¿Qué entendemos por
bestseller? Normalmente, se suele entender por bestseller ese libro
de escasa calidad con mucho diálogo y pocas descripciones, que se
vende en los aeropuertos o se lleva a la piscina o a la playa, sin ninguna
complicación estilística, con una intriga adocenada o un erotismo de ir
por casa, que utiliza fórmulas clónicas y ya sabidas por repetidas
para llegar a un lector al que se le da lo que espera, algo fácil de
digerir. Y de ahí su mala fama. Simplemente se tiene por best seller
un libro para la inmensa mayoría y, por tanto un libro de fácil
lectura, entretenido, y que se pueda leer para desconectar y en
cualquier parte sin demasiada concentración, y de ahí que se
convierta en un bestseller, es decir un superventas. Sin embargo, esta
mala fama en muchísimos casos no está justificada, como ocurre en el caso de El nombre de la rosa de Umberto Eco, un libro que ha vendido más de 15 millones de ejemplares con una trama que, bajo la
apariencia de una novela histórica detectivesca, nos muestra las
complejas luchas por el poder político en la época medieval entre
el Papa y el Emperador, las luchas de poder teológicas entre el Papa
y diversas órdenes religiosas, como la franciscana, o la lucha
contra las herejías, todo esto con complejas descripciones de la
vida medieval en una abadía benedictina del siglo XIV. ¿ Cómo es
posible que una obra tan compleja, con numerosas citas y pasajes en
latín, llegara a 15 millones de lectores? Estaríamos ante lo que se
llama el bestseller de calidad.
Umberto Eco (Alesandria,
Italia, 5 de enero de 1932 – Milán, Italia, 19 de febrero de 2016)
fue un escritor y filósofo italiano experto en semiótica, que hasta la aparición de su novela El nombre de la rosa (1980), la
primera y más popular de sus novelas, era un profesor e intelectual
solo conocido en los círculos universitarios por obras como Obra
abierta (1962), Diario mínimo (1963), Apocalípticos e integrados
(1964) y Cómo se hace una tesis, técnicas y procedimientos de
investigación, estudio y escritura (1977) entre otras obras. Sin
embargo, este autor también era un experto medievalista, de hecho su
tesis doctoral fue sobre El problema estético en Santo Tomás de
Aquino (1956) y también en arte, Arte y belleza en la estética
medieval (1959) y El beato de Liébana (1973), así como en
literatura, estética y comunicación de masas. Es decir, que tenía
todos los conocimientos necesarios para escribir una obra en la que,
partiendo de la época medieval, utilizara sus conocimientos
artísticos, filosóficos, literarios y que, además, pudiera llegar
a la mayoría de personas, es decir a la masa, sin rebajar el nivel
literario del libro.
Y con estos
conocimientos Eco se embarcó en la escritura de El nombre de la rosa
(Il nome della rosa – 1980). Esta es una novela repleta de guiños, con muchos niveles de lectura, en los cuales el lector se puede encontrar cómodo, tanto si uno se queda
solo con la novela policíaca, como si disfruta también de la parte
histórica o filosófica o si entra, además, en los múltiples
significados que entraña su texto, y de ahí su éxito.
El primer acierto es el
título, poético y sonoro, y que incluye una flor que, como explica el propio
autor en su libro “Apostillas a El nombre de la rosa” (1985),
remite al concepto de belleza que tiene la flor en sí, pero también es una figura simbólica densa con múltiples significados:
la rosa de los vientos, los rosacruces, el famoso verso de Gertrude
Stein “A rose is a rose is a rose” (que forma parte de su poema
“Sacred Emily”), el cual a su vez remite a los versos de Romeo y Julieta
“La rosa no dejaría de ser rosa, y de esparcir su aroma, aunque se
llamase de otro modo” . Sin embargo, no sabemos cuál es la razón del
título hasta la última frase del libro: stat rosa
pristine nominem, nomina nuda tenemus. Un verso extraído de una
obra, De contemptu mundi, de Bernardo Moliacense, un monje
benedictino del siglo XII, y que vendría a tener un nuevo significado
del conocido tema del ubi sunt, que
preguntaba por el paradero de los que han muerto, “¿Dónde están?”
