El ansia de perfección. Sylvia Plath - Ginazul


Una visión clínica y literaria de esta autora norteamericana (poeta y novelista del S.XX). Un recorrido a través de su historia familiar, sus rasgos de carácter, su amor por la literatura, sus publicaciones, su primer intento fallido de suicidio, que perpetrará 10 años más tarde terminando con su vida, apuntes e hipótesis finales.

Nació en Boston el 27 de Octubre de 1932. Murió el 11 de Febrero de 1963. Se trataba de un suicidio. Sylvia introdujo la cabeza dentro del horno de la cocina de gas. Se aseguró de poner cinta aislante en el marco de las puertas y unas toallas debajo para proteger a sus hijos del gas. Les dejó un vaso de leche al borde de la cama. Frieda (3 años), Nicholas (1 año).

Casada con el poeta inglés Ted Hughes, hacía pocos meses que se habían separado. Ted la había dejado. Pocos días antes, le anunciaron la publicación de su única novela La campana de cristal”. Ésta se publicó una semana después de su muerte. Tenía muchas más producciones, de las cuales había recibido diversos premios. Desde la adolescencia había escrito poemas y otros escritos publicados en diferentes diarios y revistas. Vivió plenamente dedicada a la literatura, su meta principal fue siempre ser una gran escritora. Veinte años después de su muerte se le concedió el premio Pulitzer (1982), por una recopilación de poemas agrupados bajo el título de: Ariel (en hebreo significa “leona de Dios”. Ella es la flecha y la leona. Los hombres son flechas y las mujeres arcos. También, además, es el nombre de su caballo).

Hija de Otto y Aurelia. El padre, de origen polaco y de padres alemanes. Profesor de entomología, muy estudioso, insistía en tratar a su hija como una personalidad singular. Era una persona muy recta dedicada por entero al estudio. Él mismo se consideraba en primer lugar profesor universitario e investigador, y después marido y padre. Tenía 21 años más que su mujer y había sido el profesor de Aurelia. Era muy disciplinado, espíritu prusiano.
Los padres de Aurelia eran inmigrantes austríacos, ella también conoció la miseria. Los dos criaron a su hija para que fuera la mejor. Sylvia creció siempre con el afán de superarse, de ser muy buena en todo lo que intentara. Se le infundió un espíritu competitivo. Su padre hacía experimentos ocasionales con su hija. A los 6 meses la puso en una cuerda y la dejó colgada para comprobar, como él ya había previsto, que se agarraba tanto con los pies como con las manos. Otto anunció al nacer Sylvia que quería tener un hijo varón al cabo de dos años y medio, a partir de este día. Y así ocurrió, Warren, hermano de Sylvia, nació sólo dos horas antes de lo previsto.

En la familia de Otto se habían dado varios cuadros depresivos con internamientos. La frágil salud de su hermano hizo que Sylvia pasara largas temporadas con sus abuelos maternos. Lo cual, por un lado, despertaba sus celos pero, por otro, era muy feliz con ellos, de los que guardaba muy buenos recuerdos.

Los primeros años de la infancia de Sylvia ya estaban marcados por un sentimiento de soledad y abandono. Ambos sentimientos la acompañarían toda su vida.

En 1936, Otto enfermó y descubrieron que padecía una diabetes muy avanzada. Tuvieron que amputarle una pierna. Murió, al cabo de un mes, de una embolia pulmonar. Tenía 55 años. Cuando su madre se lo dijo a los niños, Sylvia respondió: “No pienso volver a hablar nunca más con Dios”, y decidió que quería ir a la escuela. Tenía 8 años. Aurelia, no hizo ningún tipo de duelo y siguió como si no hubiera pasado nada. Tampoco dejó ir a sus hijos al funeral y entierro. Esto se lo echaría en cara Sylvia a su madre años más tarde.

El espíritu que prevalecía en la familia era hacer las cosas mejor que la mayoría de gente. Sobresalir siempre. Ambas familias tenían un potencial intelectual muy alto. En la escuela, Sylvia sacó una puntuación de CI 160 en un test de inteligencia.

Hay dos aspectos que marcarán a Sylvia a lo largo de su vida: su dependencia con su madre y su narcisismo. La necesidad de sobresalir estaba relacionada con la necesidad natural de sentirse amada. Creía que el amor era la consecuencia de sus éxitos. Por tanto, los rasgos de su carácter serían: autocontrol, perfección en todo, sentimiento de culpa, marginación de la vida y de su entorno, dificultad de tener amigos, intolerancia a la frustración, ansia de conocimiento (era voraz)…

Fue una de las cuatro alumnas que acabó la licenciatura Summa cum laude el 6 de Junio de 1955, y se le concedió una beca para estudiar en Cambridge.

El 24 de Agosto de 1953, primer intento de suicidio a los 21 años. Llevaba una temporada muy mal. Autolesiones en piernas con hojas de afeitar. Primera visita al psiquiatra en verano y tratamiento con electroshocks. En esta época quería un marido (como sus compañeras), una casa y unos hijos. Pensaba que si no podía estar realizada. La mujer de entonces tenía que ser esposa y madre para ser aceptada en la sociedad, y ella además quería seguir escribiendo y destacar como escritora. Dormía poco y padecía insomnio desde hacía tiempo. Tomó gran cantidad de somníferos y se escondió en un rincón de la casa dónde se guardaba leña. Se pasó dos días sin conocimiento. Su hermano, Warren, la encontró y estuvo internada en un hospital varios meses. Cuando su madre le aseguró que todos la querían, ella respondió: “Era mi último acto de amor”.

