"Coneixe'ns una mica més pot facilitar la convivencia".
"Conocernos un poco más puede facilitar la convivencia"
Laila Karrouch El Jilali nació en la ciudad
costera de Nador el año 1977. Ocho años después, llegó a tierras catalanas,
donde cursó estudios básicos y universitarios. Actualmente es enfermera y madre
de dos niñas. Trabaja en el Hospital General de Vic e imparte charlas sobre
mujeres, tradición y cultura berber, siempre basadas en su experiencia
personal. (*)
En 2004, Laila publicó su primer libro, De Nador a Vic, ganador del premio
Columna Jove de ese mismo año y con el que, según ella misma, pretende hacer
visible la barrera que existe entre diferentes culturas, con la ilusión que un
mejor conocimiento mutuo pueda facilitar la convivencia y propiciar un
acercamiento entre los dos mundos.
La novela,
autobiográfica, narra la historia de Laila, que con tan solo ocho años abandona
su pueblo natal y viaja, junto a sus padres y hermanos, a Vic, una ciudad
cercana a Barcelona, en busca de lo que esperan que sea un futuro mejor. Deja
así atrás a familia y amigos, costumbres, ritos y tradiciones, su hogar, el único
hogar que ha conocido y todo aquello con lo que se siente cómoda y protegida.
Narrada en primera persona, intimista y
personal, De Nador a Vic trata del
dolor de la despedida, del desarraigo, de la sensación de pérdida, del vacío
que deja el hogar que se deja atrás; trata de la añoranza por los seres
queridos, del temor a lo desconocido y de la soledad que siente el emigrante
los primeros días en un país al que debe aprender a amar rápido, pues, aunque
todo le resulte extraño, es ya su nuevo hogar.
Pero lejos de lo que pudiera parecer, no
es un libro triste, ni está escrito desde el rencor o la amargura, sino todo lo
contrario. Con una prosa vitalista, narra las vivencias de la autora desde el
positivismo. Cierto que habla de dolor y de pérdida, pero también habla de acogida,
de adaptación, de enriquecimiento personal, de las relaciones personales y de
la amistad, de la creación de nuevos vínculos emocionales y sentimentales con
el país de acogida, de la mezcla de tradiciones y en definitiva, habla de
sentirse un poco a caballo entre dos culturas, entre dos realidades. En este
sentido, la autora ha preferido dejar de lado los malos momentos, que seguro que
los hubo, y centrarse en todo aquello que de positivo obtuvo de su experiencia.
Como ya se ha comentado, el libro está redactado
desde el punto de vista de una niña de ocho años, y la juventud de la narradora
se pone de manifiesto con el empleo de una prosa sencilla, de frases cortas,
sin complejidades ni artificios, consiguiendo, a través del uso de un lenguaje
casi infantil, dotar al texto de una mayor fuerza y verosimilitud, y
propiciando que el lector se sienta más próximo a la protagonista.
La novela arranca en el momento en el
que la familia Karrouch abandona Nador con destino a Vic. Describe el asombro
que les produce todo cuanto ven y viven esos primeros días en tierras extrañas,
ya sea una azafata que no viste el velo, que su nueva casa se encuentre en un
tercer piso o que una señora compre una camisa en el mercado sin regatear; pero
tras el desconcierto propio de esos primeros días, Laila y su familia saben que
deben iniciar pronto el proceso de adaptación.
En 1985, año en el que la familia
Karrouch se traslada a España, éste era un país en el que la inmigración era
todavía escasa, por ejemplo, Laila explica que, con la suya, eran solo dos familias
marroquíes las que vivían en Vic. Se entiende así que las tensiones o
conflictos derivados del choque cultural fuera algo extraño y residual y que la
adaptación se produjera de una forma muy natural. Laila y sus hermanos lo tuvieron
más o menos fácil, la acogida en la escuela fue muy buena, sobretodo por parte
de los profesores, que no escatimaron esfuerzos para conseguir que la
integración de los niños fuera lo más rápida posible. En cambio, la adaptación
de la madre fue mucho más lenta y compleja ya que debía superar, no solo el
escollo que representaba el idioma sino también la barrera cultural que la
separaba de sus vecinos.
Por supuesto que el proceso de
adaptación no estuvo exento de dificultades, pero parece que no fueron graves y
que las fueron resolviendo a medida que aparecían. Parte del éxito de este
proceso se debe a la excelente acogida con la que la sociedad vigatana recibió a
la familia de Laila, pero no es menos cierto que en parte también, es gracias
al gran interés que demostró su padre por aprender un nuevo idioma, por
comprender tradiciones y por involucrarse en todo lo que su país de acogida
podía aportarles. Una muestra de ello es la celebración, ya desde el primer
año, de la Navidad ,
aunque no por este motivo, abandonaran sus propios ritos y celebraciones, como
el del I'd-Adha, la fiesta del cordero, que tanto le costaba a Laila
explicar a sus compañeros.
A partir de este punto, Laila nos
muestra cómo ha transcurrido su vida a caballo de dos culturas, crecemos con
ella; de la escuela a los años en el instituto, los intentos por encajar, su
pasión por el atletismo o las vacaciones en Nador. Y cómo, con cada
acontecimiento, con cada experiencia vivida se va fortaleciendo y va forjando su
carácter hasta ser la mujer que es hoy, madre, enfermera y esposa, que se "siente privilegiada de conocer dos
culturas diferentes, opuestas, cada una con su encanto".
"No he perdut la meva cultura ni les
meves arrels, sinó que he guanyat una altra cultura i uns altres costums.
M'agrada fer un bon cuscús per dinar i un entrepà de pa amb tomàquet per sopar.
Per què no?"
"No he perdido mi cultura ni mis
raíces, sinó que he ganado otra cultura y otras costumbres. Me gusta preparar
un buen cuscús para el almuerzo y un bocadillo de pan con tomate para la cena.
¿Por qué no?"
Es de agradecer a Laila su prosa amable y
aunque en el libro no se evita tratar el tema del racismo, tampoco se centra en
él, manteniendo el foco en la comprensión, más interesada en tender puentes que
no en destruir.
En 2013, Laila
publicó su último libro, Petjades de Nador,
que es la continuación de De Nador a Vic
y que retoma la historia a partir del punto dónde la dejó. Es éste un libro de
prosa mucho más madura y sosegada, en el que, aunque escribe nuevamente sobre
su vida, se aleja de sus experiencias como marroquí para centrarse en sus
experiencias como mujer, volviéndose el texto mucho más personal e íntimo; por
momentos divertido y alegre, por momentos triste y desgarrador, pero poco más se
puede comentar sobre el libro sin arriesgarnos a desvelar parte de la historia.
Habla de raíces y de tradición, pero
éste no es el eje principal de la novela sinó que se intuye en cada uno de los
hechos que relata. Evidentemente el lugar de nacimiento marca, así como la
educación que se recibe de los padres, pero la escuela y el entorno también. El
hecho que se distancie de una óptica marroquí para narrar su vida, no significa
que haya abandonado su cultura o que reniegue de su origen, sino que con la
madurez ha alcanzado un estado de tranquilidad que le permite saber quién es al
margen de etiquetas. Alguien que puede vivir entre dos mundos con la certeza de
saber que no tiene porqué renunciar a ninguno de ellos.
(*) Traducido de: http://www.grup62.cat/autor-layla-karrouch-el-jilali-000053689.html
(*) Traducido de: http://www.grup62.cat/autor-layla-karrouch-el-jilali-000053689.html
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