literalmente, para hablar de la fugacidad de las glorias humanas y,
en este caso, para decir que de la belleza de la rosa solo queda el
nombre, porque todo desaparece y perece. El autor comenta que habría
querido llamarlo simplemente Adso de Melk, un nombre neutro, el
nombre del protagonista que cuenta la historia, pero que a todos los
que se lo comentó les gustaba más El nombre de la rosa, y así se
quedó.
El
libro comienza con una pequeña introducción, ya que se supone que
Eco no es el autor sino que nos cuenta cómo encontró un manuscrito
que luego perdió, y en el que se encontraría el testimonio de Adso
de Melk sobre los sucesos ocurridos en una abadía benedictina cuando
él tenía 18 años, y lo escribe desde sus 80 años de edad,
intentando dejar testimonio de aquellos hechos. En realidad esta forma de contarnos la
historia nos remite al Quijote, que se supone que no lo escribe Cervantes sino un moro, un tal Cide
Hamete Benengeli, y que Cervantes hace ver que solo traduce un texto
árabe verídico anterior.
En cuanto a los
personajes, los principales protagonistas son dos:
- El monje franciscano y exinquisidor, Guillermo de Baskerville, una suerte de Sherlock Holmes medieval. El nombre es un guiño al lector: Guillermo por Guillermo de Ockam, filósofo franciscano recordado por lo que se llama la Navaja de Ockam o principio de economía, que establece que ante un problema siempre debe optarse por una explicación con el menor número posible de causas, factores o variables, y ser precursor de la separación entre razón y fe; y Baskerville, por la obra El perro de Baskerville de Sir Conan Arthur Doyle, en la que el protagonista es el detective victoriano Sherlock Holmes.Guillermo de Baskerville, al igual que Sherlock Holmes, utiliza el método deductivo para intentar desentrañar los misterios que rodean la muerte de un monje en la abadía a la que llega con una misión imperial: la de intentar llegar a un acuerdo, en el terreno neutral de una abadía benedictina, entre los franciscanos que forman la legación imperial y los delegados papales, en cuanto a la cuestión teológica sobre la pobreza de Cristo y los apóstoles, e indirectamente acerca de la cuestión política sobre el predominio del poder del Papa o del Emperador en cuanto a las cuestiones terrenales.
- A Guillermo de Baskerville lo acompaña su pupilo Adso de Melk, un monje de 18 años, una suerte de Dr. Watson, que es quien cuenta la historia que estamos leyendo rememorando desde su vejez de octogenario lo que ocurrió junto a su maestro en la abadía tantos años atrás.
La acción transcurre en
una abadía benedictina en los Apeninos ligures, que no se identifica
pero que está inspirada en la Sacra de San Michele (Sagrado de San
Miguel) sita en la desembocadura del Valle de Susa en la provincia de
Turín (Italia), una abadía que nos remite, además, a la mítica
del Mont Saint Michel en Francia. En la misma gobierna el Abad, un
personaje egocéntrico y codicioso cuyo interés se centra únicamente
en preservar el poder de la abadía, sin darse cuenta de que los
tiempos cambian, y que vive deslumbrado por los bienes materiales y
riquezas que posee la abadía acumulados a lo largo de los siglos, incluida su preciosa biblioteca. La
abadía en sí es un personaje más de la historia y, por eso, el
autor incluye un plano de la misma, para que vayamos siguiendo los
pasos de los protagonistas y dónde se desarrolla la acción. Está
compuesta, además, de la impresionante iglesia, del cementerio, del jardín, y de diferentes dependencias para los monjes y los novicios, de la herrería y los establos, y del edificio más importante de todos:
El Edificio, una especie de torre octogonal gigantesca donde se encuentran la
cocina abajo, el refectorio, donde los monjes copistas trabajan y
estudian, en el primer piso, y la enorme biblioteca en lo más alto, a la que solo pueden acceder por una estrecha escalera el
bibliotecario y su ayudante, y que está conformada como un laberinto
misterioso, para ocultar los libros, y entre ellos los prohibidos.
