Los avances científicos y técnicos que se produjeron durante la Primera Guerra Mundial cambiaron de un modo drástico la manera de hacer la guerra, ya ninguna lucha entre naciones sería igual. Tanques, armas químicas, submarinos, el dominio aéreo... pero todo ello tuvo un coste demasiado elevado en sangre. Sin embargo la radio, un elemento vital en conflictos posteriores, por increíble que parezca y pese a los años transcurridos tras su invención, en 1914 no estaba aún perfeccionada y necesitaba de cables, algo ineficaz ante una lucha donde la artillería barría las áreas de conflicto. Por ello existía aún en el ejército como antaño la figura del enlace de comunicaciones, un soldado que llevaba información de unas áreas a otras del frente. Como curiosidad, en el lado germano sirvió en este puesto un hombre que sería clave en el devenir de la historia del siglo XX; Adolf Hitler. En El miedo nuestro protagonista, Jean Dartemond, comienza en primera línea de granadero pero acaba ocupando el trabajo de topógrafo y enlace.
Veinte años después de 1918 hechos como Babi Yar, holocausto judío, Stalingrado o bombardeos atómicos sobre ciudades japonesas mancharían la humanidad de las naciones, sin embargo a la Gran Guerra la podríamos denominar como "limpia", no hubo exterminio sobre la población civil (salvo el genocidio armenio y este se ocurrió porque el Imperio Turco aprovechó el caos existente a nivel mundial ). En el frente occidental y en concreto del lado francés la vida en la retaguardia cambió poco, en muchos casos similaban una burbuja, tal era la ignorancia que es constatada en muchas fuentes. En esta novela el autor nos plantea el hecho en varias ocasiones, una de ellas es la conversación entre la enfermera Bergniol (joven hija de un coronel) para la cual la mayor dicha de un soldado es morir con honor por Francia. Dartemond herido de metralla en el hospital finaliza así una disertación donde nos muestra de una manera extraordinaria varios aspectos de la psicología del soldado:
"Le voy a decir la gran ocupación de la guerra, la única que cuenta: HE TENIDO MIEDO." ante lo cual la voluntaria aristocrática le responde "¿Es usted un miedica, Dartemond?"
En otra ocasión nuestro hombre, estando de permiso es mostrado por su padre a sus "amigos de taberna", el sarcasmo es el resultado:
"-¿Pasáis buenos momentos en el frente? Yo sofocado miro a ese viejo chocho y macilento. Pero le respondo rápido, suavemente:
-¡Oh! si señor... Su rostro se serena. Presiento que va a exclamar: ¡Ah, estos puñeteros peludos! Entonces añado:
-Y bien que se divierte uno: ¡todas las noches enterramos a compañeros nuestros!"
Pero volvamos al inicio de la novela, unas primeras páginas deliciosas "El fuego se incubaba ya en los fondos de Europa y la Francia despreocupada, con trajes claros, sombreros de paja y pantalones de franela, echaba el cierre a sus equipajes para irse de vacaciones", sin duda, si no fuera porque el libro es escrito en 1930 habría pensado que es un plagio (en el continente que no en el contenido) del comienzo del excepcional Memorias de un europeo de Stefan Zweig.
Aun así, si tuviera que compararla con otro libro (aunque un escalón pequeño por debajo en calidad) sería con la obra de Remarque, Sin novedad en el frente. Ambas reflejan antibelicismo, no son memorias pero casi, pues sus creadores lucharon por su país, quizás uno frente a otro, con lo que las dos novelas muestran de primera mano la dura realidad, daba igual el bando pues para el soldado la experiencia fue semejante, dice Chevalier; "El fritz se siente más próximo al poilu que a su mariscal de campo" Y es que la ineptitud del alto mando es otro aspecto común, la denuncia del autor es constante durante todo el texto, a modo de ejemplo: "los generales eran como titulados al salir de una escuela: teoría y ninguna práctica. Han venido a la guerra con un material moderno y un sistema militar de un siglo atrás. Ahora aprenden, experimentan con nosotros".
El eje central de la novela es la incidencia que tiene una emoción básica como es el miedo en el sujeto que se ve a diario machacado durante cuatro años. Las repercusiones y consecuencias fueron un campo práctico en la evolución de la Psicología al igual que el daño físico lo fue para el progreso de la Medicina. Doloroso es el capítulo donde el asistente de enfermería, antiguo soldado, amigo de Jean y también hombre de letras pues escribía sonetos, es maltratado de tal manera por la vida que acaba su existencia en un estado de total locura. Para el autor cuando el miedo se vuelve crónico lleva al individuo a cometer determinados actos de valor que no tienen otro origen que el agotamiento nervioso. Gabriel Chevallier afirma que todo héroe que conoció entregó su vida en el campo de batalla y resta el valor a las medallas y cruces con las que condecoraron , pues estas se repartieron entre muertos y el alto mando que desde la segunda línea no mostró ejemplo en saltar la trinchera (a estos los llamaban galonistas). Como colofón final el autor desvela la aceptación de la muerte como única vía de escape para ser valiente y evitar el desenlace final o al menos afrontarlo para no desembocar en ese "tener la negra" y caer rendido en un estado de pánico que suele conllevar a la tumba.
Tampoco podía faltar la escena "gore", en este caso impactante, que perdurará en la mente del lector, sin desvelarla, la temática finaliza entre hermanos.
También nos plantea reflexiones religiosas: "¿Dios?, bah, bah el cielo está vacío, vacío como un cadáver. En el cielo no hay más que obuses y todos los artefactos mortíferos de los hombres... ¡La guerra ha matado también a Dios!
En conclusión estamos ante una obra asfixiante donde el autor refleja la condición del ser humano, el terror de la guerra y el miedo del soldado. No es una novela apta para todos los públicos a causa de su dureza pero sin duda es " la gran olvidada" y una de las mejores que se han escrito sobre esta guerra mundial, si les gusta un relato que combine el enfrentamiento y la introspección del ser humano disfrutarán de su lectura.
Interensantísimo lo que expones. Los soldados eran carne de cañón, lo que sufrieron estando destacados en el frente hizo que se apagara el entusiasmo inicial que sentían algunos cuando se alistaron. La experiencia en las trincheras les dejaría marcados de por vida, sin duda.
ResponderEliminarGracias, Tito.
Eyre
Gracias Eyre, creo que el autor logra con el libro lo que pocos en cuanto a esta temática.
EliminarMe ha gustado tu artículo, tito. Además acabo de encontrar esta obra en el catálogo de la biblioteca. Creo que puede ser una novela que complemente otras que he leído sobre la I Guerra Mundial.
ResponderEliminarGracias por tu exposición.
Un saludo,
Aben
Hola Abén, me alegra verte por aquí. habrá que estar atento a tu exposición, xd. Gracias por el comentario.
EliminarMuchas gracias por el artículo, tenía referencia de las grandes novelas por todos conocidas, pero esta no la conocía y por lo que comentas puede ser un gran complemento a las lecturas sobre esta pavorosa guerra.
ResponderEliminarEs un gran libro, no lo dudes Arden, quizás el que hayas escrito el artículo sobre el de Peter Englund me haya venido bien pues he leído dos grandes novelas francesas y muy diferentes.
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