Un buen bistec (A piece of steak). Jack London - G.A. Vázquez




Un buen bistec (A piece of steak) es uno de los cuentos más conocidos de Jack London que tocan el tema del boxeo. Escrito en 1909 y publicado por primera vez en The Saturday Evening Post, recibió por ese cuento la cantidad de cinco dólares.

Un buen bistec cuenta la historia de Tom King, un viejo boxeador al final de su carrera que libra frente al joven Sandel el que tal vez será el combate más importante de toda su trayectoria: el que le permitirá llevar alimento a su familia, el mismo alimento que echa en falta a la hora de subir al cuadrilátero. No hay carnicero que fíe a King un bistec que le permita subirse al ring con algo más de entereza. Su momento de gloria pasó hace mucho y lo que antaño fue puro derroche ahora se ha transformado en deudas hasta con el carnicero. Los tiempos habían cambiado. Tom King se hacía viejo; y los viejos que compiten en clubs de segunda categoría no pueden esperar que les fíen los carniceros. Mientras, Sandel, se encuentra en el punto opuesto: todo juventud y vigor, aspirando a la gloria.

El relato se plantea como una contraposición entre la vejez y la juventud, la experiencia y la vitalidad, la ambición frente a la necesidad, en una clara muestra de la influencia que sobre la obra de London tuvieron las teorías del darwinismo social de Spenser, tan teóricamente opuestas a su socialismo, aunque hubiera serias sospechas de que este socialismo tuviera más de estético que de cualquier otra cosa.

Jack London hace una soberbia presentación de Tom King y su situación. Nos retrata a un hombre en el fin de su carrera, un perdedor lleno de deudas, que no tiene ni lo necesario para llenar su estómago antes de un momento decisivo, que se ve obligado a caminar varias millas para desplazarse al lugar de la pelea, con el consiguiente desgaste de energía. Tom King sólo es una leyenda del pasado, aclamado nada más que por algún antiguo seguidor, mientras Sandel disfruta de las mieles de la popularidad, inconsciente de lo efímero de la misma.

A lo largo del combate, descrito con todo detalle y con un buen conocimiento del mundo pugilístico, Tom King hace gala de su veteranía y oficio, administrando sabiamente sus fuerzas, no arriesgando en ningún momento, sabedor de la ventaja física de su oponente: su única posibilidad es ganar por experiencia. Permite a su rival que realice alardes físicos y técnicos teniendo en todo momento presente su estrategia, utilizando pequeños trucos (no siempre del todo limpios) que puedan desestabilizar a su rival, dentro de unas reglas no escritas, haciendo que Sandel empiece a pagar el precio de su actual fama, como cuando King permite que Sandel aplaste su nudillo contra su cráneo, recordando aquel encuentro en el que él sufrió el mismo castigo, cargando de para siempre con el peso de esa lesión.

King recuerda parte de su trayectoria durante el duelo, sobre todo otro similar librado muchos años antes, en el que él representaba precisamente el papel contrario: el de la juventud y la vitalidad. Recuerda sus excesos juveniles sobre el ring, y las lágrimas desconsoladas del viejo rival tras la derrota sobre la que él empezó a cimentar su ascenso en el boxeo. Unas lágrimas de las que siempre se había burlado y que sólo al final, empieza a comprender en todo su alcance. King no puede evitar, en esos momentos verse identificado en parte con su antiguo rival y, al mismo tiempo, con el propio Sandel, consciente de sus carencias técnicas, las que mismas que le llevan a profetizar de forma lúcida que se verá abocado a los mismos fracasos que King, casi como una consecuencia lógica de los momentos de gloria de los que disfruta.