Plano de la biblioteca-laberinto del Edificio de la abadía |
Antes de existir la
primera imprenta, los libros se escribían en pergaminos o en vitela,
y la única forma de transmitirlos era copiarlos. Así, todo el saber
conocido, desde los antiguos griegos, pasando por los romanos, los
árabes y los escritos de la época cristiana, dependía de estas
copias. El ensayista español Pedro Olalla en su "Historia menor de Grecia", recoge, en su
capítulo Stobi Macedonia Salutaris, cómo en el año 492, Juan Estobeo
está reuniendo en un libro para la educación de su hijo recién
nacido enseñanzas sobre el universo, la naturaleza, el cuerpo, el
alma, las pasiones, el conocimiento, la justicia y la templanza,
adquiridas todas ellas de la lectura y la meditación de autores
antiguos, ignorando que gran parte de los conocimientos que ahora lee
en sus viejos volúmenes pronto desaparecerán del mundo, y que será
tan solo su modesto esfuerzo lo que salve para una humanidad aún no
nacida la ética de Demócrito, las curiosas respuestas de Tales,
algunos apotegmas de los Siete Sabios o buena parte de los versos de
Eurípides. Este es un ejemplo del problema de los libros perdidos.
Se ha conservado tan solo una pequeña parte de las enseñanzas de la
Antigüedad clásica, las cuales se han perdido en su mayoría. Como ejemplo, reseñar que de las
130 obras que escribió Sófocles solo conservamos 7, entre ellas Antígona y Edipo Rey que han sido básicas para nuestra civilización. Con este
ejemplo nos podemos hacer una idea de la magnitud de la catastrófica pérdida,
como cuenta el escritor escocés Stuart Kelly en su obra "La biblioteca de los libros
perdidos". Incendios, catástrofes naturales, persecuciones
religiosas, materiales perecederos, insectos, etc..., acabaron con la
mayor parte del saber de la Humanidad, conservándose tan solo en
abadías como la que nos presenta Eco en El nombre de la rosa, a la
que acuden monjes y estudiosos de todo el mundo para copiar o
investigar los libros que conserva la biblioteca de la abadía,
libros valiosísimos puesto que en muchos casos son obras únicas y,
entre ellos, también libros prohibidos por muy diversas razones, como
le explica el Abad a Adso:
“(...) el plan divino contempla la existencia de los libros de los magos, las cábalas de los judíos, las fábulas de los poetas paganos y las mentiras de los infieles. Quienes durante siglos, han querido y sostenido esta abadía estaban firme y santamente persuadidos de que incluso en los libros que contienen mentiras el lector sagaz puede percibir un pálido resplandor de la sabiduría divina. Por eso, también hay esa clase de obras en la biblioteca. Pero, como comprenderéis, precisamente por eso cualquiera no puede penetrar en ella.”
Jorge Luis Borges |
Este es un libro que
habla de libros principalmente. Muy borgeano todo desde el principio.
Y como dice el autor en sus Apostillas “las deudas se pagan”, así
que Eco incluyó como uno de los personajes principales al siniestro monje Jorge
de Burgos, personaje-homenaje al escritor argentino Jorge Luis
Borges, un monje español prácticamente centenario, ciego, que fue
el bibliotecario de la abadía mucho tiempo antes. Esto lo sabremos
según avanza el libro y es un dato importante, ya que es en realidad
el que lleva moralmente las riendas de la abadía. Obviamente, elementos como la biblioteca, los libros, los espejos, la erudición, el laberinto y la ceguera nos remiten todos a Jorge Luis Borges, gran amante de la
intriga y la erudición, que se quedó ciego y fue bibliotecario de
la Biblioteca Nacional de Argentina durante 18 años, lamentando la
ironía de Dios al darle los libros y la ceguera en el Poema de los
dones:
Nadie
rebaje a lágrima o reproche
esta
declaración de la maestría
de
Dios, que con magnífica ironía
me
dio a la vez los libros y la noche.
