Darío Fo, el gran bufón - Arden




Darío Fo (Sangiano, Italia, 24 de marzo de 1926), dramaturgo italiano, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1997. La noticia cayó como una bomba en el mundo de la cultura oficial, en especial, en el Vaticano, donde la respuesta fue que le habían concedido el Nobel a un bufón, a lo cual Fo respondió con ironía que estaba de acuerdo. Darío Fo ha sido a lo largo de toda su carrera el escritor y director teatral que ha gritado al mundo que el Emperador estaba desnudo, denunciando la explotación de las clases trabajadoras por los patronos, el adocenamiento y el conformismo de los sindicatos y de los partidos tradicionales de izquierda, y el abuso de poder de los gobiernos respecto de sus ciudadanos, y todo ello desde la risa, la sátira y la ironía, la mejor arma contra los poderosos, a los que una vez se les señala su desnudez, quedan en ridículo ante la gente. 


En el discurso pronunciado ante la Academia Sueca con motivo de la concesión del Premio Nobel de Literatura, Fo homenajea a un autor del Renacimiento italiano, Ruzzante Beolco, al que considera su gran maestro junto con Molière, ambos actores-dramaturgos ridiculizados por los hombres de letras de su tiempo, y que fueron “despreciados por traer a los escenarios la vida diaria, las alegrías y la desesperación de la gente común; la hipocresía y la arrogancia del alto y poderoso; y la injusticia incesante. Y su mayor e inolvidable culpa era que, al decir estas cosas, ellos hicieron reír a la gente. La risa no complace al poderoso”. La frase que resumiría las preocupaciones de su teatro sería: “Un teatro, una literatura, una expresión artística que no habla de su propio tiempo, no tiene relevancia”

El teatro de Darío Fo es, pues, un teatro político, que utiliza la risa para mostrar, mostrarnos, cómo nos engañan, cómo hay una “casta” (obviamente utilizo una palabra que se ha puesto muy de moda, pero entiendo que refleja el pensamiento de Fo) que tiene los resortes del poder y nos hace comulgar con ruedas de molino, diciéndonos que no hay salida, que no hay otra forma de hacer las cosas, que éstas no se pueden cambiar, y mediante la sátira y la ridiculización de situaciones cotidianas nos muestra la mentira oficial, y sobre todo que sí se puede cambiar el mundo, pero que para ello hay que espabilar y plantar cara a la verdad oficial y sobre todo buscar la justicia y considerar la dignidad humana como el elemento más importante de la sociedad.

Las dos obras que voy a comentar son de la primera parte de la década de los 70 del siglo XX, 1970 y 1974, respectivamente, y sin embargo parece que estén hablando del aquí y el ahora. En Muerte accidental de un anarquista existen dos versiones, la oficial, que llega a ser ridícula y absurda a fuerza de estirar la verosimilitud de unos hechos imposibles cerrando en falso una investigación que sacaría a la luz los tejemanejes del poder, y la real, lo cual sigue ocurriendo a día de hoy con tantos y tantos procedimientos judiciales en España, donde aparecen ministras e infantas tontas e ignorantes, jueces que son expulsados de la carrera judicial y condenados por buscar la verdad y destapar la corrupción en los entresijos del poder y en donde se ve un avance de las ideas fascistas y populistas en diversos países europeos poniendo en peligro la democracia; y, en Aquí no paga nadie, el paralelismo con la situación actual es claro si vemos la precariedad de la situación económica de la gente común, la gente trabajadora, y no hay más que ver los informes de Cáritas para ver el nivel de pobreza en España, incluso de hambre en algunos casos, los desahucios, las preferentes, etc..., a todo nos remite Fo desde aquel lejano 1974, y nos hace reír, aunque la risa se convierte en una mueca a veces cuando también nos vemos retratados nosotros mismos que tragamos con todo y no nos rebelamos.




