El conde de Montecristo.
Solo leyendo la anterior frase creo que a todos se nos viene a la memoria la misma escena: un hombre barbudo, sucio, vestido con harapos, encerrado en una inmunda celda y como única compañía el anciano de la celda contigua y el pasadizo que les comunica.
Esta escena está grabada en el imaginario colectivo gracias al altavoz que supone la televisión y el cine. Rara será la persona que a lo largo de su vida no habrá visto una adaptación más o menos acertada de la novela escrita allá por el 1844 por Alejando Dumas, padre, el mismo que escribió otra obra que también está incrustada en nuestro ADN visual: Los tres mosqueteros.
Ambas obras se publicaron por entregas, en pequeños cuadernillos o folletos, que se adquirían con los periódicos. Del diminutivo de folleto nace folletín que es el término manejado para este tipo de entregas y que posteriormente ha quedado para radionovelas, telenovelas y series, en las cuales, la trama no está cerrada y va elaborándose según las necesidades. Por ejemplo, El conde de Montecristo se terminó de escribir en 1844 y fue publicado en una serie de 18 partes durante los dos años siguientes.
Considerada como una de las mejores novelas de aventuras de todos los tipos, la obra reúne los mimbres actuales de cualquier telenovela: envidias, celos, adulterios, amores, venganzas, intrigas, acciones piadosas, y establece los patrones clásicos de las mismas: los malos son malísimos y los buenos son buenísimos, no hay ambigüedad en sus caracteres ni dobleces, los ricos matices grisáceos no estaban en la mente del autor: o blanco o negro. La trama de la obra, a grandes rasgos es la siguiente: chico con futuro prometedor y guapa novia con la que se va a casar recibe propuesta de promoción laboral. La envidia, que es muy mala, se cruza en el camino de sus adversarios potenciales quienes confabulan para quitarle de en medio provocando que sea encerrado en el castillo de If de donde logra escapar, recuperar un fabuloso tesoro y repartir venganza entre sus rivales. No entro en detalles porque en ellos está la sustancia de esta conocida novela. Y detalles tiene muchos: unos sobresalientes y otros de relleno ya que, puesto que Alejandro Dumas cobraba por línea escrita, la novela es muy extensa, lo que provoca en alguna ocasión bajadas de ritmo brutales y pasajes, a mi modo de ver, completamente prescindibles.
Imagino cómo seguirían los lectores cada una de las entregas de este folletín, devorándolas una tras otra y consumidos por la impaciencia de esperar la siguiente entrega. En eso hemos cambiado poco: basta pensar en los consumidores actuales de telenovelas o de seriales televisivos.
Algunos de los tópicos de la literatura están presentes en esta obra: el veneno es utilizado por las mujeres al estar esta forma de asesinar asociado al carácter sibilino y traicionero por el que son descritas las féminas de la época, los criminales no pueden morir con honor, en un enfrentamiento cara a cara por lo que mueren acuchillados, las personas que tiene honor o creen que lo tienen y lo han perdido no pueden desaparecer sino suicidándose con un tiro en la sien.
¿Pero quien es realmente el conde de Montecristo? En cierto modo es un farsante y un tramposo ya que tras escapar de su encierro pasa la mayoría de su tiempo oculto bajo ese condado inventado y cuando no es así, bajo la apariencia de otros personajes como: el abate Giaccomo Busoni, Simbad el marino, lord Wilmore, el señor Zaccone o el comisionista de una importante casa financiera. Pero a su vez, el conde de Montecristo no deja de ser más que Edmund Dantes el cual se vale de otros personajes para llevar a cabo su misión.
¿Cuál es la misión de Edmund Dates? La venganza. Edmund Dantes aplica una particular ley del Talión haciendo de la venganza el hilo central de su nueva vida donde aplica la vieja ley de que la venganza es un plato que se sirve frío ya que el protagonista va hilvanando una trama que desencadena en pocos días todos los acontecimientos para dar satisfacción a sus penurias carcelarias. Edmund Dantes se considera la mano ejecutara de Dios que castiga a aquellos que le llevaron a la perdición. Si bien, esta figura de Dios es más bien el Dios del Antiguo Testamento, justiciero y vengador, que el Dios del Nuevo Testamento, del poner la otra mejilla y la concepción cristiana: amarás a tu prójimo.
