El Decamerón de Giovanni Boccaccio - Arden (Sebastián Fontana)







Giovanni Boccaccio (Florencia o Certaldo, 1313 - Florencia, 1375) es uno de los grandes escritores y humanistas del renacimiento italiano. Era hijo de un mercader, pero su interés fue desde muy temprano la literatura y no el comercio o el Derecho como hubiera sido normal, por lo que acabó en la Corte napolitana estudiando con los mejores eruditos. Desde adolescente escribió poemas y relatos, principalmente amorosos, que después sirvieron de modelo a la novela sentimental e incluso fueron precursores de la novela pastoril. No obstante, su mejor obra, y por la que es universalmente recordado, es El Decamerón, escrita entre 1349 y 1351 en una Florencia devastada por la peste negra, la cual llevó un poco de luz y de alegría a la triste vida de los florentinos de la época, con hilarantes relatos de diverso carácter: erótico-festivo, contra la hipocresía de los clérigos, de amores de triste final o de final feliz, de amistad, o simplemente mostrando el ingenio, la generosidad o la ruindad  del género humano.

Yersinia Pestis. La peste negra, peste bubónica o muerte negra. 1348. Europa se ve azotada por una epidemia de peste que terminó con aproximadamente un tercio de la población europea, unos 25 millones de personas. La peste había avanzado inexorablemente desde China, pasando por India y llegado al Próximo Oriente, y de allí por las rutas comerciales hasta Marsella y el puerto de Messina en el Sur de Italia, expandiéndose desde allí por el resto de Europa. 

No era la primera vez que la peste asolaba Europa, de hecho el autor romano Lucrecio en su De rerum natura (De la naturaleza) describe de forma pavorosa, en un último capítulo inconcluso, la peste que asoló Atenas en el año 430 a. J.C., descrita ya anteriormente por el autor griego Tucídides. Curiosamente, existen dos familias de manuscritos del libro de Lucrecio, una de ellas, la más antigua, proviene del Norte de Europa, y la segunda es la italiana, que es la que podría haber leído Boccaccio, pero que no salió a la luz hasta 1418, año en el que el humanista italiano Poggio Brancolini envió a un amigo una copia que realizó él mismo desde un monasterio del Sur de Alemania donde se había conservado, lo que fue excelentemente narrado en el ensayo El giro de Stephen Greenblatt (Premio Pulitzer 2012 y National Book Award 2011), por lo que no parece probable que nuestro autor conociera dicho manuscrito romano, y sin embargo en el primer capítulo del Decamerón Boccaccio nos cuenta de una forma tremendamente realista lo que fue la peste para Florencia en 1348, y dicha descripción es similar a la realizada por Lucrecio.




Hasta que Alexandre Yersin, un científico pasteurista francés que descubrió el germen de la peste y su vacuna, proceso contado de forma excelente en la novela Peste & Cólera de Patrick Deville (Premio FNAC, Premio Femina y Prix de Prix 2012), la peste era una enfermedad que se expandía rápidamente asolando todo el mundo conocido. En un principio se pensaba en que la transmisión era por vía aérea, esto hacía que en la Edad Media los médicos llevaran vestimentas con curiosas máscaras para poder respirar lejos del enfermo y con flores pegadas a la nariz.




Yersin descubrió que la transmisión  del bacilo de la peste se realizaba a través de las pulgas de las ratas, lo que suponía un caldo de cultivo perfecto dadas las nefastas condiciones de salubridad de la Europa Medieval, afectando a pobres y a ricos por igual, y de hecho mató a varios reyes, reinas, obispos y grandes nobles, atribuyendo la culpa de la pestilencia, entre otros, a los judíos, como siempre los cabeza de turco más próximos y los blancos más fáciles, a los que se acusaba de envenenar los pozos de agua, lo cual dio lugar a pogromos por toda Europa. El ambiente de esta época, con gente huyendo de las ciudades al campo, o viceversa, predicadores que anunciaban el fin del mundo por el pecado, muertos por todas partes corrompiéndose, hogueras quemando cadáveres, ha sido muy bien reflejado en la película El séptimo sello del director sueco Ingmar Bergman, donde un caballero cruzado vuelve a su tierra natal y la encuentra diezmada por la peste, encontrándose a la Muerte a la que reta a una partida de ajedrez.




