“Soy un hombre que habla a través de otro hombre que habla a través de otro hombre que habla a través de otro hombre”.
De esta manera arranca Niños feroces, la última novela, hasta la fecha, de Lorenzo Silva. En ella, Lázaro, un veinteañero aspirante a escritor con aptitudes pero incapaz de desarrollar una narración extensa, recibe de su maestro (también llamado Lázaro –un personaje que tiene mucho de Lorenzo Silva-) la historia de Jorge García Vallejo, un joven falangista que se unió a la División Azul para combatir en el frente ruso durante la II Guerra Mundial y que posteriormente se alistó en las Waffen-SS para defender al agonizante Berlín nazi próximo a la derrota. Un testimonio que el propio García Vallejo compartió con Lázaro, el profesor, con una condición: “Si algún día escribes mi historia, o la utilizas para algo, tendrás que contarla completa. No la cortes a tu conveniencia. O toda, o nada”. Sin sesgos. Con esta misma condición y con la petición de que reconstruya la historia sin juzgar al soldado (“deja que el lector lea, y justifique, o condene, o se limite a bostezar”), el maestro se la transmite a su alumno. El joven Lázaro supera el rechazo inicial que le inspira el personaje de Jorge e intenta novelizar su historia siguiendo los consejos de su mentor, quien le proporciona abundante material para que pueda documentarse. A través de libros de testimonios, novelas, películas, documentales y entrevistas con militares españoles que participaron en la guerra de Irak, Lázaro consigue contextualizar la historia y empatizar con Jorge.
Niños feroces es un ejercicio metaliterario en el que Lorenzo Silva reflexiona y expone sus conceptos sobre literatura y escritura, y donde las vivencias de los personajes ficticios se mezclan con la crónica histórica. Por otra parte, Silva exhorta a la juventud actual para que abandone su actitud de dejadez y conformismo, pero lanza un claro mensaje antibelicista: “La otra [vertiente de la historia], la que ahora se me antoja esencial, es la de la juventud empujada al campo de batalla, y cuya energía, en lugar de motor de progreso y construcción de un futuro, es transformada en potencial de destrucción”. La novela termina con un significativo capítulo centrado en el movimiento 15-M.
Una obra ampliamente documentada, con múltiples referencias y muy lograda en la recreación histórica, que, sin embargo, se ve deslucida por un estilo excesivamente coloquial en pasajes de la narración del personaje del joven Lázaro y por cierta rigidez en los diálogos entre profesor y alumno.
Eyre
No te sobresaltes, mujer :). Eso que comentas que "exhorta a la juventud", ¿lo hace de manera muy artificial o así, como quién no quiere?. Un saludo
ResponderEliminarHola, imation :)
ResponderEliminarEs algo que sale de manera natural: Silva -a través de algunos personajes- reprocha a la juventud actual su pasividad.
Lo curioso es que Silva comenzó a escribir la novela en octubre de 2010, es decir, antes de que se produjera el movimiento 15-M (evidentemente), sólo que no la acabó hasta junio de 2011, así que se puede apreciar cierta evolución en ese sentido.
Gracias por tu mensaje.
Un saludo.
Tengo muchas ganas de leer este libro y después de leer tu entrada, Eyre, todavía más por lo que comentas del 15-M. Me da miedo que quede como algo oportunista, sobre todo teniendo en cuenta que cuando empezó la novela no formaba parte del proyecto.
ResponderEliminarPor otro lado es un aliciente más para leerla y descubrirlo por una misma. ;)
Sora91
Hola, Sora.
ResponderEliminarEspero que la novela no te defraude si te animas a leerla :)
Bueno, en lo del 15-M no hace mucho hincapié, solamente al final, y se nota un poco que es una "improvisación", pero tampoco desentona.
A mí lo que más me gustó fue la recreación histórica y las referencias literarias.
Un saludo.
La verdad es que la otra novela que leí de Lorenzo Silva no me gustó nada, aunque no tiene nada que ver con esta.
ResponderEliminarEl argumento me parece interesante, pero no sé si algún día me dará por catarla ;)
Un beso, Eyre!