Roxana, o la cortesana afortunada. Daniel Defoe - Julia Duce Gimeno





“En las obras teatrales del siglo XVIII, el nombre de Roxana era un nombre genérico para las reinas orientales”. La protagonista será conocida por este nombre a partir del  momento cumbre de su  vida de cortesana. Así caracterizada triunfa en la sociedad londinense y hasta  intuye que llega a seducir al mismísimo rey de Inglaterra, o ¿es tal vez solo la vanidad de una mujer algo pagada de sí misma?



Novela inédita en España (en 2009 ha salido una edición en Argentina a cargo de la editorial La bestia Equilátera), Alba editorial nos presenta una obra divertida y cínica, a una mujer independiente que consigue superar la miseria y los contratiempos de la vida con su belleza, pero sobre todo con su astucia y sus ansias de progresar.


Nos presenta Daniel Defoe unas memorias a cuya protagonista quiere dar la verosimilitud de una existencia real. Se nos mencionan los nombres de las personas y los lugares a medias, en la ilusión de evitar ser reconocidos. Roxana, vamos a seguir con la convención aunque no sea este su nombre original, que no aparece hasta prácticamente al final, es una mujer de clase acomodada que tiene la desgracia de dejarse seducir por la apariencia y casarse con un idiota:


" ( ...) debo tomarme la libertad, por mucho que tenga que reprocharme mi conducta posterior, de avisar a mis amigas, las jóvenes de este país, y decirles a modo de advertencia, que, si tienen algún interés en su felicidad futura, alguna perspectiva de vivir felices con un marido, y alguna esperanza de conservar su fortuna, o de recuperarla tras un desastre, no se casen nunca con un idiota. Cualquier marido es mejor que un idiota, con otros maridos puede que sean infelices, pero con un idiota serán desdichadas (…) “


Este idiota la lleva a una situación límite de la que solo podrá salir dejándose arrastrar al pecado. Al menos así lo siente ella, aunque parece más una justificación de cara a la galería de ese público cómplice femenino al que en teoría va dirigido su discurso, que una carga moral  auténtica.


Hermosa y joven, siente verdadero afecto por sus amantes, aunque sea por la forma de vida cómoda y provechosa que le proporcionan y la posición social envidiable y que son tan solo un peldaño para subir más alto en el escalafón de las queridas de hombres poderosos. Pudorosa en su recuerdo, evita el hablar de situaciones delicadas y dar nombres o describir situaciones que deja claramente insinuadas, como si antes de un encuentro erótico, nos cerrara la puerta de la habitación en la que este se va a producir. Da rodeos y hace quiebros para no describir las partes más escabrosas de su vida, dejando al lector la imaginación para recrearlas, aunque deje poco margen para ello.


La insistencia en decir que es una prostituta, lo repite muchas veces a lo largo de las páginas que desgranan su historia, es tal vez un poco exagerada tal como entendemos esta profesión: sus relaciones aún sin consagrar son largas y ella es fiel mientras duran y hasta llega a casarse con uno de sus amantes y terminar con él una vida feliz. En el último párrafo nos introduce en la duda de un final desdichado de acuerdo a lo que ella denomina sus crímenes aunque expresado de una forma tan poco detallada, apenas un resquicio para que sus lectoras no se queden con la sensación de que el vicio tiene una recompensa.


Roxana es superficial y egoísta en todo lo que se refiere a sus intereses. Es generosa económicamente, manipuladora con sus hombres, tiene un corazón duro y ni siquiera sus hijos son lo suficiente para que abandone lo que en un momento dado reconoce que es puro vicio, porque, tras la muerte de su primer amante, podría haber vuelto a una vida de digna comodidad y recuperar a estos hijos abandonados en los momentos más duros de su vida. Pero pone en todo momento delante su imagen de respetabilidad y prefiere que estos vivan en la ignorancia de un recuerdo embellecido que el darles el cariño de una vida común  aún cuando muy pronto podría haberlos recuperado. Los hijos que tiene con las otras relaciones son alejados nada más nacer y no tiene con ellos ningún lazo afectivo, así lo describe sin ningún rubor. Tan solo siente un cierto aprecio por los primeros pero no tanto que le impidan mantenerlos a distancia con la excusa de que no conozcan su pasado de pecado y lujuria, que  perdone formas radicales de conseguir que la dejen en paz. Y es que pese a sus ansias de acumular dinero, este le sirve para mantener a distancia los problemas y procurarle una existencia agradable que mime su ego.


En un ejercicio de cinismo e hipocresía los remordimientos y la conciencia de ser una mala mujer, de vivir en pecado están constantemente en su boca y en los momentos difíciles se deja conducir por su criada, amiga y confidente Amy, a la que no duda en culpar más tarde desde una cómoda situación como causante de sus caídas y de sus pecados. Sin embargo su conciencia no le impide tener la objetividad para reconocer que sus momentos de mayor arrepentimiento están directamente relacionados con situaciones azarosas y complicadas, y que tiende a olvidarlos cuando las cosas vuelven a irle bien a causa de lo que reconoce explícitamente como su indudable tendencia al vicio.


Como temas secundarios el dinero y su afán práctico de aumentarlo con inversiones eficaces, es  también una constante en la narración y aparece descrito con detalle: tanto el precio de los objetos, vestidos y joyas con las que sus amantes la obsequian como la forma de invertirlo y de acrecentarlo. Hay una relación morbosa entre esa acumulación de bienes y la justificación de que le permitirán mantener una independencia económica y la libertad de no estar sometida un marido. Asocia matrimonio a esclavitud femenina en una rompedora interpretación de la institución.


Roxana es una seductora pero nos cuenta lo que quiere porque le interesa conservar una imagen de mujer conducida contra su voluntad a una vida licenciosa. Pese a ese constante arrepentimiento de boquilla, no puede ocultar lo que ha disfrutado de sus amoríos y de los lujos que estos le han proporcionado y sobre todo que ha llevado una vida que es todo un homenaje a su vanidad de mujer. Este reiterado arrepentimiento está con frecuencia directamente relacionado con una forma de ver  la religión algo jocosa: hay momentos que  le gustaría ser católica para poder descargar su conciencia, da una visión de otras iglesias con un punto de sátira cuando nos demuestra como su amiga cuáquera no miente jamás, pero maquilla la verdad para protegerla a conciencia preparando las situaciones en las que debe retorcerla. 


Difícilmente podremos sentirnos identificados con esta Roxana que se niega a dar amor y sólo da sexo, que se admira a sí misma en un constante ejercicio de narcisismo,  pero no  podremos dejar de admirar su osadía y su capacidad para sobrevivir en un mundo que era para los hombres, su capacidad para sobreponerse a los sentimientos, su pragmatismo que la convierte en una leyenda social.


Cuesta hacerse a la idea de que es una novela escrita a principios de siglo XVIII por su argumento, por su interpretación laica de la vida, por su hedonismo. Es tremendamente materialista y poco espiritual. Merece la pena conocer a esta mujer aunque sea un espejo algo distorsionado por esta mirada autocomplaciente.

1 comentario:

  1. Tengo muchísimas ganas de leerme esta novela. Estupenda reseña Julia :)

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