No creo que pueda decirse que El camino sea la mejor novela de Don Miguel Delibes, me siento incapaz de elegir o de destacar una por encima de las demás, pero es para mí la más tierna y contiene todo el universo que más tarde definirá a lo largo de toda su narrativa.
Es una novela intemporal en el sentido de atrapar con sus personajes y una historia simple y sin elementos que la compliquen, a lectores de todas las edades desde que se publicó allá por 1950.
Daniel es un muchacho de once años al que su padre ha decidido mandar a la ciudad para estudiar. Deberá renunciar a su universo cotidiano, en el que es feliz, y que su padre considera mezquino, para hacerse un triunfador. Fluye suave pero sin pausa en un camino seguro desde que se plantea el viaje hasta que acaba esa noche de evocación. De alguna manera nos acostamos con un niño apenas y nos levantamos con un muchacho camino de la madurez.
En esta última noche evoca su infancia, a sus amigos, anécdotas cotidianas de un mundo rural con una mirada de niño sabio que sabe que va a dejar esa forma de vida detrás y que se prepara con esta ultima rememoración , para adentrarse en un mundo desconocido. No tiene muy claro que esas cosas que pueda aprender en el larguísimo futuro que le aguarda le aporte nada útil.
En el fondo nos sumergimos en una novela coral en la que, de la mano de un chiquillo despierto,vamos conociendo a unos personajes que pueden ser arquetipos, pero que consiguen una individualidad y una solidez única.
Es enternecedora la relación de afinidad y de amistad que se establece entre los tres amigos tan dispares: El Mochuelo, el Moñigo y el Tiñoso, simplemente genial y delirante la construcción de las hermanas Guindillas, carismático el buenazo del cura, el herrero, ...
Los personajes van desfilando y quedando fijos en la memoria, hasta el punto de convertirse en seres tangibles que son evocados de vez en cuando por el lector mucho tiempo después de la lectura: ¿ qué habrá sido de Daniel?, nunca dudé que acabaría su bachillerato y hasta su carrera, pero ¿volvería al pueblo por Maruca uca?, y ¿el Moñigo?, ¿ qué quedara de aquel duro paraíso rural en el que transcurre nuestra historia?
Nos encontramos con la vida misma, con las obsesiones de las beatas, con el ansia de amor de la muchacha que siente que se le pasa la edad de merecer, con la preocupación de un cura por la moral de sus feligreses, la ambición y el sacrificio de un padre por el futuro de su hijo, los miedos de la madre, el compañerismo, el amor platónico y el real en la preadolescencia, las correrías y bravatas de los chicos de aquellos pueblos de antes de que la televisión y el progreso unificara los horizontes vitales. Todo ello descrito con un fino sentido del humor y de la tragedia. Entre la nostalgia y la melancolía, la sonrisa brota con frecuencia de las líneas y las situaciones, a veces algo absurdas y a veces tan reales como nuestras conversaciones de niñez y esas creencias algo surrealistas con las que teñimos nuestros miedos y nuestras ingenuas cicatrices, tan parecidas a las de Daniel, Roque y Germán.
Porque nuestras cicatrices también saben a sal, y nuestros amigos nos ayudan a entender el universo.
Para quien se aventure a pasar por sus páginas, Daniel y sus vecinos se convertirán en unos de esos personajes que trascienden los libros, que cobran vida y se convierten en ejemplos de la buena literatura hecha sin ruido, sin pretensiones, alejada de modas y corrientes estéticas, tan solo con un castellano soberbio y con un amor infinito por la naturaleza y que consigue comunicar con la sencillez de un escritor que lleva en la sangre sus historias y que alcanza la talla de una obra de arte sin ninguna duda.
Creo en definitiva que es la novela ideal para iniciarse en la lectura no solo de Delibes, sino en la gran literatura sin asustar, como una apuesta segura.
¿Te puedes creer que leyendo este artículo me he emocionado acordándome del libro? Me dio tantísima pena terminarlo. Me hubiese encantado que Debiles hubiera hecho un Qué pasó con..
ResponderEliminarMe alegro mucho de que te haya llegado Leonina, El que alguien se sienta atraido para leerlo o que le evoque lo mismo que a mi, me hace sentir que no me he equivocado.
ResponderEliminarMe ha pasado como a Leonita, qué copiona soy jejjeje, pero sí, leyéndote he ido recordando el libro y emocionándome. Me acuerdo de lo triste que me pareció que el padre para ahorrar para que el hijo pudiese estudiar se amargó la existencia porque cada peseta que ahorraba era con sacrificio y cada gasto imprevisto le amargaba el carácter. O el cura, qué ocurrente era y las ideas que se le tenían que ocurrir para atajar las tonterías de la guindilla mejor. ¡¡¡O un párrafo que me encantaba del libro!!! el de los motes, magistral, pero bueno, con este autor casi todos los párrafos son magistrales ¿verdad?
ResponderEliminarHace tanto tiempo que leí los libros que es una lástima que haya tenido que ser su muerte la que me empuje de nuevo a querer leerlos. Muy mal
Leyendo "El Camino", libro quizá más fácil de leer que otros del magnífico autor Miguel Delibes (lo que tiene cierta importancia), me acordé de cuando de chaval, iba cada mañana por tranvía de mí aldéa en Flandes a la escuela en la "gran" ciudad de Amberes, lágrimas brotando de mis ojos cada vez que me alejé de mi pueblo. Hoy tengo la edad de muchos de los mejores protagonistas de las obras de Delibes, y aún me brotan esas lágrimas; personalmente, creo, no de cocodrilo, pero sí, de cierta añoranza. ¿Su fuente? ¡Un escritor de Valladolid! Es muy humano, lo que nos enseña Don Miguel, gracias Señor.
ResponderEliminarMuchas gracias Pablo, creo que la sensacion que nos transmite que alguien desde tan lejos nos lea, hace que nos sintamos muy felices de haber acertado con nuestra pequeña aportación.
ResponderEliminarUn abrazo.