“¡Me ha ultrajado, no me ha ofendido, capitán! Pero no le pido que se cuide de Starbuck; se reiría; sino que Ahab se cuide de Ahab; cuidado consigo mismo, viejo.”
En 1819, zarpa desde Nantucket, una pequeña isla situada en la costa nordeste de los Estados Unidos, el ballenero Essex para su singladura de dos o tres años, según cómo le sonría la fortuna. En aquellas fechas, la caza de ballenas y cachalotes para transformanción en aceite, era un negocio en boga en esta isla. Tanto, que hacía que el nivel económico de sus habitantes, estuviera por encima del de sus compatriotas. El viaje del Essex acabará en desastre e inspirará a Herman Melville.
Publicada en 1851, la novela Moby Dick no fue bien recibida ni por la crítica ni por el público. Es más adelante, en los años 20 del pasado siglo, cuando es debidamente valorada y pasa a convertirse con el tiempo en una de las mejores obras de la narrativa moderna estadounidense.
Lo primero que debemos tener presente es que nos encontramos con una novela que es básicamente un libro marinero con todo lo que ello implica: lenguaje muy específico y situaciones marcadas por las labores propias de la marinería, por lo que pudiera ser que a muchos lectores esta temática ya le plantee alguna barrera de entrada: que no sea así, merece la pena el esfuerzo. Pero además, también es un libro de caza, que no de pesca: las ballenas y los cachalotes se otean, rastrean, persiguen y arponean de tú a tú, como animales en la sabana. Por si esto no fuera suficiente, la novela por momentos se transforma en un ensayo de zoología cetácea. Y como no, la novela incluye también la ambición de unos, las ganas de aventura de todos y la locura de Ahab.
Moby Dick, la ballena blanca. Blanca tiene un doble calificativo para la palabra ballena: el describir el color del cachalote que es Moby Dick, y el potenciar el terror que inspira su simple nombre ya que sorprendentemente, el adjetivo blanco es contradictorio. En infinidad de situaciones se utiliza para denotar pureza, divinidad, paz pero en otras muchas ocasiones se emplea para remarcar y ensalzar terrores ancestrales: desierto blanco, tormenta blanca, blancos espíritus y fantasmas, ballena blanca.
La primera escena de caza y muerte de un cachalote es todo fuerza, salitre y lucha. La lucha primigenia entre bestia y hombre por la supervivencia, finalizando en un mar de sangre que puede herir sensibilidades. Previa a esta cacería, se describe un intento de captura fallido donde el autor nos hace realmente sentir el viento en el rostro, notar en nuestra cara las frías gotas de agua levantadas por los remos y la proa de las embarcaciones, sufrir el dolor en las manos y músculos por el esfuerzo al remar, comprobar los vuelcos del estómago que produce el cabalgar sobre las olas y caer al vacío existente entre una ola y la siguiente. Es toda una subida de adrenalina espoleada por las correspondientes frases “motivadoras” del patrón del bote.
Pero vayamos a conocer a uno de nuestros protagonistas, el capitán Ahab. Llama poderosamente la atención cómo una persona con esposa e hijo, se embarca tras un breve paso por tierra, en un viaje de dos o tres años con el aparente objetivo de la venganza. Pues bien, salvo por la personal obsesión del capitán, era muy normal que los balleneros de Nantucket vivieran situaciones similares ya que pasaban entre cuatro o cinco meses en tierra para volver a embarcarse de nuevo en otra singladura de dos o tres años. Es decir, Ahab no es una persona diferente en cuanto a su situación familiar pero si lo es en cuanto a su situación personal. El odio y la sed de venganza fijada sobre la ballena blanca le lleva a ser déspota y cruel con su tripulación; sin descuidar, en la medida de lo posible, el lado comercial.
Ahab persigue durante todo el relato una sombra, un fantasma, un ser ilusorio, ya que Moby Dick, a pesar de ser una presencia constante a lo largo de la narración, no hace acto de presencia hasta la parte final del relato. La búsqueda de venganza de este hombre es tan grande, su locura tan extrema, que solo piensa en cazar y matar aquel ser que devoró parte de su carne dejándole tullido y que para compensar, construye sus prótesis de hueso de cachalote. Su obsesión es tal que hace que no se dé por vencido en la búsqueda, el odio es quien alimenta su esperanza de hallar, en el inmenso océano, el ser al que lleva unido su destino.
Moby Dick representa el mal absoluto, dotado de la inteligencia necesaria para competir en igualdad de condiciones con un ser superior como es el hombre. Cruel y malvada, va levantando miedos allá por donde aparece, buscada por algunos y esquivada por otros. Solo los más valientes o los más locos son los elegidos para combatirla.
Como no podría ocurrir de otra forma, el final de la obra es un desastre anunciado. Tomando como se indicaba anteriormente una historia luctuosa real, el autor nos acaba relatando una máxima universal: cómo la locura de uno puede acabar en la tragedia de todos.
Entiendo que en 1850 este libro fuera fiel reflejo histórico de la épica de los valientes balleneros que se jugaban literalmente la vida por ganarse su sustento con la caza de la ballena, pero leído con la visión del lector de hoy en día y conociendo la situación actual que atraviesan los cetáceos y la conciencia animalista cada vez más extendida, la novela es cruel y puede herir muchas sensibilidades. Pero no deja de ser aleccionadora en el sentido de hacernos reflexionar en cómo era la población de ballenas en el siglo XIX y en lo que se ha convertido. Para el lector actual debe ser un toque serio de atención del cómo somos los humanos y del mal uso que hacemos de los recursos naturales de los que disponemos.
Acercaos a conocer la historia que nos narra Ismael, el Jonás particular de Herman Melville, y dejad que el viento de popa hinche vuestro velamen y os lleve sanos y salvos de nuevo a casa.
Mi eterno pendiente... Gracias por el artículo, Cuscurro. Espero hincarle el diente algún día.
ResponderEliminarEliena.
Yo también la tengo pendiente.
ResponderEliminarHace poco vi la película "En el Corazón del Mar". Me impresionó en la misma línea que argumenta tu párrafo final: ¿Qué ha hecho el ser humano con los cetaceos de este mundo?
https://es.wikipedia.org/wiki/En_el_coraz%C3%B3n_del_mar
Me ha gustado mucho tu artículo Cuscurro. Hace mucho tiempo que tengo pendiente éste libro, espero poder leerlo pronto. Ya he leído un libro como Robinson Crusoe, que tambien tiene mucho lenguaje marinero; lo que si creo me afectará es la caza de ballenas, como bien advierte Cuscurro. Pero bueno, tengo que animarme a leer éste clásico.
ResponderEliminarHappykent