LITERATURA LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales) - Sebastián Fontana Soler (Arden)

 


Diseño de portada: Isabel Palacio


La orientación sexual o la identidad de género son características humanas y, por lo tanto, como tales, se han visto reflejadas en todas las literaturas del mundo a lo largo de la Historia. El amor y la pasión entre personas del mismo sexo, los celos, la pena por la muerte del ser querido, y en fin, todos los temas que son comunes a las relaciones humanas también se han representado en la literatura desde el punto de vista LGTB; a veces abiertamente, cuando la sociedad admitía este tipo de relaciones, o bien, disfrazando las relaciones amorosas como una amistad que va más allá de lo que normalmente se entiende por este concepto; o también para condenar a los homosexuales o transexuales disfrazándolos de brujas, criminales, locos o pervertidos, bien por morbosidad o para alertar de su peligrosidad o condenar a las personas LGTB o bien porque era la única forma de que la sociedad y la censura dejara publicar este tipo de libros.

La homosexualidad, la bisexualidad, la transexualidad, se han visto reflejados de muy diversas formas, desde la literatura antigua, donde existen numerosas historias que contienen este tipo de amor, como el Poema de Gilgamesh, una narración sumeria en verso, pasando por la historia de amistad-amor entre David y Jonatan en la Biblia, o las historias de amor de la Antigüedad Clásica, como la que narra la Ilíada entre Aquiles y Patroclo, o la de Alejandro Magno y Hefestión o Adriano y Antinoo, hasta los poemas y cartas de amor del gran artista del renacimiento Miguel Ángel a Tommaso Cavalieri, o algunos de los sonetos de Shakespeare, donde es claro y meridiano el homoerotismo, hasta las literaturas de otras culturas a lo largo y ancho del mundo, como la japonesa donde el novelista más importante del período Edo, Ihara Saikaku nos cuenta en El gran espejo del amor entre hombres episodios de la vida de samurais que eligieron recorrer el camino del nanshoku o “vía del amor viril”, una senda que en el Japón antiguo y premoderno era tolerada y respetada, o también de actores del mundo de la escena, pasando por la China ancestral donde a la homosexualidad se la aludía como “la manga cortada” por la historia del Emperador Ai de la dinastía Han (206 a C. - 9 d C.), que cortó una manga de su túnica al levantarse para tener que ir a atender asuntos de estado para no despertar a su amante, Dong Xian, que se había dormido sobre ella, y que se contiene en numerosas obras a lo largo de toda la historia de la literatura china, o la poesía homoerótica sefardí e hispano-árabe de su siglo de oro (nuestros siglos X y XI), donde tuvo su esplendor antes de la invasiones provenientes de los fanáticos almorávides y almohades provenientes del Norte de África. 


En Occidente no es hasta mediados del siglo XIX cuando la homosexualidad deja de ser considerada solo como una degradación moral y un pecado a condenar desde el punto de vista religioso pasando a ser, además, una enfermedad, lo que da lugar a una literatura “científica” y a los primeros personajes presentados como homosexuales o transexuales en la literatura de ficción. Esto despertó la posibilidad de una literatura en la que, de forma más o menos abierta, aparecieran personajes LGTB, a veces estos solo son visibles para entendidos, puesto que solo los que poseen las claves bajo las que están disfrazados pueden saber qué tipo de personajes son, otras veces salen a la luz abiertamente pero normalmente en contextos negativos, aunque poco a poco y paso a paso fue dando lugar, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, a una literatura donde se pueden tratar a las personas LGTB con cierta normalidad.


Y este es el apasionante viaje que vamos a realizar en este número, atravesando diferentes culturas, lugares y épocas, a fin de saber cómo sintieron, amaron y murieron los homosexuales y transexuales que fueron, sobre todo, a partir de la aparición del cristianismo, humillados y ofendidos, vilipendiados, perseguidos, amados u odiados, que sufrieron la muerte, la tortura, la cárcel o el destierro, pero que supieron, al mismo tiempo, sobrevivir a las adversidades y reflejar en la literatura y en el arte su amor, su pasión y su vida. Subid a bordo que vamos a despegar, no os arrepentiréis.

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