Alicia cumple 150 años - hierbamora


-Nos pondremos en marcha, y no pararemos hasta llegar.
-¿A dónde vamos?
-No lo sé, pero vamos.
Jack Kerouac, On the Road.


"A menudo soñamos sin la menor sospecha de irrealidad. El sueño tiene su propio mundo, y a menudo es tan natural como el otro".
Lewis Carroll

"Explícanos todo eso"- dijo la Falsa Tortuga. "¡No, no! Las aventuras primero- dijo el Grifo impaciente; las explicaciones son horriblemente largas".

Alicia tiene demasiada abundancia de símbolos. Y los símbolos demasiadas explicaciones. Los eruditos eternizan símbolos matando, a veces, sus múltiples significados. Hasta Lewis Carroll, el autor, se siente forzado a dar explicaciones a algo que desconoce, por ejemplo, la adivinanza del Sombrerero en el capítulo VII sobre la semejanza entre un cuervo y un escritorio.







Quisiera escribir este artículo desde la piel de una niña de 7 años, (o esa misma cifra más 3) y poder relatar la fantástica y real experiencia ("fantástica" y "real" son epítetos que se superponen sin pudor en la historia) que es leer Alicia en el país de la maravillas. O una u otra edad, -no se sabe con precisión-, tenía Alicia Liddell, la auténtica destinataria de esta obra maestra. No tengo aquél artefacto, el Extraño Reloj, que poseía el profesor alemán, en el capítulo XXIII de Silvia y Bruno que al hacer retroceder las manecillas hacía volver también los acontecimientos correspondientes a la hora indicada por ellas; lo cual supone una interesante anticipación de La máquina del tiempo, de H. G. Wells. Lo que sí elijo es encantarme con esta lúdicra obra, dejarme llevar, disfrutar -una y otra vez- de esta gozosa pieza literaria con tintes absurdos, y disparatadas aventuras.

Alice Liddell frente a la cámara de Lewis Carroll


“Como Homero, la Biblia, y todas las demás grandes obras de fantasía, los libros de Alicia se prestan fácilmente a todo tipo de interpretación simbólica, ya sea política, metafísica o freudiana", dice Martin Gardner, incluso algunos comentarios hilarantes como el de Shane Leslie que considera la historia de Alicia una historia secreta de las controversias religiosas de la Inglaterra victoriana, siendo el tarro de mermelada, por ejemplo, símbolo del Protestantismo.


Más interesante que lo anterior sería observar los pasatiempos favoritos del excéntrico Lewis Carroll, (Daresbury, Cheshire, Reino Unido, 27 de enero de 1832-Guildford, Surrey, Reino Unido, 14 de enero de 1898), seudónimo del gris profesor de Lógica y Matemáticas y reverendo C. L Dodgson, Charles Lutwidge Dodgson: "De niño era aficionado a los títeres y la prestidigitación, y durante toda su vida disfrutó haciendo juegos de magia, especialmente para los niños. Le gustaba confeccionar un ratón con el pañuelo, y luego hacerlo saltar misteriosamente de su mano. Enseñaba a los niños a hacer con papel barcos y pistolas que estallaban al sacudirlas en el aire. Se dedicó a la fotografía cuando este arte estaba empezando, especializándose en retratos de niñas y de personajes famosos. Le entusiasmaba toda clase de juegos, sobre todo el ajedrez, el croquet, el chaquete y el billar. Inventó gran cantidad de acertijos verbales y matemáticos, juegos, métodos de cifrado, etc..." (Martin Gardner).



De entre las especulaciones e incógnitas de su vida, que dejo a modo de interrogación, se cuenta el posible consumo de drogas psicoactivas, la obsesión por retratar a niñas, o la afición por conocerlas en los vagones de ferrocarril y en las playas públicas, llevando consigo siempre en esas excursiones a la playa un maletín negro con rompecabezas de alambre y otros regalos insólitos para estimular el interés de ellas a pesar de que era un hombre religioso, estricto y tímido. La biografía de Dodgson-Carroll, personalidad singular y controvertida que desafía todavía a los estudiosos de su obra ondea por claroscuros; todo ello dañará definitivamente su reputación.

