La novela autobiográfica japonesa - Maribel Martínez Sans (aoi)




La novela autobiográfica japonesa / “novela del yo”/ (私小説watashi-shōsetsu) / watakushi-shōsetsu / shi-shōsetsu

En la cultura japonesa, más que el individuo, es la sociedad; más que la persona, es la familia; más que la soberbia del yo, se valora la capacidad de integración en el grupo, el ocupar el espacio social que se espera de cada uno, sin estridencias. Por eso, en la literatura clásica japonesa no se escribía desde la primera persona, y no fue hasta la llegada de la llamada “novela del yo” la watakushi-shōsetsu o watashi-shōsetsu o shi-shōsetsu fue un género que también se utilizó para exponer al público el lado oscuro de la sociedad o de la vida del autor, no como un ensalzamiento de los valores propios, sino como exhibición/reconocimiento de los errores individuales.


Según Lipovetsky “en el avance cultural de Occidente durante las últimas décadas, la libertad individual ha adquirido una relevancia absoluta, lo que explica que las manifestaciones artísticas hayan perdido su antiguo enfoque social para centrarse de forma preferente en el individuo. En una sociedad democrática en la que todo ciudadano es importante y donde los derechos de cualquiera deben ser respetados, hasta la circunstancia autobiográfica más anodina merece ser contada; una «obsesión moderna del Yo en su deseo de revelar su ser auténtico»”, según Lipovetsky G. La era del vacío, Barcelona, Anagrama, 1986 p.67.

Hay varias reglas generales de una shi-shōsetsu pura: la historia debe estar ambientada en un escenario natural y completamente realista evitando ser demasiado manipulada y contar una experiencia personal a través de las palabras. La fórmula genérica es: el autor de la obra debe ser el protagonista de la trama. La idea es: cuanto más cruda y sincera sea la forma de expresarse, más cerca nos hallamos de la verdad. El autor es el aglutinador de la trama de su propio entorno vital y literario, debe transmitir un profundo conocimiento de la literatura y debe incluir referencias al mayor número posible de obras relacionadas con los sentimientos de un personaje. 

Desde los pioneros El precepto roto (Satori Editores, 2011) escrita por Tōson Shimazaki en 1906 donde se describe desde el punto de vista de un burakumin  (sector discriminado de la sociedad japonesa) que decide violar la orden de su padre de no revelar su origen y Futon de Katai Tayama escrita en 1907, Tayama confiesa su estima hacia una alumna (aunque, creo recordar, que está escrito en tercera persona). 

Este género ha ido evolucionando, con las aportaciones de la segunda oleada de autores de la talla de Dazai Osamu en Indigno de ser humano escrita en 1948 (Sajalín, 2010) donde el joven estudiante Yozo describe la vida disoluta que lleva en Tokio y que le empuja al suicidio, tras cuyo intento es repudiado por su familia; o de Mishima Yukio en Confesiones de una máscara escrita también en 1948 (Planeta, 1983) donde el protagonista explicita la excitación homosexual de juventud puesta de manifiesto al ver las axilas de otro joven.

El gran drama de la Segunda Guerra Mundial, narrado de primera mano por Hara Tamiki en 1947 Flores de verano (Impedimenta, 2012), explica lo que ocurrió el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, la mañana de la bomba: “Le debo mi vida a un retrete”, escribe. Sacudidos hasta la médula, tanto Hara Tamiki como Akiyuki Nosaka, se sienten movidos a escribir ante la dimensión brutal de lo vivido «Pensé “Tengo que dejar testimonio escrito de todo esto”». Pero como tantos otros supervivientes de las debacles humanas del siglo XX, no pudo sobrevivir a su propia experiencia y se suicidó en Tokio en 1951 arrojándose a las vías del tren. Nos ha legado, sin embargo, un libro estremecedor y poético, necesario, desolado y a la vez profundamente humano y conmovedor.

