Joe Orton (1933-1967) fue un chico de barrio gris de ladrillo rojo de una ciudad industrial de Inglaterra (Leicester), un marginado que normalmente no hubiera pasado de ser un delincuente de poca monta, que hubiera trapicheado con esto y con aquello, inquilino intermitente de la cárcel, y que no sería más que un desecho del sistema, ejemplo perfecto del lumpen inglés de la época. De familia muy humilde trabajadora, sin estudios, y nada que pudiera presagiar que años más tarde se convirtiera en el más afamado autor en los teatros del West End londinense, junto al ahora Premio Nobel Harold Pinter, al que admiraba sinceramente.
Orton tenía unas inquietudes diferentes a los chicos de su edad y su entorno. Solicitó el ingreso en la Royal Academy of Dramatic Art cuando aún no había cumplido 18 años, y allí encontró a quien sería su mentor, compañero, amante y asesino, Kenneth Halliwell. Este tenía 25 años, vivía de forma independiente gracias a la inesperada herencia de una tía, y era en cierta forma un snob moderno y culto que fascinó a Orton por su talento y su tendencia a la transgresión. Desde que se fueron a vivir juntos, se divertían haciendo cambios en la cubierta o las solapas de los libros que sacaban de una biblioteca pública; luego los devolvían, y utilizaban las tapas originales para decorar su apartamento. Esos cambios, que al principio pasaban desapercibidos, se hicieron cada vez más audaces, hasta llegar a extremos como forrar un libro de poesía con la fotografía de un hombre casi desnudo y profusamente tatuado. Descubiertos en mayo de 1962, Orton y Halliwell fueron condenados por robo y daños, y pasaron seis meses en la cárcel. Sin embargo, los libros que ellos modificaron son hoy en día el tesoro de esa biblioteca.
Halliwell se convirtió en el maestro de Orton. Le enseñó a vestirse, a conocer la cultura clásica, y a escribir; fue su verdadero Pigmalión. El problema vino cuando el alumno superó al maestro. Halliwell era una persona de talento, pero no sabía enfocar sus cualidades hacia una obra propia. De hecho lo intentó en varias ramas artísticas: la novela, la pintura, la realización de collages; pero no acababa de cuajar. De personalidad excéntrica, no caía bien a casi nadie; es más, le detestaban, y si lo soportaban era por Orton, y al ser Halliwell consciente de ello, los celos fueron apoderándose de él. Orton era más joven, guapo, sexualmente atractivo y muy activo; atraía a la gente por su personalidad, su conversación, sus ideas, su talento. En cambio, Halliwell se quedaba calvo, engordaba, y su sexualidad era cada vez más pobre, además de que caía antipático y sus obras no las quería nadie. Así fue creciendo en Halliwell la envidia y el resentimiento hacia Orton, a cuya obra hizo aportaciones realmente importantes, sin que nadie se las reconociera: por ejemplo, el título de “Loot”, o diálogos y escenas de algunas de las obras, lo cual incluso aparece en el propio diario de Orton.
Cuando la suerte de Orton cambió y sus obras tuvieron éxito, también cambió su relación con Halliwell, que se fue convirtiendo, cada vez más, en un estorbo para él. No obstante esto, Orton le fue leal, hasta que el 9 de agosto de 1967, Halliwell asestó a Orton (entonces de 34 años) nueve martillazos en la cabeza, y después de matarlo se suicidó con nembutal. Los cuerpos fueron encontrados a la mañana siguiente por un chófer que debía llevar a Orton a una reunión, cuando un chofer llegó a buscar a Orton para una reunión donde se discutiría un guion que había escrito para los Beatles.
Halliwell dejó una nota, en la que advertía a la policía que para comprender su acción debían leer el diario de Orton, «especialmente la última parte». Pero misteriosamente, esta última parte del diario desapareció. El diario termina el día 1 de agosto, sin que en él se recoja nada que hiciera presagiar el trágico final. Orton y Halliwell habían pasado unos días en Brighton en casa de un amigo, una estancia aburrida y sin mayores complicaciones. En el diario faltan los últimos ocho días de la vida de Orton. Probablemente esas últimas páginas fueron arrancadas por ser de utilidad en la investigación policial, pero nunca se supo nada más de ellas, por lo que el misterio de la causa final de la muerte sigue vigente.
No obstante, es obvio que algunos incidentes ocurridos días anteriores pudieron aumentar los celos y la envidia de Halliwell. Así el 7 de julio Orton anota una discusión con el actor Peter Willes, que fue subiendo de tono y en la que le dijo:
“La gente ya te tiene bastante antipatía ¿por qué quieres irritarles más? En fin, …, aunque estúpido, es admisible, como una flaqueza juvenil, pero tú, una nulidad de mediana edad...resulta triste y patético, la verdad”.
Y es que esa es la eterna historia de Halliwell, el fracasado, a la sombra del siempre exitoso Orton, cuando muchas ideas las aportaba él, y que le llevó a través de la envidia a la locura, y al asesinato y posterior suicidio.
