Perramus,
obra de Juan Sasturain y Alberto
Breccia, fue concebida inicialmente
como una dura crítica al régimen dictatorial que
padeció Argentina entre 1976 y 1983. Sin embargo, si el título
goza hoy de la consideración de clásico de la historieta
suramericana es porque sus autores fueron capaces de llevarlo más
allá, creando una obra en la que la voluntad crítica viene
acompañada de una mirada humorística, múltiples referencias
literarias, personajes reales sutilmente retocados y unas páginas de
una belleza plástica indiscutible.
Juan
Sasturain, escritor y periodista de larga trayectoria pero que
nunca antes había trabajado como autor de cómic, escribió el
primer capítulo de Perramus a petición del dibujante Alberto
Breccia que por aquel entonces (1982) era ya una figura
consagrada de la historieta argentina. Las primeras ocho páginas le
bastaron a Sasturain para presentar un escenario fascinante,
personajes sugerentes y una serie de interrogantes que invitaban a
seguir leyendo, por lo que la continuidad de la obra quedó pronto
fuera de toda duda. Los primeros capítulos, elaborados
durante los últimos años de la dictadura argentina, fueron
publicados inicialmente en Europa, donde en aquellos años
experimentaban su particular auge las revistas de cómic. Tras su
paso por la italiana Orient Express,
la francesa Circus y
la española Comix Internacional,
la obra recalaría ya en 1985 en Fierro,
cabecera fundamental de la historieta suramericana. Sasturain
y Breccia
trabajarían en ella entre 1982 y 1989,
dejando cuatro libros: El piloto del olvido, El alma
de la ciudad, La isla del guano y Diente por diente.
Perramus
es la historia de un hombre que elige el olvido. Huyendo de los
cadavéricos Mariscales que rigen la ciudad de Santa María, trasunto
de Buenos Aires, por pertenecer a un grupo clandestino conocido como
V.V.V. (Vanguardia Voluntarista para la Victoria), el protagonista
llega a un burdel llamado El Aleph, donde se le presentan tres
prostitutas: María
(el placer), Rosa (la suerte) y Margarita (el olvido).
El hombre opta por el olvido. A partir de ese momento no recordará
nada, ni siquiera su nombre. Lo conoceremos por la marca de su
abrigo, Perramus.
En los capítulos
siguientes, a Perramus se le unirán dos secundarios que le
acompañarán durante toda la serie. Primero Canelones, un uruguayo
fortachón y campechano al que también persiguen los Mariscales; a
continuación El Enemigo, un aviador que se presta a representar
ritualmente el papel de amenaza exterior en un país vecino llamado
La Isla, dándole una coartada al totalitarismo mercantilista en el
poder. Pero será la aparición de un cuarto personaje la que
transformará por completo el sentido del relato. Este personaje no
es otro que Jorge Luis Borges.
Efectivamente, tras un breve paso por un país que tiene la apariencia de un decorado de western y cuyos habitantes actúan de acuerdo con los estereotipos del género (metáfora de la colonización cultural y la voracidad del capitalismo), Perramus y sus compañeros entran en contacto con una célula del V.V.V., la organización revolucionaria a la que pertenecía el protagonista antes de perder la memoria, que les encomienda la misión de contactar con Borges y obtener de él una serie de informaciones. Si hasta ese momento la trama discurría con aparente improvisación, la irrupción del autor de El Aleph posibilitará una mejor estructuración del relato, de manera que toda la acción posterior girará en torno a su figura. La expresiva exactitud con que Breccia retrata a Borges contrasta su caracterización como personaje, muy alejada de su referente real. Sasturain y Breccia imaginan a un Borges que se convierte en algo tan insospechado como la conciencia libertaria que guiará a Perramus, Canelones y el Enemigo en su lucha contra el totalitarismo en Santa María y, por extensión, en toda Suramérica. Será el escritor argentino quien proponga las acciones que el trío protagonista debe ejecutar para restaurar la conciencia espiritual del país y sus habitantes, derrocando la dictadura. Como cabría esperar, la suya no será una resistencia violenta sino lírica, volcada en la ficción, simbólica.
Sin
lugar a dudas, gran parte del interés de Perramus
reside
en la construcción de Borges
como
personaje. Si la obra del escritor argentino es en la actualidad
objeto de reconocimiento y admiración unánimes, su personalidad y
más concretamente su posicionamiento político resultan mucho más
controvertidos. Las ocasiones en que Borges
se
pronunció explícitamente acerca de su ideario político fue para
proclamarse como un individualista extremo, que antepone la libertad
personal a cualquier forma organizada de poder. El componente
idealista, casi evasivo, de esta forma de pensamiento contrasta con
la realidad que le tocó vivir, la inestabilidad y sucesivos golpes
de Estado que se vivieron en Argentina a lo largo de todo el siglo XX
y que desembocaron en la cruel dictadura de las Juntas Militares de
los años 80. Los gestos y manifestaciones respecto a ésta fueron
diversos y contradictorios, lo cual resulta coherente con la
personalidad esquiva del escritor. Lamentablemente célebre es la
frase que Borges
dedicó
a Jorge
Videla:
"Le
agradecí personalmente el golpe del 24 de marzo, que salvó al país
de la ignominia, y le manifesté mi simpatía por haber enfrentado
las responsabilidades del gobierno".
