los diferentes personajes que van entrando y
saliendo a lo largo de la historia. En ambos casos, sus novelas están
llenas de crudeza, hasta el punto de que más de una escena puede
resultar insoportable, como el caso de alguna violación, o el
asesinato y tortura de un bebé, malos tratos o sexo trufado de
violencia y dominación. Sin embargo, Ferréz no llega a alcanzar el
dominio técnico de Lins, aunque su novela se hace más digerible por
su menor extensión, algo que quizás lastra un tanto a Ciudad de
Dios, que puede acabar resultando repetitiva por su extensión y ese
círculo vicioso del que no consigue salir la novela. Tal vez esta
fuera una de las razones del diferente enfoque de la película. No
obstante, Ferréz ha conseguido abanderar el Movimiento de la
Literatura Marginal, demostrando su oportunismo al adueñarse de una
etiqueta que los críticos habían colocado a un género surgido
recientemente y que sigue dando que hablar. Así justifica la
creación del Movimiento:
"la literatura siempre fue elitista y estuvo reservada para una clase. La literatura marginal es algo abierto donde todo el mundo puede escribir y leer. Esto abrió paso a que las personas escriban en las calles, en cárceles y orfanatos." (*)
Ferréz |
Ferréz, como todo buen sacerdote
autoerigido de cualquier movimiento cultural, parece arrogarse el
derecho a decidir quién está dentro y quién no. No hay Movimiento
literario sin polémica, y en su opinión, Patrícia Melo, la autora
de Infierno, quedaría fuera del mismo, argumentando la extracción
burguesa de la autora, que la deslegitimaría como perteneciente al
movimiento, junto con el folclorismo en el que, según Ferréz, cae
su obra. La propia Melo reconoce no haber pisado en su vida una
favela. Lo cierto es que hay cierta distancia entre la obra de
Patrícia Melo y la de Paulo Lins y el propio Ferréz: si estos
intentan indagar en las razones del odio y la desigualdad, Patrícia
Melo parece interesada simplemente en la violencia, llegando a caer
en situaciones sonrojantes, como la escena en la que narra, en dos
líneas, la desintoxicación al crack de un niño de la calle. Su
prosa, no obstante, posee mayor calidad que la de Ferréz, aunque
adopta estructura, temas y detalles de la novela marginal y que
comparten las obras de Lins y Ferréz. Aparentemente, Infierno no es
más que un intento oportunista de remedar el éxito de Ciudad de
Dios, quizás espoleada por la relación de Melo con el mundo
audiovisual. A pesar de todo, la novela tiene sus méritos: está
construida con eficacia, manteniéndonos en vilo hasta la última
página.
Como puede comprobarse, las tres
novelas tienen puntos comunes, dando la sensación de que tanto
Ferréz como Patrícia Melo intentan explotar un filón imitando el
modelo de éxito de Paulo Lins, no sólo en lo formal, en cuanto a la
estructura del libro, la coralidad, ambientación, escenarios y
personajes, sino incluso, como sucede en el caso de Ferréz,
utilizando su extracción favelada y marginal, llegando a acuñar el
nombre del movimiento y excluyendo del mismo, por su origen, a otros
autores que, por temática y estilo, sí podrían ser incluidos en el
mismo. Aunque Melo posee una mayor técnica literaria que Ferréz, la
fuerza y el verismo de los personajes de éste, así como su cercanía
con los mismos y sus tímidos intentos de buscar explicaciones, son
virtudes que hacen que su obra no desmerezca. En este sentido, la
obra de Paulo Lins conseguiría aunar las virtudes de ambos,
haciéndola destacar por méritos propios.
Patrícia Melo |
A pesar de que el género pueda
resultar atractivo para un lector de novela negra occidental por lo
exótico y lo crudo de sus tramas, la repetición de temas y formas,
pueden hacer que el género acabe resultando repetitivo. Aún así,
nunca está demás dejar de lado los asépticos crímenes de las
sociedades nórdicas (pulcras hasta para matar) y zambullirse de
lleno en la terrible realidad de esos mundos que padecen la
explotación de los poderosos, conocer el horror de manos de quien lo
sufre. Ese horror que las sociedades más ricas se resisten a ver y
del que probablemente no resulten tan inocentes como querrían
aparentar.
(*) Extraído de http://www.telam.com.ar/nota/27493/
Me quedo con la de Lin, Gabriel, ¡excelente artículo sobre esta temática/literatura tan interesante!
ResponderEliminarMe lo has puesto realmente complicado...
ResponderEliminarNo conocía este tipo de literatura, y aunque es verdad que no parece una cosa precisamente sencilla, y que no estoy segura de que me vaya a gustar, después de leer tu artículo, tengo que dejarlo en pendientes (y no en eternos pendientes!). Solo por ser tú, claro :P
Lo que me supone una tremenda dificultad es por cuál decidirme, pues ninguna parece fácil, y aunque Paulo Lins y Ferréz me llamen más la atención, por escribir "desde dentro" (aunque me generan un problema, Lins me atrae más, pero veo que me resultaría más fácil leer a Ferréz), leyendo este artículo me da la impresión de que tal es más fácil leer a Melo y ponerla primera en la lista, que además, a ella sí la "conocía".
¡Con lo que me gusta la buena novela negra y pensar que no conozco a ninguno de los tres autores que citas! Tendré que ponerle remedio de alguna forma, pero me está resultando complicado encontrar algo de cualquiera de los tres. Por tus comentarios deduzco que lo mejor sería leer directamente a Lins.
ResponderEliminarAunque en el fondo me da un poco de miedo ya que estamos tan acostumbrados a leer esa novela que tu calificas tan pulcra hasta para matar.
Me ha gustado mucho tu artículo y me llama la atención que entre ellos haya esa polémica según su extracción social que les hace estar dentro o fuera de este tipo de literatura.
Gracias Gabo, ya has conseguido que me pique la curiosidad y eso solo puede desembocar en una busca y captura de los autores tan bien citados por ti.
Andromeda, sin duda te recomendaría a Paulo Lins. Creo que es el autor que más te podría agradar :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Tatiasha, Gracias por tu mensaje. Te aseguro que ninguno de los tres autores son complicados de leer. La mayor dificultad que en mi opinión presenta la obra de Lins frente a la de Ferréz o Melo es que es un poco más larga, pero eso no debería de ser determinante para una buena lectora como tú :)
ResponderEliminarYo apostaría por Lins o Ferréz. En mi opinión, poco puede ofrecer Melo que no ofrezcan ellos.
Un abrazo ;)
Gracias, Sol. Mi apuesta es clara: si tuviera que elegir me decantaría por Paulo Lins, aunque Ferréz aporta una visión más actual de lo que es la vida en la favela, la novedad se reduce a pequeños detalles como los que señalo en el artículo: la música y los modelos estadounidenses en que se fijan los protagonistas: si en la obra de Lins el modelo son los forajidos de los western norteamericanos, en la de Ferréz la influencia es la de los raperos yankis. En lo demás, la vida y la violencia extrema no cambian en absoluto.
ResponderEliminarAbrazos :)