En La campana de cristal, nos relata su depresión y su primer intento de suicidio. Es una historia de traición. Todas las personas que conoce la protagonista (Esther Greenwood), la han decepcionado. Hay una rebeldía constante, a lo largo de su vida, de cara a la sociedad que permite tan pocas distinciones a las mujeres y un paralelismo entre el libro y la propia vida.

En 1955, durante su beca para estudiar en Cambridge, conoció a Ted Hughes, que más tarde sería su marido, y se quedó impresionada. “He conocido al hombre más fuerte del mundo. Un Adán grande y pesado (1,90 m). Con una voz como el trueno de Dios. El único hombre del mundo que es mi igual.”

Celos de Sylvia hacia Ted, tanto de cara a otras mujeres como por su labor literaria. Envidiaba el tiempo que él podía dedicar a escribir. Aunque la ayudara con los niños y se repartieran las horas de trabajo, ella siempre estaba acelerada con la casa, los niños, las comidas… Quería hacerlo todo muy bien.

A lo largo de su vida, Sylvia quiere encontrar su propia voz, su propia manera de escribir. Al principio está influenciada por varios autores: Lawrence Durrel, Yeats, Salinger, Virginia Wolf…

Pero sólo al final, a través de su propia desesperación, de su rabia contra el mundo, contra los hombres, contra la infidelidad de Ted, encuentra su propia voz, marcada por la pulsión de muerte. Ted recuerda que ella escribía sus poemas con el diccionario de cubiertas rojas que era de su padre, encima de las rodillas. Sus poemas son oscuros y cargados de metáforas difíciles de entender.

Hipótesis finales en cuanto a su estructura clínica.- Se ha tenido mucho cuidado en no diagnosticar clínicamente a Sylvia Plath. Todo el mundo, empezando por su familia, ha pasado de puntillas. Si bien hay signos evidentes de que a lo largo de su vida se alternaban la depresión y los estados maníacos. Energía sin límites, insomnio, decisiones muchas veces alocadas serían la señal de la fase maníaca y después venía la fase depresiva: la pérdida del objeto de amor, la ambivalencia, el autorreproche (del reproche del objeto externo se pasa al autorreproche). Sylvia en los momentos difíciles no se tenía ni tan sólo a sí misma, se sentía abandonada.

¿Por qué se trataría de una psicosis maníaco-depresiva?

Porque su padre no cumple una función simbólica. Es decir su padre representa la razón, pero no es el padre del amor. Es como una figura de piedra que sólo representa el saber. El delirio en las psicosis ocupa el lugar del Nombre del Padre. Los brotes psicóticos enfrentan al Sujeto a esta ausencia de función paterna. Cuando ella lo llama no está. No es la muerte real de este padre, que murió cuando ella tenía 8 años, lo que falla. Es que ese padre nunca ha estado como función. Además, está esa línea de Goce Absoluto de la que Sylvia pende en todo momento. En ella siempre es o todo o nada. Si no es la mejor escritora, si no es la mejor alumna, si no es la mejor esposa, madre, ama de casa… no es nada, o sencillamente menos que una merde.

Anne Juranville, en La mujer y la melancolía, refiriéndose a Virginia Wolf, dice que: “El suicidio provoca una presencia en su desaparición misma, en el punto de estallido que hace que surja la muerte junto con la belleza. Deseo irrealizable de abrazar al universo en un solo acto de comprensión.”

Podríamos preguntarnos: ¿El suicidio a cambio de qué? A cambio de la inmortalidad. En este último acto de amor (recordemos que fue lo que Sylvia dijo a su madre en su primer intento de suicidio), ella se asegura de que la querrán siempre. Este acto le garantiza para siempre el amor de los otros. Por supuesto, todo esto ocurriría en un registro psíquico inconsciente. Los suicidas (salvo excepciones), sufren lo indecible y no ven más salida que la muerte, para cortar de un tajo ese dolor insoportable.

Sylvia Plath, es ya un clásico de la poesía en lengua inglesa. Sus libros se han editado decenas de veces a ambos lados del Atlántico.

Nota: Su hijo Nicholas acabaría suicidándose años más tarde en Alaska. Era un conocido biólogo. La tragedia marcó terriblemente a esa familia.

ARIEL (del libro de poemas Ariel)
Estasis en la oscuridad.
Luego, el chorro azul y sin sustancia
del tolmo y de las lejanías.
Leona de Dios.
¡cómo nos vamos uniendo,
eje de talones y rodillas!… El surco
se abre y pasa, hermano del
arco marrón
del cuello que no alcanza a atrapar.
Bayas con ojos
de raza negra
arrojan oscuros anzuelos…
Negras y dulces bocanadas de sangre,
Sombras.
Algo distinto
Me transporta por los aires…
Muslos, cabello;
escamas que se desprenden de mis talones.
Blanca

Bibliografía:  
  • Sylvia Plath. Linda W. Wagner-Martin (Columna Circe) 
  • La campana de cristal. Sylvia Plath (Edhasa) 
  • Ariel. Sylvia Plath (poesía Hiperión)
  • Arbres d´hivern. Sylvia Plath (poesia del segle XX) 
  • La mujer y la melancolía. Anne Juranville ( Nueva visión)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No hay comentarios