Hay un énfasis exagerado por querer saber el porqué de todo. Si eres de esas personas, NO LEAS ALICIA. "¡Pobre, pobre Alicita!. No sólo la han cogido y le han hecho recibir lecciones; la han obligado a imponer lecciones a los demás", decía G.K. Chesterton. No hay que tomarse demasiado en serio el alegato de Chesterton, pues muchos de los chistes o disparates del libro no cobran su gracia original si no se entienden. Y yo pregunto, ¿y qué?, ¿acaso un niño lo comprende todo?, ¿no hay que disfrutar sin más de esta divertida odisea? Alicia es un cúmulo de acertijos, retrúecanos, juegos de palabras, chistes, sinsentidos y aliteraciones de palabras. Disfrutar de la vitalidad y fuerza de la imaginación, no del conocimiento, insisto. Aunque no cesan de surgir múltiples estudios y análisis de la obra (¡¡hasta una perspectiva psicoanalítica!!), la obra original, primitiva, ingenua si cabe, surge, para disgusto de muchos, de la manera más inesperada, y natural, casi como un ejercicio de escritura automática.




En el artículo "Alicia on the Stage" escribe Carroll: "Muchos días habíamos remado juntos por ese río tranquilo -las tres jovencitas y yo-, y muchos fueron los cuentos improvisados para beneficio de ellas. [...] Sin embargo, de todas esa cantidad de cuentos, ninguno llegó a ser escrito: nacieron y murieron, como minúsculas moscas de verano".

También tenemos el testimonio de su amigo el reverendo Duckworth: "Yo iba de popel y él de proel en la famosa excursión a Godstow, durante las Vacaciones de Verano, con las tres señoritas Liddell como pasajeras nuestras; y el cuento se compuso y se contó literalmente sobre mi hombro, en atención a Alicia Liddell, que iba de "patrón" de nuestra canoa. Recuerdo que me volví y dije: "Dogson, ¿es una de sus historias improvisadas" y me contestó: "Sí, la estoy inventando mientras navegamos". También recuerdo perfectamente que, al volver a dejar a las tres niñas en la residencia del decano, Alicia dijo al despedirse de nosotros: "Señor Dodgson, quisiera que me escribiese las aventuras de Alicia". Sea o no el día 4 de mayo de 1862 (hay datos equívocos sobre que ese día fuera soleado, se habla más bien de "frío y bastante lluvioso") la fecha exacta de la invención de esta historia onírica y extraña, el caso es que sí se gestó en tales circunstancias. En 1862 Alicia tenía diez años, pero la edad en el cuento es, casi con toda seguridad, de siete años.

Las tres hermanas Liddell con Alicia a la derecha.

Muchas asuntos sobre el significado de la historia de Alicia quedan en el aire. Y yo pregunto, ¿y qué?, qué más da si no sabemos qué significa el agujero inicial por el que cae Alicia (¿acaso el arrojo al mismísimo mundo?); si es o no cierto que pueda existir un pozo de melaza como se cuenta en el cap. VII; si son 2 o 3 los pares de guantes blancos de cabritilla los que olvida el conejo blanco; si es posible que una prepotente oruga fume y nos pregunte sobre el enigmático concepto de identidad o que el gigante brazo de Alicia sobresalga por una ventana ("Bueno, en cualquier caso, no tiene por qué estar ahí; ve y quítalo", le dice el Conejo irritado a Pat); que los lacayos de la reina tengan que pintar de rojo los tulipanes blancos a riesgo de perder la cabeza (¿acaso tienen cabeza?); qué de extraño tiene, a estas alturas, que una jota de cartulina no sepa nadar; o que la sopa de Falsa Tortuga no lleve realmente eso, tortuga, y sea más una imitación, como tantas otras cosas, de la sopa de tortuga, normalmente hecha con ternera (de hecho, Tenniel, dibuja a Falsa Tortuga con cabeza, pezuñas y rabo de ternera); y qué si no sabemos que son las materias como la Escoria antigua y Escoria moderna, o por qué motivo las clases de Tortuga comiencen con 10 horas la primera semana, 9 la segunda, y así sucesivamente hasta el undécimo día donde no hay clase. "Todas las materias de la Falsa Tortuga son retruécanos", se dice, y aunque los niños encuentran divertido esos juegos de palabras, la mayoría de las autoridades contemporáneas consideran que rebajan la calidad literaria de los libros juveniles. ¡Al carajo esas autoridades!