El
profesor de la Universidad de Buenos Aires, Teodosio Muñoz Molina,
curiosa coincidencia en el nombre con el gran escritor español
Antonio Muñoz Molina, en su trabajo "Las cuentas pendientes entre Eco
y Borges", hace un repaso de los numerosos homenajes y préstamos que
Eco encontró en Borges para su obra, incluida la lectura del cuento "El ojo de Alá" de Ruyard Kipling, en el que se puede encontrar la
inspiración para la novela, o el título mismo en el pequeño ensayo
El Golem:
“Si
(como el Griego afirma en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la
cosa
en las letras de rosa
está
la rosa
y todo el Nilo en la palabra Nilo.
(Jorge
Luis Borges: "El golem")”
O
la biblioteca misma que parece sacada, con su configuración
laberíntica y sus espejos, del relato "La biblioteca de Babel" de
Borges, incluido en su recopilación El jardín de los senderos que
se bifurca (1941). Así podemos decir que Eco en este libro es un filósofo que partiendo de
la filosofía nos lleva a la Literatura y a la Historia, mientras que Borges partiría de la literatura para llevarnos a la Filosofía y la Historia.
Y
¿cómo puede el autor conseguir atrapar a millones de lectores con
una novela compleja en la que se tratan temas de filosofía, arte
medieval, historia, erudición y literatura? Mediante la utilización
de la enormemente popular novela de detectives. Al llegar a la abadía, Guillermo y Adso ven pasar un caballo y, de repente, aparecen un monje y
unos sirvientes. Guillermo, mediante el método deductivo y al más puro estilo Sherlock Holmes, les dice que sabe que buscan un caballo, dónde ha ido, qué caballo es, cómo es y hasta su
nombre, dejando asombrada a toda la comunidad monástica, lo cual
hace que el abad le encargue el esclarecimiento de la misteriosa
muerte de Adelmo, un joven monje ilustrador y miniaturista cuyo
cadáver ha sido encontrado de forma inexplicable en una zona fuera
de la abadía de difícil acceso y, todo ello, antes de que lleguen
los representantes del Papa, que pueden atribuir la muerte al diablo o
a herejía y quitarle al abad su poder de mediación en la disputa
teológica que va a darse entre los representantes del Papa y del
Emperador, franciscanos como Guillermo principalmente.
La
novela está estructurada en capítulos que siguen las horas
benedictinas: Maitines, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas
y Completas, a lo largo de seis jornadas. Y en los que, como en las
mejores novelas policíacas, acaba descubriéndose un cadáver tras
otro envueltos en un gran misterio, siguiendo la tradición del
“Whodunit” anglosajón, que proviene de la contracción “Who's
done it?” (¿Quién lo ha hecho? ¿Quién ha sido?), y donde se nos
da pistas para que intentemos averiguar quién es el asesino antes
incluso que el detective que lo investiga. Así, como en el popular
juego de mesa del Cluedo, tenemos un cadáver, en el libro después
esa cifra va aumentando progresivamente, y el autor nos va dejando
pistas para averiguar quién es el asesino, el arma homicida, el
lugar de los asesinatos y sobre todo el gran misterio, la causa de
los mismos. Para eso incluye pistas falsas, aunque otras son auténticas,
distintos móviles, e incluso la posibilidad de un asesino en serie o
también de la intervención sobrenatural del diablo o del Anticristo,
puesto que los asesinatos siguen el patrón de las trompetas del
Libro del Apocalipsis de San Juan, apareciendo los cadáveres siguiendo la profecía que cada trompeta anuncia en el Apocalipsis.