Jack London plasma en este relato su particular visión del mundo: el desencanto, la pelea incansable aun con todo perdido, la dignidad ante la pobreza y la derrota, mostrando sus ideas sobre el evolucionismo social, tan presente en su obra, la supervivencia de los más fuertes, exaltando de forma épica el esfuerzo y la voluntad. Tanto Sandel, como especialmente King, son presentados como dos seres con un gran componente animal y el ring es el espacio en el que ambos luchan por su supervivencia con idénticas armas. Además, London muestra su querencia personal hacia las clases bajas, hacia ese entorno que fue el suyo, en el que la supervivencia dependía del esfuerzo individual, del trabajo duro, del tesón. ¿Acaso no es la vida una pelea incesante frente a lo inevitable de la muerte? Lo único que le otorgaría sentido sería la actitud ante la derrota. Una filosofía presente en buena parte de su obra y de su existencia, a la que puso fin mediante una sobredosis de drogas, con las que había convivido en sus últimos años. Su propia muerte, lejos de ser fácil, resultó ser una prolongada agonía de varias horas como consecuencia del efecto antitético del cóctel de sustancias utilizado: su cuerpo se resistía a morir, aferrándose desesperadamente a la vida, aumentando de esa forma su sufrimiento. Una muerte que podría ser perfectamente la de uno de sus personajes, reflejando de forma paradójica y cruel su forma de entender la realidad, plasmada en tantas de sus historias.

El estilo de este relato es fiel a la narrativa de London: exento de florituras aunque dotado de un lenguaje poético que contrasta con la agilidad que caracteriza a los momentos clave de la historia y que contribuye a aumentar la tensión en el lector, que no puede evitar leer con el alma en vilo, mientras goza, al borde de la silla, del inminente —y puede que fatal— desenlace de la historia. Una forma de narrar que tiene mucho que ver con la literatura oral, esa escuela de narradores, fuente inagotable de historias en la que una palabra mal empleada, un fallo en la estructura, o un error argumental podían llevar al desinterés de la audiencia, con consecuencias muchas veces más perniciosas para el cuentista que un simple descenso en las cifras de ventas de un libro.

Un buen bistec es un cuento en el que toda la filosofía vital de Jack London está presente, sus grandes temas, en el que su técnica narrativa se pone al servicio de lo que quiere transmitir al lector. Un relato que trasciende más allá de la historia que cuenta y que refleja la inútil resistencia de la vejez a ser desplazada por la juventud, fracasando ante una de las más elementales y crueles leyes vitales. Una ley que un pedazo de carne sólo podría retrasar un poco su cumplimiento.

Un buen bistec en Ciudad Seva


8 comentarios:

  1. En la película Cinderella Man también hay una escena en la que filete y boxeador se entrecruzan de una forma algo similar a lo que cuentas que se narra en este relato. ¿Demasiadas coincidencias verdad?

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado mucho tu artículo, Gabo, pero sobre todo que menciones ese hundimiento personal de London en un momento dado de su vida, porque refleja claramente ese trasfondo que se halla presente en buena parte de su obra. Resulta interesante y atractivo acercarse a su lectura.

    ResponderEliminar
  3. Cuscurro, la verdad es que la casualidad es un poco sospechosa. Confieso que no he visto la película, pero prometo verla para poder opinar. Si no has leído el relato te animo a hacerlo y así podremos ver si hay más similitudes :)

    ResponderEliminar
  4. Diana, gracias por tu comentario. Lo cierto es que los biógrafos de London no acaban de ponerse de acuerdo sobre si su muerte fue o no accidental. En todo caso, creo que queda claro que había iniciado un proceso autodestructivo que le llevó a una muerte tan terrible.

    Como dices, creo que en su obra se refleja un carácter atormentado.

    Si no has leído el relato te lo recomiendo :)

    ResponderEliminar
  5. Estupendo artículo, Gabo, transmites con mucha fuerza el mensaje tan duro del relato. Me quedo con esta frase: "¿Acaso no es la vida una lucha incesante frente a lo inevitable de la muerte?".

    ¡Voy al enlace para leerlo!!

    ResponderEliminar
  6. Gracias, Andromeda. Espero que el cuento también te guste... y que me lo cuentes :)

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay un cuento también de Boxeo del mismo London de nombre El Mexicano se los recomiendo ampliamente.

      Eliminar
  7. UNA PREGUNTA:
    ¿como fue la vida de Tom King en su juventud?

    ResponderEliminar

No hay comentarios