"Si no sabes qué es feificar es que eres tonta", dice el Grifo a Alicia. El grifo es el emblema del Trinity College de Oxford. Se encuentra encima de la entrada principal, dato sin duda familiar a Carroll y a las pequeñas Liddell

El sombrerero Loco se parecía a Bertrand Russell y a sus dos colegas de Cambridge, McTaggart y Moore, se parecía repectivamente al Lirón y a la Liebre de Marzo, con lo que el grupo de tres pensadores era conocido en la universidad como «Trinity’s Mad Tea Party» (algo así como «la Merienda de Locos del Trinity»). Al igual que podemos ver semejanzas entre el juicio de la Jota de Corazones, en el último capítulo, con El Proceso de Kafka, o incluso con obras como En Nadar-dos-pájaros de O´Brien. Estas delicias pueden gustar a un adulto, a mí me chiflan, pero, quizá, prescindible para el conjunto total del libro o el entusiasmo infantil.


Semejanzas entre los tres pensadores con los personajes del libro.

Lewis Carroll conectó con "un rasgo profundo y espiritual de los ingleses, su gusto por el sinsentido", o nonsense como hacía William Shakespeare, por ejemplo, incluyendo juegos de palabras en sus tragedias. La famosa y reiterativa frase de la Reina (¿será la única que conozca?), "¡Qué le corten la cabeza!", puede servir, ahora que acabo de releer en estos días a Alicia, como una advertencia para adentrarnos en este enigmático y alucinante sueño, delicioso y riquísimo libro que este año cumple 150 años de su primera publicación. ¿Cómo? apartar la cabeza inquisitiva a un lado, no cortarla, pero abandonarla. Dejar el pensamiento racional, excesivamente explicativo (y muchas veces oscuro), abrir la mente, y practicar la epojé o suspensión del juicio que decían los griegos.

¿Es posible menguar y crecer, y viceversa? Sí. ¿Es posible agarrar un tarro de mermelada en caída libre? Sí. ¿Es posible ofrecer algo que no se tiene como hace la liebre de Marzo con el vino? Sí. ¿Es posible correr sin dirección determinada? Sí. ¿Es posible que la Reina sólo sepa pronunciar la anterior frase? Sí.

¿Es posible que los flamencos sean usados como palos y los erizos como bolas en una partida de croquet? Sí. ¿Es posible que un bebé pueda convertirse en cuestión de segundos en un cerdito? Sí. ¿Es posible que las pescadillas sirvan "para blanquear las botas y los zapatos" en el mar? Sí; 


¿Es posible que haya jueces que anotan sus nombres en la pizarra porque se les olvidan? Sí; ¿Es posible meterse en la piel de una niña de 7 años, o esa misma cifra más 3? 



Si tus respuestas han sido afirmativas, felicidades. Estás en disposición o estado de gracia para sorber esta obra cumbre de la literatura inglesa. Que el manjar sea de tu gusto. Un recipiente repleto de locuras, absurdo, creatividad, y juegos del lenguaje. Un gran divertimento. ¡Que otra Alicia, o más Alicia seas!¡Bienvenidas todas!¡Ya somos muchas!
Distintas versiones cinematográficas de Alicia.


"¿Quieres, no quieres, quieres, no quieres unirte a la danza? ¿Quieres, no quieres, quieres, no quieres, no quieres unirte a la danza?".


Algunas ediciones de Alicia:

3 comentarios:

  1. Genial. Me ha encantado :)

    Buen trabajo, hierbamora.

    Yo respondo a todo SÍ :D

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  2. Genial tu artículo hierbamora, me ha encantado :)

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  3. Que buen artículo, hierbamora. Dan ganas de pillar otra vez por banda la historia

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