También es cierto que más adelante se manifestaría en favor de las
Abuelas
y Madres de Plaza de Mayo
e incluso reprobaría el gobierno de las Juntas Militares una vez que
estas fueron depuestas. Se mire como se mire, el ciudadano Borges
no sentía hacia el llamado Proceso
de Reorganización Nacional
la repugnancia que hoy nos provoca el mismo. Es por ello que, siendo
uno de los objetivos más explícitos de Perramus
el
hacer escarnio de dicho régimen, resulta interesante la introducción
de Borges
como
personaje, más aún si, como hacen Sasturain
y
Breccia,
se reconstruye con unos rasgos alejados del referente auténtico. "Es
Borges...
tal y como me hubiera gustado que fuera",
diría el periodista en una entrevista. En efecto, todo lo que en lo
personal resultaría reprobable o al menos discutible desaparece,
siendo sustituído por una clara conciencia antitotalitaria
desconocida en el Borges
real.
¿No se menciona siempre a Borges
cuando se habla de los escritores olvidados por el Nobel? ¿No
merecería este Borges
depurado
el Nobel de Literatura aún más que el real? Sasturain
y
Breccia
corregirían
esta injusticia histórica en el cuarto y último libro de la saga,
Diente
por diente.
Pero, como adelantábamos,
desde la aparición de Borges, el relato comienza a
construirse a su alrededor. En el segundo libro, significativamente
titulado El alma de la ciudad, Perramus, Canelones y el
Enemigo intentarán rescatar a una serie de personajes en los que,
según "el Maestro" (así se referirán a él en toda la
obra), reside el alma de la Santa María, ciudad que al inicio de
este tomo se desvanece como la Buenos Aires de El Eternauta.
Perramus y sus compañeros irán descubriendo a siete personajes
cargados de simbolismo que representan otras tantas formas de
oposición al macabro totalitarismo de los Mariscales y que vivirán
una suerte desigual.
El tercer volumen de la serie se titula La isla del guano y transcurre de nuevo en La Isla, donde el Enemigo ejercía como tal tiempo atrás. En él, Sasturain y Breccia nos muestran con detalle una nueva forma de dictadura, cuya economía se basa en el guano (excremento de ave) y a la que se opone un grupo guerrillero compuesto por payasos, acróbatas y personajes de circo. Como se deduce de este planteamiento, el relato sacrifica parte de su fuerza evocadora para adoptar un tono más explícito y satírico. El totalitarismo populista suramericano ha mutado y también la forma de representarlo.
Breccia y
Sasturain cerrarían el ciclo de Perramus con Diente
por diente, último arco argumental en el que el nuevo gran
objetivo por el que pasa la rehabilitación moral de Santa María no
es otro que la restauración de la sonrisa de Gardel. Los dientes del
tanguero argentino han sido arrancados de su cráneo desnudo y a
Perramus y sus compañeros les corresponderá recuperarlos antes de
que lo hagan los esbirros del fascismo. Es el alma gauchesca lo que
está en juego. Entre los poseedores de las codiciadas piezas
dentales se encuentran Frank Sinatra y Fidel Castro, en
un relato por el que también desfilan personajes como Gabriel
García Márquez o María Kodama.
Perramus
muestra
la evolución del totalitarismo suramericano desde un militarismo
violento hacia formas más sutiles de dominación. También la forma
de encarar la narración fue mutando, pasando de la metáfora obvia y
militante de los primeros capítulos a una visión irónica
distanciada en los últimos. Además de haber sido premiada por
Amnistía
Internacional,
la obra goza hoy de un merecido reconocimiento, siendo considerada un
clásico de la historieta suramericana, lo cual no ha impedido que su
publicación en nuestro país haya sido fragmentaria y sumamente
deficiente.
Eduardo, me has dejado con la boca abierta. Suena realmente alucinante. Algún día leeré este comic, sea como sea.
ResponderEliminarQue interesante, aunque parece difícil de encontrar. Curiosa la adaptación de Borges.
ResponderEliminarPues sí, si queréis leerlo tendrá que ser "sea como sea", no por vías convencionales. En España, que yo sepa, se publicó el primer libro serializado en la revista Comix y después un recopilatorio. En los 90 salió el tercer libro en un tomo que a día de hoy es ya ilocalizable.
ResponderEliminarYo tengo la esperanza de que, siendo como es un clásico, se recupere tarde o temprano. Además, últimamente se han reeditado varios cómics de Breccia, así que crucemos los dedos.
Después de leer tu artículo, aunque sea con retraso de un mes, me he quedado con lo de leerlo "sea como sea" y me lo acabo de descargar "de aquella manera" del blog Comic Alt.
ResponderEliminarPor cierto, en el foro no tiene hilo...