Tapiz del Apocalipsis |
A
medida que avanza la novela y se sucede la aparición de los
cadáveres, los sospechosos son numerosos, aunque se van reduciendo poco a poco: el ayudante del
bibliotecario Berengario, cuyo deseo lascivo por Adelmo es conocido
por todos, Remigio, el cillerero, antiguo miembro de los dulcinistas,
una secta hereje que quería acabar con la institución de la Iglesia
como tal y predicar la pobreza obligada de Cristo, Salvatore, el
monje deforme que le acompaña, también hereje, Malaquías, el
bibliotecario, que custodia con celo la biblioteca, Severino, el
herbolario, que tiene acceso a venenos mortales, y los ancianos
Alinardo y Jorge de Burgos, uno loco, el otro ciego, que parece que saben más de lo que dicen.
Jornada tras jornada, vamos viendo que la abadía tiene dos
tipos de vida muy diferentes, una diurna, en la que los monjes cumplen la máxima
ora
et labora,
aunque el trabajo sea en su mayor parte intelectual a través de los
libros, y otra nocturna, en la que se supone que deben estar
descansando, pero que es la que registra un mayor movimiento por
todas las partes de la abadía, con monjes que entran y salen de
habitaciones para satisfacer otro tipo de necesidades, y que se mueven alrededor del Edificio y sobre todo de la Biblioteca.
Además
de los libros, puede haber otras causas a las que atribuir los asesinatos: la
lujuria, la herejía o el diablo, entre ellos, pero es obvio que nos
debemos centrar en los libros. Entre los monjes los más jóvenes son
partidarios de la apertura total de la biblioteca, que es el gran
patrimonio de la abadía. La Edad Media está evolucionando, sobre todo en Italia, con su pujanza económica y comercial, que lleva también a la aparición de las Universidades que están dejando atrás intelectualmente la primacía de las abadías, que no incorporan ya nuevos saberes sino que se dedican solo a copiar los antiguos, y
esto podría revertirse con el acceso a los libros únicos que posee
la biblioteca. Libros raros, extraños,..., algo ocurre con esos libros que nadie puede ver porque están en la
biblioteca a la que se supone que nadie tiene acceso excepto el
bibliotecario Malaquías y su ayudante Berengario. Libros por los que
alguien podría matar, morir o vender su alma al diablo. En un principio puede parecer que la causa de los asesinatos es la codicia. Como dice el
Dr. Hanibal Lecter a Clarice en la película El silencio de los
corderos, basado en el libro homónimo de Thomas Harris (1988):
“H: He leído los expedientes, ¿y usted? Lo que necesitan para encontrarle está ahí, en esas páginas.
C: Dígame cómo
H: Primeros principios, Clarice. Simplicidad. Lea a Marco Aurelio, de cada cosa pregúntese qué es en sí misma, cuál es su naturaleza. ¿Qué es lo que hace el hombre al que están buscando?
C: Mata a mujeres
H: No, eso es circunstancial. ¿Cuál es la primera y principal cosa que hace? ¿Qué necesidad cubre matando?
C: La ira, la aceptación social y... la frustración sexual...
H: ¡No! La codicia... Ésa es su naturaleza. ¿Y cómo comenzamos a codiciar, Clarice? ¿Buscamos cosas para codiciar? Haga un esfuerzo y conteste
C: No, solamente...
H: ¡No! Empezamos a codiciar lo que vemos cada día.”
La codicia en la Edad Media vista por Peter Brueghel |
Así, en El nombre de la rosa es la codicia por poseer ese libro secreto y prohibido lo que lleva a la
muerte, y aún así siguen anhelándolo y persiguiéndolo. Pero en realidad no es esa la causa del asesino, sino otra muy diferente que se nos desvelará al final de la obra.
Guillermo
dice “estamos tratando de comprender algo que ha sucedido entre
hombres que viven entre los libros, con los libros, de los libros, y,
por tanto, también es importante lo que dicen sobre los libros.”,
y Jorge de Burgos que: “ La biblioteca es testimonio de la verdad y
del error”.