Ante el panorama desolador de la Florencia superviviente a la peste, solo sobrevivieron entre uno y dos quintos de sus habitantes, Boccaccio nos invita a reír, a reconfortarnos con historias ejemplares de amor, de amistad, de piedad, de caballerosidad, y en contra de la hipocresía, de los clérigos corruptos, y a disfrutar de la vida, a vivir según la locución latina Carpe diem (aprovecha el momento).

La narración del Decamerón comienza con la descripción de la peste negra en Florencia:

"(...) al principiar la primavera del año anterior comenzaron a manifestarse, horrible y milagrosamente, los dolorosos efectos de la pestilencia. Mas no obraba como en Oriente, donde el verter sangre por la nariz era signo seguro de muerte  inevitable, sino que aquí, al empezar la enfermedad, nacíanles a las hembras y varones, en las ingles o en los sóbacos, unas hinchazones que a veces alcanzaban a ser como una manzana común, y otras como un huevo, y otras menores y otras mayores que otras. Y a poco espacio, las mortíferas inflamaciones empezaron a aparecer indistintamente en todas partes del cuerpo; y en seguida los síntomas de la enfermedad se trocaron en manchas negras o lívidas que en brazos, muslos y demás partes del cuerpo sobrevenían en muchos, ora grandes y diseminadas, ora apretadas y pequeñas. (...) Para curar tal enfermedad no parecían servir ni consejos de médicos ni mérito de medicina alguna, (...). Y así, no solo eran pocos los que curaban sino que casi todos al tercer día de la aparición de los supradichos signos, cuano no algo antes o algo después, morían sin fiebre alguna ni otro accidente."



Boccaccio nos hace un retrato vívido del caos en que se convierte la ciudad, no hay ley ya que magistrados y autoridades también mueren, no se da abasto a enterrar y se queman los cadáveres, hay gente que se encierra en un convento y se vuelve piadosa y beata, otros al contrario caen en el desenfreno total. En este ambiente de caos y relajación de las normas, 7 muchachas y 3 muchachos de buena familia, deciden organizar una salida a una hacienda en el campo próxima a la ciudad, y allí disfrutar de la vida que pueda quedarles con honestidad pero con alegría. Y así, deciden nombrar un rey o reina por un día y que cada uno de ellos contará una historia o cuento, siendo el rey o reina del día quien elija el tema de los relatos, con excepción del primer y noveno día que son de tema libre.

Por lo tanto, son diez cuentos por día y diez días, y así en total Boccaccio, por boca de los jóvenes protagonistas del libro, nos cuenta 100 historias diferentes, y de ahí el nombre de Decamerón, del griego "deca" diez y "hemerai" días, de extensión variada, ya que algunas son incluso novelas cortas, que después influirían en la narrativa europea, como en las Novelas ejemplares de Cervantes, y de fuentes muy diversas, grecolatina, oriental, las fabliaux francesas, etc...




El Decamerón es la primera obra importante en prosa escrita en italiano. Hasta ese momento las obras literarias se escribían en latín, que era la lingua franca europea y la lengua considerada culta, siendo también la lengua de la administración que tenía que saber cualquier hombre culto. Pero las mujeres no estudiaban y por lo tanto sus conocimientos del latín eran mucho más limitados y Boccaccio dedica el libro a las mujeres y por eso la escribe en italiano, para que ellas tengan un entretenimiento. Es curioso, como, salvando las distancias, es lo que ocurrió en el Japón del S. IX. La lengua culta y administrativa era el chino, y fueron las mujeres las que desarrollaron una literatura que en principio estaba escrito para ellas y por lo tanto se escribía en un alfabeto japonés y no en chino, que sería el equivalente al latín medieval en Europa. El máximo exponente de esta literatura japonesa sería el Genji monogatari (La historia de Genji) de Murasaki Shikibu, la cual contiene también cuentos y relatos a través de los que se puede conocer la sociedad japonesa de la época, es decir lo mismo que ocurre con el Decamerón, a través del cual observamos a la sociedad de su época.

