Arturo Pérez-Reverte utilizó para la elaboración de escenas y estructuras en El club Dumas el esquema del folletín de aventuras más famoso: Los tres mosqueteros. Muchos lectores y críticos han advertido que diversos pasajes y personajes de la novela de Alejandro Dumas han sido “revividos” en El club Dumas.
La novela comienza cuando Lucas Corso, un cazador de libros que cumple su labor como un mercenario de la bibliofilia, recibe el encargo de certificar la originalidad de un manuscrito de Alejandro Dumas. Este pedido lo llevará a París donde le pedirá al grafólogo Replinger, estudioso de la obra del novelista francés, que certifique el manuscrito de Dumas. Esta escena nos anuncia que el viaje, mejor dicho viajes, que constituirá uno de los componentes que hacen de El club Dumas una novela de aventuras. Los principales peligros que encierran los viajes de Corso son los rivales, que intentan, incluso antes de iniciar sus incursiones a Sintra y París, arrebatarle el manuscrito Dumas o, como Lucas sospecha, Las Nueve Puertas.
Por tanto, nos preguntamos quiénes son los rivales de Lucas Corso. La respuesta desvela el primer homenaje que Pérez Reverte hace a Los tres mosqueteros. El protagonista se enfrentará a los “mismos” enemigos de D'Artagnan y sus amigos: Richelieu, Rochefort y Milady, esto es, los espías-agentes del conde de Rochefort (Laslo Nicolavick) y Milady (Liana Taillefer).
Empezaremos con los espías del cardenal francés. El primero en aparecer es Rochefort. En realidad, es un actor que se llama Laslo Nicolavic. El hecho de que Corso lo identifique con Rochefort (primer rival y después amigo de D'Artagnan) refuerza el suspense en la novela. La relación que se establece entre este personaje y Rochefort parte de la experiencia que vive Corso: ha visitado a Boris Balkan para consultarle sobre "El vino de Anjou"; después de ese primer encuentro con el narrador de la novela, se dirige a una taberna en que se encuentra con sus amigos con quienes discute sobre libros, especialmente sobre Moby Dick y Los tres mosqueteros. Al divisar a Laslo Nicolovick (sin conocer su identidad) la mente de Corso empezará a mezclar la ficción con la realidad. Asistimos a un primer momento en que la intertextualidad borrará fronteras para sembrar en la intriga de la obra el misterio y el suspenso.
“La relevaba ante las palancas y los botones un individuo alto y moreno: tenía un bigote, poblado, y una cicatriz en la cara. Su aspecto avivó en Corso un recuerdo familiar, fugaz, esfumado sin concentrase.”
El segundo encuentro de Lucas Corso con el hombre alto y moreno de bigote negro y una cicatriz se realiza después de la visita que le hace a la viuda Taillefer para discutir el manuscrito de Alejandro Dumas "El vino de Anjou". Este segundo encuentro en el que no existe una comunicación explícita va a crear más incertidumbre y un deseo por identificar a este personaje.
“Fue sólo un segundo en que las miradas se cruzaron, y luego el chófer volvió a su lectura. Era moreno, con bigote, y una cicatriz pálida le surcaba una mejilla de arriba abajo. Su aspecto produjo en Corso una sensación familiar.
Se parecía a alguien. Tal vez recordó al hombre alto que jugaba con las tragaperras en el bar de Makarova. Te conozco, se dijo. Estoy seguro. Cierta vez, hace mucho tiempo tropecé con un fulano como tú. Y sé que estás ahí.
En alguna parte. En el lado oscuro de mi memoria.”
En el tercer encuentro, Lucas Corso sufre el primer ataque por parte de este personaje. Caminando por Toledo, después de recibir el encargo del librero Varo Borja de descifrar el enigma del tratado de demonología Las nueve puertas, Corso será víctima de un intencionado atropello automovilístico.
“Habían sido tres segundos de versión fugaz, aunque suficiente; esta vez no llevaba un Jaguar sino un Mercedes negro, pero quien estuvo a punto de atropellarlo era un individuo moreno, con bigote y una cicatriz en la cara. El tipo del bar de Makarova. El mismo al que habría visto, con un uniforme de chofer, leyendo el periódico ante la casa de Liana Taillefer .”
Más tarde, Lucas Corso, delante de su ordenador, empezará a atribuir roles a este personaje misterioso y a la viuda Liana Taillefer como la perversa Milady. Desde ese momento, todas las ocasiones que aparezca Rochefort será para intentar robarle a Corso el manuscrito Dumas. Estos enfrentamientos se repetirán a lo largo de los viajes de Corso a Portugal y Francia. Como ya hemos indicado, estos viajes constituyen uno de los aspectos consagrados a la novela de aventuras, ya que crean la tensión en la que el héroe se va a enfrentar a acontecimientos desconocidos para él. En el caso de El club Dumas, aunque los viajes del cazador de libros tienen destino fijo, el desequilibrio se produce por las muertes ocurridas y la omnipresente presencia de Rochefort.
El enfrentamiento entre Lucas Corso y Rochefort llega a un punto álgido en París. En los muelles del Sena, el detective de libros, después de ser derrotado por Rochefort en una pelea y viendo peligrar su vida (la intertextualidad no abandona a Corso ni siquiera en esos momentos), será auxiliado por su bella y enigmática acompañante, la joven Irene Adler.
