Gustave
Flaubert (Ruán, 12 de diciembre de 1821 – Croisset, 8 de mayo de
1880) es considerado no solo como el gran maestro de las letras
francesas, sino como uno de los mayores escritores de la Historia de
la Literatura (en mayúsculas). El creador de “Madame Bovary”,
indudablemente una de las cumbres de la literatura decimonónica
occidental, se inspiró en cierta forma en el personaje de Don
Quijote al escribir su obra cumbre, tal y como dijo: “Je retrouve
mes origines dans le livre que je savais par coeur avant de savoir
lire: Don Quichotte”, por eso Ortega pudo decir que “Madame
Bovary es un Quijote con faldas”, ambos personajes distorsionan la
realidad a través de sus lecturas, se identifican plenamente con los
personajes de las novelas que han leído y el mundo de sus sueños
pasa a ser la realidad.
Quizás
ese es el origen también de esta pequeña obra escrita cuando era
adolescente, poco más que un relato escolar. Pero, ¿por qué un
relato sobre la bibliomanía?, quizás podemos aventurar por las
propias declaraciones del autor que fue su pasión por otro famoso
loco de los libros, Don Quijote, el que le impulsó a escribir este
relato.
Corría
el mes de octubre de 1836 cuando apareció en una publicación
jurídica de París el caso del asesino librero de Barcelona. Se
trataba de un supuesto informe obtenido desde Barcelona por
correspondencia particular en el que se narraba el emocinante proceso
que se supone que había tenido lugar en la ciudad condal por
aquellas fechas.
Dicho
informe contenía todos los requisitos para obtener la atención del
público: el ex monje de Poblet Fray Vicente, que se había
establecido como librero en el mercado de los Encants en Barcelona, se
vuelve loco y mata a uno de sus competidores que había conseguido un
ejemplar único de los Furs de València, y a partir de ahí,
viendo el botín obtenido, se dedicaba a matar a otros bibliófilos
para apoderarse de sus preciados libros.
Dicha
historia era falsa, pero como se dice en el periodismo amarillista
“No dejes que la realidad te estropee una buena historia”, porque
además la gente está dispuesta siempre a creerla. Y es lo que
ocurrió. Ocho días más tarde de esa primera publicación apareció
la misma historia en un periódico destinado al gran público
parisino, y acto seguido Gustave Flaubert, que aún no había
cumplido 15 años, utilizó esta noticia para escribir un relato,
inédito hasta 1910, mucho después de la muerte del escritor. La
noticia cruzó fronteras y fue reproducida en Alemania, España,
Inglaterra y otros países, hasta el punto de que en el siglo XX y
con numerosas variaciones se fue reproduciendo, adornando,
recortando, sin que nadie dudara de su veracidad, convirtiéndose a
partir de la publicación del relato de Flaubert en el arquetipo del
bibliómano, del loco por los libros.
Flaubert inicia el
relato describiendo al monje asesino:
“En
una calle estrecha y sin sol de Barcelona vivía, hace poco tiempo,
uno de esos hombres de frente pálida y ojos apagados y hundidos, uno
de esos seres satánicos y extraños como los que Hoffmann
desenterraba en sus sueños”
Es
curiosa la alusión al escritor alemán E.T.A. Hoffman, puesto que el
protagonista de uno de sus cuentos de terror, “La señorita de Scuderi”, parece haber servido de modelo para Fray Vicente en la
crónica jurídica original, cuyo título era “Le bibliomane ou le
nouveu Cardillac”. Esto hace deducir fácilmente que el adolescente
Flaubert ya conocía el relato original de Hoffman o bien que buscó
la referencia sobre Cardillac y acabó leyendo el cuento de Hoffman.
En el
relato de Hoffman, “La señorita de Scuderi”, aparecen
misteriosamente asesinadas en las calles de París personas que
portaban en ese momento alguna joya muy valiosa, por lo que presa del
pánico nadie se atreve a salir a la calle con una joya. El Sr.
Cardillac es un orfebre famoso, el mejor de París, una persona
encantadora, piadosa, intachable, cuyo único defecto es lo mucho que
se demora en entregar un buen trabajo, le cuesta desprenderse de las
joyas que crea. Y, como una especie de precursor del personaje de
Robert Louis Stevenson, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, por la noche sufre una
transformación, volviéndose un loco asesino que arrebata a sus
víctimas las preciadas joyas en las que ha trabajado. Por la
descripción de lo que le ocurre vemos que sufre un tipo de locura,
oye voces que le dicen que tiene que recuperar las joyas, parecida a
la esquizofrenia.
Como
se puede ver el personaje de Flaubert es diferente, ya que el
exfraile de Poblet, Giacomo, ya es descrito físicamente de forma
inquietante:
“Tenía
treinta años y ya pasaba por viejo y gastado; su estatura era alta,
pero iba encorvado como un anciano; sus cabellos eran largos, pero
blancos; sus manos eran fuertes y nerviosas, pero secas y cubiertas
de arrugas; su vestido era miserable y harapiento, tenía un aire
torpe y confuso, su fisonomía era pálida, triste, fea, e incluso
insignificante.”
No
existe pues una doble personalidad, ya es un personaje que al lector
se le presenta de forma inquietante y preparado para la maldad.
Pero,
¿qué provoca el comportamiento asesino de Giacomo? Los libros.
“Guardaba
todo su dinero, todos sus bienes, todas sus emociones para sus
libros; había sido monje, y por ellos había abandonado a Dios; más
tarde les sacrificó lo que es más querido por los hombres después
de su Dios: el dinero; y después les dio lo que se ama más después
del dinero: su alma”
Sin
embargo, nos encontramos con la paradoja de que en realidad Giacomo
es un ignorante, no ama los libros por la ciencia que contienen sino
por ellos mismos, y Flaubert lo hace notar magistralmente con una
frase corta de tres palabras:
“Apenas
sabía leer.”
El
autor describe la actitud de Giacomo para con los libros de forma que
encaja perfectamente con la descripción clínica de lo que sería la
bibliomanía, la pasión por los libros hasta el punto de llegar a la
locura, un trastorno obsesivo compulsivo que lleva a acaparar y
atesorar libros sin que realmente se pueda apreciar el valor que
tienen.
La
acción en el relato original de la revista jurídica la desencadena
un incunable rarísimo valenciano de 1482, edición única de los
“Furs” de Valencia. Flaubert, sin embargo, opta por una biblia
latina con comentarios griegos que sería el primer libro impreso en
España. En otras versiones posteriores se producen este u otros
cambios, pero el relato de fondo es el mismo, el exmonje se convierte
en un asesino en serie, en un crescendo, que va desde el
primer robo del libro, hasta el asesinato múltiple, y cuyo objetivo
serían las personas poseedoras de libros raros que despiertan la
pasión y la envidia de Giacomo. De hecho el final es revelador de
que el amor por los libros de Giacomo tenía que ver más con su
rareza y por el afan de ser el único poseedor de un libro que por
el valor del mismo o su contenido.
A preguntas del Juez sobre el asesinato del librero Patxot, contesta:
"También esto es verdad ¿Cómo podría yo permitir que un libro como la Gramática d'En Mates, ejemplar único y desconocido en todo el mundo, continuara en manos de mi competidor?
Así
pues, el relato se lee con agrado, sobre todo para los amantes de los
libros, y es una muestra temprana de lo que en el futuro ese
adolescente llamado Gustave Flaubert sería capaz de llevar a cabo.
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