Las bitácoras virtuales como una nueva forma de hacer literatura
En apenas una década el espacio virtual se ha visto invadido por millones de blogs. Pero, ¿en qué consiste realmente este fenómeno? ¿Estamos ante un simple soporte digital para creaciones literarias convencionales o se trata de una herramienta que ha traído consigo una nueva forma de escribir?
En “El futuro de la imaginación” (Anagrama, 2002), Harold Bloom se refiere en los siguientes términos al impacto que Internet está teniendo sobre la literatura:
“Millones de nuevos escritores, en todas las lenguas, publicarán en la red: ¿quién distinguirá entre ellos? ¿Quién los diferenciará? ¿Cómo podemos hablar del futuro de las formas literarias cuando flotarán en el enorme y amorfo océano de Internet? Nadie tendrá la fuerza para afirmar que una mente, un talento individual, sobresale de ese océano de muerte, el mar universal de un caos que regresa”. A pesar de la notable carga de tremendismo con que suele manifestarse el crítico norteamericano, su análisis parece bastante ajustado a la realidad. Con la generalización del acceso a Internet y ante sus múltiples ventajas, el número de personas que recurren a la red como soporte para la expresión literaria se ha visto multiplicado. Y de los muchos caminos que Internet ofrece a la literatura, uno de los más significativos es el que constituyen los blogs.
“Millones de nuevos escritores, en todas las lenguas, publicarán en la red: ¿quién distinguirá entre ellos? ¿Quién los diferenciará? ¿Cómo podemos hablar del futuro de las formas literarias cuando flotarán en el enorme y amorfo océano de Internet? Nadie tendrá la fuerza para afirmar que una mente, un talento individual, sobresale de ese océano de muerte, el mar universal de un caos que regresa”. A pesar de la notable carga de tremendismo con que suele manifestarse el crítico norteamericano, su análisis parece bastante ajustado a la realidad. Con la generalización del acceso a Internet y ante sus múltiples ventajas, el número de personas que recurren a la red como soporte para la expresión literaria se ha visto multiplicado. Y de los muchos caminos que Internet ofrece a la literatura, uno de los más significativos es el que constituyen los blogs.
Un blog es algo tan simple como un diario on line, una plantilla digital colgada en la red que permite publicar textos en orden cronológico y acompañarlos de imágenes, sonido o vídeos. La sencillez con que puede manejarse ha permitido que el número de usuarios haya ido en aumento hasta el momento actual, en el que se estima que existen más de 100 millones de blogs (lo cual equivale a decir que son innumerables), de los cuales unos 15 millones estarían activos. La variedad de contenidos es también inabarcable: además de los diarios personales de usuarios anónimos, numerosos artistas, políticos y personajes públicos recurren a un blog para informar acerca de sus actividades; existen blogs sobre cine, música, literatura o cómic; blogs de noticias y actualidad; blogs de análisis político o social; blogs sobre cocina, tecnología, decoración, chismorreo, deportes, noticias curiosas y, naturalmente, blogs sobre blogs.
Así pues, millones de personas escriben a diario en sus blogs pero, ¿cómo lo hacen? Dicho de otro modo, ¿estamos ante un simple soporte digital para textos literarios convencionales o se trata de una herramienta que ha traído consigo una nueva forma de hacer literatura?
Un gran número de usuarios escribe en sus blogs poemas, novelas, relatos y microrrelatos, haikus, críticas o crónicas que se ajustarían perfectamente a las exigencias de un medio impreso. Aunque el formato es nuevo, estaríamos ante un uso del mismo deudor de los medios que le precedieron. Sin embargo, otros muchos bloggers se muestran más conscientes de las posibilidades que se abren con esta herramienta y la utilizan de forma más novedosa, arriesgada y con una menor vinculación respecto al lenguaje propio de otros medios. Es de esperar, además, que las diferencias se acentúen con el tiempo y que, superado el momento inicial en el que los nuevos medios buscan legitimación y prestigio en los ya establecidos, los blogs sean utilizados de manera cada vez más genuina.
¿Y en qué consisten esas nuevas posibilidades que diferencian al blog de otros medios literarios? La primera y más obvia deriva de su ya señalado carácter multimedia. En cada entrada de un blog, el texto puede ir acompañado de imágenes, sonido o vídeos, conformando una experiencia compleja a la que uno no puede enfrentarse con una simple lectura. No se trata de una mera acumulación de lenguajes, sino de una integración de los mismos en un mismo mensaje y al servicio de una única experiencia, dirigida a un lector participativo y competente en su comprensión de los distintos medios.
