La humanidad es una mona que se viste de seda, pero ya se sabe que...¡mona se queda!
En la madrugada del 5 de junio de 2005, mientras dormía plácidamente, un infarto se llevó la vida de mi padre, el aún joven antropólogo, profesor y escritor José Antonio Jáuregui. Entre sus últimos papeles se encontraba el manuscrito de este libro.
Imagínate que te has despertado y no en tu cama; tampoco en cualquier otra. De hecho ni siquiera estás en un cuarto, sino a la intemperie. La oscuridad es total, pero no plana. Hay hojas, tierra, graznidos, chirridos, voces no humanas, un calor asfixiante y húmedo,...¿continúo? Sí, estás en plena jungla tropical. Eres una persona desnuda, sin “estos disfraces físicos y lingüísticos de los humanos” como la vestimenta, no siempre signo de civilización y decoro. No sé si ya eres consciente de estar en una pesadilla, -¿lo estás?-, pero por si eres, además, de los que disfrutas de toda experiencia sensitiva que te ofrece la vida, aquí va otra: algo viscoso y con muchas patitas, -demasiadas-, sube por tu pierna.
“Te despiertas, pero no en tu cama”. Así comienza esta fábula entrañable y original, aunque haya precedentes en la ya célebre Rebelión en la granja de Orwell y otros autores que han dado voz a los animales como Kipling, London, White y Adams. Los animales tienen la palabra. A bote pronto, Soseki, Savage y Cortázar han dado a luz, literariamente, a criaturas animales que, también, tiene voz. Me refiero a las obras Soy un gato, Firmin o el cuento "Discurso del oso". En los protagonistas de esas historias, -gato, ratón y oso-, todavía hay cierta compasión hacia el humano. Hay ternura e inocencia, cierto grado de empatía. Tratan de entendernos, hay una disección de nuestras razones. En cambio, esta emocionante odisea a los infiernos más bestiales e inhumanos, es áspera, rezuma verdad (y por ende, dolor); es un ajuste de cuentas. Se te juzga, a ti, HUMANO, de cometer múltiples crímenes y aberraciones al reino animal.
A nosotros no nos separan como a Peter el Rojo, el mono enjaulado del cuento de Kafka escrito en 1917 "Informe para una academia", cinco años de simiedad. Pero, ¿se te olvidó, acaso, tu simiesca vida anterior? Parece que sí. Y por eso se te juzga, a ti, HUMANO, por desmemoriado, que diría Borges, por "animal" depravado, agresivo, inculto y despreciable. Un homo ludens (Huizinga, 1938) inmerso en lo superfluo, entusiasmado por el dinero, desnortado. Según Jáuregui, el autor del libro, el ser humano es un animal "jugador" que compite como individuo y como miembro de distintos grupos, cuyo juego fundamental es el territorial. "La ley del juego es cruel por naturaleza", dice. El "sentimiento tribal" impulsa al individuo a trabajar, crear y luchar por su sociedad territorial, incluso hasta el punto de sacrificar su vida por ella. Todo estas tesis pueden leerse en Las reglas del juego (1977).
La diferencia de este libro con otras lecturas como los anteriores estriba en su potente contenido. Camuflado bajo un delicioso y didáctico libro, -muy aconsejable para leer entre los más jóvenes o en las aulas-, sencillo y, conmovedor, la (¿novela?) es una profunda y divertida sátira de la relación del ser humano con los demás animales del planeta. Escrito acertadamente en segunda persona, el TÚ asume connotaciones de culpa; se conforma en una especie de basurero donde todas las criaturas escupirán sus cuitas. Y no puedes marcharte. Estás ahí. Delante de todos. Y tienen mucho que decirte. "Yo, mono libre acepté mi yugo", reproduces, ahora, las palabras de Peter el Rojo. Perono te apures. Todavía hay salida. No te he dicho lo crucial: estás en pleno juicio, y según dictamina la ley todos tenemos derecho a un abogado, -en tu caso, Filos, un perro labrador de color miel-, y a mantener la presunción de inocencia mientras no se demuestre lo contrario. “Aquí lo tienes chungo, colega”, quizá añadiría el chulesco y madrileño gato Pincho (un gato que escapó de la experimentación científica pero quedó eléctrico de por vida). Las acusaciones son múltiples y graves: calumnias hacia diversos miembros del Reino Animal, malos tratos a millones de seres vivos y, finalmente, genocidio hacia numerosas especies. Aparte del Tribunal, -donde conocerás a Kali, la fiscal serpiente, o al Juez Salomón, un búho de las nieves-, la sentencia, y el epílogo, tres serán los bloques temáticos y principales del libro, esto es, CALUMNIAS, MALOS TRATOS, Y GENOCIDIO.