Para entender Muerte accidental de un anarquista (Morte accidentale d'un anarchico), hay que conocer el contexto en el que fue escrita. La obra se estrenó en diciembre de 1970, prácticamente un año después de que el ferroviario anarquista Pinelli fuera “suicidado” desde una ventana del cuarto piso de la Jefatura de Comisaría de Policía de Milán. Eran los años de plomo, grupos de extrema derecha, en colaboración con los poderes fácticos, cometieron asesinatos y atentados con bomba para atribuirlos posteriormente a la izquierda y desatar un auténtica caza de brujas en un clima de represión que justificaba cualquier actuación policial contra la subversión. En ese período 1970-72 se producen procesos-farsa a izquierdistas, mueren “accidentalmente” varios anarquistas testigos de cargo en el proceso del caso Pinelli, que se archiva, mueren otros testigos, un abogado fallece al “caer” desde la ventana de un hospital...

En ese contexto, Fo recrea en forma de farsa una posible investigación de lo ocurrido la noche del “suicidio” del anarquista. Un loco aquejado de histriomanía, es decir manía de disfrazarse creando nuevos personajes y personalidades, es detenido por la policía y trasladado a la misma comisaría donde unos días antes un ferroviario anarquista se había supuestamente "suicidado" lanzándose desde una ventana del cuarto piso y por su demencia lo dejan libre. Ya suelto por la comisaría, va pasando sucesivamente a ser un juez que investiga a los policías que intervinieron esa noche, un capitán de la policía, y por fin hasta un obispo, y todo ello ante el desconcierto de los estúpidos comisarios de policía, que le creen desde el primer momento, y ante una periodista que investiga también el asunto, y amparado por su locura es capaz de sacar a relucir la verdad sobre el "suicidio" del anarquista.

En una escena, el loco se hace pasar por el juez de la investigación e intenta recrear la escena del suicidio de la siguiente forma:

“Loco- Nuestro anarquista en pleno rapto...ya veremos luego cómo encontrar entre todos un motivo más verosímil para ese gesto insensato... se levanta de un salto, toma carrerilla...Un momento ¿Quién le sirvió de estribo? 
Comisario- ¿De estribo?
Loco- Sí, ¿quién de ustedes se colocó junto a la ventana, con las manos cruzadas a la altura del vientre, así, para que él apoyara el pie, y ¡zas! Tomara impulso para volar por encima del parapeto?
Comisario- Pero, ¿qué está diciendo, señor juez, no pensará que nosotros...?
Loco- No, por favor, no se altere, simplemente preguntaba...Es que, al ser un salto tan grande, con tan poca carrerilla, sin ayuda de nadie... pues no quisiera que alguien dudara...
Comisario- No hay nada que dudar, señor juez, se lo aseguro. ¡Lo hizo todo él solo!
Loco- ¿No había una de esas tarimas de competición?
Comisario- No.
Loco- ¿El saltarín llevaba zapatos con tacón elástico?
Comisario- Nada de tacones.
Loco- Bien, así que tenemos, por un lado, un hombre de 1'60 escasos, solo, sin ayuda, ni escalera... por otro, media docena de policías que, pese a encontrarse a pocos metros, uno incluso junto a la ventana, no llegan a tiempo de intervenir...” 

Y Fo continúa ridiculizando constantemente los hechos reales que constan en el sumario, como que un policía declarara que solo le dio tiempo a cogerle del pie pero se le quedó el zapato en la mano, y que sin embargo los testigos dijeran que el muerto llevaba los dos zapatos puestos, la falta de pruebas para atribuirle los atentados, etc... Realmente es una obra desternillante en el que la versión oficial es claramente puesta en ridículo por inverosímil y donde la risa y el sarcasmo nos hace ver qué ocurrió realmente. 








