(Portada de la primera edición) |
Una de las obras más célebres entre la extensa producción literaria de Rudyard Kipling (1865-1936), autor angloindio galardonado con el Premio Nobel en 1907, es sin duda El libro de la selva, que ha hecho las delicias de varias generaciones de lectores desde que fue publicado por vez primera a finales del siglo XIX. El libro se compone en realidad de una colección de relatos sobre el reino animal que originariamente aparecieron de manera independiente en revistas durante los años 1893 y 1894 acompañados de ilustraciones de John Lockwood Kipling, padre de Rudyard. Fueron recopilados y publicados en formato libro en 1894.
Estos cuentos se asemejan en cierto sentido a las fábulas clásicas por su clara intención didáctica y moralizante. Los animales de Kipling conservan la apariencia y los movimientos característicos de sus especies respectivas, pero, al mismo tiempo, presentan determinados rasgos más propios de los seres humanos en lo que se refiere a su manera de pensar, expresarse y relacionarse, ofreciendo así una alegoría de la sociedad. En cada relato hay un personaje –unas veces animal, otras veces humano– que desempeña el papel de héroe, y otro que representa el rol de villano. Las historias suelen terminar con los últimos recibiendo un castigo ejemplar de gran contundencia, y es que la violencia es mostrada sin tapujos en estas páginas.
Estos cuentos se asemejan en cierto sentido a las fábulas clásicas por su clara intención didáctica y moralizante. Los animales de Kipling conservan la apariencia y los movimientos característicos de sus especies respectivas, pero, al mismo tiempo, presentan determinados rasgos más propios de los seres humanos en lo que se refiere a su manera de pensar, expresarse y relacionarse, ofreciendo así una alegoría de la sociedad. En cada relato hay un personaje –unas veces animal, otras veces humano– que desempeña el papel de héroe, y otro que representa el rol de villano. Las historias suelen terminar con los últimos recibiendo un castigo ejemplar de gran contundencia, y es que la violencia es mostrada sin tapujos en estas páginas.
De estas narraciones, las más conocidas son las aventuras de Mowgli, el niño criado entre lobos, cuya historia ha sido ampliamente difundida y popularizada a través de multitud de ediciones literarias –tanto en versiones íntegras como abreviadas o matizadas– y adaptaciones a la pantalla, siendo probablemente la más famosa la película de animación producida por los estudios Disney estrenada en 1967, una revisión suavizada del original de Kipling.
Kipling creó al personaje del niño-lobo inspirado en casos de niños salvajes y en la tradición oral. A lo largo de los relatos «Los hermanos de Mowgli», «La cacería de Kaa» y «Tigre, Tigre» asistimos a la evolución del pequeño durante diferentes etapas.
Todo comienza cuando un bebé es encontrado en la selva de Seeonee, en la India, por una pareja de lobos, que lo salvan de las garras de Shere Khan, un fiero tigre de Bengala. Los lobos deciden adoptar al niño y lo llevan ante el Consejo de la Manada, presidido por Akela. Según dicta la Ley de la Jungla, los lobos deben presentar a sus cachorros al resto de la comunidad, que se reúne una vez al mes en la Roca del Consejo, situada en la cima de una colina.
La asamblea en la Roca del Consejo |
El cachorro de hombre despierta desconfianza entre los miembros de la manada, pero interceden por él el viejo Baloo, un apacible oso pardo que enseña a los lobeznos la Ley de la Jungla, y Bagheera, una pantera negra nacida en cautividad que escapó de su jaula y se instaló en la selva, donde es respetada por todos. Sus argumentos resultan convincentes y consiguen que el bebé sea aceptado por la manada y criado por Padre Lobo y Madre Lobo, que le ponen por nombre Mowgli.
Bagheera y Baloo |
Pasan diez años y Mowgli crece bajo la protección de Bagheera y Baloo. Aprende a convivir en el entorno, la Ley de la Jungla y los distintos lenguajes con los que se comunican las especies. La Ley de la Jungla es un código que establece una serie de reglas por las que deben regirse los animales que habitan la selva. Es "como una liana gigante, ya que cae sobre las espaldas de todo el mundo, sin que nadie pueda zafarse".
La vida transcurre sin muchos sobresaltos para Mowgli hasta que Shere Khan regresa para reclamar a su presa y se produce un duro enfrentamiento en la Roca del Consejo. Tras estos acontecimientos, Mowgli se ve forzado a abandonar la manada y se dirige a un poblado, donde es acogido por una amable mujer llamada Messua.
En los meses siguientes, el niño trata de amoldarse a las costumbres de los hombres, pero tiene dificultades para adaptarse al nuevo entorno. Se siente atrapado entre dos mundos, sin pertenecer completamente ni a uno ni a otro. Es entonces cuando Shere Khan reaparece para vengarse y tiene lugar la confrontación final. Mowgli es expulsado del poblado acusado de brujería y regresa a la selva con sus amigos y sus hermanos lobos.
Mowgli en el poblado |
El libro se completa con otros cuatro relatos: «La foca blanca», «Rikki-Tikki-Tavi», «Toomai de los Elefantes» y «Los sirvientes de Su Majestad».
El narrador humano de «La foca blanca» afirma que esta historia le fue referida por el pájaro Limmershin, un reyezuelo invernal. Del mismo modo que vimos que existía la Ley de la Jungla, aquí se habla de las Reglas de la Playa, por las que se rigen las especies marinas.
En la isla de San Pablo, en el mar de Bering, la foca gris Gancho de Mar lucha con sus congéneres para conseguir el mejor alojamiento para sus crías. Su esposa Matkah da a luz a Kotick, que presenta una peculiaridad en su pelaje que lo distingue de los demás. Kotick crece y su madre le enseña a desenvolverse en el mar. Un día, Kotick presencia una matanza de focas a manos de los cazadores y decide emprender un largo viaje explorando el Pacífico en busca de una isla tranquila y segura donde los hombres no puedan atraparlas.