OBRA
Ni la obra ni el autor encajaban en los moldes estéticos del teatro burgués de la época: todo lo contrario. Orton escribía un teatro transgresor, que escandalizaba a la gente bien del Londres de los años 60, y que precisamente por eso atraía tanto a la gente más joven y a los que preconizaban la modernización del teatro, así como a parte de la misma burguesía a la que escandalizaba, criticando duramente sus obras para después asistir en masa a las representaciones. Tampoco encajaba dentro de la moral burguesa: era un marica de meadero, un promiscuo a la búsqueda de sexo excitante; un turista sexual, pederasta, que no pedófilo, y alejado de cualquier convencionalismo sexual burgués. No obstante, tuvo la suerte de vivir en el Londres feliz de los años sesenta, donde junto con la cultura clásica y la acartonada civilización burguesa estaba en ebullición la cultura pop, totalmente transgresora en ese momento, con los Beatles en pleno apogeo. Esto hizo que sus transgresiones, sus obras sarcásticas, parodias de temas burgueses, fueran tenidas como lo más “in” del momento.
Alabado y vilipendiado a partes iguales por la crítica y el público, en su corta pero prolífica carrera desde 1964 hasta su muerte, chocó, ultrajó y asombró a las audiencias con sus escandalosas comedias negras. En inglés ortonesque (ortonesco) se convirtió en un neologismo que significa algo así como 'ultrajantemente macabro'. Algunas de sus obras fueron premiadas, como “Loot”, que en 1966 consiguió el Premio del periódico Evening Standard a la mejor obra de teatro.
Orton había empezado a escribir teatro a principios de los 60. En 1963 la BBC emitió su radionovela The Boy Hairdresser (el peluquero de niños), que se difundió el 31 de agosto de 1964, como The ruffian on the stair (El rufián en la escalera), posteriormente reescrita para teatro en 1966. Fue en esta época cuando Orton terminó de escribir Entertaining Mr. Sloane (El entretenimiento del Sr. Sloane), estrenándose en el teatro New Arts el 6 de mayo de 1964 bajo la dirección de Michael Codron. Las críticas fueron desde la alabanza hasta el agravio, y Sloane quedó en primer lugar en la encuesta de críticos de la revista Variety y para «Mejor obra nueva» y Orton quedó segundo como «Dramaturgo más prometedor».
La siguiente obra de Orton fue “Loot”. Escribió el borrador entre junio y octubre de 1964 y lo tituló Funeral Games (juegos fúnebres), un título que Orton había rechazado por sugerencia de Halliwell, pero que finalmente volvió a usar. La obra es una parodia salvaje de la ficción detectivesca, agregándole un poco de farsa negra contra las ideas establecidas acerca de la muerte, la policía, la religión y la justicia. Orton tuvo que reescribirla varias veces hasta que fue considerada adecuada para un teatro del West End. Curiosamente, en España siempre nos hemos quejado de la censura en la época de la dictadura de Franco, y sin embargo nunca se menciona que en otros países democráticos, como Gran Bretaña, existía también una censura previa a la publicación o la representación de las obras. Así en el diario son constantes las referencias al Lord Chambelán, el censor, y de si pasará esta o aquella escena o referencia.
Con el éxito de Sloane, Loot fue puesta en preproducción y después de una corta gira en provincias estrenada en el West End de Londres; pero recibió malas críticas, por lo Orton que tuvo que reescribir algunas partes, y con la experiencia adquirida, revivirla y reestrenarla con críticas mucho más favorables.
Loot estableció firmemente la fama de Orton. Vendió los derechos cinematográficos por 10.000£, aunque estaba seguro de que finalmente fallaría. Así fue: en Broadway Loot repitió el fracaso de Sloane: eran obras demasiado transgresoras para la mentalidad puritana norteamericana, y más en un teatro de Broadway. Orton siempre pensó que en un teatro del Off Broadway sus obras hubieran funcionado mejor. Aun así, Orton estaba en la cresta de la ola. En los siguientes diez meses revisó The Ruffian on the Stair y The Erpingham Camp para el escenario, como un doblete llamado Crimes of Passion; escribió Funeral Games, el guion Up against para los Beatles que fue rechazado por sus productores por demasiado atrevido; y trabajó en la escritura de su última obra teatral What the Butler Saw, que dejó terminada justo antes de morir.
La idea de escribir un diario partió de su agente Peggy Ramsay, que se lo sugirió en 1965. Posteriormente le insistió para que escribiera un diario de sus aventuras de turismo sexual en Tánger, à la Gide.
