En Tierras de sangre (Ματωμένα χώματα – Matomena chomata), el libro más famoso y más traducido de la escritora griega Dido Sotiriu, asistimos al drama de toda la población griega de Asia Menor en los últimos años del Imperio Otomano. A través del personaje de Manolis Axiotis, un joven griego de una aldea cercana a Éfeso, la autora unifica algunas de las vivencias de esos habitantes de ciudades y pueblos de la costa turca que tuvieron que abandonar sus casas expulsados por los turcos al terminar la I Guerra Mundial. Sotiriu fue una figura muy importante de la vida intelectual griega del siglo XX, periodista y escritora, comprometida con la lucha por la democracia en su país, el feminismo y la reconciliación greco-turca. Escribe este libro a principios de la década de los 60 porque siente que debe contar esa historia, que es la suya propia y la de su familia, pero lo hace desde un punto de vista nuevo hasta ese momento, repartiendo la responsabilidad de la catástrofe entre las dos partes del conflicto, lo que supone un importante avance para el entendimiento entre los dos países.
Dido Sotiriu nació con el nombre de Dido Pappas en 1909
en la ciudad de Aydin, en el Imperio Otomano, hija de una rica familia de la
burguesía griega. Durante su infancia triunfa en el Imperio la Revolución de
los Jóvenes Turcos, movimiento político reformista que gobernó hasta el fin de
la I Guerra Mundial y que pretendía llevar a cabo una modernización y cierta
occidentalización del Estado. Pero todo eso iba acompañado de un creciente
nacionalismo turco que perseguía anular a los distintos pueblos que habitaban
Anatolia. El gobierno otomano llevó a cabo entonces la represión y aniquilación
de las principales comunidades no turcas, la armenia y la griega, grupos que ya
habían sufrido ataques anteriormente, especialmente los armenios, violencia que
se incrementó mucho con el inicio de la guerra y los malos resultados en ella del
Imperio Otomano.
El ejército griego aprovecha entonces la debilidad
mostrada por Turquía en la guerra y tras su derrota ocupa la costa occidental
del país y sigue avanzando hacia el interior. La familia de Sotiriu, que había
superado los años de la contienda viviendo en una zona rural cercana a Éfeso,
se traslada entonces a la ciudad de Esmirna, principal centro ocupado por los
griegos. Finalmente el ejército turco, dirigido ahora por Mustafa Kemal Atatürk, reconquista toda Anatolia
durante el año 1922 provocando la huida de muchos de sus habitantes helenos y
la construcción del Estado turco moderno. La situación se regularizará con el
Tratado de Lausana de 1923, por el cual se completa un intercambio de población
entre los dos países, ya que también existían pequeños grupos de población
turca en Grecia que databan de los tiempos en que todavía era otomana.
La familia de la escritora llega a Atenas sin recursos y
consigue sobrevivir con el trabajo que encuentra el padre de estibador en El
Pireo. Pero Dido llama pronto la atención de una tía suya con mayores recursos
que se encarga de su educación y la envía a estudiar primero a la Escuela
Francesa de Atenas y después a La Sorbona, en París. Es allí donde inicia su
actividad periodística como corresponsal de publicaciones griegas, en
revistas literarias y entabla amistad con intelectuales como Louis Aragon,
André Malraux o André Gide. Vuelve a Atenas al salir de la universidad aunque
sigue viajando a la capital francesa regularmente.
Durante la II Guerra Mundial y la invasión nazi de
Grecia, Sotiriu entra en el Partido Comunista y participa en la resistencia
contra los alemanes, trabajando en la prensa clandestina hasta el fin de la
ocupación. Pero al cabo de poco tiempo, deja el Partido a causa de la rigidez
del estalinismo imperante y sigue luchando por la democracia en su país desde
una postura más independiente y desde el feminismo. Empieza a escribir su obra
de ficción a finales de los años 50, cuando ya se acercaba al medio siglo de
vida, porque sintió la necesidad de explicar a las nuevas generaciones algunos
hechos de la convulsa historia griega reciente.
En el año 1990 Sotiriu recibe el Premio Nacional de Literatura como
reconocimiento a su carrera y muere en su casa de Atenas en 2004, a la edad de 95
años.
Tierras
de sangre, escrito en 1962, es su obra maestra y el libro que
le proporciona el reconocimiento de crítica y público, convirtiéndose en la
novela del “desastre nacional” o
de “la
gran catástrofe”, como se denomina en Grecia la expulsión de los griegos de
Asia Menor. Aunque no es hasta el fin de la dictadura de los Coroneles (1967 –
1974) que este libro es valorado como tal, puesto que choca con la idea
mayoritaria en el nacionalismo helénico de atribuir toda la responsabilidad a
Turquía. Se convierte entonces en el libro que el Ministerio de Educación del
nuevo gobierno democrático escoge para enseñar a los estudiantes esa parte de
la historia, no sin sufrir continuos ataques por parte de los sectores más
reaccionarios. La Sociedad Helénica de Autores crea poco antes de la muerte de
la escritora el “Premio Dido Sotiriu para la comunicación entre los pueblos”,
un galardón que premia a los autores que muestren en su obra la interacción y
comunicación entre diversas culturas.
