El Golem – Gustav Meyrink (*)
La evolución del mito
Babel
Esta historia transcurre en el gueto judío de Praga, a finales de Siglo XIX, y es la vivencia de Athanasius Pernath, un tallador de piedras preciosas que se ve involucrado en una serie de sucesos entre la intriga y el terror, en los que las leyendas y las experiencias paranormales son parte también de los acontecimientos, en especial el mito de el Golem, que da título al libro.
Gustav Meyrink supo aunar en esta novela la tradición de la leyenda con la novedad formal que supuso la tendencia expresionista. Tuvo que ser satisfactorio para él escribir sobre un mundo onírico y centrado en la realidad interior del personaje: la magia, la simbología y los sueños, que en narrar hechos positivos y externos pues es conocida la afición de este autor a la Cábala, el esoterismo y las ciencias ocultas, que refleja en sus novelas como temas centrales o tangenciales, y El Golem no es una excepción. Fue publicado en 1915 y se adscribe a una corriente temática que había tenido buena acogida entre los escritores románticos alemanes, ya el cuentista y mitólogo Jacob Grimm revisitó esta leyenda en 1808, y también otros escritores como E.T.A. Hoffmann y Ludwig Achim Von Arnim con su Isabela de Egipto en 1812.
En el libro que nos ocupa partimos de la premisa de un cambio de sombrero dentro del sueño de un protagonista anónimo. Este error le convierte en Athanasius Pernath, tallador de piedras preciosas, y le lleva al mismo gueto judío de Praga en el que vive, pero 33 años antes, entrando en una nueva dimensión temporal y también psicológica.
En torno a nuestro soñador-Pernath comienzan a suceder hechos extraños, entramos en la vida del gueto y sus habitantes donde los acontecimientos envuelven e implican a Pernath muchas veces sin que él se involucre voluntariamente. Para empezar el cuarto de al lado a donde él vive lo alquila el Dr. Savioli, un médico que pretende que aquel sea el lugar de encuentro con su amante, la Condesa Angelina, que resulta ser un amor de juventud de Athanasius, aunque le cuesta recordarlo porque, debido a una enfermedad mental, sellaron mediante hipnosis varios años de su juventud con el objetivo de que la falta de recuerdos le permitiera vivir sin sufrimientos. Pero no es fácil evitar los recuerdos en el limitado espacio en que se desarrolla la novela.
Por otra parte Aaron Wassertrum, el buhonero, trama algo contra la pareja de adúlteros, un ajuste de cuentas personal. A su vez Charousek sospecha que Wassertrum es su padre, el que hizo infeliz a su madre, y le profesa un odio atroz cuyo objeto es la muerte. Sólo con sus amigos Prokop, Zwakh y Vrieslander tiene nuestro protagonista momentos de expansión, que van a durar poco pues se ve envuelto en una confusión que le lleva a presidio.
Pero El Golem es mucho más que el resumen que acabo de exponer, son visiones alucinatorias extraordinariamente simbólicas, son experiencias oníricas que arrastran al protagonista, son un mundo de sensaciones confusas y desgarradoras que nos mantienen en estado de alerta. Quizá fuese necesario conocer la Cábala para entender más a fondo algunos pasajes, saber que el libro Ibbur, la fecundación del alma, que un extraño personaje entrega a Athanasius al comienzo de la novela tiene un significado interesante en cuanto explicatorio del argumento pues los estudiosos cabalistas consideran esta fecundación del alma la posesión benéfica del cuerpo de una persona por el espíritu de otra hasta llegar a un estado en el que los dos son uno, y acaso es esto lo que le sucede a Pernath. También se habla del Zohar, el libro de los esplendores para estudiar la Cábala, del Habla Garmin, y de las cartas del tarot donde se incide en El loco (le fou) como símbolo de lo irracional y lo inconsciente. Un juego de identidades en el que el protagonista se encuentra y reencuentra a sí mismo a lo largo de todo el libro: Pernath, el Golem, el loco... no son sino distintos aspectos de sí mismo.
Al más puro estilo expresionista Meyrink deja muchas explicaciones por dar y sus personajes habitan en la novela libres y autónomos como si actuaran de manera espontánea. Esto lleva a cierta confusión argumental de la que resulta una lectura un tanto irregular que va variando tanto en la intensidad como en el tono de la narración.
