ALBERTO MANGUEL Y LOS LIBROS
Ha habido autores que han estudiado el
hecho de leer, la lectura, la relación con los libros, la cultura escrita: C.S.
Lewis, R.L.Stevenson, Joseph Conrad, Edith Wharton, Juan G. Vásquez, Vargas
Llosa, …pero lo han hecho como un paréntesis en medio de una obra generalmente
ficcional. Si hay alguien –dejando aparte a Borges- cuya vida gire alrededor de
las lecturas, ése es Alberto Manguel, que en cierto modo recoge el testigo
dejado por Borges, al que trató en su mocedad; un tipo de persona que se
encuentra como un pez en el agua inmerso en la literatura, y físicamente en una
biblioteca, cuanto más grande, mejor. Ha sido acunado por los libros, mamado
literatura y se siente feliz entre los autores, los vivos y los muertos. Casi
diría que se siente aun más feliz entre los que ya no viven. Su paso por el
Hades literario es casi permanente, y allí, cual moderno Dante, entabla
conversación con Virgilio y Homero, con Shakespeare y con Milton. Pero a la vez
de erudito, Manguel es un incansable viajero, y viajando se aprende casi tanto
o más que leyendo, así que si unimos ambas aficiones/costumbres, nos
encontramos con un verdadero virtuoso. Apenas ha escrito unas pocas novelas, (cinco,
hasta el momento) y la abrumadora mayoría de sus textos son ensayos sobre los
libros ajenos, la historia de la lectura, el papel del lector, las bibliotecas,
y diversas antologías de textos, artículos periodísticos y ensayos breves.
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Y por tanto, los libros, la lectura, la
literatura impregnan estas conversaciones y las empapan con las continuas
referencias a otros escritores, a obras ajenas y propias, y sobre todo, a la actitud ante la lectura.
Desde las jugosas conversaciones que el jovencísimo Manguel tenía con Borges,
Bioy Casares, Silvina Ocampo…a las entrevistas que mantuvo en Europa con García
Márquez y Cortázar, las relaciones con múltiples editores y autores; las
traducciones que le hacían penetrar más profundamente en las obras, casi
recreándolas; y cuando empezó a escribir, sus dificultades, dudas, inquietudes,
errores…y también sus logros. La obra magna podríamos decir que fue Una historia de la lectura (Alianza Editorial, 1998), ensayo que le
llevó siete años terminar, por la cantidad de libros y datos a tener en cuenta
para documentarse, además de poner el alma en el empeño.
Hay unas cuantas ideas que se desprenden
de estas conversaciones, ideas que indican por donde va el pensamiento de este
autor: por ejemplo, afirma que lo que más le interesa de la escritura es su
aspecto investigador, la literatura como forma de interrogar el mundo, una
forma muy distinta de la científica: “La literatura –dice- es, precisamente,
una pregunta que no tiene respuesta. Nos explica qué es lo que puede haber
pasado, lo que tal vez esté a punto de pasar, lo que quizá va a pasar, pero
también nos dice que jamás podremos estar seguros de esos hechos.” Ante el
posible problema de la confusión entre realidad y ficción, afirma que “lo
imaginario nos permite aprehender mejor lo real”, y que disfruta cuando lo
fantástico se entromete en la realidad.
Curiosamente, su investigación acerca de
la lectura le llevó a escribir un ensayo sobre arte, llamado Leer imágenes. Una historia privada del arte (Alianza, 2002) que generó bastante
polémica entre el mundo de la crítica artística. Según Manguel, “leer, en el
sentido más amplio del término, es una acción, un gesto natural en el ser
humano en tanto en cuanto todo lo que vemos y experimentamos se convierte para
nosotros en texto, todo se vuelve narración, una historia que pensamos que
podemos leer”(p.188). Es “una invitación a que cada uno tengamos nuestra
visión de una obra, a proyectar en ella y recibir sentimientos y evocaciones, a
tomar posesión del universo y a que cada uno haga su propia lectura del mismo.”
Otros
ensayos que podemos destacar son La
ciudad de las palabras (RBA, 2010) y El
legado de Homero (Debate, 2010). La ciudad de las palabras aborda la
relación entre literatura y el mundo contemporáneo y cómo aquella interviene y
moldea nuestra comprensión del mundo actual. ¿Cómo determina,
limita y amplía el lenguaje la forma en que imaginamos el mundo? ¿Cómo nos
ayudan los relatos a percibirnos a nosotros mismos y a los otros?¿Es posible
que la literatura nos transforme y transforme el mundo en el que vivimos?
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Desde que instaló su enorme biblioteca en
un antiguo presbiterio de Mondión (Poitiers), publicó un denso y extenso
ensayo, La biblioteca de noche (Alianza, 2007),
de la que Mª Angeles Cabré dice en su reseña (Letras Libres, abril 2007) : “Escrito en inglés, este
digamos que viaje sentimental por las bibliotecas de la historia con mayúsculas
y de la historia de su autor se organiza en círculos comunicantes que dibujan a
su vez un gran círculo, a imagen y semejanza de la biblioteca oval de Aby
Warburg, una de las preferidas del autor, que con la llegada al poder de Hitler
fue trasladada a Inglaterra y posteriormente reproducida en la ciudad donde se
gestó, Hamburgo. La biblioteca como mito, como espacio, como taller, como
isla (…), como imaginación... y tantos otros sesgos desde los que mirar esas
casas de libros que son las bibliotecas.”
¿Se
puede hablar más de libros…desde los libros?
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