En la novela nos encontramos con la evocación de un mundo
desaparecido por el que la autora siente una fuerte nostalgia y con la
descripción de todos los avatares que va sufriendo el joven protagonista
Manolis desde su pueblo natal cercano a Éfeso hasta la huida de Anatolia en un
barco de refugiados con destino a Atenas. El mundo que deja atrás es el mundo
de la infancia de la propia Dido Sotiriu, quizás un poco idealizado al
presentarnos un entorno bucólico de convivencia pacífica y sin grandes
conflictos. Como punto culminante de la destrucción de ese mundo asistimos al
incendio y saqueo de la ciudad de Esmirna, que se erige en símbolo del
desmoronamiento y la catástrofe, ante la pasividad de británicos y franceses
que esperan plácidamente en sus barcos a pocos kilómetros de la costa. Manolis
se enfrenta al final de la novela a un futuro incierto que el lector sabe que
seguirá siendo duro. Ha perdido su hogar, que nunca más podrá recuperar, debe
encontrar uno nuevo en otro país que, aun siendo el suyo, no lo es del todo y puede
sufrir el rechazo de sus compatriotas europeos que no aceptarán del todo bien a
la oleada que llega de Turquía habiéndolo perdido todo.
Es la historia de un personaje esponja que absorbe información de toda la gente que se encuentra en su camino y vive multitud de experiencias que conforman un poderoso relato personal que se convierte en todo un fresco del catastrófico final de las comunidades griegas de Asia Menor. Si se mira desde una perspectiva más universal, es un testimonio desgarrador de los conflictos territoriales que marcaran todo el siglo XX, una muestra de cómo los intereses de las grandes potencias, la guerra y el nacionalismo influyen en la vida de la gente ordinaria hasta el punto de eliminar pueblos y comunidades enteras sin tener en cuenta las consecuencias. Se une así a la larga lista de obras literarias que intentan explicar la enorme ruptura que supuso la I Guerra Mundial en la civilización europea, el paso de una cierta tranquilidad y equilibrio al caos y el enfrentamiento encarnizado, en definitiva, el paso del siglo XIX al XX.
Puerto de
Esmirna a principios del siglo XX
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Es la historia de un personaje esponja que absorbe información de toda la gente que se encuentra en su camino y vive multitud de experiencias que conforman un poderoso relato personal que se convierte en todo un fresco del catastrófico final de las comunidades griegas de Asia Menor. Si se mira desde una perspectiva más universal, es un testimonio desgarrador de los conflictos territoriales que marcaran todo el siglo XX, una muestra de cómo los intereses de las grandes potencias, la guerra y el nacionalismo influyen en la vida de la gente ordinaria hasta el punto de eliminar pueblos y comunidades enteras sin tener en cuenta las consecuencias. Se une así a la larga lista de obras literarias que intentan explicar la enorme ruptura que supuso la I Guerra Mundial en la civilización europea, el paso de una cierta tranquilidad y equilibrio al caos y el enfrentamiento encarnizado, en definitiva, el paso del siglo XIX al XX.
Uno de los principales valores de la novela es la postura
adoptada por la autora a la hora de contar unos hechos que la afectaban
directamente por haberlos vivido ella misma. Habría podido enfocarla hacia el
revanchismo y el odio hacia los que la habían expulsado, como hicieron algunos
de sus compatriotas, ya que el irredentismo era algo todavía muy instalado en
la mentalidad griega de entonces, pero hizo todo lo contrario. Con citas como
esta: “No existen buenos griegos y malos
turcos. Hay hombres que se convierten en víctimas y lo pagan caro. La guerra,
cual Circe, transforma los hombres en monstruos” y una obra literaria llena de tolerancia y
comprensión hacia el diferente, Dido Sotiriu, junto a otros muchos, intentó
paliar las ansias de venganza griegas y a construir un entendimiento entre los
dos países.
Gracias Yppe por tu reseña.
ResponderEliminarTengo un gran recuerdo de la lectura de este libro, está muy bien captado el ambiente de los pueblos griegos en Asia antes del conflicto (si, es cierto, un poco bucólico) y, por supuesto, a mí también me gustó especialmente la objetividad de Sotiriu en cuanto al enfrentamiento entre turcos y griegos.
Por un segundo he pensado que ya había escrito comentario y que lo había olvidado, tocaya ;) Muy buen artículo, Yppe, con los datos justos para picar la curiosidad por una autora tan longeva y con unas experiencias tan intensas. Me lo apunto para algún siglo de estos.
ResponderEliminarInteresantísima reseña de una catástrofe, la de los griegos del Asia Menor, que está bastante olvidada, y que se reprodujo después con los turcos de Chipre, y así están las cosas en Chipre. En fin, espero poder leer el libro, que el artículo me ha puesto los dientes largos. Muchas gracias Yppe.
ResponderEliminarNo conozco la novela. Pero has señalado cosas que nos deberían hacer reflexionar en un mundo, que paradójicamente se parece bastante al de la I GM, con un auge de los nacionalismos exacerbado. Hay que comprender un poco más al extranjero y olvidarse de revanchismos inútiles, que solo llevan a perpetuar conflictos. Gracias Yppe.
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