Además, los blogs suelen permitir los comentarios y respuestas de los lectores, lo que acentúa su carácter interactivo. Aunque los mensajes de los lectores aparecen subordinados al texto principal y es el autor quien los administra, pudiendo alterarlos o eliminarlos si lo estima conveniente, no es menos cierto que, al invitar a la participación del lector, la bitácora se configura como construcción colectiva, en oposición al tradicional concepto de obra literaria como resultado de un acto creativo individual y solitario del autor.
Pero probablemente sea la repercusión del hipertexto lo que marca una mayor distancia entre la escritura en los blogs y la propia de los medios impresos. Internet, como conjunto de redes de comunicación conectadas entre sí, ha generado la forma de texto que se ajusta a sus necesidades, el hipertexto, que se caracteriza por permitir la conexión entre páginas relacionadas a través de enlaces o hipervínculos. El hipertexto fractura gran parte de los principios sobre los que se sostiene la escritura en medios impresos. El texto impreso es por naturaleza unilineal y progresivo, discurre en una única dirección, secuencialmente, de menos a más. Hay un único centro, el que el propio texto conforma, y frente a éste sólo caben distintas formas de anotación subordinada. En contraste, el hipertexto es multisecuencial, admite distintos trayectos de lectura y, por tanto, permite la articulación del discurso en varias direcciones, sucesivas o simultáneas, incluso contradictorias. La inmersión de cada texto en una red de interconexiones sin un eje de organización desplaza el centro de manera constante hasta el punto de negar la misma existencia de un centro, al menos de un centro permanente. En el hipertexto no hay un principio y un fin claros, sino un punto de partida desde el cual el lector establece una cadena de conexiones. Las fronteras del texto se difuminan, la noción de autoría también.
Los blogs han incorporado con naturalidad las formas propias del hipertexto y con él se han ido introduciendo sutilmente nuevas formas de escritura y lectura. El uso frecuente del hipervínculo ha convertido a los blogs en lugar de paso en el proceso activo de navegación por la red: en las entradas de los blogs se remite constantemente a la Wikipedia para explicar conceptos, se enlazan noticias y artículos aludidos, páginas personales o corporativas, entradas antiguas, etc.; y al mismo tiempo, los propios blogs son punto de destino al que se remite desde otros lugares de la red. Se entiende así hasta qué punto la lógica que alimenta a los blogs difiere de la propia de la literatura impresa. El libro impreso sólo puede ser exhaustivo y albergar en sus páginas toda la información que se considera relevante; el blog es esencialmente sintético: proporciona una pequeña parte de la información relevante y facilita el acceso directo al resto.
Desde este punto de vista, el debate acerca de la relación entre los blogs y los géneros literarios tradicionales parece estéril, al encontrarnos ante un fenómeno lo suficientemente alejado de la literatura impresa como para exigir unos estándares de valoración propios.
La queja de Bloom con la que abríamos este artículo expresa la protesta de quien pretende valorar la literatura en Internet con las estructuras propias de la literatura impresa y no desde cualquier perspectiva, sino desde una visión típicamente moderna que reclama el filtro editorial como forma de selección del talento y precisa de la figura del autor como creador único e instancia de interpretación de una obra. Si esta visión había sido ya muy contestada por el posmodernismo, en el contexto de Internet resulta, como acabamos de comprobar, simplemente inviable. Así pues, cualquier juicio que se quiera emitir acerca de los blogs como herramienta literaria debe partir de la consideración de su peculiar naturaleza y alejarse, en la medida de lo posible, de los parámetros de la literatura impresa.
Se ha especulado mucho acerca del futuro de los blogs. Lo presumible a corto plazo es que el número de bitácoras activas se estabilice e incluso comience a disminuir, superado el crecimiento incontrolado propio de la euforia inicial y en la medida en que otros instrumentos tecnológicos que cumplen funciones relacionadas, como las redes sociales, vayan ganando adeptos. Incluso se especula con la posibilidad de que los propios blogs sean devorados por la vertiginosa innovación tecnológica y sustituidos por otras herramientas que ofrezcan más ventajas. Sea como sea, la literatura colonizará inevitablemente el territorio demarcado por la nueva frontera tecnológica que es Internet y lo hará con blogs o sin ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No hay comentarios