Akiyuki Nosaka escribió La tumba de las luciérnagas en 1967 (Acantilado, 2007), parece que en un bombardeo sobre Kobe por la aviación norteamericana, huyendo de las bombas incendiarias abandona/pierde a su madre adoptiva, que acabará muriendo), así que (al igual que el protagonista: Seita) debe hacerse cargo de su hermana pequeña de 4 años, tras vagabundear por los despojos de una ciudad calcinada, hasta que lamentablemente también su hermana (como Setsuko en la novela) muere de inanición. Existe una excelente adaptación cinematográfica en anime llevada a cabo por Isao Takahata.

En una clasificación literaria clásica tanto Flores de verano como La tumba pertenecen al género genbaku bugaku (literatura de la guerra), y al escritor de este tipo de narrativa se le denomina jibakusa. Pero, no por ello podemos obviar,  carga autobiográfíca que contienen estas dos novelas, más allá de lo que nos pudiésemos imaginar. 


Novela autobiográfica japonesa en el s.XXI

Ya en este siglo XXI, encontramos otra oleada de autores que han escrito su novela del yo también Murakami Haruki tiene en De qué hablo cuando hablo de correr (Tusquets editores, 2010) su propia novela del yo, es mucho más que un relato autobiográfico, o que muestra su afición por correr maratones, para darnos una enseñanza de superación e inyección de endorfinas, con un claro mensaje de autoayuda.


Otro de los grandes, el nobelizado Ōe Kenzaburo, tiene Un amor especial. Vivir en familia con un hijo disminuido (Martínez Roca, 2012) donde nos presenta su núcleo familiar más íntimo (su mujer Yakari y su hijo Hikari). En ella, Hikari autista y con oído perfecto, será el verdadero protagonista y héroe de esta novela. Ōe Kenzaburo repite género con Renacimiento (Seix Barral, 2009) una novela más centrada en la creación artística (literaria, cinematográfica, la pintura y la música) usando la técnica del perspectivismo acuñada por Akutagawa, nos presenta desde el proceso creativo personal del autor y su entorno, a la denuncia de la carencia de valores sociales. ¿Qué hay en ese proceso de autobiográfico, y de ficción? A Ōe en su infancia recibió el apodo familiar Kogi, pero como no le gustaba el propio Ōe le decía a todos que se llamaba Kogito, como el protagonista de su novela.


A destacar el testimonio en primera persona, de la situación de Japón tras el Tsunami relatada por Takashi Sasaki titulada Fukushima vivir el desastre (Satori Ediciones, 2013), escrita en forma de diario por el profesor de español ya jubilado en la ciudad de Minasoma donde unas 6.000 personas viven allí voluntariamente a unos 25 kilómetros de la central de Fukushima.

5 comentarios:

  1. Un excelente recorrido por la novela autobiográfica japonesa. Gracias, Aoi, por tan fantástico artículo.

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    1. Lamentablemente "no están todos los que son", como por ejemplo Minae Mizumura, entre otros, pero "son todos los que están".
      ^_^
      Mata nee,

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  2. Un fantástico artículo, no tenía ni idea que existía este tipo de clasificación. Me ha encantado. Gracias Aoi.

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  3. La shi-shōsetsu, es un género muy interesante, porque aunque pueda parecer que sólo son autobiografías, los autores a lo largo del tiempo han ido incorporando giros, innovadores al género en sí mismo y, sobretodo, la aportación del autor con su estilo personal.
    Me alegra mucho que te haya gustado, Arden.

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  4. Muy interesante tu artículo, aoi, felicidades! Y con ganas de leer tras la frase "“Le debo mi vida a un retrete", el libro de Hara Tamiki. No he leído "La tumba de las luciérnagas", pero sí he visto su adaptación cinematográfica, y la verdad es que me gustó mucho. Así que quizá también me aproxime al original. Saludos, y buenas lecturas, aoi.

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