El Decamerón es una obra de carácter renacentista, sustituyéndose la visión teocéntrica por  la antropocéntrica. Los personajes son seres vivos, que aman, riñen, se reconcilian, que se engañan, utilizan su ingenio, a los que la Fortuna es propicia o no. Como hemos comentado, la obra está dedicada a las mujeres, tanto al principio como al final del libro, que tienen menos entretenimiento que los hombres según el autor. Boccaccio hace un retrato de la mujer que en principio puede parecer misógino, al caracterizarlas como personas que se dejan llevar por el apetito carnal engañando a sus maridos cuando estos no están o no las satisfacen, pero esto no es más que una apariencia. La mujer es el elemento central en la mayoría de relatos, y se ve arrastrada por Amor como el hombre, es decir los hace iguales y tiene las mismas pasiones.




Los relatos en muchos casos son eróticos, mujeres que usan su astucia para tener un amante por tener un marido viejo que no la satisface, e incluso incluyen relaciones sexuales que no entraban en el canon de lo permitido, como la mujer que se casa con un hombre que no le hace caso y ella, que es muy fogosa, se busca un amante, que es precisamente el objeto del deseo del marido, y al pillarlos al final acaban llegando a un acuerdo al respecto beneficioso para todos. O en otro caso se da un auténtico intercambio de parejas, y acaban siendo los cuatro tan amigos. En definitiva, la mujer es vista, en general porque hay alguna excepción, como un ser autónomo, con sus necesidades, inteligente, y merecedora de sus derechos y de toda la atención. Una concepción muy poco medieval.

Como ejemplo del tono erótico-festivo de algunas narraciones, en la narración primera de la jornada tercera, conocido el cuento como "Lamporecchio", que puede leerse completo en el enlace puesto al final. Masetto se hace pasar por sordomudo y medio tonto para trabajar en el huerto de un convento de ocho monjas y la abadesa con la esperanza de tener sexo con alguna de ellas. Pero lo que no se esperaba es que acabaría de una forma o de otra siendo requerido por todas con lo que no da para más el pobre, vemos como termina la historia:

"Últimamente, la abadesa, que aún no reparaba en estas cosas, andando un día de gran calor sola por el jardín, encontró a Masetto , el cual, durante el día, por la fatiga del mucho cabalgar por la noche, se había tendido a dormir a la sombra de un árbol. Y habiéndole el viento alzado las ropas, hallábase todo él descubierto. Lo que, mirándolo la mujer y hallándose sola, hízola caer en igual apetito que sus monjitas y, despertando a Masetto, se lo llevó a su cámara, donde le tuvo varios días, con gran desolación de las monjas al ver que su hortelano no salía a labrarles el huerto. Y la abadesa probó y reprobó aquella dulzura que usualmente ante las otras solía censurar. En fin, mandóle a su aposento y buscóle otras veces, y como las demás le buscaban también., no pudiendo el hombre satisfacer a tantas, pensó que el seguir siendo mudo podría irrogarle gran daño, y una noche, estando con la abadesa, al separarse de ella, comenzó a decir:

- He oído, señora, que un gallo se basta para diez gallinas, pero que ni aun diez hombres se bastan para satisfacer a una mujer, de suerte que a mí me conviene servir a nueve. Por nada del mundo podría perseverar en ello, y aun con lo he hecho, he venido a tal extremo, que ya no puedo hacer ni poco ni mucho, por lo que , o me dejáis ir con Dios o buscáis remedio a este caso."