El concierto de animales es profuso. Y sus quejas, plausibles. Pero, antes, hagamos un inciso, a modo de descanso, porque el juicio se avecina largo, y atroz, como leerás, por ejemplo, en la escalofriante historia de la cerda "Jambenoire": “Soy una superviviente de los campos de concentración porcina”. ¿De dónde vino la inspiración de este cuento? ¿De donde surgieron las voces de estos animales? Juicio a los humanos (2006) es el último libro y primera novela del antropólogo y escritor José Antonio Jáuregui (Eguillor, Navarra, 1941 -Sibiu, Rumanía, 2005) que falleció al poco tiempo de finalizar el primer borrador del manuscrito. Ese mismo año era candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales, conjuntamente con el sociobiológo y amigo Edward O. Wilson. Su hijo Eduardo Jáuregui editó y amplió su contenido en vistas a su publicación en Marzo de 2006 por RBA Libros en su línea Integral. Un libro que empieza a escribir en 1980, ¿obsoleto, quizá? Me temo que no. Pues salvo puntuales y elogiosos actos humanos, individuales o grupales, seguimos en el mismísimo punto de partida respecto a la conciencia animal, llámese o no humana (veáse, ahora, los refugiados). Un libro muy inteligente, que rezuma tristeza detrás de la sonrisa inicial que provoca. Útil, si conseguimos que los humanos reflexionemos sobre su mensaje. "¡Ah, sí, cuando hay que aprender se aprende; se aprende cuando se trata de buscar una salida! ¡Se aprende sin piedad!", habla de nuevo el kafkiano y enjaulado mono que cuenta su historia y analiza la depravada sociedad humana.
Por otro lado, rastreemos las motivaciones del autor. El interés por la etología lleva a Jáuregui a colaborar con el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente con el que estaba preparando una serie televisiva conjunta llamada "El Animal Humano" cuando éste último falleció en 1980. Desde entonces, y durante los siguientes 25 años, trabajó sobre un proyecto de ficción en el que sus teorías antropológicas se mezclaban con reflexiones animalistas y ecologistas, cuyo fruto es esta misma obra.
Su vocación europeísta le llevó a promover diversos proyectos a favor de la cultura y los valores europeos, entre ellos la creación de un monumento en Zuasti, Navarra, a partir de un bloque de 2,5 toneladas del Muro de Berlín, en forma de "L", primera letra de la palabra "Libertad". También defendió a lo largo de su obra la búsqueda de los elementos comunes entre culturas, la interdependencia entre los pueblos y la posibilidad de la "armonía de las civilizaciones". Nada que ver con la realidad que nos rodea, por cierto.
Por eso, y entre otras cosas, el libro es un ajuste de cuentas, pero también, y ante todo, un canto a la voluntad de mejora, a la posibilidad de volver a ser de otra manera. "Otro mundo es posible" podría funcionar como lema del libro; sé que ingenuo para muchos, -los descreídos-, pero gratificante para los que simpatizamos con todo tipo de pacifismo. "¿Existen manadas humanas totalmente pacíficas en la que los individuos nunca recurren a la violencia física?". Se sabe que sí.