Pero
¿qué libro puede ser el que despierta tantas pasiones? ¿Qué puede contener ese libro para que alguien cometa
tantos asesinatos? No voy a desvelar quién es el asesino ni la causa
de los asesinatos, pero, obviamente, todo gira alrededor de uno de esos libros
perdidos de la Antigüedad, tan importante que podría causar un
cambio en la mentalidad del mundo. Un libro de un autor de la Antigüedad cuyo redescubrimiento hizo tambalear esa fe primitiva cristiana que tenía el miedo como principal arma ante los simples, cambiando la imagen del mundo, y con ese nuevo libro
podría llegar a trastocar también la imagen de Dios. El miedo es, posiblemente, la herramienta del poder político y religioso más importante que ha habido a lo largo de la Historia. Miedo a la muerte, al infierno, al pecado, miedo al castigo divino, y de ahí la importancia del libro del Apocalipsis, y ¿qué ocurriría si desaparece ese miedo? Esa es la causa última del asesino y los asesinatos: El poder del miedo. El cineasta M. Night Shyamalan trató también de este "poder del miedo" para controlar al pueblo en su película The Village (El bosque), de una forma parecida aunque con finalidades diferentes. En el caso de El nombre de la rosa tratamos con el
fanatismo y el fanático, en realidad del asesino del libro a los
actuales del ISIS hay muy poco, de ahí también la vigencia del
libro. Guillermo al intentar explicar las herejías a Adso le dice:
“Digo
que muchas de esas herejías, independientemente de las doctrinas que
defienden, tienen éxito entre los simples porque les sugieren la
posibilidad de una vida distinta. Digo que en general los simples no
saben mucho sobre doctrina. (...)La vida de los simples (…) es una
vida obsesionada por la enfermedad y la pobreza, y por la
ignorancia, que les impide expresarlas en forma inteligente. A menudo
para muchos de ellos, la adhesión a un grupo herético es solo una
manera como cualquier otra de gritar su desesperación.(...) Los
simples son carne de matadero: se los utiliza cuando sirven para
debilitar el poder enemigo, y se los sacrifica cuando ya no sirven.”.
"Témele a los profetas... y a aquellos que están dispuestos a morir por la verdad, ya que como regla general hacen morir a muchos otros con ellos, frecuentemente antes que ellos y a veces en lugar de ellos."
"Témele a los profetas... y a aquellos que están dispuestos a morir por la verdad, ya que como regla general hacen morir a muchos otros con ellos, frecuentemente antes que ellos y a veces en lugar de ellos."
Para
el fanático la verdad está ya revelada y no se puede añadir nada
más, solo comentar y rezar, y por eso los libros prohibidos son tan
peligrosos, porque ponen en cuestión esa verdad revelada y simple, y
con ella su modo de vida y sus creencias. Para Guillermo, sin
embargo, la ortodoxia es cuestionable, debiéndose siempre buscar la
verdad contemplando los hechos con un sano escepticismo y
reinterpretándolos según vayan transcurriendo.
Por
otro lado, además de una novela de detectives es una novela
histórica, puesto que se desarrolla en la Edad Media y nos cuenta
acontecimientos históricos con personajes históricos reales, de una
forma paralela y que incluso afecta a la trama principal
detectivesca. Así, se nos cuenta cómo era una abadía del S. XIV, la
evolución política en cuanto al Papado y el Imperio (el Sacro Imperio
Romano-Germánico) de la época, y sobre la evolución de la sociedad
medieval. No obstante, como Eco cuenta en sus apostillas, no cae en el
vicio tan extendido dentro de las novelas históricas de lo que llama
el “salgarismo”, por el autor italiano Emilio Salgari, el cual en
medio de una acción en la que “los personajes huyen a la selva
perseguidos por los enemigos y tropiezan con una raíz de baobab, y
de pronto el narrador suspende la acción para darnos una lección de
botánica sobre el baobab." Mala costumbre que siguen teniendo muchos
escritores de novela histórica y que se debe evitar.
