Señora de rojo sobre fondo gris. Miguel Delibes - Conchi Sarmiento

Ed. Destino, Barcelona, 2009.


Cuando Miguel Delibes escribió Señora de rojo sobre fondo gris, en 1976 (fue publicado en 1991), no había pasado mucho tiempo desde el fallecimiento de su esposa, Ángeles de Castro, en 1974. Él siempre confesó que la muerte de su esposa fue un terrible golpe del que jamás se recuperó y por eso esta novela cobra un significado tan especial: es un homenaje a su mujer y un exorcismo al dolor por la pérdida del ser amado, pues el personaje de Nicolás es el alter ego del autor y Ana, la rememorada esposa de aquel, un trasunto de Ángeles de Castro. Es conmovedor ir descubriendo, a medida que avanza el monólogo de Nicolás, cómo un acto tan doloroso se trastoca en algo tan entrañable y conmovedor, en un verdadero canto a la alegría de vivir.

El característico título de la obra, Señora de rojo sobre fondo gris,
hace referencia al retrato que, dentro de la narración, el pintor García Elvira realiza de Ana. Curiosamente, ese "famoso retrato con el vestido rojo, un collar de perlas de dos vueltas y guantes hasta el codo" existe realmente: es un retrato de la mujer de Delibes. Desde un punto de vista simbóloco, Ana es una figura tan llamativa, tan esencial y apasionada en su nucleo familiar y de amistades, que inevitablemente ha de aparecer retratada con un vestido rojo, resaltando sobre el fondo gris que remite a la España de 1975 o, por mejor decir, de los últimos años de la dictadura franquista. El guante blanco que lleva hasta el codo rememora la inocencia y la pureza de su carácter, suavizando el rojo de su elegante traje.

La acción se desarrolla durante el verano y otoño de 1975, durante los últimos meses de la vida de Franco. Nicolás, un pintor recién enviudado, recuerda ante su hija la figura de su esposa, Ana. La hija, también llamada Ana, fue presa durante los últimos meses del franquismo por causas políticas, y acaba de salir de la cárcel. Por tanto, al no poder asistir al proceso de enfermedad y a la muerte de su madre, es su padre quien le explica todo lo acontecido.

El monólogo de Nicolás se divide en dos partes que no se hallan marcadas textualmente: En la primera, el narrador recuerda el carácter y las costumbres de su mujer, con pequeñas anécdotas de la vida cotidiana, para ir dando paso a una segunda parte que se anuncia con referencias a su desaparición y que se centra en el proceso de la enfermedad -un tumor cerebral- y en cómo Ana la afronta. Esta última parte es un ejemplo de cómo comprender el dolor propio y ajeno, cómo asimilarlo y aceptarlo como un proceso vital.

Sin embargo, pese a que resulta complicado no emocionarse con la actitud de una mujer tan entera ante la enfermedad y la muerte, sin duda la primera parte es la más emotiva.
Por ejemplo, Ana

"incapaz de rencores; menos aún de rencores vitalicios. La aburría. Durante los primeros meses de matrimonio, cada vez que discutíamos, se ataba un hilo al dedo meñique para recordar que estábamos enfadados. Luego lo olvidó; llegó a olvidar incluso la razón por la que se había atado el hilo".

Miguel Delibes consigue que, pese al trágico final, nos quedemos con lo grato, con el detalle, con los entrañables hábitos que aquella mujer cuya "sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir".

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