Y hablando de valerse de otros personajes para llevar a cabo su acción, es el momento de mencionar a otro personaje importante en esta trama: Auguste Maquet. ¿Quién es este personaje? Auguste Maquet fue un colaborador en infinidad de novelas de Alejandro Dumas, como por ejemplo, El conde de Montecristo o la serie Los tres mosqueteros, El vizconde de Bragelonne y Veinte años después. No llega ser un “negro” en el sentido actual en que el que empleamos este término, es decir, no es una persona que escribía los libros para que simplemente Dumas los firmara, si no que era un colaborador que se dedicaba a escribir el grueso de la trama para que después Dumas la puliera. Auguste Maquet colaboró en la redacción de El conde de Montecristo pero finalmente no reza como co-autor de la obra ya que Dumas pagó mucho dinero por ello.
Dumas tuvo muchos colaboradores, siendo este Auguste Maquet posiblemente el más famoso de ellos. Se cuenta la anécdota de que un día se encontraron Alejandro Dumas padre con Alejando Dumas hijo, y Dumas padre preguntó al hijo si había leído su nuevo libro a lo que éste respondió: yo sí, ¿y tú?
¿Quién es realmente el autor de la obras? ¿Quién es realmente el genio? ¿Quién es el que realmente hace que una simple obra rebase la frontera que separa las obras mediocres de las obras buenas? No solo esto, ¿quién es el genio que hace que El conde de Montecristo se sitúe
entre una de las mejores obras de todos los tiempos? ¿Alejando Dumas? ¿August Maquet? ¿Ambos? Lo realmente cierto es que tras las desavenencias y pleitos entre ambos, August Maquet se dedicó a escribir con su nombre pero ninguna de sus obras alcanzó la calidad literaria de las obras en las que colaboró con Dumas, lo que nos podría llevar a pensar que realmente es Dumas el que marca la diferencia.
¿Pero es esto realmente así? Para abrir un poco más el debate, aquí dejo un extracto obtenido de la Wikipedia, que hay que tomar con cuidado ya que por Internet circulan muchos bulos:
“Dumas obtuvo la idea principal de una historia real que encontró en las memorias de un hombre llamado Jacques Peuchet. Peuchet contaba la historia de un zapatero llamado François Picaud que vivía en París en 1807. Picaud se comprometió con una mujer rica, pero cuatro amigos celosos le acusaron falsamente de ser un espía de Inglaterra. Fue encarcelado durante catorce años. Durante su encarcelamiento, un compañero de prisión moribundo le legó un tesoro escondido en Milán. Cuando Picaud fue liberado en 1814, tomó posesión del tesoro, volvió bajo otro nombre a París y dedicó diez años a trazar su exitosa venganza contra sus antiguos amigos.”
Es decir, da la impresión que Dumas parte de una historia ya escrita basada en un hecho real, se la trasmite a August Maquet para que monte toda la trama y después él pone la chispa necesaria para convertir el libro en una obra maestra.
Pero lo curioso es que volviendo a la Wikipedia, con todas las precauciones antes citadas, nos encontramos algo parecido en la elaboración de Los tres mosqueteros:
“Dumas afirmó que para su composición se basó en manuscritos que él descubrió en la Bibliothèque Nationale: Mémoires de Monsieur d'Artagnan, capitaine lieutenant de la première compagnie des Mousquetaires du Roi Batushei (Memorias del señor D'Artagnan, teniente capitán de la primera compañía de los Mosqueteros del Rey) por Gatien de Courtilz de Sandras (Cologne, 1700). Este libro fue prestado por la biblioteca pública de Marsella, y la ficha de préstamo permanece hasta hoy día (Dumas se quedó con el libro cuando él regresó a París).”
Vuelvo entonces a las preguntas: ¿Quién es realmente el autor de la obras? ¿Quién es realmente el genio? ¿Quién es el que realmente hace que una simple obra rebase la frontera que separa las obras mediocres de las obras buenas? Parece que Dumas ha sido un simple copista o pulidor de obras escritas y re-escritas por unos y otros. Digo parece porque personalmente no creo que un escritor que no sea un genio es capaz de generar dos obras como El conde de Montecristo o Los tres mosqueteros por muchos ayudantes que haya tenido y por muchos libros con estos argumentos de los que partir.
Los genios son los que marcan las diferencias, y yo creo que Dumas es uno de ellos.
Esta escena está grabada en el imaginario colectivo gracias al altavoz que supone la televisión y el cine. Rara será la persona que a lo largo de su vida no habrá visto una adaptación más o menos acertada de la novela escrita allá por el 1844 por Alejando Dumas, padre, el mismo que escribió otra obra que también está incrustada en nuestro ADN visual: Los tres mosqueteros.
