Literatura del Este de Europa - Sebastián Fontana Soler (Arden)

Diseño de portada: Isabel Palacio

Cuando oímos la expresión "Este de Europa" nos retrotraemos a la infausta época en que Europa se dividía en dos grandes bloques políticos, uno el de la llamada Europa Occidental y el otro el de la Europa del Este u oriental, al otro lado del llamado “Telón de acero”, expresión acuñada por el exPrimer Ministro del Reino Unido Winston Churchill después de la II ª Guerra Mundial. Ese aislamiento del bloque europeo occidental del bloque oriental también alcanzó al ámbito cultural. Rápidamente nos olvidamos de que Bucarest era conocida en el período de entreguerras como “la pequeña París”, que la católica Polonia siempre había sido un centro cultural de primera magnitud, que Praga era la ciudad de Kafka y un gran centro cultural donde Mozart estrenó su ópera Don Giovanni, que Budapest rivalizaba con Viena a principios del siglo XX como capital de la cultura de Austria-Hungría, y, en fin, que “nuevas” literaturas habían surgido con la descomposión de los tres grandes Imperios finiseculares (ruso, austro-húngaro y turco), los cuales provocaron la aparición de nuevas naciones con lengua propia, como ocurrió con los Estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) o los nuevos Estados surgidos en los Balcanes, y con ellos la eclosión de sus literaturas.


Poco a poco los años han ido pasando y, desde la caída del muro de Berlín en 1989, se ha ido recuperando el contacto entre la Europa occidental y esa “otra Europa” tan lejana, exótica y desconocida durante tanto tiempo, y con esa recuperación hemos ido descubriendo la literatura de esos países tan cercanos y tan lejanos al mismo tiempo, tan rica y variada como lo son los países que integraban esa entelequia llamada “Europa del Este”, que solo existía en un plano puramente psicológico y político.

Dentro de ese bloque encuadraríamos a la literatura polaca, tan rica y variada en sí misma que a pesar de ser el polaco un idioma minoritario hablado en un solo país, puede presumir de tener cinco Premios Nobel de literatura, aunque uno de ellos sea en lengua yiddish. ¿Qué ciudad puede presumir como lo hace Cracovia de haber tenido como vecinos a dos poetas premios Nobel de literatura al mismo tiempo? Al pensar en la literatura polaca resuenan los nombres, entre otros, de los poetas Wislawa Szymborska, Czeslaw Milosz, y del poeta cracoviense recientemente galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2017 Adam Zagajewski, de clásicos como Jan Potocki, Adam Mickiewicz, Henryk Sienkiewicz o Boleslaw Prus, los escalofriantes e imprescindibles relatos de Zofia Nakolwska, los escritos del malogrado y genial Bruno Schulz, las ciencia ficción de Stanislaw Lem, la fantasía heroica de Andrzej Sapkowski, el humor surrealista y antitotalitario de Slawomir Mrozek, y tantos y tantos otros, integrantes de una lista interminable.

En la literatura checa tenemos una de las figuras más reconocibles de la literatura mundial, la del soldado Svejk, creado por Jaroslav Hasek, que es el equivalente checo a nuestro Quijote, cuya efigie, junto a la de Kafka o la del Golem, está omnipresente en la ciudad de Praga, la cual, además, es el lugar donde se desarrollan numerosas obras literarias como Los cuentos de la Mala Strana de Jan Neruda o Mendelssohn en el tejado de Jirí Weil.

Sin pretender ser exhaustivos, tenemos que reseñar autores tan importantes como el albanés Ismaíl Kadaré, Premio Booker internacional y Premio Príncipe de Asturias de las letras, los húngaros Magda Szabó, Sandor Márai, Péter Stérhazy o el Premio Nobel de literatura 2002 Imre Kertész, los rumanos Mircea Eliade, el dramaturgo del absurdo Eugéne Ionesco y Émile Michel Cioran, escritores de la antigua Yugoslavia como Danilo Kis, y bálticos como el lituano de origen judío Icchokas Meras, maestro de novelas cortas, como la magnífica Tablas por segundos.


En fin, unas literaturas que, como se puede observar, abarcan la mejor poesía, novela, teatro, filosofía, periodismo, etc..., y toca todos los géneros, desde la ciencia ficción al duro tema del Holocausto, por lo que os invitamos a que descubráis, los que aún no lo hayáis hecho, estas otras literaturas europeas y, a los que ya las conocéis, a que ampliéis vuestros conocimientos sobre ellas.

1 comentario:

  1. Muy buena introducción a esta literatura por lo general tan poco conocida. Yo sólo quería añadir que, en el caso del lituano, el idioma ya se encontraba eclipsado o relegado a lengua rural por el polaco antes de la formación de la Unión Soviética.

    Me va a encantar este número :).

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