Heda Margolius Kovály: Bajo una estrella cruel - Cuscurro


 

“Mi madre rezó, pero yo no le veía el sentido a rogarle a Dios por alguien que había muerto a los dieciséis años después de tanto sufrimiento. No hay nada más absurdo ni cruel que morirse antes de ser culpable de pecados que pudieran justificar la muerte.”

Este párrafo, referido a la muerte de un hermano de Heda a manos de los nazis se puede aplicar muy bien a todas las muertes y sufrimientos que rodearon a la autora de estas memorias, primero en los campos de concentración nazis y luego, en el gran campo de concentración que el comunismo convirtió a toda Europa del este y en particular a Checoslovaquia.

Heda Margolius Kovály, autora de estas memorias, narra cómo una judía de familia acomodada en Praga, tras las llegada del nacismo es deportada al gueto de Łódź, en el centro de Polonia, de allí al campo de exterminio de Auschwitz, de donde logró escapar refugiándose en Praga hasta el final de la guerra . Allí vive la llegada del comunismo y las consecuencias que éste trae para su patria.

Las memorias están pues marcadas por estas dos condiciones: nazismo y comunismo. Dos de los ismos que más víctimas han causado en el siglo XX.

La primera etapa de las memorias está centrada en cómo fue su paso por el gueto, la indiferencia por la vida humana del prójimo y el escaso valor que ya se empezaba a dar a la vida de los judíos, cómo vivió la separación y muerte de sus padres tras el traslado a Auschwitz y cómo era su labor diaria de trabajos forzados en una fábrica de ladrillos. Precisamente, tras unas quejas de Heda al propietario de la fábrica de ladrillos, es llamada por el propietario para tener una conversación, la cual hace que uno se vuelva a plantear si de verdad los alemanes, el pueblo, conocía el trato esclavo, de trabajo hasta la extenuación, de exterminio, que se estaba llevando a cabo en estos campos de concentración. Si este contratista le hace realmente pensar a Heda que él simplemente está contratando mano de obra barata cuando lo que realmente estaba contratando eran esclavos y no conocía la situación en la que viven estas trabajadoras en el campo de concentración y las atrocidades que allí se cometen, ¿el resto de la población, mucho más alejada, lo sabría?

Puesto que las tropas soviéticas se acercan a Polonia y están acorralando al régimen nazi, hay que realizar el traslado desde el campo de concentración de Auschwitz hasta Bergen-Belsen y este es el momento que la protagonista aprovecha para escapar. En su huída empieza a conocer lo que hay fuera: el miedo y la indiferencia. Miedo a ser sorprendido ayudando a un judío e indiferencia por lo que pueda ocurrirles. La autora lo deja reflejado en estos dos párrafos:

“Hasta ese momento, solo había tenido que enfrentarme al sistema policial de un régimen fascista. Ahora tenía que enfrentarme a enemigos peores: el miedo y la indiferencia de la gente. 
“Ahora buscaba a un ser humano cuya humanidad fuera mayor que su miedo”

Tras leer los dos párrafos anteriores uno puede hacerse una pequeña idea del régimen de terror que existió. Es impresionante leer cómo los amigos que ofrecieron ayuda al inicio de la ocupación nazi no quieren saber ahora nada de ella cuando va buscándoles y pidiéndoles ayuda. El miedo es libre, se dice, y en este caso parece ser que no es así ya que da la sensación de que el miedo es el estado natural de la gente, impuesto por la situación. Este mismo miedo es el que se instalará después bajo el dominio comunista de Checoslovaquia. Como se suele decir: distinto perro, mismo collar.

Nos cuenta la autora cómo algunos judíos, después de sobrevivir, se preguntaban si Hitler lo hubiera tenido más difícil de no haber estado los judíos. Viene a decir que quizás muchos alemanes y colaboracionistas se unieron al partido nazi por apoderarse de las riquezas de sus vecinos judíos o por dar rienda suelta a sus frustraciones y odio sobre ellos. Opina que tal vez los judíos hubieran contribuido a la llegada del nazismo por el mero acto de existir. Hasta este punto demencial hizo llegar el nazismo a personas inocentes que llegan a justificar y culpabilizarse de lo ocurrido.

Para describir el comunismo, Heda nos deja las siguientes dos ideas:

“Un sistema político que no puede funcionar sin mártires es un sistema político malo y destructivo”. 

