Los amados muertos (Lovecraft-Eddy)


Unos cuadros de Victor A.Hartmann inspiraron a Modest Mussorgski (año 1874) su célebre partitura para piano “Cuadros de una exposición” que a su vez fue orquestada (año1922) por Maurice Ravel. Este es uno ejemplo como otro cualquiera de cómo unas obras inspiran a otras. Así que no es de extrañar que Lovecraft se inspirase (año 1923) en un borrador de Clifford Martin Eddy para escribir, destino a la revista Weird Tales, un cuento que tituló “Los amados muertos”. Ahora, ¿qué hay de uno y de otro en el texto? Se antoja que la adjetivización exagerada y sombría (casi siniestra) de algunos párrafos llevan la marca Lovecraft:
“Es media noche. Antes del alba darán conmigo y me encerrarán en una celda negra, donde languideceré interminablemente, mientras insaciables deseos roen mis entrañas y consumen mi corazón, hasta ser al fin uno con los muertos que amo.”Narrado en primera persona, a partir del tercer párrafo el autor (mediante un flashback que se prolongará hasta casi el final) obliga al lector a retroceder hasta la infancia del protagonista. Esa “larga, prosaica y monótona apatía” que es su infancia cambiará radicalmente cuando, con 16 años, asiste a su primer funeral, el de su propio abuelo: “Por primera vez, estaba cara a cara con la Muerte.” Más tarde, la temprana muerte de los padres lo libera del yugo de su pueblo, permitiéndole cambiar de residencia y trabajar en unas pompas fúnebres.
“Llegaron entonces las noches en que una sigilosa figura se deslizaba subrepticiamente por las tenebrosas calles de los suburbios; noches negras como boca de lobo, cuando la luna de la medianoche se oculta tras pesadas nubes bajas. Era una furtiva figura que se camuflaba con los árboles y lanzaba esquivas miradas sobre su espalda; una silueta empeñada en alguna misión maligna.” De repente el autor utiliza la tercera persona para engañar al lector más despistado, pero de inmediato regresa a la primera persona para que el protagonista se confiese autor de los crímenes.
La locura y la necrofilia no parecen tener límite en este relato, como en ese instante en que el dueño de las pompas fúnebres llega “para encontrarme tendido sobre una fría losa, hundido en un sueño monstruoso, ¡con los brazos alrededor del cuerpo rígido, tieso y desnudo de un fétido cadáver!”, o en ese otro en que narra su paso por la 1ª Guerra Mundial, “cuatro años de infernal osario ensangrentado... nauseabundo légamo de trincheras anegadas de lluvia... mortales explosiones de histéricas granadas...(…), letales humaredas de gases venenosos... grotescos restos de cuerpos aplastados y destrozados... cuatro años de trascendente satisfacción.”Pinceladas como “enfurecido cielo”, “un silencio cuya intensidad promete lo solemne y lo espantoso” o “noches escarlatas de impíos peregrinajes” confieren al relato un tono lúgubre, siniestro, tanto que una vez publicado por Weird Tales se sucedieron algunas denuncias que obligaron a retirar la revista de los quioscos. Es más, parece ser que el mismo Lovecraft comentó que tuvo que visitar alguna comisaría. Toda la polémica no hizo otra cosa que aumentar las ventas de la revista y la fama de Lovecraft.
Luego vendrían las mejoras obras del autor, La llamada de Cthulhu, El color venido del espacio, En las montañas de la locura, La sombra sobre Innsmouth o El caso de Charles Dexter Ward. El resto, la veneración de un sector de los lectores y el ataque despiadado de la crítica más seria, es historia.
Antes nos hacíamos esta pregunta, ¿qué hay de Lovecraft y de C.M.Eddy en “Los amados muertos”? La fama de uno y el olvido del otro parecen dictar sentencia.
Quien quiera saber cómo acaba este cuento, cómo se cierra el flashback y se vuelve al presente, sólo tiene que abrir el libro y atreverse con este Lovecraft.

Firmado: Turangalila (Alejandro Castroguer)

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