" Todo es nada más que imaginación, la familia, la oficina, los amigos, la calle, todo es sólo imaginación".
(Kafka)
Juan José Arreola (1918-2001) fue un escritor, académico y editor mexicano. Se tienen escasos y dispersos detalles de su biografía: aficionado al ajedrez, se reconoce neurótico y autodidacta, lo que propicia en su niñez lecturas como la de Baudelaire, Whitman y los que considera maestros de su estilo, Papini y Marcel Schwob. Hombre de estatura pequeña, ágil, y nervioso, de mirada vivísima, ejercerá toda clase de oficios hasta definirse por su única y verdadera vocación. El relativo poco conocimiento de su obra puede deberse a dos circunstancias: por un lado, su obra es escasa, pues como él mismo ha dicho siempre la está podando: "prefiero los gérmenes a los desarrollos voluminosos". Y de otro, su actitud como escritor, mostrando un horror ante una literatura de recetario y ese "negocio de embutidos" que es el negocio editorial. Pero, ¿qué más sabemos de él?
Estudió actuación en París en 1945 gracias al apoyo de Louis
Jouvet, que conoce a su paso por Guadalajara. Éste será un
encuentro crucial en tanto que "mi vida está dividida en antes
del viaje y después del viaje", afirma. Se abre paso su
potencialidad creadora que hasta entonces apenas despuntaba,
debutando en el escenario de la Comedia Francesa, y participando en
algunas obras montadas por la compañía. De aquí se desprende unos
de los rasgos estilísticos de su prosa: la heterofonía de voces
individuales. Arreola traslada sus dotes dramáticas e interpreta sus
propios personajes. Esa pluralidad de voces alcanza gran maestría en
su primera y única novela, La feria (1964).
Hay un detalle interesante, aunque quizá solo lo sea para eruditos:
Arreola es el único escritor mexicano junto con Juan Rulfo incluido
en la "Biblioteca personal de Jorge Luis Borges". Véamos
que dice el maestro argentino de él: "desdeñoso de las
circunstancias históricas, geográficas y políticas, Juan José
Arreola, en una época de recelosos y obstinados nacionalismos, fijó
su mirada en el universo y en sus posibilidades fantásticas";
también dijo que aunque nació en México en 1918, "pudo haber
nacido en cualquier lugar y en cualquier tiempo". En una época
en la que el país se decidía por el realismo y la literatura de la
tierra (la prosa realista de Martín Luis Guzmán y Vasconcelos, que
se instala en el contexto histórico de la Revolución), Arreola
continuará la línea fantástica representada principalmente por
Alfonso Reyes. Y es que algunos de sus mejores cuentos pertenecen al
género fantástico: <<Parturient montes>>, <<En
verdad os digo>>, <<La migala>>, <<El
guardagujas>>, <<Pueblerina>>, <<El
prodigioso miligramo>>, <<Una mujer amaestrada>>, y
<<Parábola del trueque>>. Otros se sitúan hacia la
ciencia ficción, como <<Pablo>>, o hacia lo maravilloso:
<< Un pacto con el diablo>>, <<El conversor>>,
y <<El silencio de Dios>>.
Pero, ¿qué tienen de particular sus cuentos?, ¿qué diferencias
con cuentistas como Borges, Cortázar o Fuentes? Resalto dos notas:
1) Literatura novedosa y sorprendente, de gran diversidad,
problemática para los especialistas obcecados con las
clasificaciones o etiquetas; lo
decisivo no son los temas, -pocos y recurrentes, con frecuencia
anécdotas convencionales-, sino la perspectiva. Mientras Cortázar
busca la excentricidad, y la descolocación, Arreola, el
extrañamiento. Sus cuentos rompen continuamente el automatismo de la
lectura ante lo inesperado del asalto, ante el "extrañamiento": "Al grito de <<¡Cambio esposas viejas por nuevas!>> el mercader recorrió las calles del pueblo arrastrando su convoy de
pintados carromatos" (<<Párabola del trueque>>).