“La verdad por sí sola, no prevalece. Cuando se enfrenta al poder, la verdad suele perder”.

La llegada del comunismo y cómo este totalitarismo lo va impregnando todo es otro de los grandes aciertos de estas memorias. Heda describe muy bien cómo los mediocres, aquellos que solo han servido y sirven para seguir normas sin cuestionarse nada, aquellos que no tienen inquietudes intelectuales o culturales, son los primeros en abrazar y ascender en el partido comunista. Por el contrario, hay otro grupo de personas, quizás los más ingenuos, que abrazan esta ideología por convencimiento, porque creen ver que es la mejor forma de organizarse y repartir la riqueza. Entre estos segundos está Rudolf Margolius, esposo de Heda. Hay un tercer grupo: los escépticos, los que no creen que el comunismo vaya a traer nada bueno, los que saben que muchos de los dirigentes son antiguos colaboracionistas o simplemente personas nada empáticas con los sufrimientos de los demás que han ido, por ejemplo Heda, a reclamarles ayuda.

La ingenuidad de Rudolf se enfrenta al escepticismo de Heda y desgraciadamente para ellos, vence la ingenuidad: Rudolf se afilia al partido, es ascendido a secretario de Estado de Comercio Exterior del gobierno de Checoslovaquia y acaba sufriendo en sus carnes lo que realmente hay detrás de esta ideología en esa época: miserables, mentiras, ostracismo y muerte.

La revolución comunista, según la autora, trae sinsentidos tales como que la clase obrera, por el simple hecho de serlo, esté por encima de los intelectuales, a los cuales llaman burgueses, que además deben ser reeducados como obreros, ya que son los obreros los puros, los que no tienen mácula, los que deben dirigir el futuro. Cita como ejemplo, el poder de las porteras, a las cuales hay que temer ya que están por encima de estos burgueses cultos. Ellas se dedican a realizar labores de vigilancia y delación a favor del nuevo régimen.

Heda piensa que muchos de los que acabaron abrazando el comunismo tienen su origen en la privación de la libertad sufrida en los campos de concentración. En asumir que la libertad no es un derecho. Cree que el comunismo era la salida lógica para aquella gente que había perdido toda identificación con lo personal, lo privado, lo unitario, para pasar a la colectividad del sufrimiento  bajo el comunismo desde el mismo sufrimiento colectivo vivido con el nazismo. Es un pensamiento terrible: arrojarse desde un totalitarismo a otro como resultado de perder tu identidad, no recuperarla y mantenerla diluida en el comunismo.

La muerte de Stalin, la llegada de Jrushchov con su revisionismo de la figura de Stalin y su régimen, trajo consigo en Checoslovaquia la revisión de juicios, sentencias y condenas. Una de estas revisiones fue la relacionada con Rudolf Margolluis, esposo de Heda, condenado a muerte en el proceso Slánský: una purga, como otras muchas, basada en un falso colaboracionismo con occidente. Heda no aceptó esta revisión puesto que el partido pretendía que toda la rectificación fuera en secreto, para no perjudicar al partido. Después de todo lo que había pasado y aguantado Heda al verse fuera del sistema por la condena de su marido, no era viable que ella lo aceptara.

La última parte del libro se centra en el despertar de Praga tras esta apertura, y su famosa primavera de 1968 aplastada por la URSS y sus aliados del Pacto de Varsovia. Consiguieron aplastarla, silenciarla, pero no eliminarla, ya que nada sería como antes. El virus de la libertad y la verdad había calado fuertemente en los checoslovacos.

Magníficas memorias de una persona que como dice el título, vivió primeramente las penalidades del nazismo por ser judía, por estar al servicio de la estrella de David, y que posteriormente vivió las penalidades del comunismo bajo la estrella roja de Moscú.

Tras leer estas memorias uno llega a la conclusión de que el miedo y la libertad son dos de los sentimientos más poderosos del ser humano. El miedo hace que olvides promesas, amigos y valores para poder sobrevivir y al mismo tiempo la necesidad de libertad hace que luches por las promesas que hiciste, por tus amigos y por los valores en los que crees.


2 comentarios:

  1. Un gran artículo que me lleva a poner el libro en mi lista de pendientes.

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    1. Muchas gracias. Anota el título que creo te va a gustar.

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