En Aquí no paga nadie (Non si paga, non si paga!) la obra comienza cuando después de protestas y luchas sindicales por fin se ha conseguido que se suban los sueldos porque las familias no llegan a fin de mes, sin embargo esto no sirve para nada porque al día siguiente se suben más aún los precios de los alimentos en los supermercados con lo que al final  están peor que estaban. En esa situación, un grupo de mujeres se ha negado en el supermercado a pagar el aumento del precio de los alimentos aunque después de diversos rifirrafes se han llevado la comida sin pagarla. La policía tiene orden de registrar el barrio casa por casa y llevarse la comida. Ante esto, Antonia y Marga idean el plan de fingir un embarazo de la más joven, la cual se pondrá toda la comida como una falsa barriga de embarazada. A partir de ahí se desarrollan los malentendidos, situaciones cómicas y divertidas respecto de los maridos, que obviamente no entienden nada de lo que ocurre y además Juan, el marido de más edad, es un obrero sindicalista de izquierdas con una moral muy rígida, por lo que no solo deben engañar a la policía que busca la comida sino también al marido. 


Y en medio de todas las situaciones cómicas que se suceden contínuamente, los personajes reflexionan sobre la situación política y social. Hay dos policías en la obra, uno es más joven y es policía porque no ha podido ser otra cosa si no quería ser un muerto de hambre, pero tiene conciencia social, y Fo hace que sea su personaje el que exprese el motivo de que las cosas no cambien:

"Policía- Para mí no había otra cosa. O quedarme en el pueblo y trabajar para mi padre, que era peor que un patrón o la policía. ¿Usted que habría hecho?
Juan- Sí que es difícil, sí. Ahora que bien pensado la policía, como dice el partido...La policía es necesaria. Si no esto sería el caos, la anarquía. Las leyes deben de acatarse.
Policía- ¿Usted cree? ¿Y si las leyes solo benefician a los ricos?
Juan- ¡Hombre! Para eso tenemos la democracia, los partidos, el Parlamento... Las leyes se pueden reformar ¿sabe?
Policía- ¿Reformar? Ni reformas, ni cambios, ni ostias. Como máximo se pueden modernizar. Mire, mire que uniformes más modernos que llevamos ahora. De aquí unos cuantos años otro color y ya está. Escuche: las únicas reformas profundas las tiene que hacer la gente por su cuenta. Porque, mientras deleguemos, confiemos y aguantemos, mientras cultivamos la paciencia, el sentido de la responsabilidad, el autocontrol, la autodisciplina, etcétera, etcétera, etcétera...¡aquí no cambiará nada!"
El personaje más interesante es el de Antonia, la mujer mayor, la que tira adelante con la casa aunque no haya dinero, la que se rebela contra el poder establecido y la que consigue torear a la policía y al marido inventando una y mil historias con las que salir adelante con el engaño, y la que dice una frase clave para entender a Fo y su obra: “Has de confiar en la gente”
En la obra se refleja también la fuga de dinero de los ricos y los políticos a Suiza, tan de actualidad ahora, la crítica a los sindicatos tradicionales que se han plegado al juego político, la deslocalización de la mano de obra, la precariedad del nivel de vida, y un sinfín de situaciones sociales y políticas que siguen estando vigentes a día de hoy, con lo que nos damos cuenta que 30 años no son nada y que seguimos como estábamos.
Juan, el obrero de más edad, llega un momento que dice una frase que ha resumido bien la España de los últimos años:
"Juan- Muy bien. Y como este es un país de bandoleros y de ladrones, ¡hala! A robar. El más espabilado es el que más roba. Y el que no roba es un imbécil." 

Y es que Fo no deja títere con cabeza, se puede o no estar de acuerdo con él pero indiferente no deja a nadie, y menos al poder establecido, económico y político, y por eso fue perseguido durante años. De hecho posteriormente a la representación de Aquí no paga nadie hubo un saqueo en un supermercado y se juzgó a la compañía de teatro de Fo como instigadores de la rebelión de las amas de casa. 

Darío Fo ha hecho suya la máxima de Mark Twain "La raza humana tiene un arma verdaderamente eficaz: la risa", y utiliza nuestra capacidad de reír y de reírnos de nosotros mismos para mostrar las mentiras del poder y que la posibilidad de cambio reside en nosotros, que todo es posible si nos lo proponemos como personas y como grupo social, y seguramente Fo esté más de actualidad que nunca en estos tiempos de cambios políticos. Al tiempo.


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