De especial interés son las leyendas que impregnan y envuelven toda la historia, convirtiéndose en experiencias del protagonista, sobretodo la del Golem. Esta es una leyenda inspirada en la literatura talmúdica, así como en La Biblia (Salmo 139-16), y cuenta el nacimiento de un ser de barro en 1580 a manos del rabino Löw para que le ayudase a combatir a los enemigos de los judíos, que pretendían crear la discordia en el gueto. Cuando desaparecieron las causas que le habían llevado a la creación de este ser artificial decidió destruirlo. En la memoria de la gente quedó el recuerdo de que un día, en un acceso de furia porque el rabino olvido asignarle sus tareas, el Golem deambuló furioso por el gueto con la intención de destruir lo que encontrara a su paso. Con Meyrink la leyenda evoluciona, se habla de un Golem que sigue vivo, que habita en una celda del gueto, sin puerta y con la ventana enrejada, y que cada 33 años sale de allí y deambula por las calles provocando la histeria y el terror entre quienes lo encuentran.
Se mencionan otras leyendas también interesantes, como la del famoso asesino en serie Babinski, y la de la Muralla de la última farola, una casa en la calle de los Alquimistas que solo pueden ver algunos afortunados en días de niebla, y que aparece un par de veces en la novela. Para hacer más real esta Praga legendaria y tenebrosa Meyrink pone mucho empeño en ambientar el gueto como un sitio lúgubre y siniestro, con niebla por doquier, gárgolas amenazantes y negros monumentos. Un lugar donde abundan olores putrefactos, y el odio y los malos deseos se perciben en el ambiente. Ya el título de los capítulos produce cierto desasosiego: Visión, Angustia, Miedo, Tormento... Cortos e impactantes como el estilo telegráfico del propio texto. Por todo esto sorprende y alivia tanto encontrar el amor en este libro, y no uno, hay varios amores para Athanasius. El de Angelina, a la que ya he mencionado, que representa un amor juvenil y pasado que el protagonista aún añora y sufre entre las neblinas de su falta de memoria; el de Rosina, la promiscua pelirroja vecina de Athanasius, es el amor presente y carnal, la mujer maléfica a la que, sin embargo, no se sabe resistir; y por último el de Miriam, el amor limpio y futuro, la mujer honesta, espiritualmente entregada a sus creencias, cuyo sólo amor tiene la capacidad de redimir a Pernath.
La novela cobra intensidad justo al final, cuando se van atando ciertos cabos que quedaban sueltos, en una frenética búsqueda del soñado por el soñante para devolverle su sombrero y su historia y cerrar el círculo uniendo pasado y presente, realidad y leyenda, y a los dos Pernath. Nos encontramos ante un libro críptico en el que se nos muestra una Praga mágica, el gueto judío de las leyendas que desapareció porque lo demolieron para ser reconstruido a finales de Siglo XIX con objeto de mejorar su salubridad, dejando sólo en el recuerdo aquellas callejuelas tortuosas y húmedas donde cada 33 años paseaba un Golem castigado eternamente a vagar sin descanso, un Golem que ya no es ese sirviente creado a partir del barro por el rabino Löw, sino la parte oscura, personal y colectiva del gueto y sus habitantes, que les atemoriza y fascina porque forma parte de su folklore y de sí mismos.
“A mis pies la ciudad se extiende envuelta en las primeras luces del día como una visión de la Tierra Prometida.”
“Cada treinta y tres años, más o menos, (...) un hombre totalmente desconocido, imberbe, de rostro amarillento y de tipo mongol, se dirige a través del barrio judío hacia la calle de la Vieja Escuela con paso uniforme, curiosamente inestable, como si de un momento a otro fuera a caer hacia delante, y luego, de pronto, desaparece.”
(*) El Golem (Der Golem), Gustav Meyrink, Traducción de Alfonso Ungría, Editorial: Libros del zorro rojo, 241 páginas
Buena reseña, invita a "animarse" a leerlo. Sería bueno complementarlo con una breve descripción de la azarosa vida de G. Meyrink.
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