El Horla es un relato perturbador que incursiona en los más profundos recovecos de la mente. El personaje principal narra en primera persona, a manera de un diario, los diversos encuentros con un ser invisible que poco a poco va tomando posesión de su persona, cosa que lo lleva a realizar profundas reflexiones acerca de lo desconocido y de aspectos tan humanos como la angustia, el temor, la debilidad o la soledad.
El Horla es como él llama a esta especie de vampiro, bebedor de leche y agua, que se alimenta de la vida de otros a través del sueño; un ser tan insólito como factible en un mundo del que no se conoce más que la “cienmilésima parte”. Esta idea se manifiesta dos veces, por lo que de alguna manera abre y cierra el relato, acentuando la intención del autor de explorar los misterios de lo imperceptible al ojo humano.
El ambiente alucinante, de pesadilla y locura, se combina con sobrias observaciones sobre la realidad en un cuento verdaderamente extraordinario.
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