Con solo tres novelas, Antonio Garrido es uno de esos escritores de novelas ha conseguido colocarse entre los autores mas reconocidos fuera de nuestro país. Sus temas huyen de los temas trillados y consiguen mediante un formato de novela de aventuras presentarnos unos argumentos trabajados en la documentación y con un impecable estilo literario. Sus argumentos nos han conducido a la Europa del medievo, a la antigua China y a la Rusia de la revolución. Os invitamos a conocerlo en esta entrevista que teníamos que haber publicado hace unos meses y por lo que le pedimos disculpas,
¿Existen fronteras entre literatura de género y "Literatura"?
A mi modo de ver, más que fronteras, existen transiciones más o menos amplias, a veces tan extensas que hacen que esas fronteras se desdibujen y los distintos territorios se fundan y se confundan. Las grandes novelas no hablan hechos, ni de situaciones, ni de momentos: hablan de vidas. Y esas vidas, aunque se concentren en hechos, se modulen por situaciones o vibren por momentos, no son solo romanticismo, o solo violencia, o solo intriga. La literatura se convierte en género cuando se focaliza en el estereotipo y se prescinde de la vida, de la multitud de matices que convierten a un personaje en real, de sus grandes inquietudes, necesidades y debilidades. Así pues, la fronteras entre género y literatura existen, pero depende del escritor en sí, y no tanto de la etiqueta.
¿Qué considera más importante, la experiencia vivida o la imaginación?
Para escribir es necesaria una gran dosis de imaginación, pero también ayudan las experiencias vividas. De hecho ambas se retroalimentan entre sí. Las experiencias alimentan la imaginación, pero al mismo tiempo, ésta también puede ser un estímulo para la búsqueda de nuevas experiencias. En cualquier caso, lo importante no es escribir vivencias para que los lectores las imaginen. Lo verdaderamente importante es imaginar lo que escribes para que sean los lectores quienes lo vivan.
¿Qué sentido tendría leer a disgusto?.
"Leer” y “disgusto” deberían ser términos incompatibles. Cuando esto sucede, tendríamos que arrojar de inmediato esa lectura a la basura. Leer siempre debe traducirse en un placer intenso e íntimo. A veces suave, como si alguien te acariciara con cariño, a veces violento e inquietante, en ocasiones una sacudida para los sentimientos, pero siempre, siempre, al final, reconfortante. Ese y no otro es el fin último de la literatura.
¿El primer libro que recuerdas de tu infancia?.
Recuerdo varios: Corazón, de Edmundo De Amicis, logró que llorara, La llamada de la selva, de Jack London, me hizo viajar, Ivanhoe de Walter Scott, me trasladó a otras épocas y Veinte mil leguas de viaje submarino de Verne, me permitió soñar. Obviamente hubo muchísimos más, pero no sería justo que olvidara alguno, de modo que dejo ahí la lista.
¿Qué libros contemporáneo y clásico recomiendas sin reservas?
Como libro contemporáneo, El arca de Schindler de Thomas Keneally, texto que sirvió como base para el guión de la película de Spielberg. Como lectura clásica, cualquiera de William Shakesperare, particularmente Macbeth, El rey Lear o Hamlet.
¿El libro que tienes ahora mismo en tu mesilla?
Ahora mismo estoy releyendo Las uvas de la ira, de Steinbeck.
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