Primero de todo gracias por dedicar una parte de su tiempo a esta entrevista.
-¿Se acuerda cuando le empezó a gustar escribir manuales de consejos, ensayos y libros del estilo?
Me gusta que lo que escribo sea útil a personas que batallan cada día en la empresa. Aspiro a que podamos seguir encontrándonos. Pero escribir no deja de costarme por esto. Es más cómodo leer.
-¿Sigue unas horas estrictas para escribir?
Siempre he escrito porque de alguna manera se me ha pedido. Mi vida con dos empleos y siete niños en casa, mujer enferma, no me da para escribir cómo hacían los monjes.
-¿Tiene algún autor de referencia que le ayude a reflexionar sobre las ideas y teorías que expone en sus libros? ¿Sigue alguna corriente de filosofía de empresa?
Me inspira bastante Collins, Drucker, Chester Barnard… pero soy muy autodidacta, no por gusto. No tengo tiempo de estudiar cómo me gustaría.
Y ahora empecemos a hablar de su trabajo más reciente:
- ¿Cuánto ha tardado en acabar este libro?
En el mes de enero un editor de RHM me dijo que me quería fichar. Yo le dije cómo se hacía eso. Y me forzó amablemente a entregarle un manuscrito el 30 de junio.
-¿Cómo definiría la idea o ideas principales en que se basa este trabajo? ¿Qué quiere hacer llegar a los respectivos lectores con él?
Qué debemos tomarnos menos en serio. Qué ya está bien de mostrarse cómo perfectos y escandalizarse por cada pequeño error. Qué tantos procedimientos nos hacen olvidar lo mejor del trabajo: el oficio y las personas que nos rodean.
-¿Va dirigido a un público en concreto o solo es accesible para empresarios?
Empecé a escribir para directivos, luego llegó el tema a profesionales y mi editor, el magnífico Carlos Martínez, me fue dando retoques para que quedara algo al alcance de cualquier persona adulta que trabaje en una empresa.
-¿Por qué decidió ponerle este título a su obra?
El libro empezaba con esta anécdota, pero comiendo en casa de un amigo, que era fan de “El monje que vendió su Ferrari” sugerí a la editorial pasarme a un título que se llama narrativo. Al poco me arrepentí, pero ya cundía el entusiasmo en la editorial.
-¿Cuál ha sido la peor crítica que ha recibido de este libro o de cualquier otro? ¿Y la mejor?
Me han dicho que igual es todavía demasiado denso, que su contenido da para tres volúmenes en versión más ligera. Los elogios son continuos y me desconciertan un poco. Qué si digo verdades básicas que deberían cambiar nuestros entornos laborales y cosas así. Alguien me dijo que en su equipo directivo ante los obstáculos se decían “nos falta más Ginebra”. O quizá valore que mi mujer me diga que le gusta más el Gabriel del libro que el de la realidad.
-¿Cree que es preferible para la empresa contratar a alguien con experiencia o puede ser interesante para el empresario el contratar a alguien sin ella y que se forme dentro de la filosofía de la empresa como profesional?
Definitivamente preferir a la gente con experiencia debería ser la norma. En ocasiones puede tocar la sangre nueva.
-Hace muchas citas y referencias a filósofos o principios y leyes actuales, ¿ha necesitado un trabajo de investigación para recopilarlas o ya las sabía de antemano?
Nada de investigación. Sólo treinta años de estar con los ojos abiertos y alcanzando a algunos de los grandes como Aristóteles, Baltasar Gracián o Maquiavelo.
-¿Cree que es posible trasladar a nuestra sociedad el modelo de otros países que promueven mas implicación del trabajador en el empresa?
Sin duda. Aunque la constitución nos dice que somos un estado social y democrático el espíritu del capitalismo sin alma se ha ido extendiendo –por este orden- entre los profesores y pensadores, entre los políticos y finalmente entre los empresarios amenaza.
-Dice que uno de los principales problemas de las empresas de hoy en día es que siguen clichés anticuados, cómo contratar a secretarias jóvenes o coger a gente que sepa inglés aunque no haya necesidad de ello. ¿Cree que se pueden eliminar estos clichés o que van a perdurar para siempre?
Lo más divertido es que los clichés no responden a la realidad habitualmente. Lo que deberíamos es olvidarlos para vivir más felices, reconociéndonos como somos.
-¿Cómo cree que afecta el alejamiento personal de los directivos de las empresas y los trabajadores? ¿La cercanía puede ser un obstáculo en el rendimiento de beneficios, o es posible que ayude a aumentar estos beneficios la confianza entre los altos y bajos cargos?
Creo que separar las oficinas centrales de las plantas de producción fue un error.
-¿Opina que retroceder, es decir, volver hacia atrás para mejorar y evolucionar otra vez, puede ayudar a mejorar el rendimiento de las empresas y sus trabajadores?
Sin duda, las empresas tienen que tener banquillo. Gente que está en la cresta y otros no tanto que les pueden apoyar y substituir cuando estos se agoten.
-¿Hay mucha incompetencia entre los empresarios de este país buscando el beneficio rápido? ¿Cree que este libro podría, incluso, ayudar a salir situación de crisis actual a algunas empresas?
Pues quizá sí. Básicamente, creo que puede ayudar a revitalizar empresas esclerotizadas que están carcomidas por dentro, aunque por fuera mantengan la compostura… es cuestión de tiempo de que se derrumben.
-Por último y ya para despedirme, ¿tiene pensado algún otro proyecto o se va a tomar un descanso?
Me encuentro en una especie de ola, cómo una pista de aterrizaje. El libro Gestión de incompetentessale el mes que viene en USA. Pero yo sigo esperando acercarme a una vida de monje benedictino con su “Ora et Labora”. El líder pacífico, las auténticas competencias directivas, una nueva filosofía del amor… Gracias a Dios, tengo mucho menos tiempo que ideas para llenarlo.
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