Arantza Ibergallartu
Ya desde que el primer poeta derramara su alma en palabras, se halló en los asuntos carnales exitosa fuente de interés literario pues nada se escapa a la literatura, detallado registro de la esencia del hombre.
La epopeya del mandato divino se nos revela tradicionalmente dentro de las más diversas claves narrativas, y sus pautas son abordadas desde tan espléndida pluralidad que nos hallamos ante una literatura solvente, de consumo a la carta, por contemplar un amplio abanico de expectativas dentro de la inabarcable sensibilidad lectora.
Su seductora temática se engarza al selecto reino de la Literatura con el tesón de una fértil enredadera, conquistando a cada paso la dignidad de un género que supera el difícil reto de plasmar en lírica la explosión y júbilo de nuestros sentidos, en constante riesgo de ser infamados por nuestras torpes palabras.
Por ser nuestra sexualidad una fiesta, sea bienvenida toda vez que tomamos conciencia de la sublime convocatoria universal, pues con cada ocasión se renueva la imagen que nos devuelve ese espejo, paisaje telúrico al que por siempre confiamos pertenecer.
Noble misión literaria, pues, este delicioso asunto en el que, aún aplicados espectadores, henos eternos aprendices.
No apaguen al salir, estamos leyendo seXo.
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