«Rikki-Tikki-Tavi», otro de los cuentos más populares de Kipling, tiene como protagonista a una mangosta cuyo nombre deriva de su grito de guerra rikk-tikk-tikki-tikki-tchk. Rikki es acogida por una familia británica que reside en el acantonamiento de Segowlee. Con la ayuda del pájaro sastre Darzee y de la rata Chuchundra, la astuta mangosta protegerá a la familia de los ataques de la serpiente Karait y de las cobras Nag y Nagaina.
Cabe destacar la doble lectura que puede suscitar este relato: si bien puede ser tomado simplemente como una aventura en la que una valiente mangosta se enfrenta a unas malvadas cobras, también puede interpretarse en sentido inverso considerando que los reptiles defienden su hábitat.
Cabe destacar la doble lectura que puede suscitar este relato: si bien puede ser tomado simplemente como una aventura en la que una valiente mangosta se enfrenta a unas malvadas cobras, también puede interpretarse en sentido inverso considerando que los reptiles defienden su hábitat.
Rikki-Tikki-Tavi |
«Toomai de los Elefantes». Toomai es un niño indígena de diez años que pertenece a una familia de cuatro generaciones de mahouts o cornacas (guías de elefantes). El muchacho tiene una conexión especial con los elefantes y éstos le conceden el privilegio de asistir a su legendaria danza; la hazaña del pequeño es reconocida y recompensada.
No obstante, el alma de esta historia es Kala Nag, un sexagenario elefante domesticado que ha servido durante cuarenta y siete años al gobierno indio. Es importante resaltar el papel tan significativo que estos paquidermos han tenido tradicionalmente en la cultura de la India. Tanto es así que, entre las deidades del panteón hinduista, podemos encontrar a Ganesha, un dios con cuerpo de hombre y cabeza de elefante. Animal en ocasiones reverenciado, en ocasiones utilizado, los elefantes han sido amaestrados desde hace siglos para realizar diversas tareas. No se puede soslayar el hecho de que el elefante asiático se halla actualmente en peligro de extinción a causa de la alteración de su hábitat natural.
No obstante, el alma de esta historia es Kala Nag, un sexagenario elefante domesticado que ha servido durante cuarenta y siete años al gobierno indio. Es importante resaltar el papel tan significativo que estos paquidermos han tenido tradicionalmente en la cultura de la India. Tanto es así que, entre las deidades del panteón hinduista, podemos encontrar a Ganesha, un dios con cuerpo de hombre y cabeza de elefante. Animal en ocasiones reverenciado, en ocasiones utilizado, los elefantes han sido amaestrados desde hace siglos para realizar diversas tareas. No se puede soslayar el hecho de que el elefante asiático se halla actualmente en peligro de extinción a causa de la alteración de su hábitat natural.
Los elefantes y los mahouts |
En el último relato, «Los sirvientes de Su Majestad», un regimiento formado por treinta mil hombres y miles de caballos, elefantes, camellos, bueyes y mulas permanece apostado en Rawalpindi esperando a que el virrey de la India y el emir de Afganistán acudan a pasarles revista. Durante la noche es frecuente que las bestias escapen, provocando un ligero caos en el campamento. La víspera de la visita de las autoridades, se produce una gran estampida. Lo que sucede a continuación es un simpático diálogo entre los animales, en el que intercambian experiencias y opiniones sobre los humanos.
La estampida en el campamento |
En 1895 se publicó El segundo libro de la selva, otra colección de historias. Las aventuras de Mowgli continúan en «Cómo llegó el miedo», «La selva invasora», «El ankus rey», «Los perros jaros» y «Correteos primaverales». Con estos relatos se completa un ciclo.
Kipling escribió sus dos Libros de la selva durante el apogeo del imperialismo británico y su controvertida defensa del colonialismo continúa siendo objeto de debate. Los ejemplos más evidentes podemos observarlos en «Los sirvientes de Su Majestad» y «Rikki-Tikki-Tavi». En cualquier caso, en este número dedicado a los animales en la literatura no nos detendremos en esas cuestiones, sino en la representación del mundo animal y en la complejidad de las relaciones entre los seres humanos y las demás criaturas.
En el prefacio del primer libro Kipling se presenta humildemente como un recopilador de historias que reconoce su deuda con los especialistas. En un entrañable guiño, agradece a varios animales su generosidad al transmitirle valiosas informaciones con las que poder desarrollar estas narraciones.
La intervención del ser humano en el medio natural genera a veces conflictos. El hombre en estos relatos es visto en ocasiones como una amenaza que pone en peligro el equilibrio en la naturaleza debido a su desmedido afán de explotación del hábitat y a la caza indiscriminada.
En otras ocasiones, los humanos son cuidadores; en otras, compañeros. Volviendo a Mowgli, el vínculo que establece el cachorro humano con los animales que lo acogen es inicialmente de camaradería: son sus hermanos. Sin embargo, a medida que el niño crece la relación se torna menos igualitaria y Mowgli es contemplado por sus compañeros con una mezcla de cariño, temor y respeto.
Ya casi en la edad adulta, Mowgli se sume en una profunda melancolía al sentirse desplazado en la selva. Sus camaradas más fieles y queridos envejecen y el joven nota un desgarro, puesto que ya no encuentra su lugar en la jungla. Termina regresando con los hombres e iniciando una nueva etapa, cumpliendo así el destino que le auguraban sus amigos animales de que un día habría de volver con sus semejantes.
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