"No puedes hacer nada. Esperar a Oki es como esperar el pasado... El tiempo y los ríos no corren hacia atrás." |
Yasunari Kawabata nació en Osaka el 14 de junio de 1899. Escritor-novelista, fue el primer japonés en ganar el premio Nobel de Literatura en 1968 por su "pericia narrativa, capaz de expresar la idiosincrasia japonesa con enorme sensibilidad".
Su vida comienza con la fatalidad, a los dieciocho meses muere su padre, al año, su madre, a los seis, su nodriza, a los diez, su hermana y a los catorce, su abuelo. Y termina en fatalidad, el 16 de Abril de 1972 se suicida abriendo todas las llaves de gas. No dejó nota ni ninguna explicación, detalle que conmocionó a la sociedad de aquella época.
De joven, formó parte de un grupo literario conocido como neosensualistas que defendían una literatura que daba más importancia a la poesía y al lirismo que al realismo social. En toda su obra se puede apreciar su maestría para dotar a sus textos de una gran capacidad sensitiva, reflejar la conducta humana y los sentimientos y subrayar la estética japonesa como fondo en todas sus obras. Desde la ceremonia del Té en Mil Grullas, el tradicional juego Go en El Maestro de Go, las campanadas de Año Nuevo de los templos tradicionales en Lo Bello y Lo triste o las Geishas en País de Nieve son la excusa para tocar temas tan trascendentales como el amor, la tristeza, la soledad, el paso del tiempo, la homosexualidad y la belleza.
Sus obras siguen siendo hoy en día muy actuales. Como dijo una vez su discípulo Yukio Mishima:
“Las obras de Kawabata unen la delicadeza con el vigor, la elegancia con la conciencia de lo más bajo de la naturaleza humana; su claridad encierra una insondable nobleza. Son modernas aunque directamente inspiradas en la filosofía solitaria de los monjes del Japón medieval”
Siempre que decido leer un libro de un autor oriental lo miro con recelo, sus historias son tan poéticas como crueles para mí, no son libros fáciles de leer, lo medito muy bien y los elijo a conciencia. Rara vez he leído alguno que no dejara en mí un poso de tristeza y melancolía.
Cuando me dispongo a comentar este libro, no puedo evitar fijar mi vista en el salvapantallas de mi ordenador. Es un atardecer de un río casi helado al lado de un bosque, bello y triste como la novela. Bello, por la calma y sencillez de la naturaleza en estado puro y triste, por la melancolía que describe la escena, un atardecer, el final del día. Esta imagen bien podría describir este libro aunque se quedaría corta porque, en realidad, esta novela es poesía narrada.
Con Lo bello y lo triste, Kawabata te da una de cal y otra de arena. Se puede apreciar durante todo el libro la serenidad del mundo que rodea a los personajes. La nostalgia y melancolía se une con las descripciones lentas y delicadas de la naturaleza que durante todo el libro te acompañan y hacen que te den ganas de viajar a Japón para ver una puesta de sol. Pero si algo hay que destacar del libro es la sensualidad. Cada diálogo entre personajes se puede percibir la tensión sexual y sensual que ejercen uno en el otro. Toda esta sensualidad se incrementa cuando Keiko, la discípula de Otoko, decide vengar e infringir el mismo dolor que sufrió su maestra a manos de Oki. Keiko es un personaje que barre toda la calma que hay en los demás con sus diálogos inquietantes y llenos de celos. Manipula a quién haga falta para conseguir vengar a su amada Otoko y no sabes si su manera de actuar es debida a su juventud impetuosa o simplemente es que está loca. Su personalidad es uno de los atractivos de la novela.
Con un maravilloso viaje a Kioto para oír las campanadas de Año Nuevo comienza este baile de seducción, celos y engaño tan bellamente escrito. Una vez que te sumerges en la historia, no puedes parar de leer, necesitas conocer el desenlace, por supuesto, dramático como buena obra japonesa.
Vaya... me gusta Mishima y no sabía que Yasunari Kawabata fuera su maestro. Me parece un artículo interesante y me anima a leer algo suyo, sobre todo si está relacionado con las tradiciones japonesas.
ResponderEliminarAhora que, no tengo muy claro que las buenas obras japonesas sean en general dramáticas... no he leído tanto como para saberlo, pero imagino que habrá de todo.
Enhorabuena por el artículo KatiaconK. Me ha entrado el interés por la novela. Hace años empecé “País de nieve” y no pude acabarla, me resultó pesada. Haré otro intento. De Kawabata sabía su suicidio, y que Mishima estaba mentalizado para recibir el Nobel cuando se lo llevó su compatriota ese año. Un paralelismo curioso en cuanto a lo del suicidio, que cometieron ambos escritores con un par de años de intervalo.
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