Un diario escrito para ser publicado es un diario íntimo, pero al mismo tiempo un ejercicio de narcisismo: el autor no cuenta solamente como en unas memorias los hechos que le ocurren respecto de los demás, a quién vió, qué hizo, sino también sus pensamientos y obras más íntimos. Así, junto a sus opiniones sobre las obras literarias que Orton lee, las obras teatrales que ve, o las entrevistas con el manager de los Beatles acerca del guión que le encargan y las ideas que tiene para el mismo, también vemos sus relaciones personales con Kenneth Halliwell, al que le era leal pero no fiel sexualmente, no concibiendo una exclusividad en este campo. Orton lo tenía como compañero, y lo quería realmente a pesar de las innumerables discusiones, sus manías, sus enfermedades imaginarias o reales; era un complemento para él, con una complicidad a todos los niveles, incluido el intelectual, que no podía tener con nadie, entendiéndose ambos en ese aspecto a la perfección.
Hay muchos comentarios también que en realidad son sentencias o aforismos, en medio de los comentarios y hechos personales. Así, en un momento dado dice refiriéndose al director Dick Lester:
“No entiende que la comedia es una crítica válida de la sociedad y la farsa un comentario válido de la vida."
En otras ocasiones leemos una premonición de su futuro. Orton era un depredador sexual, no en un sentido peyorativo, sino que era un cazador que visitaba urinarios a la busca de un ligue ocasional y de la excitación que eso le producía. Era joven, guapo, con buen cuerpo, e incluso estaba orgulloso de su miembro viril, pero también veía la decrepitud de otros que en otro tiempo fueron como él y estaban en decadencia y por lo tanto a sus ojos aparecían como hombres patéticos:
“Di una vuelta. Nadie a quien ligarme. Sólo un montón de vejestorios repugnantes. Yo también seré un vejestorio repugnante algún día, pensé con tristeza. Pero tengo grandes esperanzas de morir en plena juventud.”
Este deseo fue cumplido plenamente en poco tiempo, ya que el apunte es del 14 de julio, y Orton murió el 9 de agosto.
El diario se podría dividir en tres partes:
La primera es el diario de Londres. En él vemos cómo su obra Loot obtiene un gran éxito de público y crítica, le dan premios, le encargan un guión para los Beatles, que estaban en todo lo alto, prepara obras, critica, ve a mucha gente…, y también vemos cómo se va deteriorando, a medida que aumenta su éxito, su relación con Halliwell. Los diarios empiezan cuando el poder de la relación de Orton y Halliwell ya se había inclinado irremediablemente a favor del primero. Intuimos que llegará un momento en que Orton ya no tendrá necesidad de Halliwell, y que su cansancio le llevará al abandono
La segunda parte la formaría su estancia en Tánger. Allí Orton se encuentra feliz, no trabaja, se olvida de los problemas, y hasta Halliwell está soportable. Cuenta sin ningún pudor sus aventuras sexuales con chicos marroquíes, el dolce far niente de largos días de sexo y hachís. En un momento dado en esta parte dice:
“Nos sentamos a hablar de lo felices que nos sentíamos los dos y de que seguramente no duraría. Tendríamos que pagar por ello. O caería sobre nosotros alguna desgracia, porque quizá seamos demasiado felices, Ser jóvenes, bien parecidos, famosos, estar sanos, ser relativamente ricos y felices quizá vaya contra naturaleza; y si a esta lista se añade que disfruto a diario de la compañía de chavales hermosos de quince años a quienes les produce, por un pequeño estipendio, una sensación deliciosa follar conmigo, la verdad, creo que ningún hombre podría pedir más.”
Orton escribía este diario no solo para él, sino pensando en su futura publicación, con lo que era consciente de que todo lo que contaba sería público, y su pretensión era provocar. Se sentía tan seguro en su éxito, que estaba lleno de arrogancia: se podía permitir escribir este diario sin pensar en las consecuencias futuras, y por eso está lleno de vida y de verdad.
En la tercera parte, ambos vuelven a Londres y retoman la rutina, Orton termina el manuscrito de su última obra What the Butler Saw, y Halliwell está otra vez en medio de depresiones y desprecios que llevarán al trágico final.
ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA
En 1978 John Lahr publicó una biografía de Orton, usando los diarios como base, que tituló “Prick up your ears” (Ábrete de orejas), en realidad utilizando un título que Orton había pensado para una farsa sobre los tejemanejes que se traman entre bastidores antes de la coronación. En realidad el título contiene un triple juego de palabras, ya que “ears” es un anagrama de “arse” (culo) con lo que en realidad sería algo así como “ábrete el culo” o “abre el ojete”; y además “prick” en argot significa pene.
Esta biografía fue llevada a la gran pantalla por el británico Stephen Frears con guión de Alan Bennett, con Gary Oldman, con un sorprendente parecido físico, como Joe Orton, Alfred Molina como su pareja Kenneth Halliwell, y Vanessa Redgrave como la agente literaria Peggy Ramsay.
La película ganó numerosos premios de interpretación para Vanessa Redgrave como actriz secundaria, y para Gary Oldman como actor, así como para Alan Bennett como guionista, así como también tuvo numerosas nominaciones a los Globos de oro, Bafta, Independent Spirit Awards, etc...
Recuerdo haberla visto en su momento y me pareció una espléndida película.
No conocía a Joe Orton, lo cual no es raro porque leo poco teatro, pero es desde luego una vida interesante y lo mismo descubrir su obra.
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