¿Qué hizo usted durante la Gran Guerra, Mr. Joyce? - Carmen Neke


What did you do in the Great War, Mr. Joyce?’
‘I wrote Ulysses.  What did you do?’
Tom Stoppard, Travesties

«¿Qué hizo usted durante la Gran Guerra, Mr. Joyce?»



“Trieste-Zurich-París, 1914-1921”:  esta es la última línea de Ulises de James Joyce.  La gran novela que nos presenta el microcosmos de la ciudad de Dublín el 16 de junio de 1904 fue escrita una década después, a miles de kilómetros del escenario que recrea y en plena guerra mundial.  ¿Qué fue lo que le llevó a Joyce en tales circunstancias a evocar esas 24 horas de la ciudad que había abandonado diez años antes? 


Evidentemente, no es casualidad que la novela sea una desmitificación brutal de los héroes clásicos y que el protagonista se vea despreciado por su visión pacifista y conciliadora del mundo como alguien carente de hombría.  Pero tampoco es casual la elección de la fecha en la que transcurre la novela:  el 16 de junio de 1904 fue el día de la primera cita de James Joyce con la que después se convertiría en su mujer, Nora Barnacle, aunque se afirma que Nora nunca fue a esa cita y que su primer encuentro tuvo lugar unos días después.  En esta perspectiva resulta muy tentador leer Ulises como una distopia vital del autor:  ¿qué habría sido de su vida si no llega a conocer a Nora, si no hubieran decidido marcharse juntos del país, si hubiera seguido viviendo en Dublín?


A la vista de las vivencias de los personajes de la novela, la retrospectiva no resultaba especiamente positiva para el autor:  Stephen Dedalus tiene que regresar a Dublín desde París a causa de la muerte de su madre, uniendo la frustración de este exilio tan deseado a la frustración de la carrera artística iniciada con tanto empeño en las últimas páginas de Retrato del artista adolescente.  Molly Bloom da la impresión de pasar sus días en la cama, recibiendo a sus amantes y a su marido y recordando con nostalgia su juventud en Gibraltar, llena de olores, sonidos, colores y deseos, todos ellos perdidos menos estos últimos.  Y Leopold Bloom vive fundamentalmente dentro de su propio mundo interior, sus pensamientos, ideas y proyectos no llegan a materializarse en la vida real donde es visto con burla y menosprecio por sus conciudadanos.  Las tres figuras principales de la novela viven el 16 de junio de 1904 en un exilio mental manifestado a través del contraste extremo entre la riqueza de los monólogos interiores de los personajes y su pobre interacción social en conversaciones que cada vez resultan descoloridas e insatisfactorias en comparación.


Irlanda era en aquella época un país fundamentalmente rural y tradicional donde el nacionalismo estaba promoviendo una vuelta a la cultura y la lengua propias como rechazo a las imposiciones británicas, movimiento apoyado por toda la intelectualidad literaria y artística del momento.  James Joyce sentía igualmente el peso del yugo británico y siempre afirmó que se había visto obligado a construir su carrera literaria sobre una lengua prestada.  Pero a diferencia de sus compatriotas él no dirigía sus miras hacia un pasado irlandés supuestamente glorioso sino hacia Europa, donde las vanguardias estaban provocando una renovación profunda de las artes, y sentía que él también podía formar parte de ese movimiento renovador hacia el que sentía mucha más afinidad que hacia el nacionalismo (oscurantista y retrógrado a sus ojos) imperante en Dublín.  A falta de una nación con la que identificarse Joyce se sentía un ciudadano europeo y así fue en el exilio donde pudo vivir plenamente esa ciudadanía sin raíces y sin fronteras.  La novela rezuma nostalgia de las voces y las calles, de los paisajes, olores, sabores, ruidos y rincones de su ciudad, pero es una nostalgia sin punto de retorno posible.  Porque fue gracias al exilio que Joyce tuvo la oportunidad de hacer un retrato complejo, profundo y despiadadamente acertado del Dublín que dejó atrás para siempre y consiguió que su voz interior, a diferencia de la de sus personajes, pudiera abrirse al mundo y ser escuchada.


2 comentarios:

  1. Me ha gustado el artículo, de hecho, tengo una asignatura pendiente con Joyce, y si con los primeros párrafos me ha vuelto a surgir la necesidad de ponerme con Ulises, el último me ha convencido.

    Me lo apunto para la lista inmediata ;)

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  2. Gracias por el comentario, Tatiasha. El Ulises es duro de roer, pero si lo empiezas con ganas e ilusión puede merecer la pena el esfuerzo.

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