Al final, el que el mudo hablara se instituye como milagro, la abadesa le nombra administrador, y se convierte en un centro de peregrinación, acaba siendo padre de muchos hijos, viejo y rico.




También tienen los relatos un fuerte tono anticlerical, sobre todo en contra de los frailes y curas glotones, promiscuos, que siempre llegan a hora de comer, que requieren de amores a las feligresas, que son avariciosos, ladrones y que predican lo que ellos no hacen. Y lo mismo las monjas y abadesas, que protagonizan algunos de los relatos más divertidos. O la crítica a la Iglesia de Roma en general.  En la narración segunda del primer día, un judío quiere ver cómo es la Iglesia de Roma, sus costumbres, para ver si se convierte al cristianismo o no, y la descripción es absolutamente escandalosa:

"El judío montó a caballo y tan pronto como pudo se encaminó a la Corte de Roma, donde al llegar, fue recibido con honor por los judíos. Y, mientras estaba allí, sin decir a nadie para lo que había ido, cautamente comenzó a observar la conducta del Papa, de los cardenales, de los otros prelados y de todos los cortesanos. Y entre lo que él advirtió, como hombre agudo que era, y lo que otros le contaron, halló que del mayor al menor todos allí, generalmente, pecaban con gran deshonestidad en cosas de lujuria, y no solo en la natural, sino en la sodomítica, sin freno alguno de remordimiento o vergüenza, al punto de que sin la mucha influencia de las meretrices y de los efebos no se podía conseguir nunca nada. Además de eso, conoció claramente que los que observaba eran universalmente comilones, bebedores, ebrios y más servidores de su vientre, como animales irracionales, y de la lujuria, que de ninguna otra cuestión. Y, ahondando más, tan avaros y ansiosos de dinero los vio, (...). Habían a la simonía descarada puesto nombre de procuradoría, y llamaban a la gula sustentamiento, como si Dios, prescindiendo del significado de los vocablos, la intención de los pésimos ánimos no conociese y a semejanza de los hombres, se dejara engañar por los nombres de las cosas."

Por supuesto, el Decamerón acabó prohibido por la inquisición incluyéndolo en el índice de libros prohibidos.

En definitiva, el Decamerón es una ventana abierta a una sociedad italiana que dejaba atrás la Edad Media y entraba en el Renacimiento. Los protagonistas de las narraciones son las mujeres, los mercaderes, incluso los villanos, los ladrones, los frailes estafadores, los curas ladrones. Podemos ver cómo eran las relaciones en la sociedad de la época, sus comportamientos, y en definitiva la vida misma.

El Decamerón ha influido en numerosos autores y libros posteriores. Shakespeare basa parte de su obra  Cimbelino en la narración novena de la segunda jornada, como hemos comentado Cervantes tomó como modelo estas historias para sus novelas ejemplares, o incluso los Cuentos de Canterbury del inglés Geoffrey Chaucer se inspiran en el Decamerón. Estas historias llevaron una alegría de vivir que ha llegado hasta nuestros días, algunas de sus historias podrían ser contadas como nuestros chistes, y el gran cineasta Pier Paolo Pasolini adaptó algunos de los cuentos en su película Il Decameron (1971).

Algunos cuentos recomendables de distintos temas son:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/boccaccio/meter_el_diablo_en_el_infierno.htm
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/boccaccio/ciappelletto.htm
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/boccaccio/el_cocinero_chichibio.htm
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/boccaccio/anastasio.htm
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/boccaccio/lamporecchio.htm

2 comentarios:

  1. Magnífico artículo. Como siempre, Sebastián :)

    Me ha gustado la introducción, perfecta para contextualizar. Y muy acertado el análisis/repaso que haces de una obra tan monumental como es el Decamerón.

    Un abrazo.

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  2. Me alegro de que te haya gustado. Realmente es una obra amena y divertida con cuentos para todos los gustos.

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