Leopoldo García-Alas y Ureña no nace en Asturias, sino en
Zamora, por circunstancias de la profesión paterna. Incluso sus primeros años
de estudios los realiza en León, en San Marcos en el monumental edificio
regentado entonces por jesuítas. Pronto, no obstante, se trasladará a Asturias,
en esa mitad del siglo XIX que le tocó vivir su juventud. Dicen que su madre no
hacía más que hablarle de Asturias y el amor por esos paisajes y esas tierras
lo deja plasmado en sus escritos como cuando dice en "Doña Berta":
«¡Yo debía haberme muerto sin ver esto, sin saber que había esta desolación en
el mundo; para una pobre vieja de Susacasa, aquel rincón de la verde alegría,
es demasiada pena estar tan lejos del verdadero mundo, de la verdadera tierra,
y estar separada de la frescura, de la hierba, de las ramas, por estas leguas y
leguas de piedra y polvo.», cuando la protagonista viaja fuera de Asturias.
A ello tuvo que contribuir el que pudiera disfrutar en
Guimarán, donde su padre tenía su terreno asturiano de verdor y libros. En
estos primeros años el niño es religioso y le impresiona tanto Fray Luis de
León como Cervantes. Sus estudios universitarios los hace en Oviedo, donde
probablemente fragüe los ambientes de su gran obra "La Regenta". Esa
catedral, esos parajes de castaños y carbayos (robles), esas casas solariegas y
esos eclesiásticos catedralicios que conoce tan bien de sus clases de latines y
teología.
Es entonces cuando este provinciano Leopoldo Alas acude a
Madrid para hacer su doctorado. Allí forma un grupillo llamado "los de
Oviedo" con compañeros que ya conocía de su tierra, entre los que el más
destacado es Palacio Valdés, añorando los paisajes y forma de vida de su
Asturias, y se reúnen en la "Cervecería Inglesa". Allí el creyente y
ortodoxo Leopoldo, se va impregnando de las ideas liberales que en la
Universidad se van plasmando en la Libre Enseñanza que promovía el krausismo con
tolerancia y libertad de cátedra. Es donde se forja el escritor naturalista y
liberal laico que florece en todo su esplendor en "La Regenta".
Mientras sigue preparando su doctorado, hace sus pinitos
como periodista en un periódico menor llamado "El solfeo" donde aparte
de adoptar el nombre de "Clarín" (cada articulista tomaba el apodo de
un instrumento musical) se va ganando enemigos con sus artículos ácidos. Pero
no solo practica el periodismo, sino que va haciendo sus pinitos literarios con
relatos y poesías en la "Revista de Asturias". En estos relatos puede
empezar a vislumbrarse su crítica sin cuartel a la sociedad urbana que trata de
hipócrita, falsa y mezquina, con falta total de valores, frente a una bucólica
sociedad rural, que después en cuentos como "¡Adiós Cordera!",
"Doña Berta" o la propia novela de "La Regenta" no dejará
de señalar.
Pese a su brillantez académica se le niega una primera
cátedra por su enemigo de la época de "El Solfeo", el Conde de
Toreno, pero finalmente acaba ejerciendo como catedrático de Derecho Romano y
Derecho Natural en Oviedo. Sobre todo en esta última materia fue considerado
por sus alumnos como un profesor muy duro e insobornable, como también lo fue
en su faceta de literato, donde fue calificado, con cierta razón, de autentico
cacique. Sus escritos se hicieron universales pero los ovetenses seguían
viéndolo como un provinciano que acudía a diario al casino para jugar al
tresillo, siempre nervioso y agitado y con una miopía de topo, que escribía
garabatos más que letras, dada su mala caligrafía. Ese nerviosismo le hacía ser
muy activo y no solo colaboraba con periódicos o escribe con treinta y un años
"La Regenta", sino que se adentra incluso en el teatro y la
traducción. Pero su carrera se vio truncada a los cuarenta y nueve años por una
tuberculosis que acaba con su vida.
Evidentemente su gran novela es "La Regenta"
donde el análisis psicológico de los personajes tanto principales como
secundarios es de una profundidad pocas veces alcanzada en la literatura
española, donde el naturalismo romántico obtiene sus mayores cotas y donde la
ciudad de Oviedo, bajo el pseudónimo de Vetusta, se refleja en todas sus
grandezas y miserias. Las terribles dudas de la protagonista en materia
religiosa también atormentaron a "Clarín" y la hipocresía de la
sociedad aristocrática fue la que sufrió el mismo autor. Puede decirse que hay
dos novelas que marcan a sus autores en la literatura castellana: "El
Quijote" a Cervantes y "La Regenta" a Leopoldo Alas, con ello
puede resumirse la importancia crucial de esta gran obra y de su autor, este
"asturiano universal".
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