Papa Juan XXII |
Y
también es una novela filosófica, puesto que se nos cuenta sobre temas como la escolástica, Tomás de Aquino, cómo deben ser
los razonamientos deductivos, la lógica, Aristóteles, y los debates
teológicos sobre la pobreza de Cristo y sus apóstoles, que el
Papa Juan XXII pretendía negar para poder excusar así su ansia de riquezas y
apoyar su poder temporal en la Tierra, mientras que los franciscanos desean
apoyar al Imperio y predicar una vida más pobre para los
eclesiásticos, pero como le dice Guillermo a Adso:
“Lo
que importa no es si Cristo fue o no pobre, sino si la iglesia debe o
no ser pobre. Y la pobreza no se refiere tanto a la posesión o no de
un palacio, como a la conservación o a la pérdida del derecho de
legislar sobre las cosas terrenales.”
Todo
esto no debe asustar, si ha gustado a tantísima gente es porque es
realmente un libro ameno y puede conectar con muchísimos lectores, sobre todo
si consiguen atravesar las primeras cien páginas que pueden resultar
más duras. A partir de ahí ya nos hemos introducido en la vida de
la abadía, las conspiraciones, las herejías, y estamos dentro de
una trama criminal donde van surgiendo cadáveres y vamos siguiendo a
los protagonistas con un ritmo que podríamos considerar cinematográfico. Como cuenta Eco en sus apostillas, los diálogos
tienen la duración de la acción, es decir, que si Adso y Guillermo
inician un diálogo camino de la Iglesia al Edificio, este debe durar
lo que duraría ese paseo, por lo que el ritmo del diálogo es
totalmente real.
Así, El nombre de la rosa, además de convertirse en un bestseller publicado en 35 países, fue llevado a su adaptación cinematográfica, dirigida por Jean-Jacques Annaud, el cual se quedó solamente con la trama detectivesca, por lo que fue muy criticada y, sin embargo, vista sin pensar en todas las demas tramas del libro es una entretenida y estimable obra, con un estupendo Sean Connery como Guillermo de Baskerville. La película obtuvo varios premios internacionales, entre ellos el César francés al mejor filme extranjero, varios David di Donatello en Italia, dos Bafta en Inglaterra, y varios premios del cine alemán.
El
final del libro es apoteósico. Termina, figuradamente, con la aparición del
anticristo, el asesino, y tal y como el Libro del Apocalipsis
predice, todo ello simbólicamente, pero en cierta manera real, con
el fin del lugar y su forma de vida, y todo ello rememorado por Adso
en su vejez. Y hasta ahí puedo leer.
Me ha gustado muchísimo tu artículo Arden. "El nombre de la Rosa" es uno de mis libros preferidos aunque nunca me adentré en el génesis del mismo por lo que me sorprende el paralelismo entre Borges y el monje Jorge de Burgos ya no solo en lo biográfico sino también en lo literario. Para la próxima relectura tendré en cuenta tu excelente artículo.
ResponderEliminarSaludos.
Me alegro de que te haya gustado. Como comento en el artículo, lo bueno que tiene el libro es que tiene esos diferentes niveles de lectura, con lo que se puede disfrutar conozcas más o menos los guiños y la génesis de la novela.
ResponderEliminarFantásticas las relaciones que haces en tu articulo. Todo un despliegue inestimable de contextualización. Sólo temí en algún momento que desvelará el final. Pero darte la enhorabuena.
ResponderEliminarMagnífico artículo, Arden. Quería tener un poco de tiempo para leerlo con detenimiento y tus conexiones cinematográficas y literarias me han gustado especialmente. A mí, siempre me extrañó que El nombre de la rosa llegara a ser un best-seller, a pesar de la trama detectivesca, pero demostró que un buen libro puede serlo.
ResponderEliminarTe lo comenté en bilateral y ahora aquí - es un artículo espléndido, lo he disfrutado a tope. La película es buena, pero no refleja todo el trasfondo que tú has presentado aquí. Y que explica por qué, más allá de la trama detectivesca, hay muchos motivos para alegrarse de que este libro tan rico haya sido un Best Seller.
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