Ambas obras se publicaron por entregas, en pequeños cuadernillos o folletos, que se adquirían con los periódicos. Del diminutivo de folleto nace folletín que es el término manejado para este tipo de entregas y que posteriormente ha quedado para radionovelas, telenovelas y series, en las cuales, la trama no está cerrada y va elaborándose según las necesidades. Por ejemplo, El conde de Montecristo se terminó de escribir en 1844 y fue publicado en una serie de 18 partes durante los dos años siguientes.
Considerada como una de las mejores novelas de aventuras de todos los tipos, la obra reúne los mimbres actuales de cualquier telenovela: envidias, celos, adulterios, amores, venganzas, intrigas, acciones piadosas, y establece los patrones clásicos de las mismas: los malos son malísimos y los buenos son buenísimos, no hay ambigüedad en sus caracteres ni dobleces, los ricos matices grisáceos no estaban en la mente del autor: o blanco o negro. La trama de la obra, a grandes rasgos es la siguiente: chico con futuro prometedor y guapa novia con la que se va a casar recibe propuesta de promoción laboral. La envidia, que es muy mala, se cruza en el camino de sus adversarios potenciales quienes confabulan para quitarle de en medio provocando que sea encerrado en el castillo de If de donde logra escapar, recuperar un fabuloso tesoro y repartir venganza entre sus rivales. No entro en detalles porque en ellos está la sustancia de esta conocida novela. Y detalles tiene muchos: unos sobresalientes y otros de relleno ya que, puesto que Alejandro Dumas cobraba por línea escrita, la novela es muy extensa, lo que provoca en alguna ocasión bajadas de ritmo brutales y pasajes, a mi modo de ver, completamente prescindibles.
Imagino cómo seguirían los lectores cada una de las entregas de este folletín, devorándolas una tras otra y consumidos por la impaciencia de esperar la siguiente entrega. En eso hemos cambiado poco: basta pensar en los consumidores actuales de telenovelas o de seriales televisivos.
Algunos de los tópicos de la literatura están presentes en esta obra: el veneno es utilizado por las mujeres al estar esta forma de asesinar asociado al carácter sibilino y traicionero por el que son descritas las féminas de la época, los criminales no pueden morir con honor, en un enfrentamiento cara a cara por lo que mueren acuchillados, las personas que tiene honor o creen que lo tienen y lo han perdido no pueden desaparecer sino suicidándose con un tiro en la sien.
¿Pero quien es realmente el conde de Montecristo? En cierto modo es un farsante y un tramposo ya que tras escapar de su encierro pasa la mayoría de su tiempo oculto bajo ese condado inventado y cuando no es así, bajo la apariencia de otros personajes como: el abate Giaccomo Busoni, Simbad el marino, lord Wilmore, el señor Zaccone o el comisionista de una importante casa financiera. Pero a su vez, el conde de Montecristo no deja de ser más que Edmund Dantes el cual se vale de otros personajes para llevar a cabo su misión.
¿Cuál es la misión de Edmund Dates? La venganza. Edmund Dantes aplica una particular ley del Talión haciendo de la venganza el hilo central de su nueva vida donde aplica la vieja ley de que la venganza es un plato que se sirve frío ya que el protagonista va hilvanando una trama que desencadena en pocos días todos los acontecimientos para dar satisfacción a sus penurias carcelarias. Edmund Dantes se considera la mano ejecutara de Dios que castiga a aquellos que le llevaron a la perdición. Si bien, esta figura de Dios es más bien el Dios del Antiguo Testamento, justiciero y vengador, que el Dios del Nuevo Testamento, del poner la otra mejilla y la concepción cristiana: amarás a tu prójimo.
Y hablando de valerse de otros personajes para llevar a cabo su acción, es el momento de mencionar a otro personaje importante en esta trama: Auguste Maquet. ¿Quién es este personaje? Auguste Maquet fue un colaborador en infinidad de novelas de Alejandro Dumas, como por ejemplo, El conde de Montecristo o la serie Los tres mosqueteros, El vizconde de Bragelonne y Veinte años después. No llega ser un “negro” en el sentido actual en que el que empleamos este término, es decir, no es una persona que escribía los libros para que simplemente Dumas los firmara, si no que era un colaborador que se dedicaba a escribir el grueso de la trama para que después Dumas la puliera. Auguste Maquet colaboró en la redacción de El conde de Montecristo pero finalmente no reza como co-autor de la obra ya que Dumas pagó mucho dinero por ello.
