Intemperie, la exitosa novela de Jesús Carrasco, vuelve a la actualidad al publicarse su adaptación al cómic de la mano de Javi Rey.
Intemperie fue uno de los fenómenos literarios de 2013. La primera novela de Jesús Carrasco irrumpió con una fuerza inusual en el panorama literario a inicios de aquel año, obteniendo un considerable eco mediático y cosechando numerosas menciones favorables por parte de la crítica. Fue tanta la presencia en medios y tan superlativos algunos de los elogios que se le dedicaron, que los lectores más resabiados comenzaron a preguntarse cuánto había de consistente en el fenómeno y cuánto de prefabricado. Sea como sea, lo cierto es que desde entonces la obra ha ido acumulando premios, algunos de ellos internacionales, ha seguido agotando ediciones, se ha traducido a más de una decena de idiomas y ha aparecido publicada en más de veinte países. Pero Intemperie es todavía un fenómeno vivo, ya que a la anunciada adaptación cinematográfica antecede la aparición de su versión en cómic, a cargo del historietista Javi Rey.
Formado en la Escuela Joso de Barcelona, Javi Rey se dio a conocer con ¡Adelante! (Norma, 2015), un relato histórico ambientado en la Guerra de la Independencia española escrito por el veterano guionista francés Frank Giroud. Las páginas de aquellos álbumes mostraban a un dibujante que se ajustaba con soltura a la gramática propia de la bande dessinée franco-belga, sólido en la ambientación y con un acabado matizadamente realista muy del gusto del país vecino. Es conveniente no perder de vista este trabajo para ser conscientes de hasta qué punto Rey ha cambiado de registro en Intemperie (Planeta, 2016), donde recurre a un trazo más abierto y desdibujado, suponemos que también más libre y personal. Su diseño del pequeño elenco de personajes que protagonizan la historia se inclina sutilmente hacia lo caricaturesco y añade un lenguaje corporal lleno de matices. Frente a las grandes planchas propias del álbum europeo, Intemperie adopta el formato que se ha consolidado como propio de la novela gráfica, más reducido y compacto, lo cual es aprovechado por Rey para ensayar una narrativa menos lineal y previsible. Hay que recordar que el texto original venía marcado por la preponderancia de una voz narrativa muy prolija, quizá excesivamente, tanto que en algunos momentos llegaba a resultar afectada. En el tránsito de un medio a otro, Rey limpia el relato de texto y lo reduce a lo imprescindible, optando por una narración minimalista basada en la imagen y en la que no pocas escenas carecen de texto. Frente al intencionado peso de la palabra en la novela, la Intemperie de Rey está llena de silencios. Su versión es más concisa, algunos lances se acortan, la narración se aligera.
No es el único aspecto en el que el cómic suaviza la aspereza del original. Un factor central de la novela era la descripción del entorno en el que se desarrollaba la acción como un medio árido e inhóspito, un territorio castigado por el sol en el que la sombra y el agua eran bienes escasos. Es difícil imaginar otros colores para este escenario que el marrón arenoso del suelo, el azul del cielo despejado y el dorado del sol. Y en efecto, son muchas las páginas del cómic que reflejan esa luminosidad hiriente. Sin embargo, Rey encuentra también la manera de retratar ese mismo entorno a la luz de otros colores: el violeta del atardecer, el añil de la noche o el verde antinatural de los pasajes oníricos. Allí donde la novela impone implícitamente una monocromía, el cómic se da un pretexto para integrar una variedad de tonos y ofrecer un espectáculo visual de un atractivo más inmediato. Una decisión arriesgada, dada la decidida apuesta de Carrasco por la austeridad formal.
En este aspecto y en los mencionados anteriormente, la propuesta formal de Javi Rey se desvía de su referente e imprime un aire diferente a la historia. Es la inevitable traición que acompaña siempre a la traducción. Sin embargo, la fidelidad con la novela en cuanto a su mensaje se mantiene. Como aquella, la Intemperie de Rey es un crudo relato de supervivencia que transcurre en un espacio rural cuidadosamente indefinido, en el que en individuo se ve amenazado tanto por la tiranía de la naturaleza como por unas rudimentarias instituciones sociales basadas en la fuerza. Si el joven protagonista tiene alguna oportunidad de salir adelante es contando con la ayuda del cabrero, que representa la generosidad y la confianza desinteresada, pero también, conviene no pasarlo por alto, la mano tendida de aquella generación que tendemos a dar por amortizada. La fábula moral urdida por Carrasco resulta plenamente reconocible.
Intemperie le ha brindado a Javi Rey una oportunidad de alejarse de estándares y liberar su estilo, mostrándose como no lo habíamos visto hasta ahora. Su trabajo nos muestra a un dibujante de un virtuosismo poco frecuente, pero también a un narrador reflexivo, que desecha soluciones fáciles y prefiere reelaborar el relato según sus propias claves creativas. Lejos de ofrecer una aséptica continuación de la novela, Rey ha sido capaz de construir una Intemperie nueva, sutilmente distinta y con sus propios valores, revelándose como un creador a seguir durante los próximos años.
Como siempre, Eduardo, escribes de maravilla y haces que el lector quede atrapado por el cómic que comentas. Así que ahora que puedo comentar, dejo mi aportación y mi enhorabuena,
ResponderEliminarAben Razín.
Muchas gracias, Aben.
ResponderEliminarGracias, Aben.
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