Aquí, apreciamos que El club Dumas ha rescatado los mejores temas de la novela de aventuras: sospechas, viajes, enfrentamientos, confusiones, trampas, etc. Tras esta escena, la trama se complica más, pues Corso ha perdido su inseparable bolsa que contenía el manuscrito Dumas y Las nueve puertas. El protagonista, mientras busca a Rochefort para recuperar los libros, empezará a sospechar que su amigo Flavio Laponte está implicado en los intentos de matarlo, ya que lo vio acompañado en París de la otra cómplice y rival de D'Artagnan y de Corso: Milady.
Cuando el cazador de libros empezó a darle un significado al hombre de la cicatriz, también se lo dio a Liana Taillefer. Ella encarnaría de la mejor manera a la espía del cardenal Richelieu, no sólo actitud, si no también su aspecto físico, contribuye a identificarla con Milady. Como rival de Corso, va a permitir utilizar escenas de Los tres mosqueteros como arquetipos para escenas de El club Dumas.
El homenaje no se queda sólo en los personajes sino que muchas escenas que ocurren en la novela de Pérez-Reverte son adaptaciones de escenas de Los tres mosqueteros. Una de las más explícitas es la de Corso con Milady-Liana Taillefer. Prácticamente, se reproduce en el capítulo V titulado “Remember” lo sucedido en el capítulo XXXVII de Los tres mosqueteros “El secreto de Milady”: el encuentro intimo entre D’Artgnan y Milady y el posterior ataque de la espía, al igual que ocurre con Lucas Corso y Liana Taillefer. Utilizando sus artes de seducción, Liana se entrega a Corso para tratar de arrebatarle el manuscrito “El vino de Anjou”. Tras la escena de cama y al no conseguir de Corso el capítulo de Los tres mosqueteros, intenta atacarlo con una botella de vino siendo rápidamente desarmada por Corso.Al protagonista, tampoco se le escapa que el suceso es semejante a lo ocurrido en la novela de Alejandro Dumas.
“Se sirvió un largo vaso de ginebra. No podía apartar de su cabeza la expresión de Liana Taillefer cuando se supo engañada. Ojos mortales como una daga, rictus de furia vengativa. Y no bromeaba; había querido matarlo de verdad.
Una vez más los recuerdos despertaron despacio, invadiéndolo poco a poco, aunque esta vez no fue preciso, para revivirlos, ningún esfuerzo de la memoria. Era una imagen nítida como el lugar exacto del que procedía. Sobre la mesa de trabajo estaba la edición facsímil de Los tres mosqueteros. La abrió en busca de la escena: página 129. Allí entre muebles en desorden, saltando del lecho de puñal en mano como un diablo vengador, Milady se abalanza sobre d’Artagnan que retrocede aterrado, en camisa, manteniéndola a raya con la punta de su espada.”
La rivalidad que nace tras este encuentro aumentará cuando Liana Taillefer persiga a Corso en París. En esa ciudad y acompañado del actor Laslo Nicolavick se apoderarán momentáneamente de “El vino de Anjou.”
Finalmente, atrapado Corso por sus “rivales”, escuchará de labios de Liana su admiración y mimetismo con la enemiga de D’Artaganan, a quien admira y tributa fervor, pues se ha tatuado una flor de lis semejante a la que tiene Milady.
Existe otro personaje a quien se debe considerar como parte de los “rivales” del protagonista: Boris Balkan. No atribuirles del todo el protagonismo de oponentes se debe a que no se enfrentan directamente a Corso y, además, no desean dañarle.
Boris Balkan sería el trasunto del cardenal Richelieu, como él mismo reconoce de alguna manera en el penúltimo capítulo: “Corso y Richelieu”, donde le confiesa al cazador de libros que encargó a Liana Taillefer y a Laslo Nicolavic que le arrebaten El vino de Anjou. De cada uno de ellos, explica su relación y le cuenta que, en el caso de Liana, le dio la oportunidad de encarnar en una situación real a Milady. Ella siempre había soñado con una aventura de acción que la acercase a su heroína; algo con muchas trampas, amoríos y persecuciones. Y este episodio, hecho con la materia de sus sueños, le brindaba la gran oportunidad. Así que se puso en marcha, siguiéndole el rastro con entusiasmo.
“Te traeré el manuscrito encuadernado en la piel de ese Corso”, prometió…Le respondí que tampoco debía exagerar, aunque reconozco que el error fue mío: alenté su fantasía, dando suelta a la Milady que anidaba en ella desde que leyó Los tres mosqueteros."
Esta explicación de la participación de Liana en la aventura del cazador de libros nos hace conscientes de los elementos de Richelieu que aparecen en Boris Balkan.
Con frecuencia, los rivales en las novelas de aventuras están a la par o incluso pueden poseer mayor fuerza, tamaño e incluso estar protegidos por ciertos poderes sobrenaturales. Obviamente, el rival del héroe debe poseer cualidades que no estén por debajo de los méritos del protagonista para no desmerecer el final feliz del protagonista.
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