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Cuando oímos la
expresión "Este de Europa" nos retrotraemos a la infausta época en
que Europa se dividía en dos grandes bloques políticos, uno el de
la llamada Europa Occidental y el otro el de la Europa del Este u
oriental, al otro lado del llamado “Telón de acero”, expresión
acuñada por el exPrimer Ministro del Reino Unido Winston
Churchill después de la II ª Guerra Mundial. Ese aislamiento
del bloque europeo occidental del bloque oriental también alcanzó
al ámbito cultural. Rápidamente nos olvidamos de que Bucarest era
conocida en el período de entreguerras como “la pequeña París”,
que la católica Polonia siempre había sido un centro cultural de
primera magnitud, que Praga era la ciudad de Kafka y un gran
centro cultural donde Mozart estrenó su ópera Don
Giovanni, que Budapest rivalizaba con Viena a principios del
siglo XX como capital de la cultura de Austria-Hungría, y, en fin,
que “nuevas” literaturas habían surgido con la descomposión de
los tres grandes Imperios finiseculares (ruso, austro-húngaro y
turco), los cuales provocaron la aparición de nuevas naciones con
lengua propia, como ocurrió con los Estados bálticos (Estonia, Letonia y
Lituania) o los nuevos Estados surgidos en los Balcanes, y con ellos
la eclosión de sus literaturas.
Poco a poco los años han
ido pasando y, desde la caída del muro de Berlín en 1989, se ha ido
recuperando el contacto entre la Europa occidental y esa “otra
Europa” tan lejana, exótica y desconocida durante tanto tiempo, y
con esa recuperación hemos ido descubriendo la literatura de esos
países tan cercanos y tan lejanos al mismo tiempo, tan rica y
variada como lo son los países que integraban esa entelequia llamada
“Europa del Este”, que solo existía en un plano puramente
psicológico y político.
Dentro de ese bloque
encuadraríamos a la literatura polaca, tan rica y variada en sí
misma que a pesar de ser el polaco un idioma minoritario hablado en
un solo país, puede presumir de tener cinco Premios Nobel de
literatura, aunque uno de ellos sea en lengua yiddish. ¿Qué ciudad
puede presumir como lo hace Cracovia de haber tenido como vecinos a
dos poetas premios Nobel de literatura al mismo tiempo? Al pensar en
la literatura polaca resuenan los nombres, entre otros, de los poetas
Wislawa Szymborska, Czeslaw Milosz, y del poeta
cracoviense recientemente galardonado con el Premio Princesa de
Asturias de las Artes 2017 Adam Zagajewski, de clásicos como
Jan Potocki, Adam Mickiewicz, Henryk Sienkiewicz
o Boleslaw Prus, los escalofriantes e imprescindibles relatos
de Zofia Nakolwska, los escritos del malogrado y genial Bruno
Schulz, las ciencia ficción de Stanislaw Lem, la
fantasía heroica de Andrzej Sapkowski, el humor surrealista y
antitotalitario de Slawomir Mrozek, y tantos y tantos otros,
integrantes de una lista interminable.
En la literatura checa
tenemos una de las figuras más reconocibles de la literatura
mundial, la del soldado Svejk, creado por Jaroslav Hasek, que
es el equivalente checo a nuestro Quijote, cuya efigie, junto a la de
Kafka o la del Golem, está omnipresente en la ciudad de
Praga, la cual, además, es el lugar donde se desarrollan numerosas
obras literarias como Los cuentos de la Mala Strana de Jan
Neruda o Mendelssohn en el
tejado de Jirí Weil.
Sin pretender ser
exhaustivos, tenemos que reseñar autores tan importantes como el
albanés Ismaíl Kadaré, Premio Booker internacional y Premio
Príncipe de Asturias de las letras, los húngaros Magda Szabó,
Sandor Márai, Péter Stérhazy o el Premio Nobel de
literatura 2002 Imre Kertész, los rumanos Mircea Eliade,
el dramaturgo del absurdo Eugéne Ionesco y Émile Michel
Cioran, escritores de la antigua Yugoslavia como Danilo
Kis, y bálticos como el lituano de origen judío Icchokas
Meras, maestro de novelas cortas, como la magnífica Tablas
por segundos.
En fin, unas literaturas
que, como se puede observar, abarcan la mejor poesía, novela,
teatro, filosofía, periodismo, etc..., y toca todos los géneros,
desde la ciencia ficción al duro tema del Holocausto, por lo que os
invitamos a que descubráis, los que aún no lo hayáis hecho, estas otras literaturas europeas y, a los que ya las
conocéis, a que ampliéis vuestros conocimientos sobre ellas.
Muy buena introducción a esta literatura por lo general tan poco conocida. Yo sólo quería añadir que, en el caso del lituano, el idioma ya se encontraba eclipsado o relegado a lengua rural por el polaco antes de la formación de la Unión Soviética.
ResponderEliminarMe va a encantar este número :).