Pero si los animales tienen la palabra, oigámoslos. La primera parte, -CALUMNIAS- es, quizá, la más desternillante. Conocerás a la loro Chipahuac, la mona Wamba, el ratón Cheddars, (que como defensa hará énfasis en los animales como símbolos de divinidad). Se analizan los distintos insultos del ser humano a los otros miembros del Reino Animal. La misma palabra "Animal" es el insulto más paradigmático que un humano profiere a otro. "¿Animal?¿Y qué significa, en el lenguaje humano, este insulto?", pregunta la serpiente y fiscal Kali. Significa -comienza, trepidante, el ave- una persona vulgar, agresiva, inculta, despreciable, agresiva...". Por otro lado, y no menos significativo son las especies concretas convertidas en objeto de burla: cerdo, burro, perro, bicho, gusano, insecto, pájaro, besugo, merluzo, rata, sapo, salamandra, tiburón...El léxico humano, como hediondo pantano, parece cargado de expresiones y verbos poco halagadores para los animales: "mosquearse", "encabronarse", "aburrirse", "hacer el mono", "estar como una cabra", "como una foca", "ser patoso", o "te sale rana".
La mayoría de los humanos no cuida ni su dieta ni su higiene mental. Se tragan toda la información de manera indiscriminada, alimento o veneno, y sin haber digerido todo lo anterior. Están siempre empachados de datos, que rara vez se convierten en auténtico conocimiento, y mucho menos en sabiduría, que es lo que implica su nombre, "Homo Sapiens". En realidad, el Ser Humano no suele razonar mucho. Más bien se deja arrastrar por la marea informativa que le circunda, por la presión social o por sus propios impulsos emocionales.
Estas son las palabras del cabrón Turuloff, doctor psicoanalista. "El Homo Sapiens es una especie neurótica, desequilibrada, enferma, que proyecta sus patologías sobre los demás. [...] No hay otro nombre de animal más contaminado que el nuestro", dice.
En la segunda parte, -MALOS TRATOS-, sabrás del ruiseñor Líu-Yi (que testificará en verso), la cerda Jambenoire, el gato Pincho, la vaca Aum y su apología al vegetarianismo y la no-violencia ("La carne siempre implica hacer daño a alguna criatura viva, y hacer daño a las criaturas impide alcanzar el paraíso. Por tanto, el hombre debe abstenerse de comer carne").
El lobo Branco, el mosquito Fi y la tortuga Bahía serán protagonistas de la tercera parte, -GENOCIDIO-. Oigamos a esta última:
Continuamente inventan sistemas, trucos, máquinas...para ahorrar tiempo...aunque sea...unos pocos segundos en cualquier tarea...Comen a toda prisa...,copulan a toda prisa...,bailan a toda prisa....leen a toda prisa..., asta duermen a toda prisa...¡les despierta una máquina...con un ruido infernal...que anuncia la nueva etapa de la carrera! En el mundo de los humanos...todo se acelera.
Es la primera vez que una especie animal empieza a alterar todo el medio ambiente planetario. "¿Un individuo es pernicioso? Pues se lo liquida y se acabó. Eso es lo que yo llamo una buena acción", dice Juan Pablo Castel, protagonista de El túnel. Esperemos que la solución del Tribunal no sea tan radical, y que tu abogado sepa apaciguar las inquisitivas miradas que te culpan, pero ¿hay defensa posible ante tanta barbarie humana?
Para finalizar, y como Eduardo Jáuregui, cabe preguntarse respecto al relato en sí de qué se trata. ¿De un hecho real que llegó a presenciar el antropólogo Jáuregui en algún recóndito espacio salvaje? ¿De un cuento sin más, surgido de la fantasía de su ordenador cerebral? ¿De un ensayo filosófico, en clave de fábula, que resume sus ideas sobre el lugar del Ser Humano en el Universo? ¿O del dictado literal de su último sueño? Que cada lector decida, si le es posible, su opinión.
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