Dumas tuvo muchos colaboradores, siendo este Auguste Maquet posiblemente el más famoso de ellos. Se cuenta la anécdota de que un día se encontraron Alejandro Dumas padre con Alejando Dumas hijo, y Dumas padre preguntó al hijo si había leído su nuevo libro a lo que éste respondió: yo sí, ¿y tú?
¿Quién es realmente el autor de la obras? ¿Quién es realmente el genio? ¿Quién es el que realmente hace que una simple obra rebase la frontera que separa las obras mediocres de las obras buenas? No solo esto, ¿quién es el genio que hace que El conde de Montecristo se sitúe
entre una de las mejores obras de todos los tiempos? ¿Alejando Dumas? ¿August Maquet? ¿Ambos? Lo realmente cierto es que tras las desavenencias y pleitos entre ambos, August Maquet se dedicó a escribir con su nombre pero ninguna de sus obras alcanzó la calidad literaria de las obras en las que colaboró con Dumas, lo que nos podría llevar a pensar que realmente es Dumas el que marca la diferencia.
¿Pero es esto realmente así? Para abrir un poco más el debate, aquí dejo un extracto obtenido de la Wikipedia, que hay que tomar con cuidado ya que por Internet circulan muchos bulos:
“Dumas obtuvo la idea principal de una historia real que encontró en las memorias de un hombre llamado Jacques Peuchet. Peuchet contaba la historia de un zapatero llamado François Picaud que vivía en París en 1807. Picaud se comprometió con una mujer rica, pero cuatro amigos celosos le acusaron falsamente de ser un espía de Inglaterra. Fue encarcelado durante catorce años. Durante su encarcelamiento, un compañero de prisión moribundo le legó un tesoro escondido en Milán. Cuando Picaud fue liberado en 1814, tomó posesión del tesoro, volvió bajo otro nombre a París y dedicó diez años a trazar su exitosa venganza contra sus antiguos amigos.”
Es decir, da la impresión que Dumas parte de una historia ya escrita basada en un hecho real, se la trasmite a August Maquet para que monte toda la trama y después él pone la chispa necesaria para convertir el libro en una obra maestra.
Pero lo curioso es que volviendo a la Wikipedia, con todas las precauciones antes citadas, nos encontramos algo parecido en la elaboración de Los tres mosqueteros:
“Dumas afirmó que para su composición se basó en manuscritos que él descubrió en la Bibliothèque Nationale: Mémoires de Monsieur d'Artagnan, capitaine lieutenant de la première compagnie des Mousquetaires du Roi Batushei (Memorias del señor D'Artagnan, teniente capitán de la primera compañía de los Mosqueteros del Rey) por Gatien de Courtilz de Sandras (Cologne, 1700). Este libro fue prestado por la biblioteca pública de Marsella, y la ficha de préstamo permanece hasta hoy día (Dumas se quedó con el libro cuando él regresó a París).”
Vuelvo entonces a las preguntas: ¿Quién es realmente el autor de la obras? ¿Quién es realmente el genio? ¿Quién es el que realmente hace que una simple obra rebase la frontera que separa las obras mediocres de las obras buenas? Parece que Dumas ha sido un simple copista o pulidor de obras escritas y re-escritas por unos y otros. Digo parece porque personalmente no creo que un escritor que no sea un genio es capaz de generar dos obras como El conde de Montecristo o Los tres mosqueteros por muchos ayudantes que haya tenido y por muchos libros con estos argumentos de los que partir.
Los genios son los que marcan las diferencias, y yo creo que Dumas es uno de ellos.
Querido cuscurro,
ResponderEliminarEl planteamiento rebasa el mero comentario de la obra para trasladarnos a un debate muy interesante que sucede, a menudo, con las obras de ficción. De nuevo, la realidad y la ficción nos ayudan a comprender lo que ha sucedido en un baile de conceptos bien interesantes.
Gracias por el artículo, ¡me ha gustado mucho!
De nada. A mi me sorprendió mucho este asunto cuando me topé con él.
EliminarUn saludo.
Sería fascinante conocer los entretelones de las obras actuales, como para reconocer la genialidad de los que actuando tras bambalinas, merecerían portar los laureles de las victorias que, hoy mismo, otros portan.
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