Hay también una especie de extrañeza agresiva que instaura en lo feo y lo
grotesco, en lo caricaturesco y lo cómico la definición de una
nueva belleza. "La migala discurre libremente por la casa, pero
mi capacidad de horror no disminuye" (<<La Migala>>).
2) Literatura que apuesta por la imaginación y el ludismo; y también
por un sentido del humor prácticamente ausente hasta entonces en la
literatura mexicana, como puede verse en los dos primeros libros de Arreola, Varia invención (1949), y Confabulario
(1952). Con ello asume los retos que plantea hacer literatura de
imaginación: el absurdo, lo fantástico, lo alegórico se unen en
estructuras entretejidas de ironía y simbolismo. Ante la insistencia
y urgencia del forastero de <<El guardagujas>> de llegar
a T. mañana mismo, el guardavías, -que por otro lado nos recuerda
al de Dickens-, le contesta con ironía: "¡Muy
bien! Me gusta que no abandone usted su proyecto. Se ve que es un
hombre de convicciones". En el cuento no existen fines ni metas,
y los trenes no tienen obligación de pasar por ningún lado
concreto, pero pueden hacerlo. El absurdo, la aceptación del
destino, y la depersonalización del viajero llamándose finalmente
"X", nos recuerda a Kafka, -el gran renovador de la
literatura fantástica-, y los aúna en un tema literario común: la
soledad. Ningún otro relato ha suscitado tantas interpretaciones
como este. Por otro lado, las caricaturas que nos hace a través de
animales, siendo la caricatura una de las formas artísticas que más
nos ayudan a conocernos. "Durante diez años luché con un
rinoceronte; soy la esposa divorciada del juez McBride" (<<El
rinoceronte>>); "hoy me detuve a contemplar este curioso
espéctaculo: en una plaza de las afueras, un saltimbanqui
polvoriento exhibía una mujer amaestrada" (<<Una mujer
amaestrada>>); "con un poderoso movimiento del cuello don
Fulgencio levantó la cabeza, y la almohada voló por los aires.
Frente al espejo, no pudo ocultarse su admiración, convertido en un
soberbio ejemplar de rizado testuz y espléndidas agujas.
Profundamente insertados en la frente, los cuernos eran blanquecinos
en su base, jaspeados a la mitad, y de un negro aguzado en los
extremos" (<<Pueblerina>>).
El compromiso del escritor ya no será reprentar adecuadamente el
mundo, -tarea más que dudable-, sino que la literatura fantástica
de Arreola tratará de representar adecuadamente los sueños, dejar
entrever por las fisuras que la realidad ofrece un mundo más
terrible o más brillante, pero menos monótono. Dejar que la
realidad deje de ser para que signifique.
La
obra de Arreola ha servido como base en la producción de
Cine Independiente en la realización de cortometrajes, además de
haber sido el autor de un guión para un documental en 1969. Su obra
maestra, Confabulario,
será la que lo consagre definitivamente como escritor; recibió el
Premio Jalisco de Literatura, a este le seguirían el Premio del
Festival Dramático del Instituo Nacional de Bellas Artes, y el
premio Xavier Villaurrutia (http://www.epdlp.com/premios.php?premio=Xavier%20Villaurrutia).
Arreola, tal vez el mejor escritor de ficción breve de México,
el último juglar. Junto con
Juan Rulfo y Carlos Fuentes culminará la etapa de madurez del cuento
mexicano, cuya presencia en la actualidad recae en el indiscutible y
merecídísimo premio Cervantes
José Emilio Pacheco.
http://elpais.com/diario/2009/12/01/cultura/1259622003_850215.html.
http://elpais.com/diario/2009/12/01/cultura/1259622003_850215.html.
Me
parece acertado acabar este artículo con una exquisita metáfora de Julio Cortázar sobre el cuento perdurable: "temblor de agua
dentro de un cristal". Que cada cual la aplique como considere.
Fuentes:
-J.J.
Arreola.,
Confabulario definitivo,
Cátedra, Madrid, 2003.
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